Jugando con su hermana

Addie todavía no se acostumbraba a eso de tener una hermanita menor... Ni a tener padre, madre, abuelos, primos y un hermanito bebé para el caso. Su vida había cambiado tan drásticamente en el último tiempo, que era increíble que se lo estuviera tomando tan bien. Claro que había cambiado para mejor y eso era un factor determinante.

Estaba en el patio interno con permiso de su mamá, jugando con su nueva varita de juguete, que le había regalado la abuela Laurel, la cual le permitía conjurar hechizos básicos siempre y cuando la varita los considerara inofensivos. Había intentado utilizarla un par de veces antes, pero sin demasiado éxito. Ahora, la había sacado a escondidas de Ruby y sacudió la varita ferozmente. "¡Lumos!" Pero nada pasaba. Le agarró un miedo enorme. ¿Y si era squibb como su mamá? No recordaba haber podido hacer magia antes y tenía la misma salud enfermiza que Stephanie, desmayándose por todos lados.

Bee había salido corriendo apenas cruzar la puerta del castillo y empezó a orbitar la estatua en el centro del patio interno corriendo como maniática a su alrededor mientras se reía como loca y agitaba los brazos en el aire. Cada tanto, miraba sobre su hombro para ver si algún pariente la miraba (ya fuera su hermana o su madre que estaba ocupada con sus alumnos hablándoles en un apartado bajo la galería), y casi que tropezaba al hacerlo, porque su sentido del equilibrio era aún muy precario.

En eso andaba cuando notó que su hermana tenía una varita. Ella estaba fascinada con las varitas desde que se mudaran al castillo y similaba que tenía una cuando le daban cucharas a la hora de comer, o si llegaba a encontrar un lápiz en el despacho de su madre o cualquier otro objeto alargado. Por eso fue corriendo directo hacia ella y le sacó la varita de las manos con toda su fuerza.

Ella estaba muy metida en su mundo de juegos como para notar que Bee se le había acercado y antes de que entendiera cómo había sucedido, su precioso juguete estaba en manos de su torpe hermana. "Oi!" Protestó frunciendo el ceño. "It's mine!" Fue lo primero que le salió del alma.

Recién entonces fue un poco más racional y se puso en papel de hermana mayor, eso que tanto le habían recalcado ambos padres. "You know Mom doesn't let you play with wands! Give it to me." Demandó todavía molesta porque apenas tenía cinco años como para comprender que eran chiquilladas. Tenía la mano extendida hacia ella y la actitud de enojo de su padre que tenía estudiada y copiada a la perfección, la cual se veía como una tierna parodia exagerada en su pequeño cuerpito.

Se le iluminaron los ojitos al sostener la varita en las manos y rió de felicidad.

Su alegría tuvo corta vida, puesto que enseguida vino Addie a interrumpirla. La miró desafiante, agarrando la varita con fuerza contra su pecho. "No! It's mine!" Dijo irracionalmente, con voz de berinche inminente. Como todo chico de tres años que piensa que todo en el universo es suyo.

"NO! IT'S MINE!!" Le gritó furiosa al ver que le hacía frente y agarró la varita con más fuerza todavía.

A medida que crecía la felicidad de Bee, el enojo de Addie lo hacía proporcionalmente y la cara de furia que le dedicó, tamibién. "No. It's not yours. It's mine!" Le dijo rebajándose a su nivel, porque no le daba para mucho más la madurez y el estar cerca de alguien menor no hacía sino ponerla incluso más inmadura.

"You're not allowed to make magic! Give it to me right now!" Demandó intentando quitarle la varita de las manos pero sin éxito. Se notaba que la desesperación dentro de ella iba creciendo. Su precioso juguete en manos de Bee... era lo peor que le había pasado en el mundo, porque era incapaz de pensar mucho más adelante o atrás en su vida, o de ser objetiva como alguien mayor.

La respuesta de Addie generó otra rápida de su parte, en un volumen aún mayor."NO! IT'S MINE!! MINEEE!!!" La niña abrazaba la varita de juguete contra sí con toda su fuerza. Tenía el torso girado hacia un costado en un intento por alejarla de su hermana. Algunos de los alumnos que estaban en el patio comenzaron a observarlas con cierta curiosidad, aunque no más de la que dos enanas merecían de parte de alumnos mayores.

