Atardecer sobre el lago

Asintió una sola vez, pero permaneció cabizbaja, como doblada sobre sí misma, con una mano en el pecho y la otra en el brazo de él, que usaba como apoyo. 

El intento de broma de Matt, si es que eso había sido, no le resultó gracioso. Podía comprender por qué Tessa estaba molesta y dudaba mucho que fuera a olvidar el asunto tan rápidamente como su ex pretendía hacerle creer. Aún así, la noticia la alteraba. Matt no estaba más en pareja y le había estado profiriendo todo tipo de atenciones en las últimas semanas. Ahora incluso la había sacado de paseo por los terrenos... no pudo evitar esperanzarse por un lado y preguntarse qué se traería entre manos por otro. No quería volver a salir lastimada, pero tenía la tendencia infantil a creer en la gente y en él en particular, de manera ciega, si bien sabía que no era ningún santo. Creía que con ella se redimía, o que al menos lo intentaba, aunque tal vez se engañara.

Se negó a continuar caminando y soltó el brazo de él para poder sostenerse el pecho con ambas manos. Le costaba respirar, como si estuviera haciendo un esfuerzo para inhalar y exhalar profunda y lentamente, con los ojos cerrados. "Podías habérmelo dicho antes... de otra manera." Le recriminó en un susurro mientras intentaba mantener contenida la magia dentro de ella.

Notó que las cosas se le estaban saliendo un poco de control cuando ella se negó a continuar caminando y le soltó el brazo. Inspiró profundamente, conteniendo un suspiro de frustración por haber sido tan tonto como para alterarla de esa manera. Pensó que debería haber sido más sabio que tomar la entrada teatral con alguien delicado como ella. 

Apoyó sus manos en los brazos de ella, entre los pequeños bíceps y ínfimos deltoides y la miró con seriedad. "Vamos. Respira profundo y cálmate un poco para que pueda pedirte disculpas como corresponde." Le ordenó con voz suave pero firme. "No quería alterarte. Tampoco se me ocurrió una mejor manera..." no supo terminar la oración y la dejó inconclusa. 

"Quería que supieras que ya no hay nada entre Jenna y yo." Concluyó tras una larga pausa.

Instintivamente, apoyó la frente sobre el pecho de él, con el mentón aún cerca de su propio cuello. El pedido le recordó que respirara en un impasse en que había contenido la respiración y largó un soplido prolongado antes de intentar inspirar entre sollozos que intentaban construirse en su garganta, ahogándola un poco. No era raro que le agarrara un ataque de histeria ante una noticia shockeante y había estado bastante tiempo casi catatónica después de huir de la casa donde había matado dos hombres en defensa propia, casi por accidente. 

Las últimas palabras lograron entrar en su cabeza de alguna manera y se forzó a levantar la mirada a pesar de que aún estaba sollozando y tratando de respirar de manera normal sin atragantarse. "¿Por qué? ¿Por qué lo terminaste? ¿Por qué me dices esto?" Su voz se fue haciendo más aguda y el tono más demandante a medida que sentía crecer su histeria. Estaba temblando como una hoja.

Por segunda vez en la tarde, le rodeó el talle con sus brazos cuando ella se apoyó en él, pero sin ejercer presión. Quería que tuviera espacio para respirar. 

Eran muchas preguntas pero ella misma era la respuesta a todas. Pensó que no era el momento de responderlas, no con ella en semejante estado. "Steph, necesitas calmarte." Le dijo con suavidad. "No podemos hablar así. Vas a terminar lastimándote." Añadió aunque lo más probable es que los lastimara a ambos. Le acarició la espalda lentamente. "Solo respira. No pienses en nada. Sé que puedes hacerlo." Le dijo con confianza.

"No, no necesito calmarme." Lo desafió sosteniéndole la mirada como sólo se atrevía a hacerlo cuando se encontraba en ese estado. "Necesito saber la verdad." Sentía la energía concentrándose a su alrededor, lista para desembocar en algún tipo de hechizo que los lastimara a ambos si ella perdía el control por siquiera un momento, pero se atrevió a seguir preguntando.

La manera en que sentía la magia rodear el delgado cuerpo que tenía en sus brazos lo asustó. Conocía el tipo de consecuencias que un ataque así podía llegar a tener para los dos y estaba intentando por todos los medios evitarlo, pero sus palabras no parecían surtir el efecto deseado. No quería tener que llegar al punto de sacar su varita y ponerla a dormir, pero no atinó a reaccionar ni a eso cuando vio la mirada que la tímida palomita le estaba dirigiendo. Lo hizo sentirse intimidado, porque no lo hubiera esperado de ella. 

'La verdad.' pensó. 

"La dejé porque me dí cuenta de que no la amaba." Comenzó esperando que eso lograra calmarla al menos un poco. Se sentía caminando en la cuerda floja sin red. "Nada que me haya detenido antes, pero me estoy haciendo viejo y quiero sentar cabeza. La relación no estaba yendo a ninguna parte." Al menos, no desde que él sospechara que Steph aún seguía con vida. 

"Jenna es una excelente persona y muy inteligente, pero también lo son Jax, Tessa y el director Williams: Con eso no alcanza para hacer funcionar una relación." Explicó con toda la seriedad con la que fue capaz, intentando ocultar el miedo que sentía de ella en ese momento. 

"A demás de eso tiene que haber magia..." Medio muerto de miedo, como si fuera un adolescente intentándolo por primera vez, levantó una mano hasta la mejilla de ella y la acarició con el dorso.

No le quitó la mirada de encima hasta que él no hubo terminado de hablar y durante gran parte de su discurso podía notarse que no estaba del todo convencida con lo que oía. El comentario de que eso no era nada que no lo hubiera detenido antes era casi lo que ella pensaba en el momento, lo que pretendía decir cuando él prácticamente le quitó las palabras de la boca. 

