Ruta de escape, Beta Test.

((No prob. Yo estuve con muchas cosas que hacer también. Y me chusmearon por ahí que quedás de cama después de las convenciones.))

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'SÍ/NO' :

((Encima nadie tenía un peso. Por suerte no salimos en rojo. Ahí me pegaba un tiro. Pero fue publicidad.))


Volvió a entrar en pánico al ver que su hecihzo no funcionaba. Tal vez no había hecho bien el movimiento con la muñeca o el giro... ¿Y si la había hecho enfermar peor?

Sabía de hierbas aromáticas que hacían que uno despertara de ese tipo de estados con facilidad, pero no poseía ninguna ni tenía idea de cuáles en particular eran dichas hierbas.

Otro chico hubiera aprovechado para tocarla, besarla, o al menos examinarla, pero él se sentía totalmente responsable por sugerirle probar cosas nuevas y ahora todo había salido mal.

Se detuvo a pensar otro momento. No conocía otros hechizos que pudieran servir y no se atrevía a probar el mismo de nuevo. Volvió a sacudirla levemente por los hombros y después pensó en abofetearla, pero no lo hizo. En lugar de eso, apoyó una mano en su mejilla y le dio varias palmaditas, sin atreverse a pegarle el golpe que le hubiera puesto a uno de sus amigos en una situación similar. Claro que sus amigos eran muggles, y no tendrían ese tipo de problemas.

"Oh, vamos, Giselle. Por favor..." Le rogó. "Vas a hacer que tu tía me mate." Incluso en esos momentos no pudo dejar de lado su humor algo negro.

((Si en esta no se despierta, guardo los dados y la despierto yo, LPM. Igualmente tenía que sacarla y apoyarse en el nudo del sauce boxeador para que pudieran salir...))

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'SÍ/NO' :

((Sí, pero si no panickeaba primero, sería muy FDP. Por algo no es Gryffindor. Él es orgulloso y "seguro de sí" hasta que llega el momento de la verdad. ))

Al ver que ella no respondía para nada, sintió que se le encogía el estómago, pero tragó con fuerza y apretó los labios. No le quedaba más opción que llevarla con los profesores y que vieran ellos qué podían hacer en la enfermería por revivirla. Incluso si eso quería decir meterse en problemas.

Tal vez podía dar alguna otra excusa por su estado, como estar jugando quidditch después de hora.

Sin saber qué más hacer, deslizó sus manos por detrás de la espalda y las rodillas de Giselle y la intentó levantar. No pudo. Maldijo su estúpida constitución e intentó otra cosa.

Esta vez intentó levantarla por debajo de los brazos. Eso parecía más fácil, pensó al ver que podía moverla, o más bien arrastrarla. Menos glamoroso, pero por lo menos estaba dando resultado, se dijo como consuelo.

La arrastró todo lo que pudo en dirección a la salida, junto a la cual se detuvo a descansar y pensar en cómo salir de allí sin que el sauce boxeador los hiciera pulpa a ambos. Podía sentirlo sacudir sus ramas sobre ellos, haciendo que toda la entrada del pasaje temblara salvajemente.

Agotado, con la frente perlada de sudor, se apoyó contra la pared y sintió primero algo duro contra su espalda, como una piedra. Un segundo después, el nudo en que se había apoyado, cedió bajo su peso y pudo sentir que el árbol se quedaba quieto sobre ellos. "Eureka" murmuró con ironía para sí, con una media sonrisa.

((A verrrrrr daditos... ¡háganme feliz!))

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'SÍ/NO' :

Después de descansar unos segundos más, Laz volvió a tomarla por debajo de los hombros y la arrastró fuera del hueco del sauce. La llavó lo más lejos del lugar posible, temiendo que el árbol decidiera revivir antes que ella y empeorara las cosas aún más para aquellos dos transgresores.

Estaban muy expuestos. Lo sabía. En el medio de los terrenos, donde todo el mundo podría verlos si pasaba por ahí a hacer una ronda, o incluso algún profesor desvelado mirando por la ventana de algún piso superior.

Se agachó en cuclillas junto a ella, a quien había dejado nuevamente sobre el césped para descansar, y se las arregló a duras penas para cargársela en la espalda. Con mucha dificultad, había logrado tirar los brazos de ella alrededor de su cuello y le sostenía las piernas para ver si podía moverse más rápidamente de esa manera y sacarlos del área de peligro. No quería crearle problemas y que la deportaran de vuelta a su país de origen. A él, lo peor que podían hacerle era explusarlo y eso lo llevaría de vuelta a sus amigos muggle, con los que por lo menos se llevaba bien.

Corrió hacia la pared del castillo y, pegado a ésta, intentó desandar el camino que habían emprendido horas antes desde la puerta de madera que daba a los terrenos.

((OMG! Un desmayo tan largo ya debería haberle causado daño cerebral ¬¬ Decir que la pobre ya estaba bastante enfermita...))

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'SÍ/NO' :

Sintió un frío sudor bajar por su frente, y el perfume del fresco aire de la noche.

Se sentía mareada e incómoda. Lo primero que entendió fue que la estaba acarreando hacia algún lado. ¿La habían secuestrado? Temió abrir los ojos. No recordaba gran cosa. Estaba con Laz. Habían escuchado algo que no debían escuchar. Habían salido, y pasado por una cueva y... ¿Y laz?

