Saliendo de la biblioteca

Martes después de clase. Tarja había ido a la biblioteca a consultar unos volúmenes sobre herbología a raíz de una planta que le habían regalado hacía poco. Tras encontrar lo que buscaba, salió por la puerta con un libro en los brazos y se dirigió por el pasillo en dirección a las escaleras que llevaban a las torres. Su largo vestido de terciopelo hacía frufru al caminar, pero a esas alturas de su vida ya no le prestaba atención.

Sarah no se sentía a gusto ese día. Estaba algo inquieta y no tenía amigos con quienes pudiera entretenerse o pasar el rato. Sentía como si repentinamente hubiera aparecido en un lugar completamente ajeno a ella, y del que jamás podría formar parte. ¿Por qué tenía que ser todo tan difícil?

Recordó que había sólo una persona que la hacía sentir como en su casa. Sin pensarlo dos veces, se levantó y tomo camino hacia la biblioteca, donde era probable que la encontrara a esas horas. Más pronto de lo que imaginaba, se topó con ella en un corredor.

_Ho... hola -murmuró cabizbaja.

Tarja venía algo perdida en sus pensamientos. Esa planta era muy vistosa pero temía no poder cuidarla bien y que muriera. Con la poca compañía que tenía en ese lugar poco hospitalario no quería matar a una de sus pocas compañías en las horas libres, que eran muchas. El lado negativo de enseñar una optativa.

Levantó la vista y su expresión se iluminó de inmediato a causa de una sonrisa cariñosa. "Buenas tardes." Respondió repentinamente animada.

Sarah cambió de posición, abandonando su rumbo para comenzar a caminar junto a su tía. Lo bueno de estar con ella era que no se sentía obligada a hablar si no quería hacerlo, se conocían bien y podían hacerse buena compañía en silencio, tanto como hablando. De todas maneras, esa tarde Sarah necesitaba entretenerse.

_¿Tienes un minuto?

Ella siempre había sido casi tan tímida como su sobrina, pero a lo largo de los años había tenido que aprender a interactuar con las personas de una manera más normal. Ahora ya parecía bastante más sociable aunque todavía se la veía como una persona tranquila.

"¿Para ti? Siempre." Siguió caminando por el pasillo en la dirección en la que venía aunque amoldó su paso al de Sarah. "¿Con qué puedo ayudarte?"

A pesar de que había ensayado un poco esa conversación en su cabeza, le costó un poco empezar. Movió los labios a punto de hablar, pero no lo hizo. Su tía se percató de ello, pero no la presionó ni la apuró. Siguieron caminando con calma un corto trayecto, y Sarah finalmente dijo:

_No me siento cómoda aquí. La gente es tan... tan... -no encontró una palabra que la ayudara a definir lo que sentía-, me consideran tan... rara -soltó finalmente-. Quiero irme a casa, no sé cómo lo soportas -concluyó.

((Perdón que tardé. Me quedé dormida DE UNA MANERA sin querer después de comer, que ni te cuento.))

((Te puedo comentar algo? No sé cómo hacer que no suene mal, pero es contra las reglas que manejes mi personaje. Se llama godmooding eso. Como que en teoría no podés manejar ni escribir ni describir nada de lo que haga un personaje que no sea el tuyo. O sea, no es que esté enojada ni ofendida, pero hay gente que se lo toma mal, como una falta de respeto, porque como que te hacés cargo de cosas que por ahí les corresponde a ellos decidir como si espera o no espera para hablar, se percata o no se percata. Si querés editalo de forma que no suene a godmoding. Por eso es importante que describas por ejemplo si tu personaje le da un regalo a otro o algo así, porque el otro no va a tener derecho a escribir qué hay adentro del paquete o lo que sea.

Pero totalmente entiendo los tiempos que necesita Sarah para hablar, así que te dejo la respuesta, dale? ;))

Notó que Sarah estaba teniendo problemas para expresarse, así que esperó pacientemente con una sonrisa leve en los labios aunque algo apenada de ver que todavía tenía ese tipo de problemas. Más que nada, se sentía reflejada en ella y recordaba lo que había sido sentirse así y le daba cosa.

Asintió levemente con la cabeza al oír su explicación. "Entiendo." Hizo una pausa como si ella también estuviera buscando las palabras justas para explicarse y recorrió el pasillo con la mirada de manera disimulada, para asegurarse de que no hubiera nadie que tras escuchar lo que diría a continuación pudiera causarles problemas. Sin embargo, cuando oyó que ella volvía a hablar se contuvo y esperó a escucharla antes de responder.