La idea de que quisiera sentar cabeza sólo porque estuviera viejo la irritó, haciendo que la magia a su alrededor se hiciera más tangible, casi como electricidad estática en el aire, erizándole algunos pelos y el vello de los brazos. 

El comentario del director le robó una media sonrisa que quedaba tan fuera de lugar en el rostro de ella como la inocencia lo hubiera hecho en el de él. Los roles eran los inversos y siempre lo habían sido. 

Luego se sorprendió con el valiente gesto de Matt y eso logró bajar parte de sus defensas. Al menos había dejado de verse amenazadora y la electricidad estática parecía comenzar a remitir junto con el aura de magia a su alrededor. 

"Me pediste el divorcio y estuvimos meses discutiendo en la corte." Le recordó con cierto rencor que quedaba olvidado en sus momentos de infantilismo.

El pulso se le aceleró del miedo al notar que ella parecía una bomba a punto de estallar... que es precisamente lo que era y, por un momento, temió por su vida, la de ella y la de su hijo. El gesto tan suyo en el rostro de Steph se le antojó grotesco y causó que se le erizara el vello de la nuca mucho más que la estática que la magia contenida estaba generando. Ese gesto de cariño fue su última esperanza, lo único que se le había ocurrido, porque siempre le había funcionado, si bien ella no parecía estar muy receptiva a caricias.

Sintió que se le normalizaba el pulso una vez más, después del subidón de adrenalina que el verla en ese trance le había causado. No era la primera vez que presenciaba una escena parecida, pero en general la furia no iba dirigida hacia él y le resultaba más fácil interceder y convencerla de regresar en sí.

La acusación de ella le dolió. Metía el dedo en la llaga y le aplastaba el orgullo al mismo tiempo, pero lo hizo sentirse a salvo por primera vez en varios minutos. "Lo sé. ¿Qué te puedo decir? Nada que no sepas ya. Soy un estúpido." Resumió. "Estaba asustado, estaba molesto... dolido. No se me ocurrió pensar a largo plazo." Admitió.

El viejo truco de él dio resultado. El contacto físico de una figura paterna o al menos masculina, en la que confiaba, logró calmarla lo suficiente como para acabar con la estática y el aura de magia contenida en unos pocos segundos. Incluso ella se sintió más tranquila y segura una vez que se notó respirar más fácilmente y menos alterada... pero aún así le quedaba esa duda... ese resentimiento que venía arrastrando del divorcio y no podía callarse. No cuando estaba en uno de sus momentos de lucidez. Era una pena que solo ocurrieran en momentos inoportunos, por lo general. Al día siguiente podría recordar todo lo que había hecho y dicho, pero con su mente infantil no podría comprender el porqué ni tampoco tendría la motivación para hacerse las preguntas adecuadas. Si tan solo su enfermedad fuera medicable como la de él... porque para ser justos, los dos estaban mal de la cabeza. No por nada se habían conocido en el pabellón de enfermedades mentales de San Mungo.

"Do you ever?" Le dijo irritada. En ese momento parecía una esposa bien normal y saludable, haciéndole los reproches justos. Entonces, otra línea de pensamiento se le cruzó por la mente y volvió a la mentalidad infantil y dócil que la caracterizaba la mayor parte del tiempo. Se notó en el cambio de postura, en el tono de voz, en la manera de bajar la mirada y mover las manos como una dama pudorosa.

"¿Y ahora que finalmente piensas a largo plazo, qué es lo que quieres para tu vida?" La pregunta, si bien podía ser válida en boca de una esposa normal, venía cargada de una inocencia casi infantil que contrastaba mucho con el comportamiento que había tenido apenas momentos antes, pero era normal en ella pasar de un estado a otro rápidamente.

La pregunta dio en la diana y le causó dolor y culpa. Cierto era que él no tendía a pensar a lago plazo sobre su vida en todo lo que no involucrara finanzas, dinero e inversiones. Pero el que ella se lo echara en cara de esa manera le había pegado en su punto débil. La prefería toda la vida cuando era una adorable palomita antes que en sus arranques de bruja al borde de un ataque de nervios. Ya fuera que tendiera hacia la ira o hacia el llanto, se le hacía complicado tener que tratar con ella, pero él también era consciente de que la única diferencia entre su compostura y el desastre nervioso que era Steph radicaba en que su esquizofrenia podía medicarse mientras que la condición de ella no tenía cura. Por eso nunca le guardaba rencor por sus arranques. Sabía que, de no ser por la ciencia mágica, él podría encontrarse en el mismo lugar... o incluso con la situación revertida. 

Apartó la mirada como no lo hacía con nadie más ante aquellas palabras que lo derrotaron por completo. Por supuesto que no, pensó con vergüenza que rara vez sentía de sí mismo. 

Su corazón saltó de alegría al verla retornar a su modo de ser habitual. Al menos eso significaba el fin del interrogatorio y de las acusaciones para él. Tal vez pudiera encontrar algo de paz mental en algún momento no tan lejano si ella dejaba de torturarlo. 

Era una pregunta difícil, se le notaba en el rostro que sufría buscando una respuesta. Más bien, la conocía y se negaba a hablar abiertamente del tema, lo cual era estúpido de su parte, por obvias razones, pero Matt ya no estaba pensando de manera racional tampoco.

"Una familia..." Comenzó lo más ambiguamente que pudo. "Mi familia." Se corrigió luego, por miedo a que esta vez se le largara a llorar. "Quiero llegar a mi casa por la noche, entrar en la cocina de piso y paredes de piedra y encontrar a mi mujer sentada frente a la sillita alta negociando sobre papilla en media lengua." Dijo sin levantar demasiado la voz, como si aquello fuera algo deshonroso de lo que un hombre no debiera hablar en voz alta. Era, precisamente, la escena con la que solía encontrarse cada noche al llegar a la casa que tenían en Oxford, hasta aquella noche fatal en que ella fue atacada y la vida de ambos cambió para siempre.

