La botella

Sarah había olvidado por completo que Mathew Roggers le había encargado que le diera a su tía esa pequeña botella. La había dejado en su cajón al regresar del baile de inicio de curso, y no la había vuelto a ver. Un día, abrió el cajón en busca de otra cosa, y la pequeña botella verde apareció ante sus ojos.

_¡Ay, no! Espero que no fuera importante...

A toda prisa fue al aula de Adivinación, esperando que su tía estuviera ahí en la media hora que tenía entre dos clases. Toco la puerta, y como nadie respondía, entró.

Últimamente Tarja había empezado a pasar el tiempo libre entre clases en la sala de profesores, pero ese día eran varias las horas que tenía por delante y muchos los trabajos para corregir, por lo que se había quedado en su torre.

Estaba sentada a la mesa frente a una pila enorme de pergaminos. Levantó la vista al ver que alguien había entrado, había estado demasiado distraída para oír los golpes. "Oh, Mi querida niña. Qué sorpresa." La saludó con una sonrisa.

Giselle le sonrió, y sin decir más, se sentó junto a ella. Miró la pila de exámenes que tenía delante, y por las dudas, aclaró:

_No te quiero quitar tiempo si estás ocupada, pero tenía que darte algo.

Al entrar su sobrina, Tarja dejó de trabajar y apoyó la pluma en el tintero para poder prestarle atención. "Sólo estaba matando el rato." Minimizó el trabajo. Como no tenía demasiada vida social ella tampoco, se entretenía con el trabajo y siempre prefería pasar tiempo con ella que con una pila de pergaminos.

"¿A mí?" Se mostró sorprendida. Había olvidado por completo que había pedido al profesor Rogers el favor de que le hiciera una poción para silenciar objetos, algo de lo que habían hablado ya antes con Giselle.

_Sí, a ti.

Comenzó a buscar por sus bolsillos. Estaba ahí hacía unos momentos, pero entre tanto caramelo se le dificultaba encontrarla.

_¡Diantres! ¡Estaba por aquí!

Buscó un poco más, y finalmente extrajo la pequeña botella, junto con una hilacha de su túnica. La retiró cuidadosamente y se la alcanzó a Tarja.

_Me la dio El profesor Rogers en el baile. Siempre olvido dártela. Espero que no sea urgente -añadió algo preocupada.

"Busca tranquila. Sin apuro." Le sonrió y se levantó de donde estaba para abrir una ventana y dejar que entrara un poco de aire fresco al aula. Algunas veces el ambiente se ponía muy cerrado por el incienso y encierro de muchos adolescentes y prepúberes juntos.

Regresó para cuando ella encontró la botella y sonrió complacida. "Quédatela. Es para ti." Le dijo con cariño y un dejo de picardía. "Una gota apagará cualquier sonido de un objeto." Explicó. "Ahora nada más tienes que conseguir el violín." Volvió a sentarse en su sillón. "Para que no digas que no te malcrío." Bromeó.

Giselle se sorprendió tanto y tan gratamente, que si hubiera sido de las niñas demostrativas, habría abrazado fuertemente a su tía. Pero no, era Giselle, y se limitaba a mirarla embelesada y sonriente, sabiendo o esperando, que su tía lo tomara como el más cálido de los abrazos.

_¿De verdad? ¿En serio? ¡Gracias! ¡De verdad muchas gracias!

La sonrisa de la tía espejó la de la sobrina, contenta de verla feliz y animada para variar. "Por nada."

"También te averigüé que a demás de gatos, sapos y ratas, el colegio permite Puffskeins (sp?), micro puffs y mestizos gato-kneazle (sp?) si aún estás pensando en comprar una mascota." Estaba contenta de poder traer buenas noticias ya que no se le ocurría qué regalarle que fuera material. Como no tenía niños, hacía lo que podía con su sobrina.

Sentía que no le cabía en la cara una sonrisa más amplia, y su tía no dejaba de consentirla. Desde siempre que Tarja era el amor maternal que no había recibido de su propia madre, más concentrada en darle estabilidad, conocimientos y garantizar su prosperidad, que en arroparla por las noches y darle un beso en la frente.