Poco a poco entreabrió los ojos y vio que él la estaba acarreado.

_¿...Laz? -preguntó tímidamente mientras intentaba que se detuvieran. Necesitaba urgentemente estar en el piso. Se dejó caer.

Caminaba con dificultad bajo el peso de ella, que no era mucho, pero para él era casi demasiado después de todo lo que había sucedido esa noche. Su mente paranoica funcionando a mil por hora por la adrenalina y sus ojos miraban de un lado a otro con miedo de encontrar algún profesor en su camino.

Sintió la voz de Selle en su oído y al segundo siguiente la sintió soltarse. Intentó sujetarla de alguna manera para que no se cayera y lastimara, pero no supo ni por dónde empezar. Se limitó a girar sobre sí y mirarla con temor para hacer una evaluación de control de daños. "Selle..." Musitó preocupado. "¿Te encuentras bien?" De repente se había olvidado de la paranoia, los profesores y el resto del colegio. Nada más quería asegurarse de que no se le iba a morir ahí mismo.

Se llevó las manos a la cara, el sudor le molestaba.

_Estoy bien -dijo como pudo, al ver la preocupación de él-. Tengo una sensación extraña en el pecho.

Inspiró fuertemente. El aire entraba en su cuerpo y la hacía sentirse mejor. Levantó la cara para sentir la brisa de la noche.

_Estoy bien -aseguró, por las dudas de que él no hubiera quedado convencido-. En unos minutos le levanto, pero... tengo las piernas temblorosas.

Era cierto, por algún motivo que desconocía, sus piernas temblaban involuntariamente. Mientras las miraba, se dio cuenta de que ya no estaban en el túnel.

_¿Cómo...? -comenzó a preguntar mirando alrededor y tratando de descifrar dónde estaban.

La preocupación se hizo aún más notoria en su rostro después de oír eso. La miraba ceñudo, como si no supiera qué hacer con ella y eso lo irritara un poco. En realidad, lo mataba la culpa. ¿Tendría problemas cardíacos o era que había salido mal su intento por revivirla? No podía ser tan malo en encantamientos ¿o si?

"Después te explico." Respondió con rapidez. Su paranoia había regresado. Miró en todas direcciones antes de volver a centrarse en Giselle. "Tenemos que salir de aquí antes de que nos metamos en problemas."

"Dame la mano." Ordenó. La tomó sin esperar respuesta de ella. La consideraba demasiado débil como para decidir por sí misma. Si las piernas no le respondían, no la quería ver colapsar de nuevo. Vaya uno a saber si tenía alguna condición que la fuera de dejar otra vez inconsciente y él sentía haber agotado todas sus fuerzas. No podría arrastrarla más.

Pasó el brazo de ella alrededor de sus hombros e intentó reanudar la caminata. "¿Puedes caminar?" Preguntó con el rostro vuelto hacia ella. Aún parecía preocupado. "Es todo mi culpa. No debería haber mencionado vivir al límite." Se reprochó en voz alta. Estaba furioso con él mismo.

Se sujetó de él como pudo. Al hacer fuerza con las piernas, fallaban. Tropezó sujeta de él y casi lo hizo caer.

_Aguarda -pidió.

Se intentó levantar lentamente, y lo consiguió. Al parecer si se movía lento no sucedía nada, porque en cuento hizo un esfuerzo a velocidad "normal", cayó nuevamente.

_No sé qué pasa -dijo más para sí que para él.

Nuevamente, y con cuidado, se puso de pié apoyándose en él. Dio unos pasos lentos y cautelosos. Las piernas le temblaron, pero no se cayó. Por suerte no pensó en la cercanía física entre ellos, eso la hubiera puesto peor. Su mente estaba demasiado concentrada en tratar de salir de allí.

_No puedo moverme más rápido que esto -le explicó, intentando disimular la nota de miedo en su voz-, toma de mi bolsillo el pergamino con los datos de las rondas de profesores. Necesitamos revisar el camino más seguro para ir lentamente -propuso.

Laz apenas pudo mantener el equilibrio cuando Selle perdió el suyo, pero logró estirar una mano hacia la pared del castillo y así salvarse del bochorno.

Asintió. Algo inútil en la oscuridad, como racionalizó un segundo después. -Idiota- se dijo.

Volvió a la cara de preocupación en cuanto ella dijo que no sabía qué le pasaba. Había confiado en que si Selle volvía en sí, sería capaz de explicarle qué tenía para haberse desmayado así.

La ayudó como pudo, sujetándola de los brazos sin fuerza, como para darle soporte y estar listo a agarrarla si volvía a perder la fuerza. Mientras, su mente intentaba entender qué tenía, recordar tal vez alguna conversación que hubiera oído en algún lado, pero sabía tanto de medicina como de física cuántica.

"No." La contrarió con seriedad. Sabía que no había posibilidad de llegar al castillo sin ser vistos y menos de que él la subiera siete pisos hasta la base de la torre y otros tantos hasta la entrada de su sala común. "Estamos cerca de los invernaderos. Tienen un pequeño depósito para macetas y herramientas. Necesitas descansar." Explicó. Su tono de voz no parecía dar lugar a discusiones. Seguía pareciendo molesto y sentía ganas de hacerse daño por exponer a otro ser humano a algo tan peligroso. Él solo volando sobre el lago a toda velocidad no era problema. Si algo salía mal y se ahogaba sería solo su propia culpa. Esto era distinto. Ella sabía menos del mundo que la persona promedio y estaba a su cargo.

