Responsabilidad filial

Keren había vivido una vida difícil. Siempre en una caravana, listos a salir corriendo y desaparecerse a otra locación si los hombres encapuchados del priorato con los que se juntaba su padre aparecían para decirles que ya no estaban más a salvo en su residencia, había recorrido gran parte del Reino Unido escapando de vaya uno a saber qué, porque los adultos de la familia se negaban a decírselo. De este modo, su infancia fue un sin fin de carencias, discriminación racial, secretos familiares y la desagradable sensación de que a nadie realmente le importaba más allá de lo que pudiera hacer por La Familia, con mayúscula, como si de una mafia se tratara. 

El ambiente poco cariñoso y la vida fracturada que había llevado durante años, había convertido a Keren en una muchacha introvertida, poco sociable y bastante gruñona a decir verdad. Eso sin mencionar el cinismo incipiente en ella y el carácter hosco y huraño con que bendecía a los demás. Resentida con la vida, pensaba que sabía mucho del mundo "jodido" en el que le tocó vivir y se creía que no había nada que pudiera sorprenderla. Estaba a punto de saberse equivocada.

El día anterior, una lechuza de su casa la había puesto al tanto de la muerte de su hermano mayor, el único miembro de su familia con el que más o menos tenía un trato remotamente cariñoso, y una citación que enviaban por duplicado al Director de la escuela, pidiendo que se presentara en su casa de inmediato. 

El director arregló las cosas para que ella usara un viejo zoquete como traslador y, a primera hora de la mañana del viernes, Ker se encontraba en la pequeña cocina de la caravana donde vivían sus padres en medio de lo que parecía ser una reunión bastante seria. Había un par de hombres del Priorato hablando con su padre y un vecino que a menudo se habían cruzado en sus viajes. Al hombre lo tenía de vista, pero, lo que no recordaba, es que cursaba el mismo año que su hijo en Hogwarts. Nunca le había puesto atención a los Puffies. 

Nadie pareció notar su presencia. Ni la saludaron ni nada. La conversación continuó acalorada como venía y, aparentemente, se trataba sobre si alguienes eran o no demasiado jóvenes para algo. Se sentó junto a su madre en silencio y ésta la ignoró por completo, absorta en oír la discusión. Ella, con los ojos hinchados y enrojecidos por el llanto pero una expresión dura en el rostro, hizo lo mismo, pensando que la habían sacado del colegio, haciéndole perder las clases del día para nada... porque ahí estaba como un adorno, como siempre.

Daniel se encontraba sentado al lado de su padre algo compactado en su propia silla con ambas manos sobre su regazo y la vista perdida en el piso escuchando la conversación que hablaba de su futuro. Él había llegado antes de Hogwarts y ya estaba al tanto de todo lo que sucedía. De todas maneras todo se estaba acomodando aún en su cabeza aturdida.

Sus ojos estaban algo rojizos, indicio de que no había tenido una buena noche. Su hermana, un gran símbolo en su familia, era la flor de todos, flor que de un día al otro había sido arrancada de raíz develando con ello un secreto del cual nunca hubiese imaginado su magnitud. La consternación de sus padres que siempre los habían protegido con tanta diligencia. Él siempre había sido relegado a un segundo plano, lugar que nunca le molestó ocupar pero ahora todo cambiaba. Su mente práctica ordenaba la información y le daba una estabilidad que otro no hubiese imaginado en un momento tal.

Casi nadie la percibió a Keren entrar en la habitación salvo él que con respeto levantaba sus ojos a quién, de ahora en adelante probablemente fuese su futura esposa. Siempre la había observado a la distancia, en las reuniones de la familia, en las clases en Hogwarts y ahora todo parecía casi irreal.

"¿Qué propones que hagamos?" elevó la voz enfadado su padre y Daniel volvió a bajar la mirada. "Ya perdimos a los mayores" suspiró con enojo "Sólo quedan ellos. Estén listos o no. No hay tiempo" volvió a alzar la voz.

La muchacha no prestaba atención a nada de lo que sucedía. Oía las palabras pero no las escuchaba. Le estaban haciendo perder el tiempo que podría haber aprovechado intentando concentrarse en los estudios, por difícil que fuera dada la mala noticia que acababa de recibir. La vez anterior en que había sido convocada a una reunión semejante había sido tras la noticia de la muerte de su hermana mayor, la primogénita de sus padres, que había partido en un viaje por el mundo con su novio tras egresar de Hogwarts y perecido en el camino, hasta donde ella tenía entendido. En ese momento había sido muy pequeña para comprender, y ahora apenas si prestaba atención, pero las palabras le llegaban como a través de una espesa niebla que no la dejaba inferir, ni mucho menos comprender, la magnitud de lo que estaba sucediendo y los cambios que eso acarrearía en su vida. 

"Con más razón. Si los mayores no pudieron defenderse, incluso contando con la protección del Priorato, ¿cómo piensas que unos niños que ni acaban la secundaria serán capaces de sobrevivir?" Le preguntó el padre de ella igualmente alterado. Él también parecía tener los ojos enrojecidos. Años atrás, había perdido a su hija y ahora perdía también al varón y a su pequeño nieto, que había sido la esperanza de su vida. La familia entera ya no tenía más lugar para el dolor y Keren era un fiel reflejo de ello. Su mente se negaba a participar. Una parte de ésta comprendía que estaban haciendo alusión a ella, pero no se sentía como si nada pudiera afectarle. Era como si sus sentimientos hubieran sido apagados y sólo quedara un enorme vacío de dolor en su interior. 