_Creo que quiero un simple gato. Pensé en un mestizo gato-kneazle, pero tengo entendido que se requiere un permiso del Ministerio. No tengo ganas de andar con trámites, sólo quiero una peluda compañía que se tire conmigo en mi cama a leer, mientras juega con un ratón de hule... ¿Qué vas a hacer tú? ¿Vas a adoptar un gatito?

Tarja parecía sorprendida, aunque rió por lo del ratón de hule. Se imaginó que para eso un novio venía igual de bien, pero se guardó el chiste. Desconocía la mayoría de las regulaciones Británicas, pero había visto varios mestizos en el castillo y sabía que no entregaban licencias a los menores de edad. "Me parece que las licencias son sólo para los Kneazle puros, aunque no estoy del todo segura." También podía ser que hubiera visto a alumnos de los últimos dos años y por eso les dieran las licencias.

"No consigo decidirme. Supongo que tendré que ir a ver qué me llama. Un Krup también sería lindo, pero la idea de cortarles la cola extra... me parece una crueldad innecesaria." Opinó con desaprobación. Para eso adoptaba un pero muggle.

_Coincido totalmente contigo, no me gusta cuando les hacen eso... -recordó algo en su infancia- si vamos al caso, a mi me gustaría un tigre. Pero me daría mucha tristeza encerrar a un animal.

Sabía que debía oírse estúpida pero no le importó.

_Ya que lo mencionas creo que Laz me dijo que los mestizos no requieren licencia. Debo haberme confundido.

Sonrió divertida al escuchar la referencia de Giselle, pero no dijo nada hasta que no corroboró su sospecha por intermedio del chico. Entonces, sonrió con picardía. "¿Sabías que hay unos Kneazle mestizos que se ven exactamente como tigres?" Preguntó como quien habla del clima, haciéndose la desentendida.

"Vienen en muchas formas en realidad. Hay un par de chicas en mi casa que tienen mestizos que parecen ocelotes." Informó. Por el tamaño demasiado grande para un gato pero demasiado pequeño para un tigre, pantera o kneazle, no podían sino ser mestizos.

((Basado en la parte en que Rowling describe el tamaño de Crookshanks como 'parecía un tigre pequeño'))

Giselle la miró con sorpresa y admiración. Además de cierta calidez que pocas veces mostraba.

_Por algo eres mi persona preferida -le dijo, en idioma de Giselle eso era un "te quiero"-. Quiero uno en forma de tigre... ¿son caros?

Tarja sonrió tan exultante como solo alguien que acaba de hacer feliz a una persona que quiere puede hacerlo. Pocas cosas la hacían feliz en la vida, si bien no era infeliz tampoco. En el top de la lista de cosas que la sacaban de su apatía, se encontraba su sobrina. Esa sobrina. Tenía otros, pero ninguno era tan similar a ella ni parecía necesitar tanto la atención como ella.

Rió de manera nasal, feliz de escuchar eso. "Lo mismo digo, pichona."

"No lo sé. La profesora McFarland... Katherine McFarland" Se corrigió ante la posible confusión de que ambas hermanas estuvieran enseñando ahí. "tiene un criadero de Kneazler y mestizos, pero no estamos en los mejores términos." Eso era una manera suave de decirlo. Se le notaba en el rostro.

Trató de sacarla rápidamente de un tema que pudiera quitarle la sonrisa, y rápidamente bromeó al respecto.

_¿Crees que si se lo pides te daría un tigre como muestra de desagrado? Porque no estaría del todo triste con el resultado... verás, todavía quiero mi tigre -tras una pausa agregó-. Puedo encargarme yo desde aquí igual, ya has hecho suficiente.

Tarja rió por lo bajo, con la suavidad que le era característica. "Después de lo que le dijo Miss Campbell, creo que estaría dispuesta a soltarnos los leones si alguien convirtiera el campo de Quidditch en coliseo." Había vuelto a sonreír. Era imposible no hacerlo al recordar cómo Theresa había ubicado a Miss McFarland en su lugar con tanta maestría. Ahora se arrepentía un poco de haber tomado parte en ese intercambio infantil que se interponía entre su sobrina y una mascota.