Lo oyó con la mirada perdida, como si estuviera realmente viendo la escena que él describía con los ojos muy abiertos, sin pestañear. Dos lagrimones cayeron de éstos, más a causa de la brisa del atardecer que de su emotividad, de la cual no estaba exenta.

Pestañeó varios segundos después de que él dejara de hablar, cuando la imagen invocada por aquellas palabras se hubo disipado por completo. Otro par de lágrimas gemelas rodaron por sus mejillas, mas no se molestó en secarlas. 

"No se puede volver el tiempo atrás, Matthew." Murmuró con cierta tristeza y una resignación llena de dignidad. "No sin un giratiempos, y, en cualquier caso, sería imposible prever cómo se hubiera desenvuelto esa noche si realmente hubieras llegado a la hora de siempre." Lo más probable es que ambos hubieran acabado muertos; él por no saber defenderse y ella por haber sido calmada por las caricias de su esposo.

Matt estaba tan perdido en sus propias alucinaciones como para prestarle atención a las lágrimas de ella, pero eventualmente regresó a la realidad. 

"Lo sé." Dijo primero serio, y luego una media sonrisa apareció en sus labios al darse cuenta de que su reina de los squibbs había estado haciendo la tarea de manera mucho más efectiva de lo que él o cualquiera hubiera esperado de alguien de su condición, incluso tras hacerse cargo de la responsabilidad que ella había aceptado. No se le ocurrió suponer que no tenía nada mejor con qué ocupar su tiempo que estudiar sobre el mundo mágico que por tantos años le había sido vedado en la casa de su padre. 

"Tampoco me arriesgaría a terminar en Azkaban por algo tan incierto y peligroso." Admitió sinceramente. Casi que prefería que lo asesinaran junto con ella por traidor a la sangre antes que terminar encerrado de por vida en esa sala de torturas que era la prisión de los magos. 

"En este momento, lo único que quiero es dar un simple paseo por los terrenos y tener una velada lo más agradable posible, considerando que todos nuestros amigos hicieron planes sin tenernos en cuenta." Habló con suavidad, intentando persuadirla de regresar al paseo que habían interrumpido para tener esa discusión tan desagradable. Como hedonista, encontraba ese tipo de conversaciones de lo más anticlimáticas y prefería evitarlas, lo que era una de las principales causas de que hubiera aprendido a mentir tan bien. Prefería la armonía falsa a los conflictos derivados de verdades amargas.

Astintió. Solamente un tonto haría algo semejante y si había alguien que ella consideraba inteligente por encima de cualquier otra persona promedio, ese era Matt. Cierto era que su amigo Jackson no se quedaba atrás, mas ella sólo tenía ojos para el rubio de moral dudosa, en cuya capacidad de redención, sin embargo, ella tenía toda la fe del mundo. 

Volvió a asentir, ya más animada, y se secó las mejillas con el dorso de las manos para luego alejarse de él y volver a tomarlo del brazo con intención de continuar con el paseo. "Prometiste mostrarme tus lugares favoritos de los terrenos." Le recordó nuevamente en su rol infantil. Matt había suplido para ella todo lo que su padre había sido y todo lo que siempre había fantaseado en hacer con un hombre... que no fuera su padre.

Las confesiones de él sobre lo que quería para su vida y la manera en que las había hecho, deberían haberle dado mucho en qué pensar, pero su mente volvía a trabajar como la de una niña y no había en ella lugar para tales empresas lógicas.

"Es cierto." Paseó la mirada por los terrenos mientras ella volvía a tomarlo del brazo y reanudó la caminata acomodando su paso al de Steph. 

Su mirada se topó con el campo de quidditch, que era lo único que más o menos estaba cerca de ellos, a demás del bosque prohibido... que no lo estaba para los profesores, pero que de todas formas intentaría evitar después de los incidentes ocurridos un par de meses antes.

Sonrió divertido al recordar una anécdota. "Bueno... tu sabes que el campo de quidditch jamás fue uno de mis lugares preferidos, pero hay una historia graciosa." Le advirtió con un leve brillo en los ojos. Era más fácil para él también concentrarse en las viejas anécdotas y entretenerla, como estaba acostumbrado a hacer con tanta gente, que pensar en todas las cosas que habían hablado, las cuales, a diferencia de ella, que era una bendecida; vendrían a perseguirlo en cuanto posara la cabeza en la almohada... y no sólo esa noche. 

"Resulta que había una muchacha..." La mayoría de las anécdotas que le había contado mientras eran novios comenzaban así, pero ella nunca había demostrado que le molestara. "...que era muy fanática del quidditch. Yo ni siquiera iba a ver los partidos... las gradas están lo suficientemente altas como para que prefiriera pasarme la tarde leyendo bajo un árbol o encerrado en la sala común matándome de aburrimiento." Comentó con el típico tono de anécdota.

Ella siguió su mirada, buscando el posible objeto que pudiera haber tenido algún tipo de significado para un Matt de once a diecisiete años. Sólo encontró el campo de quidditch y, como él, no le encontró el atractivo. 

Su rostro se iluminó de manera casi infantil ante la perspectiva de una historia y sonrió emocionada, apretándole el brazo con ambas manos para incitarlo a hablar. Quería oír todos los detalles, como siempre. Hasta sus hijas mostraban menos interés por lo que él tuviera para decir sobre su pasado. A ella le interesaba todo, incluso si había otras chicas. Después de todo, se había casado solo una vez y había sido con ella, ¿no? Eso se decía más de adulta. Mientras salían, se conformaba con pensar que Matt no solía ver más de dos o tres veces a la misma muchacha y a ella llevaba meses cortejándola abiertamente. Nunca se le hubiera ocurrido pensar que estuviera interesado en el dinero de su padre. 