"Puedo cargarte hasta allá." Ofreció con convicción que no tenía. No sabía si podría empujar su cuerpo un poco más y llevarla hasta el depósito pero ¿qué otra opción tenían?

El tono de Laz no admitía un no. Giselle, además no tenía ni fuerzas ni ganas de usar el cerebro en búsqueda de argumentos. Se entregó así, a la voluntad de su amigo. Se dejó cargar, y se dejó llevar a los invernaderos.

((Me levanté recontra atrevida así que te uso y de última, pegame.))

Al entrar, percibió el olor de diferentes plantas. Un olor dulzón que no había llegado a sentir la primera vez que entraron. Quería preguntarle qué tenía en mente, si pasarían el resto de la noche ahí, o qué. Pero no tenía fuerzas. Sentía como si se hubiera despertado de un largo sueño, y parte de sus facultades siguieran dormidas.

Divisó un rincón bastante despejado, y con un vago gesto le hizo saber a Lazm o al menos le dio a entender que quería recostarse allí.

_¿Cuánto faltará para que amanezca?

((Ví. Como a puta barata. Pero dale. Ponele que por ahí te perdono.))

Haciendo uso de sus últimas fuerzas, Laz la llevó hasta el cobertizo, donde encontró un espacio bastante despejado encima de varias docenas de bolsas de tierra. Inmediatamente, su mente pensó que harían una cama semi-decente. Entonces notó que Selle le pedía que la bajara y así lo hizo, acomodándola como pudo sobre las bolsas.

Miró alrededor, girando sobre sí, en busca de algo que pudiera utilizar para taparla, pero no lo encontró, de manera que se quitó la túnica y la cubrió con ella. De todas maneras, aunque se daba cuenta de que hacía frío, él se moría de calor con el esfuerzo de haberla llevado hasta ahí y los nervios que habían pasado.

Recién entonces se detuvo a reevaluar la situación. Se sentó en las bolsas de tierra junto a ella, con los codos en las rodillas y las manos en la cabeza, intentando pensar. Una cortina de cabello lo ocultaba del mundo, pero le pareció lo mejor en ese momento.

La pregunta de Selle lo trajo de vuelta a la realidad. "No lo sé. Trata de descansar." Ordenó. Giró el torso hacia ella para apoyar una mano sobre el brazo de Giselle de manera ausente, como si estuviera más allá del bien y del mal como para recordar que ninguno de los dos era del tipo que apreciaba el contacto físico.

"Lamento haberte metido en todo este lío, Selle." Dijo en voz baja tras un largo silencio. Había vuelto a su posición inicial de esconder la cara tras de su pelo. Era una disculpa sincera de alguien que las evitaba como la peste bubónica. "No debería haber dicho nada... cada uno tiene el estilo de vida que le sienta mejor." Esa aseveración tan contraria a su modo de pensar, probablemente estaba influenciada por la experiencia que acababan de tener. "Te llevaré a la torre de Ravenclaw en cuanto pueda." Prometió antes de sumirse en un nuevo silencio.

Mientras Laz la ayudaba a recostarse, pensaba sólo en cuánto necesitaba descansar. Pero cuando él le dio su capa, se distrajo completamente del contexto. Recordó el momento en que le dio la gargantilla, y esas sonrisas de complicidad que habían compartido unas horas antes. Aquellos momentos le parecían ahora lejanos y perdidos en el tiempo. Seguramente, había sido poco antes, pero los eventos posteriores lo hacían parecer una eternidad.

La capa de Laz sobre su cuerpo, lejos estaba de sentirse una prenda de ropa. Se sentía como un abrazo, algo que la contenía. Y de pronto sintió un nudo en la garganta, mientras lo miraba acomodarse a su lado, mientras él dejaba una mano descansando sobre su brazo. Se sentía... ¿ansiosa? ¿nerviosa? No era incomodidad, y de hecho, la reconfortó el contacto. Pero había matices desconocidas en si estado de ánimo.

Cuando lo oyó disculparse, terminó olvidando todo. La profecía, el miedo, la preocupación de ser descubiertos, y los extraños e incesantes temblores en sus piernas.

Sabiá que para Laz eso era inusual, y no tardó en entender que si se estaba disculpando, era sincero. Y lo hacía porque le importaba de verdad.

La invadieron unas extrañas ganas de llorar. Pero no era el llanto desconsolado de poco antes de desmayarse... era diferente, estaba... ¿conmovida? Sí, se sentía conmovida. Y era completamente extraño. ¿Por qué le hacía eso? ¿Por qué podía con tanta facilidad hacerla sentir cosas nuevas? Parecía empeñarse en destrozar toda barrera de razonamientos, y atacar y remover algo mucho más puro. Algo que no conocía nadie. Ni siquiera Giselle.

Tardó en responder. Porque no quería que le temblara la voz, y porque no sabía realmente qué decir que pudiera hacerlo sentir mejor. Tras unos segundos, y con la voz un poco más estable, le dijo:

_¿Me creerías si te dijera que nunca me había divertido tanto?