"A mí tampoco me resulta fácil." Admitió en voz baja, hablando con su tranquila delicadeza habitual aunque el acento nórdico era aún fuerte en su inglés. "Muchos de mis colegas me hacen un vacío. Les parece que estoy... em... usurpando el puesto que podría estar siendo ocupado por un Inglés." Explicó lo que percibía, porque no es que alguien se lo hubiera dicho a la cara, pero lo notaba en la manera en que la miraban.

"Pero también hay otros que son lo suficientemente abiertos de mente como para hacerme sentir bienvenida." Añadió un momento después, pensando en Jackson y Tessa. La miró de manera inquisitiva, como esperando a ver si había alguien así en su vida o no.

(Perdón, editado. Gracias por el dato.)

Sarah escuchó pacientemente, mirando el piso. Algo más le inquietaba, pero era la parte más difícil de explicar. Vaciló unos instantes, y luego agregó en un tono casi inteligible:

_Es que no creo que sea por mis raíces... yesesoloquemeinquitajustamente -murmuró-. ¿Crees que soy... rara?

((No hay problema. =) No me fijé si está en las reglas o no. En el otro foro solía estar junto con las de escritura.)) ((Casos de excepción del godmoding so cuando la otra persona te dio permiso o cuando los personajes se conocen lo suficiente como para hacer asumir cosas como que sabía que probablemente iba a hacer un berrinche si sabés que es alguien propenso a eso.))

Tuvo que hacer un esfuerzo para descifrar lo que Sarah había dicho en un murmuro, por lo que le tomó un segundo extra el terminar de traducir en su mente lo que había escuchado en texto inteligible.

Como jefa de casa, estaba acostumbrada a tratar con todo tipo de inseguridades y no era la primera vez que escuchaba un planteo así. "Por supuesto que no." Le dijo sin pensarlo una vez que entendió qué había dicho ella. "Creo que eres un poco tímida. ¿Qué te hace pensar eso?" Quiso saber.

La parte más difícil había quedado atrás, y Tarja se estaba mostrando comprensiva. Por eso a Sarah le era más fácil hablar con ella que con cualquier otra persona.

_No es que yo lo piense por mí -explicó-. Pero a veces cuando intento hablar con mis compañeros, me miran como si... dijera... cosas incomprensibles. No como hablando otro idioma, sino como directamente pensando otro idioma. Y presto mucha atención a las cosas que hablan los demás, para tener en mi cabeza mi propio esquema mental de temas que podría hablar con cada persona. Y dentro de esos temas puedo identificar otros más pequeños y mantenerlos ordenados y creo que mi lógica es correcta, pero por alguna razón cuando lo aplico parece que estoy equivocada -dejó escapar rápidamente.

Una vez que terminó de hablar, repasó mentalmente lo que había dicho, buscando algún tipo de error. No lo encontró. Eso era justamente lo que quería explicar.

Tenía el rostro girado levemente hacia Sarah mientras caminaban y la miraba con interés mientras escuchaba su descripción del problema en cuestión, asintiendo cada tanto.

"Siempre has sido madura para tu edad." Le dijo de manera algo maternal desde su punto de vista, porque no podía ser totalmente objetiva con su sobrina cuando estaba totalmente fascinada con ella. En vista de que no encontraba el hombre correcto y no tenía hijos, era como su pequeño proyecto sentimental, por así decirlo. "Al parecer los Ingleses son menos estrictos con sus hijos." Comenzó a decir aún en voz bastante baja y mirando ahora al pasillo de reojo para asegurarse de que no la escucharan diciendo ese tipo de cosas.

"La mayoría sigue comportándose como críos aún mucho después de pasada la adolescencia... es lógico que a veces le cueste encajar a una chica tan inteligente como tú en un ámbito semejante." Dijo aún por lo bajo. Cuanto más tiempo pasaba en Hogwarts, más extrañaba Durmstrang.

Sarah sintió que un nudo se ataba en su garganta al escuchar las palabras de su tía. Ella siempre sabía qué decir, encontraba una explicación para todo. Y curiosamente, con cada cosa que decía, eliminaba esa sensación de culpa, de estar haciendo algo incorrecto, que Sarah siempre solía cargar. Sentía que podía realmente decirle cualquier cosa, y Tarja lo comprendería.

_Pensé en unirme a uno de los clubes estudiantiles... al de dibujo. Pero temo estar exponiéndome a una nueva oportunidad de quedar al margen.