"¿Cuándo no!" Dijo con entusiasmo, en tono de broma, como si no se tratara del ex marido que tanto había celado durante el juicio. La pobre no estaba bien de la cabeza pero no era su culpa. Había nacido así. Soltó varias risitas mientras él comenzaba a contarle los pormenores de su anécdota. 

"¿Y qué tiene que ver el campo de quidditch?" No pudo esperar a saber. Estaba tan emocionada como Jade al ir a ver a sus primas, casi saltando en lugar de caminar.

Sonrió en anticipación a la historia, disfrutando la atención de ella y aliviado de que se le hubiera pasado el ataque de llanto. —Sucede, que la muchacha en cuestión era linda, iba a mi año y compartíamos varias clases a pesar de que no era de mi casa —continuó diciendo— pero en todas ellas se sentaba con su mejor amiga y siempre estaba rodeada de un grupo tan parlanchín e insoportable que aunque nunca me intimidaron las amigas de mis prospectos, decidí mantenerme a raya... pero yo quería esa conquista. No podía dejarla pasar, así que se me ocurrió una estrategia. 

De alguna manera convencí a un par de compañeros de su casa de que hicieran una bandera para alentar al equipo en el siguiente partido... bueno, podría decirse que les hice creer que la idea era de ellos, pero en fin. Durante el desayuno, hechicé la bandera disimuladamente para que cuando ella la mirara pasara un mensaje. Nada del otro mundo, algunas palabras bonitas y un lugar y horario para la cita. 

El único problema es que el conjuro requería un objeto de esa persona para funcionar y yo había guardado un libro que ella se había olvidado tras una de las clases... ¡y resultó ser de su mejor amiga! Era una de las muchachas más horribles que uno pudiera imaginar y también estaba en el equipo de quidditch... ¡como bateadora! Era una heladera... terrible. Y la muy densa me persiguió el resto del semestre... y su amiga ni me dirigía la palabra por puro respeto. ¡Un espanto! —Comentó divertido. A esas alturas de su vida le causaba más gracia que otra cosa, aunque no era algo que estuviera dispuesto a comentar frente a cualquiera. Irónicamente, que a su ex sí se lo dijera, podía resultar raro. Ellos siempre habían hablado de esas cosas con naturalidad.

Oyó la historia de Matt con interés y creciente tensión a medida que ésta se iba acercando a su punto álgido. 

—¡Ay no! ¡No te puedo creer! —Exclamó cuando oyó que se trataba de la mejor amiga. Luego prorrumpió en pequeñas risitas a lo largo de la descripción de la horrible mujer hasta que al final pudo calmarse. —Tremendo —terció todavía sonriendo.


—Eso es lo que te pasa por hacer algo así en un lugar público. Con toda esa gente, por supuesto que iba a darse una confusión. ¿Qué acaso no pusiste el nombre de ella en el anuncio? —Porque eso era lo más lógico que a ella se le hubiera ocurrido.

—¡Te lo juro! —Respondió con vehemencia. Sonaba divertido y conforme de sí mismo, casi orgulloso de que aquella cosa ridícula le hubiera pasado. Pero sólo admitiría algo así frente a ella, Jax o Tessa.

—Totalmente de acuerdo. Lo tenía bastante merecido —admitió sonriendo a costa de él mismo. 

—¡No se me ocurrió! —Dijo antes de reír otro poco.

—¡Ay! ¡Esa mente privilegiada, que se enamora y se olvida hasta de las cosas más obvias! —Lo molestó con tono sobreactuado. —¿Para eso tanta sociedad para los inteligentes y ecuaciones irresolubles? —Continuó molestándolo mientras caminaban del brazo.

—¡Hey! ¡No seas tan mala! ¡Tenía quince años! —Protestó. —Creo que me merezco un poco de tolerancia —siguió diciendo entrecortado con una risa.

—Creo que ese tipo de estupidez es exactamente el precio a pagar por la inteligencia —comentó ya más serio, casi pensando en voz alta. —A veces creo que estoy envejeciendo demasiado rápido. Mi memoria ya no es lo que era...

Mientras hablaban, caminaban hacia el lago sin pensar en dónde iban. Al menos, él no pensaba en a dónde iban.

Soltó una risita de colegiala y continuó caminando del brazo de él, sin prestar atención al destino. Asumía, como siempre, que Matt tenía todo bajo control y, más aún, planeado hasta los más mínimos detalles. Se sentía transportada. De regreso a esa época en que aún estaban bien y juntos. 

Pensando en eso es que no respondió a lo que él decía, perdida en sus recuerdos y pensamientos, pero a la vez disfrutando el presente, que se le confundía con el pasado en su mente brumosa. Apoyó su cabeza en el hombro de él mientras caminaban del brazo. Le pareció natural puesto que se creía de vuelta en Oxford, con Jade en el cochecito delante de ellos.

Él hablaba para sí mismo, sin esperar respuesta. También se había perdido en su propia mente, pero sin que la línea que separaba realiad de pensamientos y recuerdos se borrara por siquiera un minuto, por más que él lo deseara. Su mente era más estable que la de ella en ese sentido... mientras tomara su medicación como lo venía haciendo. Steph, en cambio, tenía esa condición de nacimiento y no era tratable.

El escaso peso de la cabeza de ella sobre su hombro lo devolvió a la realidad sorprendido. No pudo evitar sonreír para sí. Esa cercanía lo hacía sentir una tibieza que sólo podía asociar a Steph. No cuestionó sus motivos ni se le ocurrió que pudiera estar sufriendo de atemporalidad o estar confundida. Simplemente disfrutó el momento apoyando su cabeza sobre la de ella también, con sólo ladearla un poco. Así continuó caminando en silencio hacia el lago, sintiéndose más en casa de lo que se había sentido en años.

La idea de casi haberse matado le parecía ridícula.

