Práctica de Quidditch

Tarja acababa de enterarse de que Jackson Turpin, el hombre que aún amaba, se casaría con su flamante amiga Tessa Campbell. Sentía el corazón destrozado. Había perdido toda esperanza de recuperar a su ex hacía rato, pero no era lo mismo saberlo soltero que eternamente atado a la mujer de sus sueños que, para mejor, le correspondía y, no solo eso, estaban esperando gemelos. 

Él había ido a comunicarle la noticia en persona la noche anterior, por lo que había llorado más de lo que había dormido y se había levantado tras un par de horas de sueño con los ojos rojos e hinchados. Había evitado el desayuno encerrada en su torre, sabiendo que las invitaciones a la fiesta llegarían en ese momento. Sabía que se pondría mal y quería evitar hacerlo en público y quedar como una estúpida. Por eso, tras comer un par de barras de cereales con un té de tilo y llorar un par de horas después de que la lechuza con la invitación se hubo marchado, Tarja decidió salir a dar un paseo para despejarse. 

A mitad de éste volvió a sentir que la tristeza y la soledad la dominaban, de modo que se encaminó al campo de quidditch, deporte que no le importaba en lo más mínimo y se sentó en las gradas a ver el entrenamiento de Slytherin, casa que le importaba tan poco como el deporte. Todo el sistema de casas le parecía estúpido de por sí, pero el jefe de ésta no le simpatizaba. 

Nada de su atención se dedicó al juego en todo caso. Simplemente se dedicó a llorar a sus anchas sabiendo que probablemente nadie iría a buscarla ahí un sábado por la mañana y los jugadores estarían demasiado entretenidos como para prestarle atención.

Sin saber nada de la historia que Tarja había tenido con Jax, Fanny, que en general no tenía gran cosa de qué conversar con sus colegas durante las comidas, notó enseguida la ausencia de la mujer que rápidamente se había convertido en una amiga cercana... o lo más cercano que había tenido a algo así que no fuera su prima, ya que la condescendencia de Tessa se metía en el medio de cualquier relación que intentaran entablar.

Le extrañó la ausencia de alguien puntual y madrugador como Tarja, a quien extrañó considerando que Tessa, la otra persona con la que solía hablar, estaba siendo el centro de atención y felicitaciones a causa de las invitaciones a su boda que habían recibido todos esa mañana. 

Después de desayunar y felicitar a los futuros novios de corazón, porque los amigos de Matt le eran muy queridos por los años en que ambas parejas habían cenado juntos, se levantó de la mesa y anduvo preguntando a los alumnos a pesar de su timidez, hasta enterarse del paradero de su colega. 

Alguien la había visto dirigirse a los terrenos y allí la fue a buscar. Otro par de muchachos la habían visto subir las gradas del campo de quidditch y eso le pareció extraño, pero estaba dispuesta a buscar. Las niñas estaban con su padre y ella no tenía nada mejor que hacer un sábado por la tarde. 

Subió los escalones para encontrar a Tarja llorando en las gradas. Sintió pena por ella, si bien no sabía qué le había sucedido. Se le sentó al lado con su gracia femenina habitual y le tomó una mano con delicadeza entre las suyas. 

—Oh, querida. ¿Te encuentas bien? ¿Qué sucede? —Le preguntó toda preocupada, al punto en que ni se fijó en lo sucias que estaban las gradas antes de sentarse en un lugar así de desagradable, donde ella jamás se hubiera asentado con su vestido de lana blanco y túnica de abrigo dorada.

Como no esperaba que nadie fuera a buscarla allí y los pocos alumnos observando el entrenamieto estaban en las gradas de Slytherin, Tarja estaba llorando a gusto. Ni siquiera escuchó el sonido de pasos o crujido de madera, metida en sus pesares como se encontraba. 

Tenía el rostro escondido en sus manos para que el viento frío de la mañana no le congelara la cara y también para esconderse del mundo, aislarse como sentía que de todas maneras ya estaba.

Se sobresaltó levemente. De inmediato se pasó las manos por la cara para secarse las lágrimas y mostrar un rostro más favorable a quien reconoció por la voz como su nueva amiga. 