Se sintió estúpida. En su vida monótona y rutinaria, eso era algo completamente predecible. Decidió aclarar:

_Es decir... lo haría nuevamente -e intentó sonreír.

Lo decía de verdad. Contra todo el terror y el nerviosismo, contra ese torbellino emocional que sentía junto a él, y el miedo que eso le producía, estaba siendo sincera. No se arrepentía. Y estando recostada junto a él, le era más fácil darse cuenta de eso.

En el momento de taparla, Laz nada más había tenido en mente que no se le fuera a enfermar y no pensó en su propio gesto más allá de eso. Se sentía responsable de ella. Era él quien había insistido en que viviera la vida loca, quien se había ofrecido a mostrarle cómo era la vida normal de un adolescente y había terminado metiéndola en problemas. Si algo le pasaba a ella, quedaría en su conciencia. No había manera de atribuirlo a la estupidez propia de ella por haberlo seguido, porque le tenía cariño.

Había hecho un buen trabajo negándolo hasta que ella se había descompensado. En ese momento de estrés, le resultó imposible ignorar que si se sentía responsable por ella y realmente le importaba lo que pudiera sucederle, bajo su tutela o no, era porque le importaba. Era una persona rara y solitaria como él, alguien con quien podía identificarse y compartir todo aquello que lo hacía sentirse solo en el castillo, lejos de sus amigos muggle. Era lo único que hacía interesante sus días en el castillo a nivel humano y eso era una novedad, pero él sí estaba consciente de ello. Simplemente, era un maestro de la negación.

Se agarraba la cabeza entre las manos buscando la manera de solucionar el problema que había creado al escaparse con ella, pensando en que seguramente lo culparía, se enojaría, dejaría de hablarle. Que le dijera que se había diverido, era lo último que esperaba y lo hizo salir de su encierro y girarse para mirarla. No pudo evitar que se le escapara una sonrisa irónica por la incoherencia que ella acababa de decir. "No." Rió por lo bajo tras decirle eso con vehemencia, como si se tratara de algo obvio. Negó con la cabeza, como si no pudiera creer lo que estaba oyendo. ¿Acaso no tenía espíritu de self-preservation?

"El fantasma te afectó tanto que estás delirando." Respondió con una media sonrisa. Nuevamente, estiró la mano y le corrió un mechón de cabello de la frente transpirada. Tenía muchas ganas de besarla, pero le agarró la cobardía y volvió a mirar al frente tras decirle "Get some sleep."

Cuando lo escuchó mandarla a dormir, se dio cuenta de que tenía sueño. Hasta el momento había sentido agotamiento, fatiga o mareo; pero no sueño. Bostezó. Ahora no podría decirle que no necesitaba dormir.

_No estoy delirando -sentenció con la poca fuerza que le quedaba-. Si delirara, te diría que no quiero volver a hacerlo, y... me perdería el recital al que iremos el próximo sábado -trataba de darle a entender que no le quedaba otra alternativa que acompañarla, pero su debilidad la hacía sonar poco convincente.

Se aproximó más a Laz, y con una mano temblorosa aferró la de él. No se sentía incómodo como ocurría con cualquier persona que invadiera su esfera. De hecho, se sentía bastante normal. Buscó sus ojos en la oscuridad para evaluar su reacción. Pero su mirada era difícil de encontrar entre las sombras y el cabello que le ocultaba parte del rostro.

"Tsk. Eso se llama sentido común." Nuevamente el tono de condescendencia con toques de humor hacía su aparición. Pero humor irónico era mejor que humor negro.

El que ella hubiera dicho que se había divertido le había cambiado totalmente el ánimo. Lo había sacado de ese pozo depresivo de auto desprecio en que se había metido justo antes. También le había dado la pauta de que ella no estaba bien de la cabeza. ¿Qué clase de chica pasaba por todo eso y quería volver a subirse a la montaña rusa? Su clase de chica, aparentemente, a juzgar por el impulso que había sentido un momento antes.

Los ojos de Laz se habían abierto más de lo que ya estaban al sentir el contacto de la mano de Giselle en la suya, pero no dijo nada. Se quedó sentado donde estaba, haciendo un esfuerzo por no pensar, por no dormirse tampoco, porque aunque tenía mil cosas en la cabeza, estaba tan agotado como ella, o incluso más. Quería hacer un buen trabajo montando guardia y dormirse en los primeros quince minutos hubiera sido patético.

Resistió despierto todo lo que pudo, pero al rato se le empezaron a bajar las persianas y empezó a cabecear. Se mordió la lengua con fuerza para mantenerse despierto, pero sólo consiguió tener sueño y dolor. Volvió a girar el rostro hacia Giselle, para observarla lo poco que la penumbra le permitía. Se percató de que nunca había estado físicamente tan cerca de una chica. Se preguntó qué se le habría pasado por la cabeza ese último rato, para estar tan loca de querer repetir la experiencia. Entonces se dio cuenta de que se había desvelado.

Tenía sueño, mucho, pero no quería dormirse. Tenía el irracional temor a despertarse en su cama y que todo hubiera sido un sueño emocionante... pero sólo un sueño.

Tantas veces le había pasado despertar luego de que algo maravilloso le ocurriera... y había intentando, incluso, volver a dormir para ver si tomaba el mismo sueño, como si fuera sintonizable. Aquello había sido vital. Todas esas emociones juntas, la sensación de no saber dónde estaría al final del día, no saber si sobreviviría...