La propuesta le robó una sonrisa y la hizo parecer más animada. "Esa es una excelente idea, Kulta*." Dijo con cariño. La dejaba bastante más tranquila el saber que al menos Sarah estaba haciendo un esfuerzo por encajar. La había tenido preocupada ver que dejaba eso librado más o menos a la suerte. "Muchos de los miembros son de mi casa." Había dejado de hablar en secreto como lo había venido haciendo antes. "Son buenos chicos. La mayoría demasiado tímidos como para formar parte de un club más... demandante." Finalizó a falta de una mejor manera de describirlo.

"Tengo entendido que están trabajando en alguna clase de proyecto interesante, porque a menudo los veo corriendo hacia los terrenos con sus útiles. Parecen bastante entusiasmados." Opinó intentando hacer memoria.

"Me parece genial que quieras hacer amigos nuevos." Dijo sinceramente. "A demás, también están los chicos del intercambio. ¿Ninguno de los que vinieron de Durmstrang por el Torneo son tus viejos amigos?" Quiso saber con curiosidad.


*Querida en finlandés.

En respuesta Sarah negó con la cabeza. Conocía a alguno de los chicos de Durmstrang, pero solamente de vista, jamás había hablado con ninguno. Se sentía un poco más tranquila ahora que había hablado con Tarja, pero había algo más que quería saber.

_Cuando tenías mi edad... ¿Tu...? ¿Cómo eras a mi edad?

"Pues apuesto a que ellos deben sentirse tan incómodos como tú en este castillo y tal vez necesiten de alguien que les pueda hacer un tour por le castillo." Comentó con una sonrisa cómplice.

La miró con cariño cuando escuchó esa pregunta. "Bastante más tímida." Dijo con una risita leve. "Mi profesora de Artes Oscuras era tan estricta, que me daba no sé qué participar en clase y aunque sabía las respuestas a las preguntas que hacía, siempre sacaba malas notas porque no me atrevía a participar en clase."

_Yo no participo nunca en clase -comentó. Pero daba la sensación de que estaba puntualizando semejanzas, en vez de simplemente hablar de sí misma. Muchas veces miraba a su tía, con su calma habitual y su porte tan majestuoso, y deseaba ser como ella al crecer.

"Qué bueno que aquí no te dan de crucios si no respondes, verdad?" Comentó medio en broma, como dando a entender que después de todo algunas cosas buenas tenía el sistema menos estricto de los Ingleses.

"Estamos cerca de mi oficina. ¿Te apetece un chocolate caliente?" Le preguntó buscando cualquier excusa para pasar más tiempo con ella.

Asintió a modo de respuesta. El chocolate caliente siempre le recordaba su hogar, y había algo más que quería hablar con su tía antes de irse a terminar la tarea. Y sería mejor hablarlo tranquilas en su despacho. Antes de adentrarse en ese tema, optó por uno un poco más casual:

_Extraño mi violín. Extraño la música.

Su sonrisa se amplió al ver la respuesta visual de ella. Redireccionó su andar para irse acercando a la puerta de su oficina, que estaba del lado izquierdo del pasillo.

Giró el rostro hacia ella con cierta pena. Entendía la soledad que debía estar sintiendo porque se parecía bastante a cómo ella misma se sentía en ese castillo. Nadie parecía respetarla, la resentían por el puesto que ocupaba y, para mejor, había empujado al hombre que quería a los brazos de su antiguo amor en lugar de intentar pelear por él. En resumen, no le salía una bien.

"Y supongo que el club de música tampoco es una opción..." pensó en voz alta, aunque sin levantarla demasiado tampoco. Se refería a que los chicos esos sí que parecían todos saber manejarse bien en cualquier entorno y eran algo más cerrados que los de dibujo. "¿Por qué no trajiste tu violín?" Le preguntó con cierta preocupación, saliendo de su ensimismamiento.

Necesitó una pausa. Lo que su tía había dicho y preguntado era tan coherente, que le extrañaba no tener una respuesta igual.

_Yo dibujo cosas que existen en el mundo, cosas que se ven... pero la música, mi música sale de aquí -se llevó una mano al pecho-. Es demasiado... íntimo. No quiero que nadie lo escuche, y los hechizos anti-sonido nunca fueron mi fuerte. Bueno, al decir verdad, ningún hechizo es mi fuerte -sonrió melancólica, con cierta tristeza.

Asintió con seriedad. Entendía perfectamente lo que le estaba diciendo. "Entiendo a qué te refieres."

Se detuvo frente a la puerta de su oficina y apoyó la palma de su mano sobre la madera, la cual se iluminó debajo de ésta en una luz rojiza antes de abrirse. "Please do come in." La invitó con suavidad.

