Gin estaba haciendo la cola de la biblioteca pensando en sus propios asuntos. Su hermano andaba actuando raro últimamente y ella estaba preocupada de lo que pudiera significar. Conocía a Lance como a la palma de su mano derecha y él siempre había sido un chico abierto, franco y despreocupado. Ahora, desde que había empezado a salir repentinamente con esa chica durante el verano, sin previo aviso, había dejado de hablar con ella de sus sueños y pensamientos.
En su defensa, mucho de lo que decía solía ser sobre la muchacha Dreedas, pero ahora que salía con ella tenía sentido que ya no tuviera tanto de qué hablar... y sin embargo lo notaba extraño. Estaba feliz, sí , pero no todo lo feliz que una persona que está saliendo con la chica que le gusta desde preescolar debería estar. Era como que algo le faltaba.
En eso oyó una voz que le hablaba y giró sobre si. —Ah, sí... seguro —dijo mientras buscaba su reloj en sus bolsillos— Las cinco y media —dijo cuando pudo encontrarlo y después lo guardó con dificultad, ya que ella también tenía su propia pilita de libros, aunque era menor.