—Estoy bien —fue la respuesta automática, grabada tras años de repetirla siempre que alguien preguntaba. Pero luego no pudo contenerse y volvió a llorar cubriéndose el rostro.

Se apenó aún más de que le dijera que estaba bien cuando claramente no era el caso. No tenía derecho a esperar las confidencias de una amiga cuando se conocían hacía relativamente poco, pero aún así, se sintió impotente por no poder ayudarla.

Apretó los labios, dudando entre marcharse o decir algo más. El viento era frío y no le gustaba la posibilidad de enfermarse, pero tampoco quería abandonar a su flamante amiga ahí sola cuando estaba mal. —No hay necesidad de que me cuentes lo que sucedió. Pero si quisieras hablar de lo que sea, espero que sepas que estoy aquí para más que prestarte libros y hacer las rondas nocturnas.

Ante la respuesta de que no había necesidad de contar lo sucedido, Tarja se puso a sollozar con más fuerza y apoyó una mano en el antebrazo de su amiga, al cual se aferró mientas lloraba de manera sonora. 

—Jax... is getting... married... —Logró decir entre medio de un llanto que no permitía modular demasiado las palabras semi-indescifrables que soltó. Luego volvió a llorar histéricamente un rato largo antes de poder calmarse lo suficiente como para poder hablar. 


Se quedó en silencio varios minutos con la mente en blanco, la cabeza caliente y las sienes doliéndole.


—Nosotros salimos un año y medio cuando comencé a dar clase aquí tres años atrás... pero la cosa no funcionó —dijo con la mirada perdida en el horizonte.

Fanny la dejó llorar tranquila, sin interrumpirla ni siquiera para pedirle que modulara cuando le costó un poco entender lo que decía entre el acento y el llanto. Tampoco le demandó que se calmara. Simplemente la dejó que se desahogara y fue hilando las ideas de a poco, como pudo. Entendió Jax y married. Con eso le había bastado para entender el resto: seguramente ella tenía sentimientos por el mejor amigo de su ex. 

Lo que desconocía: el que ellos hubieran salido; lo había aclarado Tarja misma minutos después, cuando logró calmarse y ella acabó por ver la imagen entera. 

Se sentó a su lado, con su hombro cerca del de su amiga y una mano en la de ella. —Debe ser un golpe durísimo. Cuando una quiere a alguien con todo su ser y esa persona decide empezar una nueva vida como si una ya no existiera... —sintió que se le hacía un nudo en la garganta, pero se decidió a ser fuerte para su nueva amiga y tragarse sus problemas. 

Tuvo que hacer una pausa breve para calmarse —Bueno, es lo que me pasó a mi con mi ex, así que podría decirse que te entiendo a la perfección —dijo con tono cariñoso— pero somos mujeres fuertes, mil veces más valiosas que ellos y podemos salir adelante de lo que sea, porque no necesitamos un hombre al lado para valer, ¿sabes? —le dijo con suavidad.

Asintió y se secó con las mangas de encaje unos gordos lagrimones que le caían por las mejillas. Continuó mirando hacia el frente hasta que Stephanie dijo que eran mujeres fuertes, y miró la imagen borrosa de su amiga con intensidad mientras le daba ese discurso feminista de girl power.

—Lo sé... es lo que siempre creí, pero al mismo tiempo... sería lindo —explicó sintiendo que no eran las palabras justas para traducir todos los matices que sentía en ese momento dentro de sí.

Tenía cara de apenada. Conocía muy bien ese tipo de dolor y el ver mal a Tarja le removía sus propios sentimientos y heridas, pero tenía bastante autocontrol como para hacer una escena. 

—Lo sé, querida. Lo sé. Pero nadie dice que vayas a estar sola toda la vida. Aún eres una mujer joven y de seguro podrías encontrar un hombre si te propusieras salir a buscarlo... quiero decir, sé que ninguna de las dos es del tipo que sale de cacería, pero quedándote encerrada en el castillo tampoco solucionarás nada, ¿verdad?