Ante ese gesto, Fanny refregó su mejilla contra el hombro de Matt, asiendo su brazo con un poquito más de fuerza. Suspiró pesadamente sin saber por qué. Tal vez fuera de alivio, porque ella también sentía una paz que su alma había extrañado aunque ahora no fuera consciente de ello. Quizás porque esa parte inconsciente sabía que eventualmente habría que despertar del sueño. 

Se detuvo cuando llegaron al lago. Su poco span de atención distraído de Matt por el opulento atardecer que tornaba las varias capas de nubes en el cielo de todos los colores imaginables entre el rojo y el naranja. Dejó salir una exclamación de admiración. 

—Es hermoso —dijo para sí. Ya no tenía la cabeza apoyada en Matt. Miró el atardecer largamente y, unos minutos después, cuando volvió a mirar a su ex, estaba de vuelta en el presente. 

—Gracias por no dejarme encerrada en la torre, amargada —dijo con sincera gratitud. No había ni un asomo de timidez o vergüenza en ella en ese momento. Su timidez era algo que iba y venía, lo mismo que su lucidez.

Él suspiró por el gesto de ella y su suspiro se encimó al de su mujer, casi como si lo hubieran planeado.

Se detuvo cuando ella lo hizo, enderezando también su postura para observar el paisaje con más comodidad. Era realmente imponente ese cielo en llamas reflejado por el espejo que era el lago negro, bañado en todos los colores del fuego.

—Realmente lo es.

Sintió la necesidad de decir mil cosas, porque él no sabía callar. Le costaba apreciar el valor del silencio. Sin embargo, no dijo nada por temor a arruinar el momento. Tenía varias virtudes. El valor no era una de ellas.

Nunca se enteró de si ella había sido ella todo el rato o había tenido un episodio y regresado. Tampoco se lo preguntó, pero sonrió con calidez.

—El placer es mío —dijo sinceramnte. No era sólo otra frase de librito para el levante. Estaba muy contento de haber tenido la idea de ser generoso con la pobrecita que todavía lloriqueaba por él y no tenía vida y sacarla a pasear... como si él no anduviera sintiéndose un trapo de piso todo el tiempo.

Fanny lo conocía lo suficientemente bien como para saber que lo decía sinceramente. Tal vez por eso se ruborizó visiblemente y bajó la mirada, para luego apartarla hacia el lago, avergonzada. Recordó todas las cosas que habían pasado: el beso robado, las explicaciones que había recibido más temprano ese día y la información que Matt le había ofrecido sin que ella preguntara, sobre su ruptura con la empresaria y sus deseos de recuperar la familia que habían tenido. 

Ese pensamiento la sacó de su ensueño infantil y la regresó a ella misma. Su cuerpo cambió a una postura más erguida y augusta, con el mentón en alto en el momento en que sus ojos buscaron los de Matt. 

—Matt... —comenzó con tono de reproche, pero no supo por dónde comenzar. ¡Tenía tanto para decirle! Pero, ¿qué sentido tenía seguir dándole vueltas al pasado? Por horrible que fuera. Suspiró pesadamente otra vez, como si no hubiera recordado la anterior, porque ahora ella había cambiado en su mente y percibía las cosas de manera diferente, casi como alguien normal.

—Por mucho que me muera por creerte y que sueñe como tú con volver a tener una familia juntos, las cosas que me contaste... ¡que hiciste! —se corrigió para luego negar con la cabeza con expresión dolida—, no es tan fácil para mí olvidar que te acostaste con mi prima ¡mi única amiga! ¿Cómo pudiste? —Preguntó en un susurro de incredulidad y dolor. 

—Son muchas cosas para digerir... —con dificultad, intentó explicarse y la electricidad estática volvía a envolverla— Lo de la hermana de Jax... no puedo culparte por lo sucedido, pero eso no quiere decir que no me duela que tengas un hijo con otra mujer... ¡con una alumna!

La electricidad estática volvía a acumularse rápidamente a su alrededor respondiendo al dolor y el esfuerzo de contener sus sentimientos. —Tú y Jenna con tu hijo en el baile de inicio de curso... —volvió a sacudir la cabeza y un par de lágrimas cayeron por sus mejillas— Son cosas que todavía lucho por olvidar. Yo no me valoro tan poco como para dejarlas pasar y volver corriendo a tus brazos después de todo eso.

Hizo una breve pausa antes de seguir hablando. 

—Eso no quiere decir que no pueda llegar a olvidar y a perdonar con el tiempo —le advirtió—, pero si aún eres el verdadero caballero que conocí, respetarás mi decisión incluso cuando mi mente me traicione y carezca de la lucidez necesaria para actuar en consecuencia... durante el tiempo que me tome digerirlo. 

En los momentos en que hablaba así, costaba creer que tuviera todos los problemas que tenía. Otras veces, te invitaba a jugar a la fiesta del té con las muñecas y lo increíble era que fuese capaz de tal decisión y discernimiento.

Él pensó que se le daría, que finalmente podría volver a besarla, pero se equivocaba. La dulce paloma había tomado vuelo asustada por vaya uno a saber qué pensamiento y ahora la Steph que aún continuaba dolida y enojada con él había vuelto a reaparecer.

Al oír su nombre pronunciado en ese tono, supo que lo que seguía no podía ser bueno. El resto de la conversación confirmó sus sospechas y volvió a desesperanzarlo y llenarlo de culpa como sólo ella sabía hacerlo. Al principio se permitió ilusionarse durante una milésima de segundo, pero por cómo venía la cosa, era consciente de que se venía una negativa incluso antes de que él hubiera hecho alguna oferta o pregunta abierta más allá de las insinuaciones que llevaba semanas tirándole.