La oficina parecía una pequeña réplica de una de las oficinas de profesores en Durmstrang, casi una extensión de su casita en las afueras de Kuopio. Ahí adentro todo estaba limpio y muy ordenado, con un aire de rectitud minimalista que contrastaba totalmente con los ambientes super recargados de cachivaches que tenían los británicos y sus estructuras y muebles mágicos medio torcidos o mal hechos. Uno podría decir que había algo de "frío" en el aspecto de ese lugar, pero a ella la hacía sentirse en paz y en casa. Para ella esa oficina también era algo íntimo y por eso no invitaba mucha gente... quiero decir, incluso si hubiera tenido a quien invitar.

"Bueno, tengo dos noticias para tí, una buena y una mala." Le dijo con una sonrisa, mientras se alejaba de ella para preparar el chocolate en un costadito donde tenía montada como una pequeña kichinet muggle. Ella no tenía miedo de mezclar lo mejor de los dos mundos.

"La buena, es que existen pociones silenciadoras y te puedo prestar el mío." Dijo todavía trabajando de espaldas a ella. "La mala, es que la poción debes pedírsela a la profesora Campbell." Ella no tenía confianza como para pedirle algo así y mucho menos quería ver su dormitorio y pensar que seguramente ahora que ella la había ayudado a arreglarse con Jax los dos debían de estarla pasando genial ahí.

Se sintió levemente decepcionada al escuchar esa sugerencia. Por supuesto era mucho más directo pedirle a algún compañero que le hiciera un hechizo silenciador y punto. Era en esencia más simple que pedir una poción a un profesor. Lo que Sarah no quería precisamente, era tener que recurrir a alguien. Le costaba pedir ayuda más que cualquier otro diálogo.

Pensó que seguramente su tía sabía que para ella sería un desafío, pero no quiso decir palabra al respecto. Si lo preguntaba y confirmaba la respuesta, desarrollaría sentimientos positivos o tal vez negativos en base a ello. Prefería, al menos en ese caso, la incertidumbre.

_Veré qué puedo hacer -comentó con cierto desgano.

"Te puedo escribir una nota diciendo que yo la necesito, pero tienes que hacer parte del trabajo. ¿Cómo sino vas a poder mejorar tus habilidades sociales si no practicas?" Dijo con tono algo maternal mientras ponía varias cucharadas de cocoa en dos tazas enormes.

"Sabes, mi mamá de chica me mandaba a declamación... es una especie de curso de oratoria, y me hacían pararme frente a un par de docenas de gente y recitar versos." Explicó con una mueca de desagrado que se transportó también a su voz.

Sarah gesticuló rápidamente su desaprobación, pero su semblante pasó tan rápido a ser aprehensivo que hubiera sido desconcertante para cualquiera.

_Tu madre al menos te habla -sentenció con la mirada repentinamente lúgubre.

La primera respuesta que le vino a la mente fue 'Sí, para lo que tiene que decir, la verdad que preferiría que cerrara el pico. Vieja zorra.' Pero por alguna razón le pareció una contestación infantil que no quedaba ni un poco bien darle a una sobrina. No era culpa de ella que fuera una solterona insufrible según su progenitora.

Suspiró pesadamente y sirvió la leche caliente en las tazas mientras que con la otra mano apagaba el fuego. "Tienes razón. Lo siento." Acabó por decir en lugar de eso. Puso las dos tazas sobre una bandeja también minimalista y cuadrada, y se acercó al escritorio.

Se sentó en su sillón y depositó la bandeja entre ambas. "¿Galletas?" Preguntó intentando alivianar el ambiente. Mientras, buscó a toda costa un tema de conversación que fuera seguro, antes de que terminara quejándose de sus problemas ella misma, algo que no correspondía ni un poco.

Sarah agradeció el gesto con la mirada, y tomó una galleta. Bebió en silencio unos segundos. Aquel sabor la trasladaba de inmediato al pasado, a recuerdos felices de una infancia que parecía más lejana de lo que era en realidad. A veces, se extrañaba de tener solo 17 años, cuando más de una vez se había escuchado pensar frases tales como "cuando era sólo una niña" refiriéndose a cosas que habían pasado 2 o 3 años antes.

_¿Sabes? -comenzó-. En casa no me sentía bien, no sentía que fuera un hogar. Por eso vine. Pero tampoco pertenezco a este lugar. Siento como si... como si... no tuviera raíces. Como si estuviera transitando por un viaje eterno, sin tener hogar al cual volver...

Asintió ante el agradecimiento mudo de Sarah.

Sonrió de manera silenciosa, haciendo una pausa entre ese gesto y lo que dijo a continuación. "Y aún así añoras mil cosas sobre nuestro hogar." Dijo aún en tono misterioso, como si hubiera una pequeña broma interna entre ella y ella misma. "¿No te parece curioso?" Le preguntó de manera retórica, todavía con esa sonrisa mística en los labios.