"Dejame ver qué puedo hacer." Pidió. Cabía una posibilidad de que la mujer olvidara sus diferencias ante el sonido del metálico y Tarja no tenía grandes aficiones en qué gastar a demás de su sobrina. El colegio cubría actualmente la mayoría de sus expensas.

"También podrías preguntarle a Moxley o a..." abrió un cajón y sacó un manojo de legajos donde estuvo husmeando un momento para después guardarlos. "Ronan dónde consiguieron los suyos. Tal vez haya otros criaderos."

Giselle actuó repentinamente nerviosa:

_Sí, por favor no hagas nada más, ya has hecho más que suficiente. Yo me encargaré de lo demás. ¿Sí?

Le sonrió para tranquilizarla. Desde que había comenzado a hacerse más o menos amiga de la profesora Campbell, se sentía más animada y atrevida, como si le hubiera agarrado una segunda adolescencia. Algo similar había sentido en los pocos meses en que ella y el profesor Turpin habían salido un par de años antes, si bien la cosa no había llenado las expectativas de ninguno de los dos.

"Oh, no te preocupes, pichona. Asustar a tu tía requiere mucho más que una vieja bruja." Hacía bastante que no parecía de tan buen humor. Era algo poco común en ella, que solía compartir la apatía de su sobrina.

"Aún cuando tengas noventa años voy a seguir intentando hacer cosas por ti." Le dijo en tono maternal.

Giselle ladeó un poco la cabeza:

_Lo que sucede es que se siente mejor recibir cosas bonitas, cuando sabes que estás dando algo a cambio. Disfruto que me consientas un poquito, pero estoy comenzando a sentirme endeudada contigo -se sinceró en todo respetuoso. Sabía que su tía le diría que no era así, y que ella disfrutaba consientiéndola, pero no dejaba de sentirse incómoda con la idea de recibir tanto de parte de una misma persona.

Le sonrió con calidez, enternecida de escuchar eso que hablaba del buen corazón que ella tenía. "Ay, mi niña, ¡si supieras todo lo que me das sin saberlo!" Buscó una manera de explicarlo, pero dudaba que Giselle lo fuera a entender a su edad. Era complejo incluso para ella ya que estaba profundamente arraigado en su código genético, que buscaba propagar sus genes de cualquier manera posible, de manera indirecta si no se podía directa. Era esa necesidad de hacer todo por sus sobrinos que los tíos sin hijos sienten llegada cierta edad. En especial cuando el chico en cuestión resulta especialmente talentoso, carismático o necesitado de afecto.

Para Tarja, que tenía tanto interés en la genética como en dormir en una cama de carbón caliente, eso se traducía de manera consciente en un afecto incondicional imposible de explicar. "Sabes bien que te quiero como si fueras mi hija..." Le dijo con suavidad.

Se quedó en silencio pensando, con aspecto desinflado. "Supongo que algún día lo entenderás." Dijo con una sonrisa pequeña y algo triste. "Pero si te molesta, prometo no meterme más." En el fondo le dolía un poquito que no quisiera dejarla ayudarla.

_No me molesta... -dijo rápidamente, era cierto, no se sentía como una molestia. Era diferente, pero no sabía cómo explicarlo.

Era una especie de incomodidad, pero no una que moleste o genere enojo o separación. Sino una incomodidad de unión, de cercanía, de afecto. No encontraba el modo de decirlo. Todas las palabras parecían tener cierta connotación negativa que quería evitar.

_Es solo que... tú no necesitas nada que yo pueda darte, no hay nada en lo que yo pueda ayudarte. Si lo hubiera, me sentiría mejor de que hagas tanto por mi .

Tarja parecía triste de escucharla decir eso y se quedó pensativa un momento. Le parecía que lo que sentía no era algo que se le dijera a un chico, pero también sabía que ella tenía la madurez para escucharlo y que tuviera sentido, o al menos así lo esperaba. La idea de sonar como una vieja egoísta la aterraba, pero le debía la verdad.