Se preguntaba, a oscuras en su lecho improvisado, cómo había sido posible pasar 17 años desconociendo tantas cosas. O peor, sin querer conocerlas. Cómo fue capaz de elegir la calma y la seguridad, por sobre... la vida. Instintivamente y sin darse cuenta, ahogada en su introspección, comenzó a mover la yema de los dedos sobre la mano de Laz, describiendo unas caricias espontáneas. Si se hubiera percatado de lo que hacía, se habría detenido. Y más, si hubiera pensado que estaba a punto de dormir junto a un chico, habría salido corriendo del invernadero y regresado a Finlandia, Juva, a su virgen dormitorio de niña.

Pensó en sus padres.

Pensó en ella misma esa mañana. Cuando se levantó sin saber todo lo que ocurriría esa noche.

Pensó en la tarde que pasó con Laz jugando con las galletitas de animales. Cuán inocente parecía todo eso ahora. Sin darse cuenta, detuvo las caricias y le aferró la mano con intensidad, al recordar la persecución de ellos como animales en las gradas del campo de Quidditch.

¿Era posible que una persona creciera varios años en una noche?

Durante un rato, Laz se había quedado ahí sentado, pensativo, analizando sus propios sentimientos y luego simplemente disfrutando el momento. Era la primera vez que estaba en ese tipo de situación con alguien y, a pesar de todas las cosas que les habían sucedido en la casa de los gritos, ese momento se le antojó íntimo y especial. Tal vez por todo lo que había pasado en aquél lugar maldito es que podía apreciar todo lo que tenían en común y la conexión que compartían, algo que no le había pasado antes con ninguna chica.

Las caricias lo tomaron por sorpresa y abrió los ojos un poco más durante un momento, antes de sonreír para sí en la oscuridad. Se quedó disfrutando de eso en silencio hasta que el sueño le ganó. Llevaba demasiadas noches desvelado imaginando de mil maneras distintas lo que ahora estaba viviendo y la falta de sueño comenzaba a cobrarle un peaje. Las suaves caricias de los dedos de ella en el dorso de su mano lo relajaron lo suficiente como para dejarse ir al mundo de los sueños por un breve instante.

Después de ese cabeceo, se despertó para encontrar que ella ya no lo estaba acariciando y se culpó a sí mismo por haberse perdido el último ratito de eso. Tal vez eso también influyó en que se mordiera como modo de castigo. En cualquier caso, era consciente de que ella no estaba dormida por la manera en que le aferraba el brazo. Temió que estuviera asustada por lo que habían visto en esa casa, si bien él se sentía perfectamente seguro en el depósito de los invernaderos.

Estaba incómodo. En parte por eso y en parte porque quería sentirse más cerca de ella, se recostó lentamente, para lo cual debió soltar el brazo de Selle, aunque se apresuró a reemplazar esa mano por la otra, que por la posición le quedaba más cómodo. Esta vez, buscó la mano de ella en lugar de su brazo y la tomó en la suya. Intentó mirarla pero estaba cada vez más oscuro, y casi no lograba distinguir sus facciones. Eso le daba la pauta de que el amanecer debía estar un par de horas delante de ellos. Las horas más oscuras siempre vienen antes del amanecer, recordó de algún lado.

Sin embargo, mantuvo los pies en el suelo, por lo que su posición era ahora incluso más incómoda de lo que había sido antes, pero no podía importarle menos. No hubiera cambiado ese momento por nada en el mundo.

Giselle se encontraba en un estado extraño. Su cuerpo tenía un cansancio marcado y casi doloroso. Su mente estaba activa y acelerada. Pero sus pensamientos estaban entre el sueño y la vigilia. De a ratos sentía que se había dormido, aunque no mente no había cesado de procesar información. Por momentos sentía que el invernadero, el perfume a flores y tierra húmeda, se alejaban. Y de pronto los sentía nuevamente con intensidad.

Sintió a Laz recostarse más cerca de ella, y se lo agradeció de sentimiento, pero sin hacérselo saber. Por algún motivo que desconocía, ese contacto la hacía sentir reconfortada. Sabía que debía intentar dormir, pero tenía que se les pasara el horario y alguien los encontrara. Trató de alejar la preocupación de su mente, y cuando lo hizo, se quedó profundamente dormida.

El estado de Laz era similar al de Selle, aunque él, ahora que es había despabilado, ya no se sentía en condiciones de volverse a dormir. No tan cerca de ella. Y eso que tampoco estaba tan cerca, porque se había mantenido a una distancia relativamente prudencial, a excepción de haberle tomado la mano.

La observaba en la oscuridad, sin verla realmente, apenas adivinando la forma de su cabello y hombros recortada contra el fondo del depósito. Se le ocurrieron un millón más de cosas igualmente locas que hacer con ella, cosas más tranquilas que enfrentar fantasmas también.

Le pareció malo para su salud el tenerla tan cerca. Le daba un montón de ideas desde las más lógicas a las más voladas y obviamente, no tenía ni el coraje ni la oportunidad de concretar ninguna, porque era Laz, no el macho del colegio. Simplemente Laz, el raro vestido de negro, con tachas, siempre solo, obsesionado con el quidditch.