Levantó la vista brevemente, en cuanto más o menos comprendió de lo que se estaba hablando pero su madre no respondió a su pregunta silenciosa. Luego recorrió la sala en busca de alguna otra respuesta y sintió más que nunca la ausencia de los cálidos ojos marrones de su hermano. En su lugar, encontró a un compañero de curso que le parecía especialmente tonto. Hizo una mueca y apartó la vista antes de que se cruzaran sus miradas. Se sentía irritada pero aún no caía.

Le resultó llamativa la hosquedad de la chica, eso le generaba curiosidad.

Su padre hombre inspiró profundamente, calmandose y mostrando repentina templanza "Porque así está escrito" dijo con firmeza. "Debemos dejarlos cumplir con su destino. Nuestras casas no son seguras y hoy por hoy nuestros refugios tampoco."

Daniel volteó la vista a su padre, esos momentos de gran firmeza siempre lo habían inspirado. Volvió la vista nuevamente hacia Keren, no parecía estar procesando todo esto bien.

En algún punto de la conversación, el que su padre hablara de su educación, tema en el que Keren venía pensando, pareció llegarle de manera más clara y pestañeó como si despertara de una larga introspección... a medias. Una parte de su cerebro acababa de comprender que querían sacarla del colegio y lanzarla a un mundo de más corridas y escapadas. ¿Acaso era eso lo que sus hermanos habían estado haciendo en el momento de su muerte? Se preguntó. 

Sin darse cuenta de lo que había hecho, Keren se había puesto de pie y avanzado un par de pasos hacia su padre y el otro hombre que discutía en una tremenda falta de respeto. Su madre había intentado retenerla pero había tardado en reaccionar, demasiado acostumbrada a la inacción. 

"Hogwarts es el lugar más seguro del mundo." Dijo con una firmeza que la caracterizaba tanto en las clases, como le era desconocida en el machista ambiente familiar en que vivían. "Al menos lo suficientemente seguro como para terminar de aprender los hechizos de defensa avanzada en la currícula de este año." Continuó como si tuviera derecho, haciendo aún más patente su desubicación. Pero era su vida y, costumbres familiares o no, Keren no era el tipo de persona que se sentaba a ver cómo otros decidían hacer y deshacer con ella. Nada la apasionaba de la vida o del mundo pero no tenía el menor apuro en morirse. De hecho, lo único con lo que soñaba desde pequeña era un empleo fijo y una vida donde no tuviera que mudarse cada dos por tres.

El padre de ella la miró azorado, como si no creyera lo que acababa de ver y luego le propinó una buena bofetada que la hizo caer de rodillas. Luego pasó a disculparse profusamente con el padre de Daniel y los hombres del priorato, diciendo todo tipo de cosas sobre su hija como que era una deshonra para la familia y demás. Ella le dedicó una mirada asesina desde el suelo durante apenas un segundo y luego bajó la cabeza, sosteniéndose con las manos el lugar del golpe, que de seguro dejaría marca.

La sorpresa de todo el grupo familiar fue notoria, la madre de Daniel abría los ojos ofendida hasta la médula de la reacción de la jovencita, el padre lograba tomar un color rojizo en el rostro apretando los dientes y Daniel subía los hombros en tensión y abría los ojos alarmado y asombrado de tal muestra de valía por parte de la chica con el perfil tan bajo como él conocía.

El padre de Daniel lanzó una mirada al padre de Keren que pareció ser el puntapié inicial de aquella bofetada. Daniel se levantó instintivamente de su asiento pero no logró atinar a hacer ningún paso hacia ella cuando fue conciente de su propia reacción. Su padre le puso una mano sobre el hombro a su hijo y poniendo presión lo obligó a sentarse nuevamente sin siquiera dirigirle la mirada. Daniel no quitó la vista Keren aún sabiendo que lo que hacía indicaba una falta de respeto en el ambiente.

"Aunque no me agrada tu hija sirvo a una ley mayor y creo que ambos deben tomar las responsabilidades que el destino les entregó en sus manos." dijo con voz calma dirgiéndose exclusivamente al hombre que tenía en frente. Sabía que con ese comportamiento esa chica no podía ir lejos en el círculo tan lleno de reglas en que estaban inmersos.

Keren temblaba como una hoja. Era difícil saber si se trataba de la vergüenza que finalmente caía sobre ella al darse cuenta de la falta cometida o de la ira que sacudía su interior ardiendo como un fuego. Se negaba a que le ordenaran un destino distinto que el que ella misma había trazado para sí. Había visto lo suficiente del mundo como para jurar que jamás tendría hijos y ahora que su hermano, cuñada y sobrino estaban muertos... 

Los movimientos de aquellos a su alrededor no se le escaparon, pero desde que finalmente consiguió bajar la vista, se quedó inmóvil en el lugar del suelo en que había aterrizado de rodillas. Una mano le cubría la mejilla y la otra, en el suelo, la mantenía en posición. Sintió el impulso de correr hacia la puerta y desaparecer, pero estaba segura de que habría más hombres del priorato afuera y que no podría llegar a hacer ni dos metros sin que la sujetaran. Balbuceó unas palabras de disculpa que nadie pareció oír.