Levantó la vista de la mesa para ver a Giselle. "Necesito saber que soy capaz de hacer feliz a otro ser humano... y no se me ocurre nadie a quien quisiera ver más feliz que a ti." Confesó en voz baja y algo desanimada.

Giselle, como persona que sentía que no divertía ni interesaba a nadie, comprendía esa sensación a la perfección. A ella le pasaba un poco, cada vez que estaba rodeada de chicos de su edad y veía cómo se aburrían en su presencia. Se había preguntado si era capaz de hacer feliz a alguien. Pero suponía que los años y las vivencias seguramente hacían que para su tía se debía sentir peor.

_Comprendo -dijo con vos algo apagada-. Pero creo que ese sentimiento te hará daño. Verás, sólo está a tu alcance aquello que puedes hacer por otra persona. Pero lo que no está a tu alcance, es cómo esa persona puede tomarlo. Es decir, las emociones que manejará. Entonces, podrías malgastar años de tu vida intentando dar en el clavo de qué osas generan, hipotéticamente, la felicidad de otra persona... imagínate que la mayoría de las personas no saben qué es lo que quieren, o qué es lo que las hace feliz.

Comenzó a sentirse interesada en el tema. Pensaba a mucha velocidad tratando de desentrañar las verdades del asunto.

_Imagínate que me compras un gato para hacerme feliz, pero resulta que cuando lo tengo quiero una tortuga, y luego un pony. ¿En qué punto dirías que ya fue suficiente? O si por ejemplo que compraras un gato y resulto ser alérgica y me agarra un brote problemático de salud... ¿además tendrías que sentirte culpable? Las consecuencias son muchas y muy intrincadas, las variables que puede llegar a tener un hecho... -hablaba rápidamente, pero hizo una pausa pensativa-. Es un objetivo muy difícil de cumplir -concretó, antes de que su mente se desplegara más-. Acabarás frustrándote mucho.

La miró con interés cuando dijo que ese sentimiento le haría daño. Se preguntaba en qué podía basarse para pensar algo así, y escuchó con atención la explicación de Giselle, que le pareció enternecedora. Notaba que se estaba tomando el asunto tan en serio y de manera tan perfeccionista que iba a terminar preocupándose por algo que ni siquiera era real. Le sonrió con cariño.

"Es verdad. No se puede saber a ciencia cierta cómo reaccionará otra persona a cualquier tipo de estímulo, pero uno tampoco intenta hacer feliz a todo el mundo. Solo a la gente que le importa. Y, generalmente, se conoce lo suficiente a esa persona como para predecir qué tipo de reacción tendrá y obra en consecuencia." Explicó. "Por eso si quisiera hacerte un regalo, re compraría un libro o unas partituras, no una cartera fucsia con moñitos." Añadió con una sonrisa.

"Mmm... supongo que ahí entra en juego el criterio de cada uno. Hay padres que además comprarían un conejo, un perro y hasta un erizo y otros que prohíben tener mascotas. También hay gente que regala ordenes de compra para evitarse el problema y aún así cumplir con las demandas sociales de ciertos eventos como cumpleaños o aniversarios y gente que no regala nada, ni una sonrisa."

Hizo una pausa breve. "Obviamente, nadie puede prever todas las ramificaciones de nada, pero creo que cuando se quiere hacer feliz a otra persona, lo que cuenta al final del día es haber hecho el mejor esfuerzo de corazón, no el resultado. Salvo que la otra persona sea muy maleducada y desagradecida como para desalentarte, lo peor que puede pasar es tener que intentar de nuevo más adelante. En general la mayoría de la gente aprecia el gesto y las buenas intenciones incluso si el objeto en sí no es de su agrado."

"Aprender a no hacerse demasiado problema por las cosas que no está en nuestro poder cambiar, también es un aprendizaje importante en la vida y como dijiste, de lo contrario acabarás frustrándote mucho." Dijo con suavidad.

Escuchó a su tía, siempre tenía algo sabio que decir, y la explicación le pareció coherente. Pero Giselle, por su parte, no sabía cómo ser feliz, qué era lo que quería, y qué era lo que la haría feliz. Tener que ser feliz por un regalo que le harían era demasiada presión. Debía ser feliz para hacer feliz a Tarja. Cualquier adolescente que quiere una mascota y tiene una tía que se la quiere regalar, sería feliz y ya; sin demasiadas explicaciones, sin demasiadas vueltas.