"NO! YOU'RE THE ONE WHO CAN'T DO MAGIC! YOU'RE A MUGGLE A... A... A..." se trabó buscando la palabra en su mentecita. "A SQUIBB!!" Le gritó en la cara con satisfacción cuando finalmente encontró lo que buscaba. En un momento de osadía, soltó una de sus manitas de la varita y utilizó su índice para señalar a su hermana con el brazo estirado. "YOU'RE A SQUIBB AND YOU CAN'T DO MAGIC!" Insistió demasiado joven para entender el concepto de crueldad.

"IT'S NOT YOURS. DADDY GAVE IT TO ME!" Le respondió en un momento de lucidez, en que fue capaz de incluír algo de lógica en el tira y afloje sin sentido que estaban "jugando", si bien ella se lo tomaba de lo más seriamente. Addie estiró los brazos en un intento por quitarle la varita de las manos, pero su frágil cuerpo no tenía la fuerza suficiente para competir con toda la fuerza de su hermanita puesta en sujetar el juguete. Eso la hizo sentirse aún más irritada e impotente y dio un significado completamente nuevo y más doloroso a las palabras que Bee dijo a continuación.

Ella a veces sospechaba que era más como su madre que como su padre. El ser squibb era su peor temor, por más que le dijeran que ahora era de lo más normal y hasta podía ir al colegio. Ella quería ser una bruja y punto. No quería ser menos que nadie. Quería poder hacer magia y bonitos hechizos como los otros alumnos cuando fuera más grande. No terminar yendo al médico todo el tiempo como su mamá, a la que veía llorar a escondidas a menudo.

Sus ojitos se abrieron enormes de sorpresa antes de que se registrara en ellos el profundo dolor. Un segundo más y en lugar de responder a la discusión que ambas niñas estaban teniendo, una furia que rozaba la histeria la poseyó por completo y se lanzó encima de su hermanita en un tacle que usó la fuerza de todo su cuerpo, amplificada por la adrenalina al grito de "I'M NOT A SQUIBB, YOU LITTLE SNAKE!!"

((Tiro por el impacto))

El miembro 'Jade Rogers' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'10 Caras' :

Bee no llegó a reaccionar ni entendió lo que sucedía. Un segundo estaba parada y al siguiente estaba tirada en el piso con su hermana encima, totalmente fuera de sí por lo que parecía. Un terror irracional se apoderó de su pequeña mente y soltó el juguete para cubrirse la cara con los brazos de manera instintiva, si bien nunca había visto a su hermana en uno de sus arrebatos de mal carácter.

Addie estaba completamente desquiciada. Había perdido todo control de sí misma y se encontraba en ese estado de enajenación en que los squibbs se ponían cuando eran sacados de quicio. Sus cabellos estaban parados de punta como los de una veela aunque no había sangre de tal estirpe en sus venas, y su pequeña túnica lila se agitaba como movida por un viento inexistente. Incluso podía verse una cierta aura mágica a su alrededor si uno sabía dónde mirar, a pesar de que las pequeñas manitas de Jade, hechas puño e intentando destrozar la cara de su hermanita, eran algo de lo que costaba despegar la atención a simple vista.

"I'M NOT A SQUIBB!!" Continuó gritando con una voz levemente más gutural a la vez que su cuerpo se sacudía a causa de unos temblores que eran los precursores de una onda expansiva de magia no controlada ni canalizada, sino pura. Algo que una bruja normal podría controlar o tal vez expulsar por error ((com cuando Harry suelta a la serpiente a su primo)). En el caso de ella, una squibb, la magia se acumulaba fruto de las frustraciones y no encontraba manera de salir hasta que simplemente explotaba con las consecuencias más horribles. A su edad, su madre había hecho explotar a su gatito en mil pedazos por error. De más adulta, había hecho lo mismo con sus perseguidores mortífagos. Ahora, ella se enfrentaba a su propia carne y sangre completamente fuera de control.