En cierto punto, oyó pasos por afuera, pero estaban lejos. Debía ser la guardia que pasaba por los invernaderos. Pero estaba seguro de que no los molestarían ahí, porque no había oído el chirrido de la puerta del depósito cuando habían estado escondidos en los invernaderos horas antes.

De todas formas, aguzó el oído y trató de estar alerta por las dudas, pero los pasos terminaron por alejarse. La miró a ella para comprobar si continuaba dormida. Esperaba que sí. Sentía que le debía una noche de descanso, aunque al mismo tiempo, la posibilidad de verla dormir no tenía precio. No hubiera querido volver solo a su cama después de haber visto las cosas que habían visto y escuchado en la casa de los gritos, por más que tuviera cuatro compañeros de cuarto.

((Me acaba de decir Selle que ella sigue dormida.))

Desvelado como estaba, la mente de Laz iba a mil. Después de repasar los eventos de esa noche y arrepentirse de todas las cosas que habría querido hacer y no había hecho, llegó al tema de cómo devolverla a su sala común. Enfocó el problema desde diferentes ánguloas hasta llegar a la conclusión de que la mejor idea sería aprovechar el caos posterior al desayuno, mientras cada uno marchaba hacia su aula. Él podía dejarla en la enfermería, alegando que se había desmayado de camino a clases y eso le daría a ella la oportunidad de dormir todo el día en una cama relativamente cómoda, por más que no fuera la suya. También le aseguraba a él que lo que fuera que tuviera que la hubiera hecho desmayarse, sería tratado de ser posible. Se alegró de que Giselle estuviera dormida. Sabía que no aprobaría.

Con ese plan en la cabeza, comenzó a organizar todo. Aún faltaban un par de horas para el amanecer, pero nadie comenzaba las clases a esa hora. Primero la gente se despertaba, se alistaba, algunos de bañaban y después todo el mundo bajaba a desayunar. Tenían hasta como las siete antes de que alguien fuera a aparecer cerca de los invernaderos. Eso les daba cerca de cuatro horas antes de tener que salir corriendo de ahí, si es que sus cálculos eran correctos.

Eso lo dejó más tranquilo de que no iban a ser descubiertos en el medio de la noche y se atrevió a levantar las piernas sobre las bolsas de tierra en un intento por acomodarse mejor. El cambio de posición alivió su dolor de cintura, pero la tierra húmeda debajo suyo comenzaba a hacerle sentir frío ahora que se le había pasado el calor momentáneo del ejercicio. Con ella cubierta tanto por su propia túnica como por la de él, Laz estaba seguro de que al menos Selle no estaría congelándose y le adjudicó a eso que pudiera dormir tan bien mientras que él estaba ahí, haciendo su mejor esfuerzo por no temblar. Obviamente, no iba a destaparla, pero se acercó levemente más, como para compartir un poco del calor corporal que ella pudiera disipar al ambiente, manteniénose de todas formas a unos prudenciales diez centímetros de su cuerpo como para que no lo hechizara al despertar.

Se enroscó sobre sí mismo e intentó dormir, concentrándose en la calidez de la mano de ella que sostenía entre la suya, pero no pudo dormir y era cada vez más consciente de lo mucho que se iba a perder en clase al día siguiente.

Un par de horas después, los primeros rayos del amanecer comenzaron a colarse por entre las grietas del depósito. Laz se despertó confundido y le tomó un par de segundos el comprender cómo había llegado a estar tirado juntoa a Giselle sobre un montón de bolsas de tierra. Se sentía calado hasta los huesos en frío y humedad, aunque la transpiración de la noche anterior, ya se le había evaporado. A caso sería la condensación de sus propias respiraciones en un lugar tan cerrado.

Observó a Giselle junto a él. Tan cerca que le parecía casi imposible. Ahora podía distinguir mejor sus facciones bajo la luz que iba en aumento y se atrapó a sí mismo sonriendo por tener ese paisaje en frente.

((Sí, yo dije que seguía dormida y pasé de mi turno por si Laz tenía algo más que hacer antes del amanecer.))

Frunció el entrecejo involuntariamente. Sentía algún tipo de inquietud, una percepción instintiva, casi animal, de que algo no estaba bien. Como si la estuvieran acechando. Antes de abrir los ojos, pensó un poco en su cuerpo y las sensaciones. No reconocía el lecho como su cama, o ningún sillón. El olor era extraño, no recordaba dónde estaba.

Entreabrió los ojos, y sintió su mente descolocada. ¿Dónde estaba y cómo había llegado ahí? Tardó varios segundos en comprender lo que sucedía. Los recuerdos acudieron a su mente, todos de una vez. Se sobresaltó y miró alrededor. Encontró a Laz mirándola y se sintió un poco más calmada. Se separó un poco de él. A la mañana siguiente, y con el nerviosismo de lado, se sentía algo incómoda en la cercanía. No quiso que pareciera rechazo, sino que simuló que se acomodaba al levantarse.

No le nación decir "buenos días". Al ver la luz entrando, lo primero que le ocurrió decir, fue un monótono:

_¿Qué hora es?

Desde que se había despertado, Laz había estado perfeccionando los detalles de su plan para el día que tenían por delante, de manera aunque estaba mirando a Giselle, tenía la mente de a ratos ausente. Por eso no notó que se había despertado hasta que no la vio sentarse.