"Desearía tener algo mejor que ofrecer, por el futuro de toda la humanidad, pero lamentablemente mi mujer ya no está en edad de concebir..." Claro que todavía le quedaba un varón pero no había con quién emparejarlo, con el faltante de mujeres que tenían en las últimas generaciones las familias de sangre pura como ellos. Los descendientes directos. 

Entonces, el hombre que hasta ese momento se había deshecho en disculpas, pareció tener una revelación. "Llevo toda una vida intentando inculcarle modales a esa mocosa, pero los designios del destino son incomprensibles a nuestros ojos. Tal vez una mujer con carácter de hombre pueda aumentar las posibilidades de supervivencia." Opinó con vergüenza. No era una opinión bien vista, pero la idea había tenido sentido para él por un momento. Después de todo, el problema había sido que la madre, en su intento por ayudar había aminorado la marcha y entorpecido la defensa de su nieto, el heredero.

"Acepto tus disculpas." dijo con serenidad y severidad el padre de Daniel. "Ahora tenemos otros planes que trazar y dar los pocos consejos y conocimientos que el tiempo nos permite." Miró con desprecio a Keren sopesando las palabras del padre sobre su caracter, esto la hacía aún menos deseada en el linaje pero él era un hombre que no cuestionaba y seguía con firmeza las reglas. "Si así tiene que ser que sea" aún mirándola a la chica en el suelo. "Es conveniente que las mujeres se retiren de la habitación para que hablemos con ellos a solas" él no iba a hechar a ambas familias en una casa que no era suya.

Daniel observaba con preocupación a Keren. Se preguntaba cómo podría manejar la situación con ella, tan poco paciente y atrevida. Cómo ella podría y sería, de ahora en más su mujer con quién debería forzar la continuidad de la rama de un linaje.

El padre de Keren asintió y se pasó una mano por el rostro cansado. Él todavía tenía que encontrar alguna otra familia del linaje en la que poder ubicar a su último hijo varón, un año mayor que Keren, para luego unirse al priorato como custodio de los hijos de otros o, tal vez, de los antiguos códices y sabiduría, tal era el destino de los hombres después de que hubieran entregado a todos sus hijos. Su mujer, en cambio, había muy poco que podía hacer después de que los niños fueran mayores. Tal vez servir en la cocina, si tenía suerte. 

El hombre se había tomado un segundo en su momento para dirigirle una mirada de asco a su hija pero ahora se concentraba en la conversación. Ya tendría oportunidad de "hablar" con ella más tarde y recordarle cómo debían ser las cosas y cómo más le valía que fueran en lo sucesivo. 

Con un gesto de la mano del señor de la casa, las mujeres y demás miembros no involucrados de la familia se retiraron, cerrando la puerta tras ellos. 

"Ya siéntate como corresponde, mujer!" Increpó a su hija al órden. "Aunque la tarea esté por encima tuyo, lo menos que puedes hacer es dar lo mejor de ti en adelante y rogar ser perdonada con tiempo..." Ésta se apresuró a obedecer, tomando asiento junto a Daniel pero, aunque mantenía la mirada baja, sus ojos ardían con el fuego de quien está determinado a hacer las cosas lo más difíciles posible. 

"El priorato les asignará dos custodios en caso de que lo necesiten, como siempre, pero ¿dónde ocultarlos?" Preguntose el hombre que revisaba los mapas de los escondites seguros del Priorato que estaba extendido sobre la mesa. Los lugares donde habían muertos sus otros dos hijos estaban marcados, al igual que otros sitios inseguros de los que tenían conocimiento. El solo pensar en tener que enseñar por tercera vez cómo contactar a la gente del priorato en caso de necesitar custodios lo agotaba mentalmente. Le dolía el alma y se sentía viejo. No le bastaba con perder dos hijos y un nieto, a demás tenía que ser deshonrado por su hija, avergonzado en frente de la comunidad de esa manera... era el peor día de su vida.

Aprovechando la distracción, Keren espió de reojo al muchacho que tenía al lado y lo reconoció como uno de sus compañeros de clase. Era un chico demasiado endeble para su gusto. Dudaba que pudiera sobrevivir en el desierto o algún otro lugar extremo si se diera el caso, mucho menos protegerla a ella. Por todos lados, sentía que aquello era una condena a muerte inevitable.

Observó marcharse a su propia familia sin dirigirles la mirada, ellos eran más un grupo con un fin común antes que una familia bajo la concepción común del término. Esperó a que la última persona se hubiese retirado de la sala con la mirada severa perdida en el frente meditando las opciones.

"Tenemos que esconderlos, los oscuros ya conocen sus rostros. Lo óptimo sería enviarlos a lugares donde menos piensen en buscar y creo que eso sería en terrenos peligrosos" dijo con firmeza. "Es mucho arriesgar pero en ese caso sería poco lo que deberíamos preocuparnos de que los atrapen"

Volvió la vista hacia ambos chicos, sentados uno al lado del otro. Daniel miraba atento a ambos dirigentes y la chica mantenía la cabeza baja. Le resultaba como un perro rabioso. "¿La chica está al tanto de todo?" dijo mirándola con severidad y luego al padre de la misma.

La cabeza de la otra familia, en lugar de mirar a los suyos, observaba a los jóvenes, pensativo y preocupado. Su cabello encaneció rápidamente en cuestión de segundos, puesto que el metamorfomago no controlaba sus habilidades cuando se encontraba bajo tanto estrés y, concentrado en que su rostro no delatara la totalidad de sus sentimientos, su cabello había encontrado la manera de expresarlo. Desafortunadamente para él, ninguno de sus descendientes había heredado el gen de cambiar de apariencia a voluntad. El que ahora tenía cabello blanco, sopesó las palabras de su pariente lejano. 