Ruby soltó un grito agudo y ensordecedor que era más bien un chillido de horror ante la vista de lo que tenía en frente. Jamás había visto una veela ni a nadie con el cabello de punta y la cara de maniática de Jade la tenía espantada.

En ese momento, Matt se dirigía a su próxima clase. Había decidido trabajar con criaturas algo más peligrosas con los de séptimo ese año, por lo que el director le había sugerido o más bien ordenado que llevara las clases más potencialmente destructivas fuera del castillo. En su paso apurado hacia los terrenos, el profesor de defensa contra las artes oscuras no notó la pelea de sus hijas en medio del escándalo que habitualmente era el patio. Tenía la mente en sus problemas y la vista al frente, pero el chillido ensordecedor de Ruby lo sacó de su ensimismamiento. Conocía ese tipo de gritos, demasiado agudos para ser de sus alumnos, incluso de los de primero. A demás de las niñas, tenía dos sobrinas con las que había pasado mucho tiempo a solas y los tenía registrados.

Giró el rostro hacia el sonido de inmediato y al ver el estado en que Jade se encontraba, su entrenamiento de Auror tomó el control de él enseguida. Corrió hacia las chicas mientras sacaba la varita y sin siquiera pensarlo, le tiró un "Stupefy!" a su primogénita sin ningún miramiento. Sabía de lo que Stephanie era capaz, sabía lo que había hecho a esos hombres y a ese gato. No pensaba quedarse a ver cómo sus hijas se mataban mutuamente por un juguete por ahorrarle a una de ellas el golpe en la cabeza que se daría al caer al suelo por lanzarle un hechizo.

Al segundo siguiente se encontraba arrodillado junto a Ruby, a quien levantó del suelo con facilidad y abrazó contra sí con fuerza, pero con la mirada clavada en Jade y una expresión de preocupación escrita en su ceño fruncido. Un escalofrío lo sacudió al pensar en lo cerca que eso había estado de ser un accidente potencialmente (si no mortal) al menos muy grave. Buscó instintivamente a la madre con la mirada, preso de una furia leonina. -¿Cómo pudo dejarlas solas sin supervisión?- se preguntó sintiéndose capaz de matarla en ese momento.

Fanny estaba supervisando a sus chicos en el patio durante lo que quedaba del recreo. Por ser alumnos especiales, no podía dejarlos solos, de manera que hasta en esos momentos debía estar con ellos por una cuestión de seguridad. Para asegurarse de que no sucediera exactamente lo que acababa de pasarle a su hija.

Al oír el grito que como buena madre reconoció como de Bee, ella también dejó inmediatamente de lado lo que estaba haciendo y, dejando a sus alumnos colgados, salió corriendo en dirección a las niñas, demasiado en pánico y shock como para saber qué hacer. Ahora que la habían absuelto de todos sus cargos y que la habían puesto de profesora, le habían dado una varita. Claro que era algo simbólico, porque los hechizos que podía hacer eran cuando mucho básicos, así que la sacó cuando recordó que era el procedimiento estándar, es decir, cuando vio la de Matt, y no supo qué hacer con ella más que limitarse a mirar el espectáculo como los alumnos reunidos alrededor de ella. Como no había crecido con la costumbre de usar varita, no le salía automáticamente eso de sacarla ante el menor peligro.

Miró con horror lo que sucedía hasta que al ver a su ex estupefactear a su hija le pegó todo el ataque de madre y ella también se incendió por dentro de pura furia. No podía creer lo que acababa de ver. -¿¡Cómo pudo hace eso!? ¡La podría haber matado!- Pensó demasiado emocional como para darse cuenta de que ella, mejor que nadie, debería saber lo que hubiera pasado si Matt no intervenía. Se arrodilló inmediatamente junto a Jade y fulminó a Matt, a quien tenía prácticamente en frente, con una mirada asesina de madre enojada. Quería gritarle miles de cosas, pero no le salía ninguna. Estaba demasido ultrajada, anonadada, como para decidirse por cuál. Porque de la clase que la observaba, se había olvidado por completo.