Pero Giselle estaba demasiado anclada y estancada dentro de su propia mente. Pasaba por alto las cosas simples con mucha frecuencia. De todos modos, optó por no manifestar ese pensamiento, y sonrió.

_Si quieres hacerme feliz, y yo quiero hacerte feliz, supongo que puedo aceptar tu regalo y hacernos un bien a ambas -le sonrió-. Es bastante más fácil.

Le daba cierta lástima que Giselle siempre se hiciera tanto problema por cosas que no eran realmente graves o preocupantes. Ella había pasado por lo mismo de chica, y por eso intentaba hacerle entender que no valía la pena ponerse mal por naderías. Claro que también sabía que hasta que a ella no le cayera la ficha por cuenta propia, cualquier advertencia que ella pudiera hacerle sería nula, pero sentía que le debía el intentarlo.

"Te lo hubiera comprado de todas formas y lo sabes bien." Le dijo con una sonrisa cariñosa. "Incluso si hay un riesgo de que un regalo no te termine haciendo feliz, siempre estoy dispuesta a intentarlo..." Había algo de complicidad en la mirada cariñosa que le dirigió.

A Giselle le parecía que su tía era una mujer compleja. Siempre había sentido que tenía una mente basta y profunda, colmada de datos emocionales de diferente índole. Por eso se desconcertaba cuando le escuchaba respuestas simplistas, y soluciones concretas. Parte del desconcierto se debía a que Giselle veía en sí misma esas cualidades, pero no esas capacidades. Le sonrió con gratitud.

Luego recordó otra cosa que quería hablar con ella, de mujer a mujer, pero no se animaba a sacar el tema. La contempló unos instantes en silencio mientras pensaba cómo comenzar a hablar.

Tarja, por su parte, se sentía una persona de lo más simple. Estaba lo suficientemente acomplejada como para no ser capaz de emitir un juicio objetivo sobre su persona. De chica, había tenido problemas de adaptación similares a los de Giselle, y de no tan chica... también. Eso hacía que muchas veces menospreciara sus propias capacidades y prefiriera soluciones simples a problemas complejos para evitar posibles errores. Su padre se lo había dicho demasiadas veces. No era inteligente, tendría que encontrar la manera de atraer a algún hombre que la mantuviera haciendo uso de sus encantos físicos. Eso explicaba en gran medida que se llevara mal con él al punto de mudarse a otro país, y que aún siguiera soltera. Por ese motivo apreciaba tanto las personas que sí tenía en su vida, aquellas que la hacían feliz.

Un ejemplo claro era la calidez interna que sentía al ver la sonrisa de su sobrina, que para ella era mucho más que un simple pariente con el que tratar a veces.

Notó que Giselle la estaba observando y se preguntó si se traería algo entre manos, pero bajó la mirada para no incomodarla sosteniéndosela. No eran tantos los pergaminos que le quedaban por corregir, pensó.

Sabía que podía confiar en su tía, que podría decirle cualquier cosa. Pero por otro lado, había cosas de las que nunca antes habían hablado. Hizo lo que solía hacer cuando se daba cuenta que sus dificultades sociales la estaban bloqueando: hablar sin pensar.

_Hay algo que quiero decirte -sentenció.

Listo. Eso era todo. No le mentiría, y ahora que había iniciado no se echaría atrás. Se relajó un poco, esa había sido la parte más difícil... tomar la decisión de compartir algo con alguien, o seguir guardando todo sola.

Además, necesitaba hablar, ya se estaba volviendo loca de tanto girar los mismos pensamientos en la cabeza.

A pesar de sus habilidad para mantenerse impasible sin importar lo que sus alumnos le dijeran y de su calma habitual, Tarja no pudo esconder la sorpresa en sus ojos a pesar de que se esforzó por sonreír de manera despreocupada. Ellas siempre solían hablar de lo más relajadamente y el anuncio sonaba serio.