Pestañeó como para acabar de salir de sus cavilaciones y pensó un poco. "Deben ser más de las cinco." Levantó la mirada para poder observar con más precisión la cantidad de luz que entraba. "Yo diría que alrededor de las seis." Teorizó.

Ahora venía su pequeño problema. ¿Cómo explicarle lo que tenía en mente sin recibir un NO rotundo de parte de ella ahora que estaba despierta y seguramente más lúcida? Tragó saliva e intentó pensar en la mejor manera de presentar la idea.

"¿Tienes sueño? Te ves terrible." Sonaba como si no tuviera un problema en el mundo e incluso sonreía con desenfado. "Tenemos cerca de una hora para llegar al gran salón a desayunar. El aluvión de gente nos mantendrá ocultos." Explicó. La miró durante un par de segundos con una sonrisa satisfecha, como si tuviera motivo para estar orgulloso, algún secreto que lo hiciera sentirse en control de la situación.

"A menos que prefieras contarle a la enfermera que te desmayaste." Explicó triunfal. "Si tu dormitorio es como el mío, dudo que te dejen dormir mucho." La mayoría de sus compañeros había formado grupos de estudio y clases particulares donde se explicaban mutuamente los complejos temas que los de séptimo se veían forzados a estudiar, acabando con una semana de siete días laborales más que los cinco pactados por el colegio.

Lo miró algo molesta por su comentario poco o nada halagador respecto de su aspecto. Pero el enojo cedió cuando fue objetiva consigo misma, y reconoció que estaba con sudor seco sobre la piel, había dormir una par de horas de un modo demasiado incómodo como para considerarlo descanso. Debía tener, efectivamente, un aspecto terrible.

Tardó en responder, por un largo bostezo, y para cuando puedo hablar, Laz ya había mencionado la posibilidad de ir a la enfermería. Lo miró con cierta cautela, tratando de entender qué tan en serio iba la sugerencia. Después de unos segundos, pausadamente, respondió:

_No creo que sea necesario. Dadas las circunstancias de anoche... -tanteó. Un desmayo no era gran cosa.

Si Selle lo hubiera conocido un poco mejor, se hubiera dado cuenta de que, con la mentalidad de nene de cinco años que tenía Laz, un "te ves horrible" se traducía en "me gustas mucho". Era como el chico que le tira del pelo a la nena en el arenero porque le gusta y no sabe otra manera de expresar afecto o llamar la atención. Tal vez por eso él no entendió que la mirara mal y lo adjudicó a "las mujeres siendo complicadas", porque según él, su sonrisa y el tono y el resto del paratexto tendrían que haber bastado para que ella comprendiera el verdadero mensaje. Como no hizo escándalo ni nada, tampoco se hizo problema y lo dejó pasar.

Sintió que Giselle se seguía perdiendo gran parte de lo que él decía, por lo que temió que hubiera tenido algún tipo de daño mental al desmayarse, o tal vez como consecuencia del espectro que habían despertado. Sabía que ella no era tan lenta, pero su propio cansancio le hacía olvidar que tal vez tuviera demasiado embotado el cerebro por el sueño como para seguir su explicación.

"Basta con decirle que alguien te lanzó algún tipo de hechizo en el pasillo y que fue por eso para que te dejen ahí por precaución y puedas descansar un poco." Explicó usando su autocontrol para no hacerlo mofándose de ella con tono de superioridad, pero sólo porque Selle era Selle. Logró sonar casual. "Si no te interesa, le diré que me siento con fiebre. Sería una pena que ninguno aproveche la oportunidad de descansar después de anoche." Estaba siendo sincero y, según él, objetivo. "De cualquier manera me siento horrible." Una mueca de desagrado dio fe de la veracidad de sus palabras. Había estado con escalofríos toda la noche y no se sentía del todo bien, tal vez a causa de la falta de sueño o lo que fuere.

((No tenía en mente que el encuentro con el espectro ese o la profecía o lo que fuere, les causara secuelas, pero ahora que lo pienso, si era algo importante, tendría sentido que tuviera algún tipo de protección, algo que causara enfermedad física (curable, más bien una molestia tipo desmayos, fiebre) como modo de proteger el secreto escondido ahí. Se me ocurrió que como ellos lo "activaron" con el hechizo de Laz y no directamente tocando la profecía, por eso nada más tienen estas secuelas super leves que de lo contrario podrían haber sido graves. También se me ocurrió que de alguna manera que no sepamos, el haber activado esa "alarma" ponga sobre aviso a los malos sobre que alguien descubrió la profecía y así hablen entre ellos y se preocupen pensando quién puede ser que esté tras la pista de ellos (sobre todo con los Aurors preguntádoles cosas en sus casas), cuando jamás se van a imaginar que son dos estudiantes rateados... y así ellos pueden especular jugando a la paranoia también))

((Qué divino, todavía no se da cuenta de que Giselle no sirve para entender esas cosas gestuales e indirectas :P))

Escuchaba que Laz hablaba, pero no lograba entender lo que decía. Era muy extraño. Normalmente no solo entendía lo que los demás decían, sino que solía manejar en paralelo varias interpretaciones de un mismo diálogo. Se encontraba en un punto desagradable en el que pedía a su mente que coopere, y esta no parecía estarle respondiendo.