A pesar de la tregua agradable que venían disfrutando, y del hecho de que incluso habían tenido un par de pequeños momentos en que parecía casi hasta posible una reconciliación, el calentón impulsivo de Matt, que actuaba primero según sus emociones y después pensaba y se arrepentía de haber metido la pata, se sentía iracundo y no se le ocurrió por un segundo contener lo que sentía ni pensar más allá de la situación que tenía en frente, la cual no le gustaba nada.

"¿¡CÓMO PUDISTE DEJARLAS SOLAS SIN SUPERVISIÓN!?" Fue lo primero que le gritó a la cara, completamente furioso, como si la mujer que tenía delante no fuera el amor de su vida. A diferencia de muchos otros hombres, sus hijas estaban primero. "¿¡ESTÁS LOCA!?" Soltó después sin pensar siquiera en que ese era uno de los insultos que ella odiaba más, porque siempre la habían acusado de estarlo y el que la quisiseran internar en el hospital no ayudaba con la teoría.

Entonces reparó en los alumnos de ella. "What are you looking at!?" Les ladró a ellos también, descargando injustamente su furia con los chicos. "Class dismissed! Go get inside!" Les ordenó con un gesto de la mano, ya un poquito más controlado pero aún de mal modo. "Find some teacher or prefect and stay with him until you're summoned." Les indicó. Los chicos dudaron al principio pero terminaron por dispersarse en distintas direcciones.

El verse forzado a pensar racionalmente le había hecho bajar varios cambios y cuando volvió a dirigirse a Steph, lo hizo ya más calmado, si bien no parecía menos enojado, solo menos propenso a gritar como desquiciado. "This is your fault." Le dijo lisa y llanamente.

Por Addie no se preocupó tanto porque le había pasado a ella incontables veces. Pero el que Matt la atacara sin siquiera un segundo de remordimiento la había puesto histérica. Y eso que era una persona tranquila. Nada más que no sabía cómo canalizar esa ira. Al igual que su hija unos momentos antes, estaba temblando ligeramente, aunque no tenía un solo pelo fuera de lugar.

Se sintió indignada de que Matt la acusara a ella cuando ella misma sentía tantas acusaciones que necesitaba hacerle, pero al mismo tiempo se sintió culpable porque sabía que era cierto. Todo eso era culpa de ella. Si hubiera dejado que Matt le comprara una varita a cada una como él quería, eso no hubiera sucedido, pero ella había considerado demasiado peligroso que una niña de tres años que había dado todos los signos de ser bruja como el padre y no squibb como ella, tuviera una, por más que fuera de las de juguete, totalmente inofensiva.

Frunció el ceño nuevmente molesta por la palabra "loca" que siempre la sacaba de quicio y la hacía poner en un estado que la hacía parecer precisamente... loca. Comenzó a temblar más violentamente y la furia en su mirada se hizo más evidente. Era una de esas miradas que daban el mal de ojo a las personas débiles de mente, que podían llegar a hacer desmayar a alguien si un squibb enojado se las dirigía, aunque habían tenido esas peleas con anterioridad y sabía que su ex tenía una mente fuerte. De lo contrario, no hubiera sido tan innatamente bueno en occlumancia.

Por un segundo no entendió lo que pasaba y después se acordó de los alumnos y agradeció mentalmente que Matt se estuviera ocupando de ellos cuando ella se sentía incapaz de manejar nada de toda esa situación. En esos momentos sentía que el trabajo la superaba, que no estaba capacitada para hacerlo y que definitivamente quería volver a casa, a su vida simple de enfermera muggle y madre soltera. Giró el torso y la cabeza para poder dirigirse ella también a la clase, con cara de perro mojado por la lluvia, en parte por la culpa de lo de las varitas, en parte por la culpa de sentirse mala tutora y profesora. "Go ahead, my dears. I'll be with you shortly." Prometió con cansancio. Parecía a punto de largarse a llorar y aún temblaba peligrosamente fuerte. Se había abrazado el pecho con ambos brazos como para mantener contenida toda la magia dentro suyo.

