Despierto pero dormido

La mañana del primer día de clases, Olli encontró muy dificil el poder despertarse después de todo lo que había comido la noche anterior en el banquete de bienvenida y de lo cansado que estaba por el viaje en el expreso de Hogwarts.

Se levantó por pura fuerza de voluntad cuando escuchó al último de sus compañeros salir del cuarto para ir al gran salón a desayunar y lo siguió corriendo apenas tirarse encima sus ropas de colegio de cualquier forma y agarrar su mochila al pasar. Ni siquiera se había fijado si tenía adentro los útiles necesarios. Simplemente había salido corriendo con el cerebro todavía embotado y el cuerpo en piloto automático, sin pensar en nada a causa del sueño que le nublaba la mente.

Ollie se sentó en la punta de la mesa de Gryffindor que más cerca le quedaba de la entrada. No era su lugar habitual y no estaba cerca de donde se encontraban sus amigos, pero era la mesa correcta y el lugar donde podía sentarse antes a estar como zombie mientras tomaba su desayuno. Aún así, en lugar de servirse algo para comer, simplemente apoyó los codos en la mesa y su cara en sus manos y se quedó ahí tildado mirando a la nada.

Simon apareció por el Grán Salón bastante tarde, cuando ya la mayoría de los estudiantes estaban por la mitad de su desayuno o bien ya habían terminado. Apenas entrar en el Grán Salón, ubicó la cabeza medio rubia de su hermano inmediatamente menor en la punta de la mesa de Gryffindor e hizo una mueca de desagrado. Entonces se dio cuenta de lo colgado que estaba el muchacho y sonrió ante la posibilidad de molestarlo un poco.

Como quien no quiere la cosa, se acercó por detrás simulando inocencia y al acercarse a Olliver por detrás, desaceleró su paso un poco para golpearle la parte trasera de la cabeza con su mano abierta al pasar junto a él. Entonces, con una risa mal contenida, siguió caminando entre las mesas de Gryffindor y Ravenclaw. Su actitud en un principio había levantado las cejas de algunos de sus amigos, pero al ver el resultado de aquello, los muchachos de Slytherin se rieron.

Para cuando su hermano llegó, Ollie se había quedado dormido con el mentón en la mano y el codo en la mesa. Frente a él, se encontraba un tazón de leche con cereales con forma de ositos de colores y en su otra mano, una enorme cuchara sopera descansaba sobre la mesa, sin haber sido usada. El cansancio le había ganado antes de que hubiera podido comenzar a desayunar y los ositos ya se estaban poniendo babosos dentro de la leche.

El golpe en la nuca lo hizo caerse hacia adelante y estuvo a pocos centímetros de meter su cara en el plato de leche. El tazón de cereal se volcó a causa del movimiento brusco, salpicándole la túnica y derramándose sobre la mesa para luego chorrear por ésta hasta caer en el largo banco de la mesa de Gryffindor y el regazo de Ollie. Todavía medio dormido, se levantó dando un respingo y no tardó en darse cuenta de lo que acababa de suceder. Enfurecido, se volvió hacia su hermano con la varita en la mano y le apuntó con ésta a la cara. "¡Simon pedazo de imbécil! ¿¡Cómo te atreves!?" Vociferó el muchacho molesto, dividido entre la necesidad de secarse las ropas y de desfigurarle el rostro a su hermano. Para colmo de males, podía oír al resto de la mesa de Slytherin y a algunos otros alumnos de las otras casas riéndose de su desgracia. -Qué manera de mierda de empezar un día- Pensó frustrado. Los dientes apretados juntos y las manos en puños (uno de ellos cerrado sobre la varita) mientras buscaba el hechizo correcto para atacarlo.

Simon rió más fuerte al oír la queja de su hermano menor, pero siguió caminando como si no le importara. Se llevaba bien con la mayoría de sus hermanos, pero también la mayoría de ellos estaban en la casa correcta. Desde que Ollie había sido aceptado en Gryffindor, ese tipo de ataques sorpresivos habían sido habituales por parte de Simon. No era algo personal, pero en una familia tan numerosa, la competencia entre los hermanos para conseguir la atención de los padres era moneda corriente y Simon siempre había sido un muchacho especialmente competitivo.

Apretó los puños molesto y la mandíbula también, grindeando los dientes de arriba contra los de abajo a causa de la furia. Detestaba cuando su hermano le hacía ese tipo de cosas y habitualmente buscaba la manera de vengarse, pero en ese momento se sentía tan humillado que no le bastó con saber que en algún momento se la devolvería, quería matarlo.

Sin embargo, era lo suficientemente responsable como para tirársele encima y perder puntos para su casa y sabía que su hermano era más grande y le rompería toda la cara si se iban a las manos. "Ya vas a ver!" Le gritó molesto. "Cuando menos lo esperes!!" Le dijo antes de sentarse a intentar quitarse el cereal y la leche de la ropa. No sabía el hechizo adecuado, así que se la pasó jugando con la varita.

El chico nuevo estaba sentado en frente de él cuando sucedió eso. Hubiera hecho algo al respecto pero estaba intentando no llamar demasiado la atención sobre su persona. No quería comenzar con el pie izquierdo. Estaba lo suficientemente deprimido después de la muerte de sus padres adoptivos como para querer que a demás, lo molestaran en la escuela.

"Es un idiota. No le prestes atención. No vale la pena." Le dijo en voz baja. Luego estiró las manos y conjuró un hechizo para limpiarle la ropa. En Salem les enseñaban a hacer magia sin varita desde primer año ya que los magos americanos no usaban varitas hacía muchos años. "Mejor?" Preguntó con una sonrisa que dejó ver sus dientes muy blancos.

Ollie levantó la vista para ver quien le hablaba y se sorprendió de encontrar ahí al chico nuevo, ese que no hablaba con nadie y tenía siempre pinta de deprimido. Entonces volvió a bajar la mirada para verse la ropa. "Sí. Muchas gracias." Le dijo con una sonrisa agradecida. Ollie era un poco tímido a veces, pero se compensaba con el entusiasmo de la juventud y las hormonas.

"Es mi hermano..." Dijo como explicación sobre por qué lo molestaba tanto y era tan estúpido.

"Por nada. Me pareció re injusto lo que te hizo." Le dijo frunciendo el ceño.

Mike sintió como si le acabaran de tirar encima un balde de agua fría. "Oh... eh... yo... lo siento mucho..." Se disculpó tontamete y luego retrocedió un par de pasos. "Disculpa..." Dijo y se marchó a la otra punta de la mesa sintiéndose un completo idiota.