"Creo que el hogar es donde está el corazón. Tampoco tenías muchas amistades en Durmstrang. ¿Me equivoco?" Le preguntó intentando llevarla por la línea de pensamiento en que estaba ella.

Sarah negó con la cabeza. No, no las tenía.

_Supongo que lo que extraño no es el hogar en sí, sino el sentido de pertenencia que tuve alguna vez. Es necesario sentir que se pertenece a algún lado. Pero de no ser así, es necesario aprender a vivir sabiéndolo.

((No entendí qué no tenía.))

Al oír eso, su expresión tomó un tinte de preocupación que se esforzó por ocultar rápidamente. "¿No estás un poco joven para ser tan pesimista? Aún tienes toda tu vida por delante." Le recordó a modo de reto cariñoso. "Cuando llegues a mi edad como una solterona puedes empezar a preocuparte." Añadió con una leve risa nasal aunque sus ojos no parecían reírse para nada.

Sarah percibió el dolor en las palabras de Tarja, pero no pudo comprenderlo: ella nunca se había enamorado de nadie. Podía entender lógicamente que se sintiera triste, pero no podía palpar emocionalmente dicha tristeza. No tenía tampoco palabras de consuelo para regalarle. No sabía qué decir. Así que bebió en silencio.

_No es que sea pesimista... no he dicho que nunca voy a pertenecer a ningún lado. Es sólo que en este momento de mi vida -al escucharse decir eso, notó que nuevamente hablaba como una anciana-, hoy por hoy -rectificó-, no me siento parte de nada.

"Bah... ¡Y yo que pensé que este bichito hermoso pertenecía a mi familia!" Protestó con una sonrisa. Se sentía contenta de tenerla ahí con ella, por más que no estuviera del mejor de los ánimos. Era como la hija que no tenía, tan parecida a ella que era imposible no sentirla una parte suya.

Tenía la taza en la mano a medio camino de la boca, pero después de beber, la dejó en la bandeja e hizo un movimiento con la mano. Dos gruesos volúmenes encuadernados en cuero negro volaron hasta la mesa. Eran álbumes familiares de fotos que se depositaron frente a Sarah.

Sarah no los tocó, ni siquiera quiso agarrarlos. Los álbumes suelen tener fotos sólo de los momentos alegres. En la mente de Sarah, automáticamente se completaban con las tristezas que se ocultaban en el medio, en las fotos que no existían. Se armó de valor, y soltó la pregunta que se estaba guardando durante todo ese tiempo:

_¿Crees que podamos ir tu y yo a Kuopio esta Navidad?

Tarja volvió a beber otro trago de su chocolate y después tomó la iniciativa levantando uno de los álbumes de la mesa. Pasó las páginas rápidamente, como si supiera lo que buscaba.

Levantó la vista de inmediato y luego todo el rostro, iluminado por una sonrisa de entusiasmo sincero. "Me encantaría. Hace años que no visito el jardín botánico." Dijo con cierta nostalgia pero de la linda, de la que hace sonreír. "¿Crees que conseguirás permiso?" Preguntó manteniendo el contacto visual un momento más antes de volver a bajar la mirada y seguir ojeando el album.

Unas páginas después sonrió nuevamente, con cierta ironía y sacó una foto de su lugar para pasársela a Sarah. "La primera vez que tu papá me dejó de niñera." Le dijo. En la foto a blanco y negro se veía una nena de menos de un año llorando desconsoladamente mientras que una jovencita con cara de preocupada intentaba por todos los medios calmarla sin éxito. "A Aina le pareció gracioso y sacó la foto para reírse de mí." Le dijo con un dejo de tristeza en la mirada. Aina era su única amiga de la infancia que había fallecido en un accidente de pociones.

Sarah tomó la foto y la observó largamente en silencio.

_¿Quién es el bebé? -hizo una pausa, intentando reconocer en el crío a alguno de sus hermanos. Era inútil, para ella todos los bebés eran iguales a esa edad- ¿Soy yo? -aventuró.

La pregunta le robó una risa leve y divertida. Después de uno segundo de silencio, asintió. "Me quedé angustiada toda la semana por no haber sabido manejarme, pero ahora tengo que admitir que Aina estaba en lo correcto." Dijo con una sonrisa algo nostálgica. "Ciertamente es muy gracioso. ¿No te parece? Casi que estoy a punto de llorar... por algo tan simple." Era su manera de decirle que con el tiempo seguramente miraría atrás y le parecería que ahora se estaba ahogando en un vaso de agua.