El turno tarde

Chase trabajaba en el hospital por las tardes, después de acabar con su trabajo de Auror y antes de entrar a la universidad como profesor. Cansado, como siempre, entró en el edificio con su maletín a cuestas y se dirigió a la sala de descanso, donde se cambió de ropas para ponerse la túnica de medimago. Se miró al espejo un momento y se dedicó una sonrisa. Al momento siguiente, decidió que su apariencia estaba bastante bien considerando los desastres alimenticios y desordenes de sueño que tenía y se dirigió a su consultorio habitual, listo a comenzar con la práctica del día.

Albert se apparó fuera del hospital y entró según el procedimiento habitual. En el centro de informes, en lugar de anunciarse, se acercó a la secretaria, una rubia joven con cara de inocente, y le explicó que venía a traer un mensaje para un colega Chasen Nash. La mujer sonrió, rió tontamente y lo dejó pasar. Al sonrió para sí mismo de manera cómplice al pensar que su amigo probablemente se estuviera acostando con ella. -The old dog- pensó aprobatoriamente, haciendo una nota mental de mencionarlo más tarde.

Tras despedirse de la muchacha, caminó hacia la oficina de su amigo por el camino que ella le había indicado y golpeó a la puerta.

Chase estaba ordenando el papeleo del día anterior para matar el rato hasta que llegara el primer paciente del día cuando oyó el golpe en la puerta. "Adelante. Está abierto." Invitó desde adentro.

Al entró en la oficina con una sonrisa petulante en el rostro a pesar de que estaba genuinamente contento de ver a su amigo. Simplemente sabía que le quedaba bien el hacerse el engreído y lo hacía de manera natural todo el tiempo. "¡Chase! ¿Cómo estás, hemano? ¿Salvando el mundo de a una persona por vez?" Le preguntó acercándose hasta el escritorio, frente al cual se detuvo un momento.

Sacó algo del interior de su túnica negra de cuero y lo depositó sobre el escritorio de Nash. Se trataba de un pequeño rollo de pergamino atado y lacrado. "El jefe quiere que estemos listos esta noche. Nos encontrará en las afueras de Hogsmeade a las nueve." Informó aún sonriente.

Chase rió al oír la acusación de su amigo y asintió con la cabeza mientras tanto. "Algo así, sí. Siempre lo mismo conmigo, lo sé." Se protegió antes de que él lo continuara acusando. Tenía bastante asumido su problema con el trabajo, pero como todo adicto, no era algo que quisiera cambiar. "Pero dime..." cambió de tema antes de que Albert pudiera tirarle más palos que lo hicieran sentir incómodo. "¿Qué te trae por aquí a estas horas? Acaso alguna de las damas te trajo problemas de nuevo?" Le devolvió el palo impunemente.

"Oh, ya veo." Dijo mirando el pergamino con curiosidad. De seguro contenía instrucciones, pero no pensaba abrirlo delante de Al si estaba lacrado. El jefe debía tener una muy buena razón para sellar la carta si se la iba a dar a un tipo de confianza como él. -Menos mal que hoy es mi día libre en la universidad-pensó. No le hubiera gustado tener que dejar de lado a sus alumnos para asistir a trabajar horas extras.

"¿Y no podías mandarme esto por lechuza?" Le preguntó algo confundido de que Al se fuera todo el camino hasta allí sólo para entregarle ese pergamino, en especial siendo que no había habido reportes de correspondencia robada ni nada por el estilo.

"Eso mismo." Concordó en vista de que Chase le estaba robando la línea. Como Al era el rey de los egocéntricos, se hizo el tonto y dejó pasar el comentario incisivo como si no lo hubiera oído. Había aprendido años atrás que es mejor ignorar ese tipo de cosas que responder, salvo que uno tenga en mente una muy buena respuesta que deje al otro mal parado. De todas maneras, no se lo tomó mal. Chase y él siempre tenían esa clase de jueguitos de tira y afloja. "Te extrañaba y no podía vivir otro segundo sin verte, corazón!" Le dijo en broma, para desviar la conversación a temas más cómodos. Era cierto que en un par de oportunidades había tenido que pedir ayuda a su amigo con algún que otro problema generado por las damas, pero afortunadamente para él, no era el caso. Después de semejante humillación, se había cuidado mucho de que le volviera a suceder.

"Podía." Admitió. "Pero como dije, quería pasar a ver que no estuvieras mordiendo más de lo que puedes tragar." Le dijo esta vez un poco más serio. Incluso un tonto superficial como él se daba cuenta de que Chase venía trabajando más de lo saludable y de que eso podía llegar a afectar su salud negativamente. Lo conocía desde hacía más de veinte años y lo apreciaba lo suficiente como para preocuparse por él. "Hablando de eso..." dijo mientras sacaba algo más de su túnica. Esta vez se trataba de un pequeño paquete envuelto en plástico. "Rita te manda esto. Son dulces. Están estupendos... casi que es un acto de amor que no me los haya comido en el almuerzo." Bromeó.