Se sintió algo estúpida. Laz había terminado de hablar, y seguramente esperaba que ella le respondiera algo; o peor, tal vez esperaba que respondiera algo brillante. Lo contempló suplicante unos segundos, y comprendió que no le quedaba más remedio que decirle la verdad.

Le resultaba frustrante, dejó escapar el pensamiento más espontáneo que cruzó su cabeza en ese momento:

_¿Así es como se siente la gente estúpida? -resopló molesta y se cubrió el rostro con las manos tratando de concentrarse. Tal vez no era estupidez, era sólo distracción.

Buscó la manera menos drástica de decir lo que le estaba ocurriendo. Curiosamente, sólo se le ocurrió un modo muggle de explicarlo.

_Siento que estoy funcionando con medio motor.

Se frotó los ojos, estaba agotada. Luego desarrollo:

_Estoy segura de que estás diciendo algo muy razonable, pero consigo entender lo que dices.

Y a continuación, refunfuñó una oración en finlandés. Si funcionaba con medio motor, mejor no desperdiciarlo en andar cambiando de idioma.

((Yo tampoco había pensado que tuvieran secuelas... pero ya viste cómo son estos dos, que no nos hacen mucho caso que digamos. Me gusta tu idea. Ahora Giselle está como medio cagada a palos, y no va a reaccionar muy favorablemente hasta que no logre ordenar su cabeza un poco. La enfermería sería un buen lugar para que lo haga, si Laz, vos y yo, la logramos convencer de que tiene que ir. Puede haber algún tipo de gesto en la enfermera (¿Tenemos enfermera?) que les dé la pauta de que no esta todo taaaaaaaaan bien (de salud) como a Giselle le gustaría pensar. Vamos desarrollando...))

((Jajajaja, la conoce hace muy poco y para ciertas cosas es torpe como todo muchacho. ¿Qué querés? ¿Que juegue a un Garry Stu? Lo hacemos sacar buenas notas en todo, ser simpático y popular con las chicas, que lo quieran reclutar del equipo de quidditch más famoso de UK... le ponemos la foto de brad pitt... XDDDDDD Me dio asco solo leerlo))

Laz la miró como si de repente hubiera empezado a hablarle en suomi. Cara de perdido y ceño fruncido. "¿Eh? ¿Qué gente estúpida?" Él tampoco estaba en su mejor momento, ni física ni mentalmente.

Recién entendió más o menos a qué se refería cuando ella le dijo que estaba funcionando a medias. Él no podía decir lo mismo mentalmente, pero se sentía mal. Un sudor frío no lo había abandonado en toda la noche, debía haber perdido medio litro de líquido de tanto transpirar y al mismo tiempo se moría de frío, lo que podía ser por el estar desabrigado ahí dentro, pero se sentía mal más allá del frío, más allá de lo que hubiera sido una simple gripe. No sabía cómo explicarlo. Era la sensación de saber que había algo mal con él sin saber bien qué, como esas fiebres vagas que lo dejan a uno cansado y dolorido pero sin otro síntoma que permita identificar al atacante como gripe, resfrío, mononucleosis, infección ni nada. Le dolía el cuerpo, pero no por la mala posición. Le dolía todo el cuerpo... los globos oculares, los músculos de lugares que no sabía ni que tenía. Y era como si recién se diera cuenta de eso ahora que le prestaba atención. Antes, había estado muy ocupado pensando en cómo llevarlos a salvo al castillo. Tal vez inconscientemente ese malestar era lo que lo había hecho pensar en la enfermería.

"Digo que vayamos a la enfermería, le digamos a la mujer que alguien nos hechizó y durmamos ahí tranquilos toda la tarde sin que nadie nos moleste. Ni siquiera nos van a sospechar que nos escapamos: van a buscar un culpable en el castillo." Era la manera más simple que encontró de explicarlo.

((Un buen personaje siempre termina guiándolo a uno por caminos que no planaba transitar. Al menos es lo que yo creo. Tenemos. La mejor. La señorita Cora (sí, por el cuento de Cortázar). Es de Ar (Kr). La juega excelentemente la tiene re clara como profesional. Da gusto verla trabajar. Seguro tiene algo interesante que aportar si lográs convencerla en estos días estudiando con ella, de que cuando terminen con las entregas va a postear con nosotros en la enfermería =P esa es la parte difícil porque sé que está siempre ocupada))

((Vamos a ver si tengo tiempo de postearte esto antes de salir del trabajo e ir a la facultad...))

Repasó mentalmente la idea de Laz, pero le resultaba muy difícil. Como si intentara alinear las ideas de un mismo pensamiento, y estas se le escaparan repentinamente. Ir a la enfermería, sí. Decir que fueron hechizados, sí. Descansar, sí. Pero no, algo estaba mal, y no lograba entender qué.

_Mhmm... -dejó escapar.

Pensó unos momentos más.

_¿Y si fuimos hechizados? No hemos descartado que esto hubiera sido una maldición. Suponemos que fue una profecía. ¿Qué pasaría si fuimos hechizados y la enfermera descubre qué fue?

Miro alrededor como si quisiera controlar la cantidad de luz de ambiente y deducir así la hora. Luego miró sus piernas. Sentía aún un temblequeo involuntario, que por suerte era imperceptible a la vista.