Ella también había olvidado la tregua y el paseo por los terrenos y el beso robado en la biblioteca de sus padres. En ese momento lo único que sentía era angustia por todo lo que había causado y culpa por la incompetencia que era como profesora y por estar atrapada ahí y no poder irse del castillo. Sentía que iba a explotar en cualquier momento. En especial después de que Matt le dijera que era todo su culpa. -It is...- pensó tristemente, pero aún estaba irritada con él. "You shouldn't have stupefied her! How could you! Your own daughter, Matthew!! You could have killed her!!" Insistió sabiendo que exageraba, pero estaba demasiado molesta con él. Incluso levantando la voz como estaba, no llegaba a los volúmenes que él había tenido antes, simplemente porque era una mujer mucho más dócil y tranquila.

Continuaba temblando de manera violenta y dejó de mirarlo a él para enroscarse sobre ella misma y abrazarse con más fuerza. No quería explotar ahí donde podía lastimar a las tres personas que más le importaban en el mundo.

Recién al ver la manera en que Steph temblaba, Matt se dio cuenta de que se había excedido con esa parte y sintió vergüenza de sí mismo. Bajó la mirada dándose cuenta de que se había pasado y que probablemente había arruinado todo lo bueno que había intentado reconstruír entre ellos. "Sorry." Murmuró muy por lo bajo. Odiaba tener que admitir derrota y pedir disculpas, pero con ella lo hacía siempre que consideraba que había actuado mal.

A pesar de tener la mente fuerte, podía sentir el aura de ira que Steph emanaba y un leve latido en las sienes como cuando un dolor de cabeza amenaza con llegar. Eso le hizo sonar alarmas en la cabeza y darse cuenta de lo serio de la situación. Podía volver a repetirse lo que acababa de pasar pero con él como protagonista. Abrazó a Bee más fuertemente contra su pecho y apretó la varita en su otra mano también con fuerza.

Sin embargo, el comentario de Steph lo hizo sentirse ultrajado e hizo que levantara ambas cejas de inmediato. "Oh, should I?" Le preguntó incrédulo de que le dijera eso, volviendo a molestarse un poco con ella. "So what should I have done, then? Eh? Let her go wild and blow her little sister up in pieces!?" Le espetó irritado. Sabía que había hecho lo mejor dada la situación y no le gustaba la idea de que su decisión fuera cuestionada, algo que en general lo irritaba. "I did what had to be done, or she would at the very least hurt her." Añadió obligándose a volver a bajar un cambio cuando notó que lo que acababa de decir sonaba como una acusación hacia Steph y no quería alterarla y tener que stupefy her too. Se forzó a calmarse antes de volver a hablar con ella. Sabía que su vida y la seguridad de las chicas dependía de ello.

"Steph, you must understand that Jade is special, all right? And she's gonna have to learn to control her temper just like you have." Dijo como si estuviera explicándole por millonésima vez algo especialmente simple a un alumno particularmente tonto, irritado pero intentando hacer lo mejor para hablarle bien. Le lanzó una mirada elocuente, como diciéndole que eso que acababa de decir, se traducía en "calmate y dejá de temblar antes de que tenga que atacarte a ti también". "Or she's gonna have to deal with the consequences. Just stop for a moment and imagine what would have happened to Ruby if I hadn't stopped her, all right?" Le pidió ahora en tono más de súplica, intentando meterle algo de sentido común en la cabeza. Después de todo, dos profesores gritándose en el patio no era una buena idea para la carrera de ninguno de los dos.

En un gesto inconsciente, soltó una de las manos con las que abrazaba a Ruby y la estiró sobre el cuerpo de Jade para apoyarla sobre el antebrazo de Steph con suavidad, como intentando tranquilizarla o pedirle perdón por el escándalo.

Bee seguía abrazada contra su padre con todas sus fuerzas, sollozando desconsoladamente, sin darse cuenta ni de que se habían roto los frágiles puentes que sus padres habían estado intentando reconstruir entre ellos, ni de que la mano que acababa de soltarla, seguramente estaba intentando minimizar los daños hechos por las palabras anteriormente dichas bajo los efectos de la preocupación y el enojo.

La disculpa de él la ayudó un poco a contenerse, pero era too little too late, y Fanny seguía temblando violentamente.