Bajó la mirada avergonzado de sí mismo. Realmente había sido estúpido meterse con su prima, más estando ella casada, pero él la había creído muerta y era una manera de estar más cerca de ella... no que Steph, en cualquiera de sus dos versionse, fuera a poder comprenderlo. No respondió, porque no tenía respuesta posible que no fuera a hacer las cosas peores, así que se limitó a negar con la cabeza él también, contrito y claramente arrepentido. Si hubiera sabido que un poco de sexo lo iba a meter en tantos problemas se hubiera quedado encerrado en su cuarto.

Entendía desde la lógica que era mucho para digerir, pero si aún así había una parte de ella que compartía sus sueños y anhelos había esperanza, ¿no? aunque ella le estuviera echando en cara lo peor de sí. Tampoco intentó excusarse por el asunto con Nicole, en especial por captar que ella volvía a alterarse y él quería salir vivo y entero de la conversación... y esperaba otro tanto para ella.

Cuando ella hizo una pausa, él intentó hablar, pero calló cuando Steph retomó la palabra. Apretó los labios. Estaba tenso y se sentía horrible. ¿Cómo hacía la gente normal, que tomaba responsabilidad por sus acciones de manera cotidiana, para vivir con todo eso encima? Nunca lo entendería.

Matt estaba tan acostumbrado a esos cambios en ella, que ni se planteó lo extraño que todo debía parecer para alguien que viera la situación desde afuera. Lo que sí tuvo en claro es que, a pesar de que ella le estaba frenando el carro, no le estaba diciendo que no de manera permanente: le estaba pidiendo tiempo.

Había mil excusas que quiso decir en su defensa, pero sabía que lo mejor sería medir bien sus palabras y se tomó un momento para elegirlas.

Tomó la mano de ella en la suya con un gesto lento, casi tímido. —Steph, yo nunca me aprovecharía de tu condición. Jamás lo hice y no tengo la intención de comenzar ahora —aclaró primero que nada, con tono de perro apaleado. La miró a los ojos, para que supiera que estaba diciendo la verdad, aunque le costó mucho juntar el valor para hacerlo después de tantas acusaciones justas. Sabía que no se merecía la opinión que ella le tenía, mucho menos la fé o la tolerancia, pero se sentía agradecido por tenerla.



Bajó la mirada un momento, para ver las manos de ambos unidas, antes de levantarla nuevamente y continuar. —Quiero que sepas que la noche del baile estuve a punto de saltar de la torre de astronomía —confesó. Era algo que no le había dicho a nadie y que ni él mismo se atrevía a aceptar en su mente. —Esa noche me di cuenta de que la vida que estaba llevando no tenía sentido y mi ronda terminaba ahí arriba. Me quedé un rato mirando donde mi alumna se había suicidado el año pasado, subido a una de las almenas y todo parecía tan irremediable... —su otra mano había buscado la otra de ella y las apretaba con fuerza, como si a él le faltara la suficiente como para enfrentar la situación de hablar de aquello en voz alta. 

—Entonces bajé la mirada y las ví a tí y a Tarja caminando por los terrenos del brazo... Podría reconocerte en ese vestido a tres soles de distancia, Steph... y cuando te oí llorar desconsolada... en ese momento supe que si estaba en una situación horrible era porque yo mismo me había llevado hasta allí... ¡pero que también estaba en mí el poder de cambiar las cosas! Y fue ese conocimiento y la determinación de hacer lo correcto lo que me hizo bajar de la torre. —explicó con una nota de desesperación en su voz.

—No estoy intentando dar lástima. Tu sabes mejor que nadie que lo detesto tanto como tú, pero quiero que sepas que no estaba pasando la noche de mi vida mientras tú sufrías ni mucho menos... —dudó un momento, temiendo que si se exponía más de lo que ya estaba, fuera a recibir un daño del que no pudiera recuperarse. —Y por supuesto que voy a esperarte. ¡Eternamente si hace falta! Y si nunca cambias de parecer y continúas odiándome, de todas maneras seguiré intentándolo —repitió las palabras que le había dicho aquella noche en la biblioteca años atrás, la primera vez que ella lo había rechazado tras poco de conocerse. Al menos, gran parte de ellas. La parte de la indiferencia había sido reemplazada por odio, pero el concepto era el mismo.

Fanny continuó hablando cuando él intentó hablar porque quería poder sacarse de adentro todas las cosas importantes que tenía para decirle antes de que se le fuera la lucidez y terminara acurrucada contra él como si todo estuviera bien. Por mucho que disfrutara esos momentos cuando ocurrían y el recuerdo de los mismos al regresar a tener control sobre sí, el saber que eso estaba mal y no era lo que quería para sí la atormentaba. Es decir, sí era lo que quería, pero no estaba lista para enfrentarlo de momento. 

Asintió de manera ínfima y le dio un apretoncito de reconocimiento y agradecimiento a la mano que sostenía la suya. —Lo sé. Te lo agradezco. Es una de las razones por las que te respeto —le informó en caso de que no lo hubiera mencionado antes, en todos los años de matrimonio. 


Se sorprendió sobremanera al oír la confesión del rubio e inspiró aire de manera sonora sin quererlo. —¡Oh, Matt! —Se compadeció de él y apretó también la otra mano que se sumaba a la suya, para darle fuerzas. 


Su corazón se le derritió dentro del pecho al escuchar que la podría reconocer a tres soles de distancia, pero intentó mantener la cabeza fija en lo importante cuando sintió que la palomita quería poseerla nuevamente. Asintió porque sabía que si alguien detestaba dar lástima, ese era Matthew Rogers. ¿Estaba acaso pensando que le debía la vida? Porque a ella le parecía una idea tan traída de los pelos que no quiso ni siquiera considerarla. Y si, por el contrario, intentaba hacerla sentirse culpable de que estuviera ahí arriba... pues no se haría cargo. Como Matt bien había dicho, él mismo se había llevado a esa vida y si no le gustaba, que se hiciera cargo así como ella lo hacía de las decisiones tomadas, por más que hubieran sido hechas en un momento de desesperación. 