Asintió con lentitud una vez pasada la sorpresa, sopesando las posibilidades contra las probabilidades. De haberse tratado de cualquier otra chica, tal vez le hubiera dicho "por favor, dime que no estás embarazada", pero conocía lo suficientemente bien a su sobrina.

"Te escucho." Fue su respuesta. Había hablado con calidez, pero parecía tensa ante la perspectiva de lo que Giselle pudiera decirle, aunque se recordó que, a menudo, las preocupaciones de su sobrina no eran realmente motivo de pánico para los demás.

(("las preocupaciones de su sobrina no eran realmente motivo de pánico para los demás." ¡JAJAJAJAJA! Me morí. Sí, tal cual. Hay que sentarla un cacho y decirle "¿Sabías que tu vida, tal cual es, no sería problemática si no fuera... bueno, tuya?". A veces parece que se sienta y piensa "A ver... ¿por qué puedo hacerme mala sangre hoy?"))

_Tengo un problema adolescente -comenzó, y trató que no se notara el tinte de orgullo que sentía, a fin de cuentas, por más que no le gustara el problema, en un punto le gustaba tener algo en común con otras chicas-. Creo que me gusta un chico. Pero no estoy segura de que me guste. Si me confundo, creo que me gusta, y al final no me gusta... sería un problema. Si me gusta y yo no le gusto, se acabaría la amistad que creo que estamos empezando a tener... y sería un problema. Y si resulta que no me gusta, pero yo sí le gusto también sería un problema.

Dijo todo eso inusualmente rápido, y a medida que hablaba, sus mejillas se ponían coloradas y le daba calor. Finalmente agregó en un susurro:

_Pero el problema principal es que no sé cómo saber si me gusta, porque nunca me gustó nadie.

((Hehehe. ¡Es tal cual! Giselle me hace acordar TANTO a una amiga mía, que no te puedo explicar jaja. Les hace falta una seria dosis de don't worry be happy. =P))

Tarja sonrió. Tener problemas adolescentes era justamente el motivo por el que la habían mandado ahí, de modo que eso del itnercambio parecía estar funcionando finalmente. Intentó mantener la sonrisa bajo control para que no se le convirtiera en algo que pudiera ser malinterpretado como irrespetuoso, como una risa. El alivio de saber que probablemente no fuera algo grave era enorme. Pensó que los padres de ella estarían casi contentos de escuchar que tenía un problema normal.

"Sería experiencia." La corrigió con una sonrisa cuando le dijo que sería un problema si se confundía. La dejó seguir hablando, aún sonriendo con cierta picardía, porque era la primera vez que la escuchaba hablar de chicos como una muchacha normal y estaba demasiado feliz de ver que finalmente estaba consiguiendo algunas de las experiencias de vida que sus padres le habían negado por intentar hacer lo que creían era mejor para ella.

Inmediatamente, pensó en Jackson. Habían salido cuatro meses un par de años atrás. Él había decidido que la relación no era lo que esperaba, ella había mentido diciendo que se sentía igual y había salvado su orgullo. Intentó analizar la situación de manera objetiva. No podía decir que fueran los mejores amigos, pero aún tenían una relación de cuasi amistad cuando Theressa no acapabaraba la atención de alguno o de ambos. Decidió que podía decir lo que pensaba sin ser una hipócrita después de todo.

"El hecho de que te lo estés planteando, ya es una pista." Sugirió. Su expresión aún tenía un dejo de picardía que se traducía en la manera en que sus ojos brillaban. "¿Por qué crees que te gusta?" Como siempre, intentó hacerla pensar un poco.

((Todo sale de algún lado. Tengo una amiga que es más o menos así en cuanto a sus problemas inventados que sólo existen en tu cabeza, solo que mi amiga no es una anti total como Giselle... supongo que el resto de la personalidad del PJ también sale de partes de las cosas que conozco.))

Se relajó al ver la naturalidad de Tarja, y al escuchar que no le preguntaba quién era. Era más fácil hablar en el anonimato, aunque dio por sentado que no le preguntó porque debió darse cuenta de quién se trataba.