El que él le siguiera discutiendo, le hablara de las chicas y de todo lo que había pasado y por qué él tenía razón y ella no, no hacía más que desconcentrarla en sus esfuerzos por calmarse y hacerla enfurecerse aún más. Intentó bloquearlo, bloquear el mundo de afuera suyo y concentrarse en sus ejercicios de relajación. Pensar que estaba andando a caballo por la finca que había sido de su padre, pero le estaba resultando muy difícil.

Para cuando él comenzó con que Jade tendría que aprender a controlar su temperamento, ella ya casi no le estaba prestando atención. Las palabras las oía pero no podía distinguirlas como lenguaje. Eran simplemente ruido y para mejor. Podía ver más claramente el prado en su mente.

La mano de él la hizo salir de su pequeño mundo y volver a la realidad. Entendió el gesto de inmediato, pero no estaba de ánimo para aceptar las disculpas de él y necesitaba calmarse. "Not now, Matt. Please." Le dijo estirando la otra mano hacia él con la palma en vertical, en señal de stop. "I... I can't deal with all this right now... Addie almost losing control, the girls fighting each other... and the scene we just put in front of my students..." negó con la cabeza y se estremeció de manera violenta.

Se había tapado los oídos de la manera menos discreta posible, con un codo apuntando en cada dirección. "Go away." Le rogó sollozando levemente. "Take the girls... put me under too." Le rogó con los ojos llenos de lágrimas y sacudiéndose como un sáuce en el viento.

Él también estaba un poco sacado por todo lo que estaba pasando. Veía cosas que no debía, oía cosas que no estaban ahí, pero gracias a su medicación, sabía que no eran ciertas y hacía su mejor esfuerzo por ignorarlas.

Recién cuando Steph le dijo que ese no era el momento se dio cuenta de que había estado descargando su ira en ella en lugar de calmarla, y por eso le había extendido la mano. Too little too late, fue justamente lo que él pensó también en ese momento, aunque no sabía si era por él o porque ella estaba proyectando demasiado fuerte.

"Don't think about that, babe." Le dijo en voz baja, intentando calmarla. "I've got everything under control and everything will be all right." Le aseguró sin saber ni por dónde empezar a arreglar todo ese quilombo.

El verla así lo afectó, como siempre sucedía, pero sus labios se apretaron en determinación. "No. I won't put you under." Le dijo con convicción. "You're a strong woman and you can beat this. It's all in your head, Steph. Mind over matter." Le recordó como se lo había dicho mil veces ya. Entonces, levantó a Addie con el otro brazo con facilidad, como si fuera una muñeca de trapo y se la cargó al hombro, llevando a Bee en el otro brazo.

Tenía la suficiente fuerza como para hacerlo, lo que no quería decir que pesaran como la merdre. "I'll take care of everything." Le dijo a pesar de que se estuviera tapando los oídos. "Don't worry. I'll be back." Prometió antes de levantarse con dificultad y llevarse las chicas a otro lado.

Entró en el castillo, mirando para todos lados en busca de alguien de su confianza a quien pudiera dejarle las niñas para encargarse de Steph antes de que se hiciera mal a si misma, lastimara a alguien más, o pusiera una escena frente a algún profesor, que pudiera valerle el puesto. No se preocupaba por los alumnos. Estaba seguro de que el susto era suficiente para que no hablaran.

((Help??))

Tarja iba de camino a los terrenos. Había organizado una clase afuera, en un claro cerca del bosque. Pensaba enseñarle a sus chicos la adivinación con runas, pero el día estaba sorprendentemente no lluvioso y pensó que sería más saludable para todos tomar algo de aire fresco mientras se desarrollaba la clase. Venía empujando un carrito de hierro lleno de pequeñas bolsitas de terciopelo de colores varios. Algunas estaban en mejores condiciones que otras, pero todas contenían un set de runas de hueso, piedra o gemas. Ya explicaría los detalles a la clase con tiempo. 

En eso andaba cuando se cruzó con Rogers en el pasillo. Se preparaba a ser más o menos ignorada como siempre cuando notó la desesperaciónen él y las niñas que traía consigo de manera poco convencional. "¿Sucede algo?" Preguntó preocupada. Incluso dejó de caminar y detuvo el carrito.