"No te comprendo, hermano mío. ¿Sugieres que los enviemos a infiltrar uno de los grupos que defienden la pureza de la sangre?" Preguntó confundido el hombre. Antes de eso, había pensado en enviarlos al desierto, en medio oriente, junto con algunos otros parientes lejanos que tomaban refugio en unas cuevas, una de las tantas sedes secretas del priorato. Al menos entre varios núcleos familiares como ellos estarían más seguros con el doble de personas para defenderse... pero en caso de ser descubiertos y perder, se perderían dos linajes, no uno y por eso había descartado la opción de inmediato. "¿O acaso que regresen a la cuna de nuestros linajes?" ((Pensé que por ahí si andaban cazando sangres sucias tenían que "matar"  y cuidarse las espaldas y eso los ponía un poco en situación hunger games XD pero acepto sugerencias. Yo tampoco entendí al viejo de Dan.))

"Está al tanto de que, como sus hermanos, es ahora su turno de cumplir con su deber para con esta familia y hacer lo que sea necesario por asegurar la supervivencia del linaje Merovingio hasta que llegue el elegido." Respondió con tranquilidad aparente, seguro de que aunque no lo estuviera mirando, Keren le estaría prestando atención y, al menos con esas palabras acababa de ponerla al tanto de la situación que le había ocultado durante años, no por proteger su inocencia, sino más bien porque dado el carácter impredecible e impulsivo de la chica, su padre había temido que intentara escapar de la casa o el colegio de haberse enterado antes. No quería confesar eso antes los invitados y por eso había elegido la manera solapada de informarla. Sabía que aunque fuera rebelde, tonta no era, así que a buen entendedor...

Y Keren era excelente entendiendo. Comprendió finalmente que no tenía escapatoria de momento. Sus manos, en el regazo, se tensaron estrujando con fuerza la tela del gastado vestido verde y marrón que llevaba puesto. Le llegaba a los tobillos y cubría su cuerpo casi por completo, incluso debajo de la túnica gris que tenía puesta. Volvió a espiar al muchacho de reojo. Sintió que tenían los roles revertidos. Ella, con el fuego necesario para defender a quien hiciera falta y liderar una nación y él, tranquilo y sumiso acatando mansamente las órdenes de La Familia. Se sintió traicionada por la vida por haberla hecho nacer mujer en esa familia pero, con un esfuerzo consciente, logró relajar las manos y soltar la tela de su ropa, que alisó discretamente. 

"Sus hermanos la han estado instruyendo en el arte de preparar trampas y venenos como pasatiempo. ¿Qué habilidades de ataque tiene el chico?" Preguntó desde su lado. 

Keren suprimió una sonrisa orgullosa. Sus hermanos le habían enseñado mucho más que eso. Podía lanzar cuchillos como nadie.

Quedó establecido que Daniel tenía la habilidad de los encantamientos y una fuerza física importante en caso de quedar desarmado. Se defendía con cierto problema en las artes del ataque pero no era en lo absoluto torpe, con tiempo de práctica había llegado a ser bastante decente.

Los padres discutieron varios temas de organización y tácticas de viaje, convinieron en que los harían ocultarse con los parientes lejanos y les informaron con rapidez de técnicas de supervivencia. En un momento el padre alejó a Daniel para dejarle en claro lo más importante de su misión, embarazar y proteger a esa mujer y su descendencia con la vida y si podía más allá de eso también. Sintió presión en el estómago y en la garganta pero supo que era para eso que había nacido y por un instante se sintió pequeño ante semejante responsabilidad.

Lo devolvió junto a la chica y Daniel dirigió una mirada amable a ella con una pequeña sonrisa. "Are you ready?" le dijo con suavidad tranquilizadora.

El padre de Keren no pudo especificar demasiado sobre las habilidades de su hija en el colegio, porque tan pendiente de los hermanos mayores, a ella nunca le había prestado demasiada atención por tener cosas más importantes de qué ocuparse. Firmaba los boletines sin mirar casi las notas. Le bastaba con que estuviera todo aprobado. Eso tampoco quería que lo supiera su congénere.

Después de la charla sobre el itinerario que se esperaba de ellos y las mejores maneras de mantenerse con vida y procurarse el alimento en lugares desérticos, el hombre aprovechó que Daniel y su padre hablaban a parte para volver a regañar a su hija y recordarle que ese tipo de actitudes le costarían la vida, que en lo sucesivo debía ser una mujer obediente de su pareja asignada y hacer lo posible por continuar con la línea de los Merovingios, que esa era la única manera de limpiar la mancha con que había mancillado la familia durante años.

Ella se comportó durante toda la charla, asintiendo periódicamente pero la verdad es que no escuchaba del todo. Había entrado en piloto automático porque ante el shock de un cambio de vida semejante de la noche a la mañana, le había surgido el instinto de salir corriendo y, una vez suprimido éste, ya no quedaba nada más dentro de ella para sostenerla. Se sentía vacía y muerta de antemano. 