_No lo sé. Me agrada su personalidad, como ser humano me atrae de algún modo. Pero nunca he tenido un amigo. No sé dónde está el punto en que una persona te gusta porque es un amigo agradable, o te gusta porque te gusta, de gustar-gustar -"apesto hablando de esto" pensó al escucharse, pero no lo comentó-. Su personalidad parece sólida. Con sus virtudes y defectos parece ser... -gesticuló una especie de bola con las manos para ayudarse a hablar- concreto. Es inteligente, y tiene cierto ideales, que por más que no coincidan siempre con los míos, en su cabeza están... sólidos -repitió. Le hubiera gustado probar otra palabra, pero cuando pensaba en Laz, pensaba en solidez, a veces loca y a veces seria, pero solidez al fin.

((Nada mejor que un buen bricolage para hacer un personaje creíble =P Con Tarja intenté hacer alguien tranquilo y serio, muy distinto a mí, con toques de alguna gente que conocía o tipos de personalidad que nunca había entendido. Algo así como un experimento social controlado para intentar comprender personalidades diametralmente opuestas a la mía al tener que caminar en esos zapatos. ¿Alguna vez usaste la escritura de algún tipo para algo así?))

Ella también se relajó al ver que no había peligro de que tuviera que limpiar algún desastre antes de que llegara a oídos de su hermano.

Escuchó la respuesta de Giselle con expresión pensativa. Asintió un par de veces, en respuesta a las ideas que la explicación le generaba. La solución que ella le veía al tema se le ocurrió enseguida, pero la dejó hablar. Sabía que la catarsis era buena y necesaria a veces.

"Supongo que la diferencia radica en el punto en que empiezas a querer hacer otras cosas con él que discutir ideales..." Dijo con picardía. No se sentía cómoda como para entrar en detalles sobre el tema, pero sabía que su sobrina era una chica despierta como para perderse las implicancias. "O tal vez no puedes concentrarte a pensar en otra cosa por más que lo intentas..." Añadió. Parecía haberlo recordado de repente, como si algo más se lo hubiera traído a colación.

"Cuando alguien te gusta, la aceptación y admiración de esa persona pesan más que la de cualquier otra, incluso más que ciertas leyes y reglas establecidas." Por un momento se perdió en sus pensamientos. "También hay una reacción física constante cuando estás con esa persona... una especie de tensión agradable, como si estuvieras constantemente a la espera de que pase algo más que simple conversación."

Tarja salió de su ensimismamiento y se sintió avergonzada. Le pareció que era una sarta de estupideces dicha por una vieja solterona, pero no se atrevió a tirarse tan abajo frente a ella. "¿Algo de eso suena conocido?"

((Uso la escritura para todo, y todo para la escritura. Cuando hacía teatro la creación de un personaje era crucial, y muchas veces lo creaba en escena, y después escribía más sobre él. Al mismo tiempo, cuando escribía lo iba conociendo y lo actuaba mejor. En la vida cotidiana a veces miro a las personas y automáticamente hago un check list de sus cualidades, buenas y malas, y cuantas de ellas reconocen en sí mismas. Y las que no reconocen que tienen, por qué no las reconocen. Y todo eso me sirve para escribir. Y al mismo tiempo lo que escribo me ayuda a entender. Giselle es muy diferente a mí, pero muy parecida a partes de la vida de personas que conozco))

_Todo, y a la vez nada -respondió cuando su tía terminó de hablar-. Sí pienso en el todo el tiempo, y cuando escucho alguna canción que le gustaría o escucho alguna conversación que a él también le parecería estúpida, pienso en él. Y en mi diciéndole esas cosas. Y en qué podría responderme -bajó un poco la voz-. A veces hasta sonrío de solo imaginarlo -añadió avergonzada-. Pero por otro lado no quiero siquiera imaginarme en que la cosa pase de eso, porque sólo pensar en... besos y cosas... me da unmiedoterrible.

¿Qué parte era la certera? ¿La que deseaba pasar más tiempo con él, o la que le generaba rechazo de sólo imaginar qué podría pasar? Suspiró y miro a su tía en busca de respuestas.