Los ojos grises de Matt se fijaron en Tarja. No era la opción ideal que él hubiera imaginado, pero estaba más que seguro que una jefa de casa sería capaz de manejar la situación, así fuera su jefa de casa menos preferida y así tuviera que salir corriendo a buscar a Jax como siempre hacía cuando había problemas. 

Le sostuvo la mirada un segundo mientras evaluaba todo eso, pero no había nadie más allí que pudiera ayudarlo. "Professor Dalton isn't feeling well. The girls had an argument and Jade lost control..." Las palabras salieron de su boca en un solo torrente nervioso. Tenía la respiración agitada. 

"¿Podría llevarlas a la enfermería?" Le rogó con la mirada. Cuando se trataba de sus hijos era capaz de comerse su enorme orgullo. "De seguro Cora podrá mirarlas hasta que termine mi clase" Explicó. "Avisaré a sus alumnos que se retrasará un minuto."

El jefe de Slytherin siempre le había parecido una persona muy capaz de ocuparse de sus propios problemas, por lo que le dio mala espina que le pidiera ayuda. La hizo sentir que algo debía estar muy mal. 

Al oír la explicación inhaló como quien finalmente entiende algo obvio y asintió con expresión sobria en su rostro. "Por supuesto." Le preocupaba la seguridad de su amiga, pero no se atrevió a preguntar por ella. 

Se acercó a su colega para tomar la niña de sus brazos. Con su contextura nórdica, no tuvo problema en cargar a la chiquilla con una facilidad que otras mujeres de seguro no tendrían. Entonces su mirada se dirigió a Ruby. "¿Te gustaría una paleta? Estoy segura de que la enfermera tiene una con tu nombre escrito en ella." Fue su soborno para que la siguiera a la enfermería. 

"Espero que Stephanie se mejore pronto." Su preocupación y buenos sentimientos eran sinceros. "Regresaré a clase en cuanto pueda." Se despidió del profesor con aire profesional, porque no sabía cómo encarar una conversación con un hombre si no era de esa manera.

Matt le pasó la niña dormida asombrado por un momento de la facilidad con la que su colega la podía levantar. A él después de un rato le mataba la espalda llevarla así. 

—Ve con Tarja —animó a su hija más chica con una sonrisa compradora, aunque sus ojos delataban su preocupación— muéstrale a Cora el baile que te enseñó mamá el otro día —sugirió agachado a su altura. 

Al ponerse de pie clavó la mirada en Tarja. —Muchas gracias. Te debo una —aseguró con seriedad. A pesar de que ella siempre se mostrara como un gatito asustado, él sentía que tenían derecho a tener más confianza de la que se demostraban, considerando que ella había salido como año y medio con su mejor amigo y se habían encontrado seguido, independientemente de la participación de ella en dichas reuniones.

Luego se marchó a toda velocidad por donde había venido y enseguida regresó junto a Steph.

El alivio en su rostro al ver regresar a Matt no tenía descripción posible que le hiciera justicia. Probablemente, lo único que evitó que se le tirara encima en busca de consuelo siguiendo un instinto infantil y bastante inocente, era la presencia de otras personas en el patio. Mayormente, alumnos de los últimos años que a esa hora ya no cursaban materias.

Había utilizado el tiempo en que había estado sola para hacer ejercicios de respiración y calmarse. Ahora estaba mucho mejor anímicamente que cuando él se había marchado. Una parte de su mente estaba preocupada por sus alumnos. Los había dejado solos y se sentía con más ánimo de ir a la enfermería a recostarse un rato donde pudieran monitorearla, que de entrar al salón a dar una clase que ya no recordaba ni de qué trataba. 

Pero tampoco podía pedirle a él que cancelara sus clases del día y los excusara con el director para poder tener algo de paz mental. Williams no era Marduk y la influencia de Matt sobre el primero era mínima, si es que tenía alguna. Por otra parte, los alumnos iban ahí a aprender y tenían que tener sus clases a tiempo.

Se detuvo junto a ella y la observó con ojo crítico, intentando asegurarse de que estaba bien.

 —¿Cómo te sientes? —preguntó de manera ambigua. No iba a humillarla preguntándole si se sentía en condiciones de dar una clase sin hacer volar a nadie por los aires. 