Antes de terminar de digerir lo que había escuchado sobre sus órdenes, el muchacho se sentó junto a ella y le dirigió la palabra. Keren todavía estaba demasiado aturdida como para pensar y continuó andando en piloto automático. En otras condiciones hubiera preguntado si no podía traer cosas de su colegio que necesitaría, cosas que estaban en su baúl, o tomarse unos minutos para hacer las maletas o despedirse, pero no podía articular palabra. Apenas logró asentir en respuesta a la pregunta de Daniel. 

Entonces su padre abrió la puerta de un pequeño armario y le entregó un morral a su hija. Ella no sabía ni qué contenía, pero sus hermanos habían marchado con unos iguales. Era el momento de las despedidas, pero el hombre se negó a hablar con ella o permitir que su mujer lo hiciera con la excusa de que se había portado de manera que no merecía ser llamada su hija, que de no ser por los asuntos del linaje, para él estaba muerta por haber hablado a destiempo y desconocer su lugar. 

Ella no respondió ni protestó. De haber podido salir del piloto automático seguramente hubiera entrado en un estado de histeria e intentado violentarse contra todo el mundo. Asintió y se colocó el morral en silencio, luego le echó una mirada a Daniel para ver si estaba listo. En ese momento detestaba tanto a su familia que casi prefería la idea de quedarse a solas con el desconocido.

Pese a lo poco que conocía a la chica, Daniel tenía la capacidad de la empatía que era algo que su padre no consideraba una habilidad sino un problema. Comprendió casi de manera instantánea que Keren estaba actuando en piloto automático o mínimamente no estaba del todo concentrada en la reunión. "Do you want take something?" dijo intentando dar significado a sus palabras, que ella pudiese notar que no simplemente las decía por cortesía sino por un genuino interés. Estaba levemente preocupado por ella pero sabía que podía defenderse en esa situación. Prefirió no tocarla, imaginó que ella estaría demasiado alterada siquiera para un roce que llame su atención a la realidad.

Daniel quiso defender a Keren cuando fue acusada de esa manera, sabía que era comprensible que actuara de ese modo, ambos estaban asustados a muerte con los precedentes de toda la misión con sus hermanos y estar al tanto de todo de manera tan repentina. "Sir" dijo en un tono firme pero educado "I'm sure I can handle this" sus palabras dejaron en duda si intentaba frenar el ataque a su compañera o si quería dejar tranquilos a ambos padres con la confianza que se tenía a sí mismo. Su tono pacífico inclinaban la balanza muy levemente a la última opción pero no con la suficiente firmeza. "Now, where is our Translator?"

Keren tragó saliva al escuchar esas palabras. La oferta la llevó de regreso a la realidad, pero la magnitud del cambio que estaba a punto de suceder en su vida fue tal, que el miedo le paralizó cualquier instinto asesino. En lugar de eso levantó la vista hacia Daniel y buscó su mirada con los ojos muy abiertos, tal vez de sorpresa, tal vez de toda la situación haciéndola sentir adrenalínica y al borde de sus nervios. Sí, aquello también había sido una enorme quiebre de las reglas, por lo que se apresuró a bajar la mirada y asentir. El padre quiso protestar pero ella se había vuelto a reacomodar en el lugar que le correspondía y se limitó a apretar la mandíbula con furia contenida.

Acto seguido se levantó y anduvo rápidamente hacia el pequeño armario de donde su padre había sacado el morral y se metió entera dentro. Como todo el trailer, el armario tenía su capacidad aumentada con magia. Era casi una habitación entera de depósito y la muchacha revolvió dentro de un arcón en particular, metiendo cosas dentro del morralcito sin cuidado, aunque algunas las había tenido que reducir de tamaño para que entraran. Eran más que nada cosas útiles como un kit de pociones básicas, el equivalente a un kit de primeros auxilios, algunos libros de hechizos, pociones y herbología, un rollo entero de pergamino, un manojo de plumas estrujadas, un tintero de tapa a rosca, kit básico de costura y algunas otras cosas por el estilo, incluyendo la vieja barredora 3  de su hermano.

Mientras guardaba todo en un estado de desesperación que la hacía parecer casi una mujer loca, en un segundo plano que no pensaba en prepararse para un viaje, recapitulaba las palabras que Daniel había dicho a los padres de ambos mientras ella entraba en el armario. Por una fracción de segundo pensó que tal vez tenía lo que se requería después de todo, pero eso estaba por verse. 

Salió del armario bastante más calmada. Tal vez todo ese apuro y actividad le habían servido para descargar la energía que tenía contenida y su padre pensó que el muchacho lo había hecho a propósito para que así fuera. Le dio bronca para con el chico que se le ocurriera una técnica de manejar a su hija que a él jamás se le había ocurrido. 

"I'm ready." Respondió bastante tarde a la pregunta que le habían hecho varios minutos atrás. 

Ante la pregunta de Daniel, el padre de Keren señaló una cuchara vieja sobre la mesa del trailer. "Cuando brille pueden tomarlo. Los llevará a un lugar seguro." Explicó aunque era solo la primera parada en el viaje de ellos. "Si llegaran a necesitar protección..." Estiró la mano y le dió un medallón al muchacho sin ninguna explicación. De alguna manera se suponía que convocaba a los dos guardaespaldas que les tocaban por cortesía del priorato, que tanto "cuidaba" como mandaba y obligaba.