Chase largó la carcajada al oír la declaración amorosa de Albert. Ellos dos eran ese tipo de payasos que están tan seguros de su propia virilidad, que no les importa hacer comentarios dudosos incluso en público, porque saben que en ningún modo herirían sus sendas imágenes frente al mundo. A lo sumo, serían contados con admiración, como una anécdota graciosa. "Ya sabía yo que tenías tendencias homoeróticas." Le respondió aún divertido.

"Bueno, aquí me ves, todavía en una sola pieza y entero a pesar de todo." Dijo extendiendo ambos brazos en un gesto abarcador.

Lo miró inquisitivamente hasta que sacó el paquete y reconoció de inmediato el típico paquetito que la hermana de él siempre le mandaba. No era algo que pasara todos los días, pero al menos una vez o dos a la semana, la mujer se tomaba la molestia de enviarle algo rico de comer. "Todavía no entiendo cómo sigue soltera!" Exclamó estirándose a tomar el paquete, para luego abrirlo y comenzar a devorar los dulces sin mayor protocolo. "Y dale con el amor...!" Bromeó de un excelente humor. La cocina de Rita siempre lo había fascinado.

Albert rió un poco al oír la parte de 'tendencias homoeróticas'. "Bueno, sí. Podría ser peor. Tampoco podía ser perfecto." Dijo con un encogimiento de homrbros y una sonrisa enorme, todo parte de la broma.

El siguiente comentario lo hizo reír aún más. "Esa sí que es buena!" Admitió. "Sigue soltera porque es un dolor de bolas y encima no se toma el trabajo de arreglarse o la molestia de salir, así que tampoco es como si eso fuera a cambiar en el futuro cercano." Opinó siendo brutalmente honesto, como siempre. No es que no quisiera a su hermana, pero vivía con ella y sabía de sobra las falencias que tenía, las cuales causaban que aún siguiera solterona con 44 años.

Volvió a reír brevemente por lo del amor y luego ya se compuso. "Bueno. Será mejor que te deje trabajar. De seguro debe haber gente que necesita de tu atención y cuidados másgicos y aquí estoy yo acaparando toda tu atención."

Chasen se rió por lo de que no podía ser perfecto y luego se quedó un momento en silencio, como recuperándose de tanta broma tonta.

Cuando Ash comenzó a hablar así de su hermana, él se enserieció de inmediato. Un aura de desaprobación emanaba de él, si bien no iba cargada de furia ni enojo. No tenía razones particulares para reprobar que su amigo pensara mal de su hermana, pero le molestaba un poco cuando la gente hablaba así de mal de alguien que él quería. Él no estaba enamorado de la hermana de Ash ni mucho menos, pero le tenía cariño a la mujer porque siempre se preocupaba por él y le mandaba comida rica. Incluso lo había ido a visitar un par de veces cuando estaba enfermo para ver si necesitaba que le hiciera las compras o le lavara la ropa. No podía dejar de sentir que alguien tenía que defenderla. "Bueno... supongo que ella tampoco puede ser perfecta." Dijo finalmente, de manera medio sobria, como advirtiéndole que no estaba del todo piola que se metiera así con su hermana. A la otra, que era linda y más joven, tranquilamente la hubiera criticado a gusto y sin culpa, pero sentía pena por Rita, que era una buena mujer.

Le dedicó una sonrisa escueta pero sincera, para que supiera que estaba todo bien entre ellos. "Vaya, aproveche el resto de la tarde libre, que yo tengo que seguir en mi cruzada por salvar al mundo, de a una persona por vez." Lo cargó con lo mismo que Ash le había dicho al llegar.

Ash conocía de sobra la simpatía que Chase sentía por su hermana, pero le importó bien poco que lo mirara mal. Era SU hermana después de todo, y si a él le parecía bien criticarla, así lo haría. Nadie más tenía derecho a defenderla mientras que no hubiera un anillo en su regordete dedo. Si Nash no estaba dispuesto a ponérselo, entonces sus críticas caerían en oído sordos. Y si hubiera estado decidido a hacerlo, Ash lo hubiera hecho internar, seguro de que el pobre médico finalmetne estaba perdiendo la cordura.

"Descuida, que está bien lejos de ser perfecta." Le dijo aún en tono jocoso. Y si no le gustaba, que se hiciera coger.

"Aquí yace Chasen Nash. Auror. Profesor. Medimago. Filántropo." Entonó de manera melodramática. "Descansando por primera vez en su vida." Terminó el epitafio y se fue tras saludarlo con un gesto de la mano y una sonrisa enorme.