Estiró una mano para tocarle la frente como si buscara tomarle la temperatura.

—Estoy bien —mintió. 

La debilidad de cuerpo y de ánimo, que siempre la habían frustrado, la irritaban especialmente aquí, donde todo el resto de los profesores eran capaces de enfrentar lo que fuera sin andarse desmayando o lastimando a otros o a sí mismos. En el mundo de algodones que Matt y su padre le habían construido, estaba bien si ella era así, pero en Hogwarts... en Hogwarts era como en el hospital: tenía que mantener su ánimo bajo control. La única diferencia era que en el hospital nada la alteraba y aquí, pasaban cosas estresantes a cada rato. 

—No tengo fiebre, Matt —protestó moviendo la cabeza para quitarse la mano de él de encima.

Tragó saliva. Tenía que tomar una decisión sobre la clase, pero no quería cancelarla y temía darla. 


—¿Crees que debería ir con las niñas? —Le preguntó angustiada. —Jade... —No se atrevió a terminar esa oración.

Matt la conocía lo suficientemente bien como para saber cuándo estaba mintiendo y, si bien no sabía cuáles eran sus motivos, como el hombre orgulloso que era, podía adivinarlos fácilmente.

Su mandíbula se apretó cuando ella apartó la cabeza de esa manera, pero se resignó y nada más apretó los labios, esperando que ella hablara.

—No es una decisión que me toque hacer a mí —respondió algo tenso. Hubiera dado un consejo más amable si ella no le hubiera sacado la mano de esa manera. —Pero, para tu tranquilidad, Tarja la está llevando a la enfermería. Dudo que tenga daño permanente.

Se tomó un momento para pensar si Steph estaría en condiciones de estar cerca de sus alumnos. No quería correr ningún riesgo ni poner la vida de niños en peligro, ni siquiera niños de segunda.

Notó que a Matt no le había gustado su reacción y le pareció bien. A ella tampoco le gustaba que la tratara como a una enferma ante la vista de todos, por más que fuera débil. 

Se sintió vacía, con un hueco en el estómago cuando él no le dijo qué hacer. Estaba tan acostumbrada a que la trataran como una niña, que cuando le daban la libertad que últimamente demandaba tanto, no sabía qué hacer con ella. 

Mientras él seguía en silencio, ella decidió que la enfermera podía encargarse de su hija, después de todo, también estaba ahí Tarja, en quien confiaba sin saber que se paralizaba en los momentos decisivos. Aunque quería más que nada ir a la enfermería con ellas y asegurarse de que estaban las dos bien antes de tirarse a descansar un rato largo, Fanny sabía que lo mejor era mantener la distancia. El recuerdo, todavía muy fresco, podía volver a alterarla, así que se levantó. 

—Mis alumnos me necesitan —anunció.  —Con permiso —dijo antes de pasar junto a Matt, apenas rozando el pecho de él con su hombro al pasar, como si estuvieran en un espacio reducido. Se marchó con paso lento en dirección al lugar donde debía dar su clase. Si Matt hubiera querido, la podría haber detenido.

Por un momento sintió rabia, resentimiento que necesitaba canalizar hacia ella por todas las cosas dichas y hechas durante y después del divorcio entre ellos, pero luego intentó pensar con la cabeza, dejando los sentimientos de lado. Entendió que sería más prudente que no viera a las niñas cuando aún estaba alterada, pero creía que la idea de volver a clases tampoco era prudente.

Iba a decirlo. No era el tipo de persona que se callara porque no correspondía decirle qué hacer a otro jefe de casa, menos a uno con quien tenía tantos años de confianza, pero justo ella lo rozó y él perdió la capacidad de pensar racionalmente. Su mente se focalizó en usar todo el poder que tenía para resistir el impulso de tomarla por los brazos, retenerla y besarla durante al menos media hora... entre otras ideas que se le cruzaron la mente.

Se quedó ahí parado, como un tonto, con cara de perdido mirándola partir sin realmente verla a ella, sino a los pensamientos y recuerdos que lo invadieron.

((Lo doy por cerrado si querés abrimos otro más tarde ese día))