Tomó nota de que esa frase hacía tranquilizado en apariencia las aguas no dándole lugar al padre de Keren a reaccionar de manera negativa o seguir violentándose pero de alguna manera algo no había funcionado del todo bien ya que aún notaba algún tipo de tensión en el hombre. Clavó la vista calma y sincera en ambos progenitores y el ambiente quedó levemente estático. No analizaba en exceso lo que sucedía mas lo sentía e intuía.

Él ya contaba con todo lo que necesitaba en un morral que se había encontrado en sus pies todo el tiempo. "No pierdas de vista eso" dijo con severidad su padre refiriéndose al bolso. "No. Lo sé" dijo haciendo que el morral flotara unos centímetros hasta que tomó la tira para colgarla atravesada. Volvió la vista a su compañera.

Estiró su mano con cuidado y de manera ceremoniosa para tomar el medallón y colgarla de su cuello metiendolo debajo de su ropa. Sentía ahora como la vena en el cuello le latía con fuerza casi en una sensación de que no podía oír sus pensamientos. Se preguntaba como harían para sobrevivir y rogaba al destino protección que no lo hiciera enfrentarse a muerte con ningún enemigo. Nunca había matado y no se creía capaz de hacerlo. Ese sentimiento no podía confesarlo allí cuando podía generar un problema aún mayor, lo único que sabía es que debía defender a Keren y lo haría a su manera y bajo sus consecuencias.

Volteó hacia ella. "Come" dijo siguiendo camino hacia la cuchara y mirandola fijamente sintiendo que empezaba a sudar levemente con la idea de que el objeto comenzara a brillar.

Esperó unos pocos segundos e inmediatamente comenzó a brillar. Inspiró profundamente algo nervioso pero manteniendo la templanza. Tomó la mano de Keren con suavidad, su mano levemente húmeda pero cálida y tomó el objeto en sus manos sintiendo rápidamente el tirón en el estómago.

Keren no tenía idea si lo que había en el morral era útil, digno de ser cuidado o si había metido cosas repetidas. Lo que sí sabía era que seguiría el consejo del padre de Daniel a muerte. Era lo único que se sentía real, lo único a lo que aferrarse en ese momento por un poco de consuelo. 

Le pareció que, a pesar de todo lo que había dicho en su contra, el padre de su compañero era mucho mejor padre que el suyo y sintió cierta envidia por no haber tenido mejor suerte en el reparto. De haberse sentido un poco más querida y valorada, de seguro no hubiera sido tan rebelde a esa edad. 

Miró el medallón con cierta curiosidad, pero no dijo nada y volvió a bajar la mirada, esperando que Daniel supiera qué hacer con eso cuando hiciera falta, porque ella no tenía ni idea de cómo funcionaba la cosa... o si realmente funcionaba. 

El que su padre no hubiera querido despedirse de ella ni permitirle ver a su madre una última vez la hizo sentirse tan resentida que no dudó en obedecer a su nuevo compañero y acercarse a la mesa donde estaba la cuchara. No tenía apuro por empezar a correr por su vida como una desposeída, pero ciertamente quería irse de allí cuanto antes, lejos de las miradas y los juicios de aquellos que le habían ocultado información vital toda su vida, esa que ahora necesitaría para sobrevivir.

Apretó la mano del muchacho con fuerza, por haber encontrado algo nuevo a lo que aferrarse a demás del concepto del morral, más que el objeto en sí y, unos momentos más tarde, sintió el inicio del tirón en el estómago. Si iba a darse vuelta y ver la casa donde había crecido una última vez ese era el momento. Pero el momento llegó y pasó con la vista de Keren en la cuchara. 

Al segundo siguiente, se encontraban viajando demasiado rápido como para que ella comprendiera lo que sucedía o pudiera reconocer nada. Era solo la primera etapa del viaje, pero aún así era larguísima. Tardaron más de lo que ella jamás había viajado en translador en caer en la cima de un acantilado junto al mar. El helado viento de Escocia golpeándoles los rostros. Un translador no podía sacarlos del país, en ese caso el Reino Unido... De seguro tendrían una casa segura donde descansar y ponerse al día en la lectura de las profecías y códices antes de seguir camino por mar hasta cruzar a tierra... en dirección Este, siempre Este.

Ella cayó al suelo en manos y rodillas, sin nada de gracia como quienes tenían práctica en el uso de trasladores. Se puso de pie azorada, giró sobre sí mirando la enorme extensión de mar frente a ellos y la tierra que iba bajando lentamente detrás. El lugar se sentía tan solitario que en lugar de sentir paz como siempre que estaba a solas, sintió angustia. El viento era fuertísimo y helado, húmedo con sal y agua marinas y Keren se abrazó para conservar calor. Realmente esperaba que hubiera ropa de abrigo en ese bolso.

Cuando se hubo recompuesto del shock, miró a su compañero como esperando indicaciones. De seguro si alguien sabía en qué dirección se encontraba el refugio de los monjes del priorato, debía ser él. Quería agradecerle por lo que había hecho e intentado hacer por ella en la casa, pero no encontró las palabras y se maldijo por cobarde. Al menos se sentía segura de que él no reaccionaría tan mal como su padre si osaba mirarlo a los ojos.

Buscó con su mano libre su varita en el estuche de cuero prendido en su torso. Llegó a temer la llegada y abrazó a la chica pasando su brazo y su cuello por detrás de ella para tener mejor visión del terreno. "Take your wand" dijo con firmeza en el tono.