Notó de inmediato la alusión a aquel viejo recuerdo y sonrió amargamente, asintiendo en conformidad y con los ojos húmedos. —Gracias —le dijo sinceramente antes de inspirar fuerte por la nariz por el llanto. —Igual que aquella vez, no puedo prometerte nada, pero hoy te repito que me gustaría que no te rindieras.


Soltó una de las manos de él para secarse los ojos con su dorso. 

—Será mejor que regresemos al castillo. Está refrescando y Revan podría enfriarse y agarrar un resfriado —sugirió porque necesitaba estar sola, por mucho que hubiera disfrutado del paseo.

Asintió con la sobriedad que el momento requería. Estaba conforme de que ella se sintiera así, de saber que aún lo respetaba y que confiaba en él después de todo lo que había pasado.

Intentó no hacerle caso a las palabras de ella, porque realmente no le gustaba que le tuvieran lástima, ni siquiera Steph, que era la excepción a todas sus reglas. Tal vez por eso le explicó sus verdaderas razones para estarle contando eso y evitar confusiones. Sin embargo, el apretón de manos le dio fuerza.

Matt le sostuvo largamente la mirada y asintió también con seriedad en esta oportunidad. —No lo haré —prometió.

Las palabras de ella confirmaban su teoría de que ella le estaba pidiendo tiempo para que sus heridas sanaran y tenía que admitir que, a pesar de que él quisiera todo YA porque era una persona impaciente, lo que Steph le pedía tenía sentido. Él aún no terminaba de recuperarse de muchas cosas, entre ellas lo que había sucedido con la hermana de Jax, pero de todas maneras, las cosas iban de a poco recuperando su ritmo.

—Sí —dijo rápidamente, con el tono de quien quiere decir que no, y esquivó la mirada de ella para pasearla por el paisaje del atardecer una última vez antes de voltearse con la intención de regresar al castillo.

El cochecito se acomodó solo para el regreso, gracias al encantamiento que él le había lanzado y le ofreció el brazo a ella de la manera más caballerosa que pudo, insegura de que fuera a tomarlo.

Dejó que una pequeñísima sonrisa triste se dejara ver un par de segundos. Entonces le dio un último apretoncito de agradecimiento a las manos de él antes de dejarlas ir. 

No se le escapó la contrariedad de Matt, pero prefirió dejar el paseo donde estaba que prolongarlo de más y acabar discutiendo. Así, al menos sería un recuerdo más o menos agradable. Ya bastaba con la buena intención y a eso se le sumaba que había pasado un buen rato caminando con él, a demás de encontrar respuestas a muchas preguntas. Día productivo. No quería arruinarlo por insistir de más en pasar tiempo con él. Si continuaba insistiendo como ella le había pedido y él había prometido, tendrían tiempo para seguir conversando otro día. 

Tomó el brazo de Matt, demasiado consciente de la cercanía de él, a diferencia de antes. Estaba de repente nerviosa y tensa ante la idea de que comenzaran nuevamente más o menos de cero con las caminatitas, las lecturas de libro y todo lo demás que para ellos dos en particular había significado cortejo. No estaba segura de que él fuera a hacer lo mismo que había hecho antes, pero el robarle un beso en la biblioteca y llevarla a pasear del brazo por unos jardines imponentes al atardecer ya eran como repetidos, así que eso le dio a pensar que el resto no tardaría en llegar, aunque quizás él la sorprendiera con cosas nuevas. 

Lo que más incómoda la ponía era la idea de tener que caminar todo ese trecho de regreso al castillo con él hablando de algo... y ¿de qué podía hablar después de todo aquello tan serio e importante que se habían dicho? Cualquier cosa iba a sonar descolgada y seguir hablando de todo aquello acabaría mal para alguno de los dos. 

—Así que Tessa está embarazada... —dijo de la nada porque era lo primero que se le había ocurrido después de pensar en Jenna. —Eso explica varias cosas —comentó con una sonrisa leve, todavía incómoda, pero en menor medida.

Estaba seguro de entender las razones de ella, pero no por eso dejaba de estar en desacuerdo. Él quería pasar todo el tiempo posible con ella, no regresar al castillo y a la realidad, pero tampoco iba a contrariarla en ese momento. Sabía que le jugaría en contra.

Sentía la tensión en el ambiente y se alegró de que ella dijera algo para romperla, ya que a él no se le ocurría nada.

—Si —respondió igualmente incómodo. —Jax y Tess discutieron bastante por la incompatibilidad de ellos y el hecho de que hasta hacía poco antes Tessa y Will habían estado saliendo... —tenía una mueca de costado en el rostro. Era un tema que no le hacía mucha gracia porque, terminara como terminara, al menos uno de sus amigos iba a salir mal parado y entonces él tendría que escuchar las quejas y lamentaciones. No le gustaba perder el tiempo con eso.

—Uno pensaría que la confirmación de la paternidad de Jax acabaría con el problema, pero como se trata de un embarazo de alto riesgo... bueno, el estrés sigue ahí, viven corriendo al médico, ella tiene limitadas mil cosas... así que es prácticamente imposible tener una conversación normal con ninguno de los dos en estos días.

Escuchó las noticias, que eran más bien un chusmerío, con avidez. Ahora comprendía mucho más del ambiente tenso que se encontraba en la mesa de las comidas. Era algo casi tangible, pero de lo que nadie hablaba y todos parecían conocer menos ella. Ahora estaba dentro del loop, por así decirlo. Aunque estaba segura de que debería fingir desconocimiento para proteger a sus fuentes. 

—Eso me resulta extraño. Tess siempre me pareció... no sé. Otro tipo de persona. Siempre parecía estar tan pendiente de Jax. Casi al punto de parecer obsesionada, te diría —habló con el ceño fruncido en confusión. Aquél buen misterio había agarrado su atención y ahora ya no se preocupaba por ella y Matt. Habría tiempo para eso.