Llegó a desviar la caída para no hacerlo sobre ella. Comprobó que el terreno era seguro tras un rápido vistazo. Volvió la vista hacia ella y la encontró mirando sorpresivamente hacia él. No era parte de lo reglamentario que ella lo mirara directamente pero eso le hacía no sentirse solo. Le devolvió el gesto con una mirada cálida. "Parece que no hay nadie". Sintió el frío en el cuerpo y a sal en el aire, la desolación se hizo tangible. Supo que debían mantenerse en movimiento. Se levantó y le ofreció una mano para que ella hiciera lo pertinente. Con otro vistazo al acantilado y a la rocas que estaban alrededor pudo ubicarse. "No sueltes tu varita"

Ella, aún en estado de shock, no había reaccionado a tomar su varita, pero en cuanto Daniel se lo recordó, la sacó del bolsillo. Su mano apretaba con fuerza el mango en busca de seguridad. La tenía extendida delante de ella, mientras que su mente repasaba una lista de hechizos útiles. En ese momento agradeció que el muchacho hubiera sido instruido por más que ella hubiera sido dejada a ciegas. Al menos alguien tendría idea de hacia dónde ir... ¿la tendría realmente? se preguntó luego, sus ojos aún escrutando los alrededores. 

Su cabeza carburaba para llenar la falta de información con deducciones. Estaban cerca del mar, no se podía salir del país con magia... de seguro en algún momento intentarían cruzar esa expansión de agua pero ¿hacia el norte donde siempre hacía frío o hacia el este imposiblemente lejano y caluroso?

"O saben hacer hechizos desilusionadores" Respondió ella aceptando la mano de él para ponerse en pie, porque aún le quemaba el resentimiento contra su padre que la había acusado de ser tan inútil que era incapaz siquiera de aparentar ser incapaz.

Asintió cuando él le dijo eso y entonces su mente recordó la clase de defensa contra las artes oscuras. "Hominis Revelio" Dijo haciendo una floritura que abarcaba gran parte de la extensión delante de ellos. Nada apareció. "Parece que no hay nadie después de todo..." Al menos de momento, pensó. La muerte de sus dos hermanos le pesaba encima. Habían tardado un par de años en morir, habían pensado que estaban a salvo y seguramente habrían bajado la guardia, porque era difícil criar un niño huyendo de un lugar a otro y en silencio... Eso les había costado la vida. 

"¿Conoces el camino?" Preguntó sin ningún tono en particular en su voz, pero sus ojos parecían los del depredador, en guardia y lista a atacar a quien quisiera lastimarlos. No pensaba morirse, de puro terca.

Sintió el hecho de que ella reaccionara más rápidamente que él. Sabía que no estaba preparado para "la guerra" ni para nada similar que se acercara y ahora se veía envuelto en esta situación en la que debía ser el hombre que protegiera la sagrada descendencia y a su mujer. Tomó nota mentalmente que debería estar más alerta y por más tiempo la siguiente vez. -Bien pensado- la felicitó con una sonrisa que hacía creer que la situación en la que se encontraban no era tan terrible, solo transitoria.

Giró la cara hacia el mar y sitió las pequeñas gotas que le enfriaban el rostro, no sabía si eran de lluvia, si era una ola que acababa de romper o si era la humedad en el aire pero la sentía como pequeñas cuchillas en las partes expuestas.

"Mejor que nos pongamos en movimiento" dijo como una sugerencia volviendo hacia ella. El terreno tenía ondulaciones, el césped era verde y seguía hasta un bosque tupido. Tomó una diagonal para dirigirse hacia allí.

Años de ser una persona gruñona y antisocial habían convertido a Kerenen una chica bastante paranóica de por sí, incluso sin saber de lo que tendría que enfrentarse más adelante, por lo que los hechizos de ese tipo y la actitud le salían de manera natural. Siempre había alguien esperándola a la vuelta de los pasillos para jugarle alguna broma pesada o algo por el estilo y como detestaba esas situaciones, se había entrenado a sí misma. Respondió a la sonrisa de Daniel con una propia, aunque tenía una mezcla de jactanciosidad e inseguridad sobre si no habría represalias por dejar salir su naturaleza salvaje, independiente y algo engreída a la superficie, como quien tantea el terreno. 

También ella deseó haber traido más abrigo consigo a la hora de viajar. No se le había ocurrido que yendo hacia el desierto tendrían que pasar tanto frío y si bien tenía abrigo para las frías noches en las dunas, estaba en alguna parte de su bolso... que no iba a ponerse a revolver al descubierto. Simplemente tensó los hombros y abrazó su torso con el brazo que no tenía la varita extendida delante suyo. 

Keren levantó apenas una fracción de segundo la vista hacia Daniel, recordando su lugar apenas muy tarde como para evitarlo y solo quedando con laposibilidad de volver a mirar hacia abajo. Asintió con firmeza. Estaba de acuerdo con él. Aún cuando intentaba ser sumisa y todo lo que su padre esperaba de ella, de alguna manera su lenguaje corporal delataba lo orgullosa y independiente que había sido toda su vida... al menos en Hogwarts donde lo tenía permitido. Era el único lugar donde se sentía feliz y eso se había ido para siempre. Pero mejor no pensar en eso ahora, se dijo concentrándose en observar los alrededores en busca de enemigos que pudieran aparecer. 