—Qué feo. Deben estar muy asustados —imaginó. —Aunque nunca parecieron muy interesados en ser padres. ¿Cómo fue eso? —Preguntó con curiosidad.

Asintió de acuerdo con ella. Tessa había cambiado mucho en ese último tiempo y era preocupante en algunos sentidos, aunque fuera un alivio en otros.


—Era otro tipo de persona —la corrigió. —Y siempre estuvo totalmente obsesionada con Jax, más allá de lo que uno puede considerar sano, incluso siendo generoso. Pero parece que en algún punto ellos quisieron regresar juntos y el hecho de que Jax hubiera salido con Tarja hace algún tiempo no la dejaba estar en paz, así que acordaron que ella saliera con alguien más un tiempo antes de poder reparar la relación para que estuvieran 'a mano' —explicó con cara de quien ni entiende ni aprueba.



—La cuestión es que Tessa quedó emabrazada y no sabía si había sido de la vez en que había estado con Jax antes de enredarse con Will, o con Wilhem, a quien eligió para su pequeño desquite, tal vez porque puede ser tan serio y amargo como Jackson mismo, pero a la vez aún es capaz de reírse y disfrutar de decir tonterías, algo que Jax hace rato que ha olvidado.


—Lo están —respondió a lo primero. —Y eso es lo raro —añadió por lo segundo—, ninguno de los dos nunca quiso tener hijos y por eso estaban conformes con su incompatibilidad... hasta que Tessa vio a Revan. Creo que el tener un niño tan cerca a su edad debe haberle despertado el reloj biológico o algo así —comentó con una risita.

Continuó oyendo con interés. Habían sido amigos de la otra pareja mucho tiempo, tanto cuando lo eran como cuando habían dejado de serlo para pasar a ser solo amigos y siempre había notado esa chispa de magia entre ellos. Por eso le entresteció escuchar que ambos habían cambiado. 

—Eso es llanamente infantil —declaró con seriedad. Ella tampoco aprobaba, pero su desaprobación era mucho más fuerte que la de Matt. 

Frunció el ceño aún más, molesta con esa historia de cuasi infidelidades que no terminaban de serlo, entre dos personas que a todas luces estaban destinadas a estar juntas. 

—¿En verdad Jackson ha dejado de reír y bromear? Debe ser una compañía espantosa estos días —opinó pensando en que era el mejor amigo de Matt y que él apenas podía decir dos palabras en serio junto a sus amigotes o en reuniones en general. Sintió lástima por él, que debía sentir esa pérdida más que nadie. —¿Tienes idea de qué pudo haberlo hecho cambiar de ánimo de esa manera? —Quiso saber por puro curiosa. 

—Oh, ya veo. Supongo que eso le sucede a muchas mujeres sin hijos, según tengo entendido. 

Y a otras tantas con hijos, pensó para sus adentros al recordar que ella misma a veces sentía la necesidad imperiosa de tener otro niño.

Se encogió de hombros. No era la primera vez que Tessa se comportaba de esa manera. Para algunas cosas era muy madura y para otras... la querías matar.

—Ya conoces a Tess —fue toda su respuesta. El tono, sin embargo, era elocuente.

Asintió con una mueca ladeada de resignación. La verdad es que sí sufría por el cambio de ánimo de su amigo y extrañaba cuando era divertido. Incluso se había alejado un poco de él por este motivo... y porque no soportaba que lo juzgara con sus consejos sobre qué hacer con Jenna y demás. Aunque ahoar ya no tendría de qué quejarse, puesto que había terminado la relación como Jackson quería. El rubio jamás lo admitiría, pero su amigo más sosegado tenía mucha influencia sobre su vida.

Lo analizó por primera vez cuando ella se lo pidió. —Creo que cuando Tess comenzó a salir con Will —respondió inseguro, aún intentando hacer memoria. No era el tipo de cosa a la que un hombre le prestara atención. —Aunque yo estaba tan inmerso en mis propios problemas en ese momento, que bien podría haber sido antes —añadió. Sus problemas eran básicamente ella y el divorcio, por si a alguien la quedaba duda.

—Con todo el estrés de la salud de Tess e ir al médico todo el tiempo, es normal que no tenga ánimo para bromas, pero cuando ella esté fuera de peligro, si los niños sobreviven dudo que tenga mucho ánimo para la broma. Si hay algo que Jax no quiere ser es padre.

La miró de reojo, con curiosidad, preguntándose si había más detrás de sus palabras de lo que estaba diciendo, pero no preguntó.

Respondió con una interjección que era afirmativa.

Sonrió con lástima por toda la situación y cómo adivinaba debía afectar a Matt y asintió. —Pobre hombre, como para que no se le pongan los pelos de punta. Toda una vida esperando poder estar con ella y, cuando finalmente se deshace del viejo, se tiene que comer una escena aunque estaba en todo su derecho de salir con otras mujeres en vista de que él y Tess no eran pareja. Que ella se negara a ejercer ese derecho en aquél momento y esperara a que todo estuviera bien... —Negó con la cabeza— a demás de ser autosabotaje, es ridículo.  

Ella conocía bien la historia porque Matt le había contado los detalles cuando estaban casados, sabiendo que ella no iba a irle a nadie con el cuento. 

Por suerte, no se le ocurrió pensar en qué otros problemas podía tener él en ese momento, porque era así de inocente. Podía estar analizando algo como una persona normal y pasar por alto alusiones obvias. 

Se mostró sorprendida. Sabía que Jax no tenía intención de ser padre, pero lo había visto tan distinto...

—¿Tu crees? Parecía tan distinto y tan interesado en atender a Tess a cada segundo...  Espera. ¿Los niños? —Preguntó algo sorprendida.