Siguió a Daniel por la diagonal que él estaba trazando sin cuestionarlo, aunque en su cabeza se preguntaba si sabría el camino, si tenía un motivo específico para elegir ir a campo traviesa y otras cosas. Aunque iba en la retaguardia, ella no era como su hermana ni las otras otras mujeres que confiaban ciegamente en la pareja que les habían elegido solo por ser hombres, de modo que giraba su torso esporádicamente hacia los lados y a veces caminaba hacia atrás apuntando a todos lados con la varita para asegurarse de que nadie los estuviera siguiendo. Si iban a estar juntos no iba a ser una carga, iba a ser algo útil, así que al menos tenía la retaguardia cubierta. Hubiera querido decirlo, para que él lo supiera pero no se atrevió. No lo conocía como para saber si realmente era todo lo blando que parecía o si detrás de esa máscara que usaba en el colegio él tenía otra personalidad totalmente distinta como ella, y resultaba ser un dominador terrible.

Su punto fuerte era la diplomacia y no la acción por lo que no había cuestionado la idea de que ir directo al bosque fuera la mejor opción para cubrirse si su camino estaba inclinado hacia el norte. No notó el error y continuó en el camino en diagonal. Quería agudizar los oídos pero no podía ya que el viento retumbaba en ellos haciendole difícil poder oír algo más.

Había querido abrazarla al verla protegerse con sus propios brazos pero decidió que lo mejor sería no invadir su espacio personal, no quería forzarla o ponerla incómoda más allá de lo que esta situación ameritaba. Notó como ella cubría la retaguardia al mirar sobre su hombro y verla girando en todas direcciones con la varita en alto. Se alegró que ella fuese su compañera. Le hizo sentir algo de tranquilidad por lo que sonrió apenas, sin que ello lo viera y volvió la vista al frente. Faltaban apenas 3 metros para alcanzar la línea del bosque. Se cerró la capa sobre sí mismo intentando cubrirse mejor del frío.

En algún sentido era bueno que se complementaran, pero Keren aún estaba demasiado furiosa por toda la situación como para poder pensar con claridad... e incluso si pudiera, no entendía de qué serviría la diplomacia contra gente que quería matarte solo por haber nacido. Ella hubiera preferido ir de manera tal vez menos directa, pero escondiéndose de alguna manera, de lugar seguro en lugar seguro, mas no había piedras ni arbustos considerables que lo hicieran posible y por eso no cuestionó la decisión de él abiertamente como si hubiera una clara y obvia mejor opción.

Cada vez que sus ojos se topaban con el bosque sentía un escalofrío intenso recorrer su cuerpo y no tenía nada que ver con el clima desfavorable. ¿Y qué si estaban escondidos detrás de los árboles? Una vez dentro del bosque si iban hacia éste, sería más fácil protegerse, pero mientras tanto, se sentía totalmente expuesta y esperaba ser atacada en cualquier momento. Tal vez unas simples preguntas a su compañero que parecía estar informado lo hubieran solucionado o la hubieran calmado pero no podía preguntarle nada... y eso era estúpido y frustrante. Por lo que aún seguía medio en piloto automático. 

Cuando estuvieron tan cerca del bosque el pánico irracional se apoderó de ella por primera vez desde que tuviera como cinco años y tomó la mano de Daniel deteniéndose en su lugar y, por ende, obligándolo a él a hacer lo mismo o bien pasando a ser estirada a cuestas si el muchacho tenía suficiente fuerza para hacerlo y decisión de seguir adelante y no ceder al gesto. No supo cómo explicarle tooodo lo que se le había ocurrido podía estarles esperando a pocos metros de distancia y si sus temores eran fundados, y había gente esperándolos para una emboscada apenas entraran al bosque, no habría tiempo de explicaciones, de modo que le apuntó a él con la varita aún sosteniéndolo de la otra mano con firmeza y pasó a desilusionarlo. 

Mientras el hechizo hacía efecto, los ojos de ella se abrieron desmensuradamente en terror ante la visión de tres hombres encapuchados que salieron desde el resguardo del bosque. Tenían las varitas en mano y apuntaron directamente hacia ellos. Keren se tiró instintivamente cuerpo a tierra y apenas pudo se desilusionó a ella misma también, aunque en la confusión de gritos entre los hombres y su propio terror soltó la mano de Daniel. Mientras sentía como un huevo crudo invisible se le deslizaba por todo el cuerpo en forma de hechizo desaparecedor, pensó en cómo encontrar a su compañero ahora que ambos eran invisibles. 

Su primer instinto fue girar y alejarse en cuatro patas de donde había caído para que si apuntaban ahí no le dieran los resplandores verdes que pasaban volando cerca de su cabeza. Mientras, tanteaba alrededor frenéticamente intentando encontrar a Daniel pero sin atreverse a hablar para no delatarse.

Estaba pensando en cómo harían para cubrir las áreas que no quedaban expuestas a su vista para poder protegerse de cualquier persona que estuviera escondida cuando ella lo estiró de la mano.

Se detuvo y volvió a vista hacia ella pestañando. Tenía, pese a su varonil aspecto las pestañas largas y marcadas al igual que sus cejas por lo cual su hermana mayor siempre lo había molestado con un apodo poco masculino. Por su fortuna, eso siempre había quedado de las puertas para adentro de su hogar.

Le sonrió suave y confiadamente, él también estaba asustado, fue lo que leyó en ella. Clever pensó cuando sintió el hechizo sobre él. Al ver la expresión de ella volteó a tiempo para realizar un hechizo escudo que desvió las primeras dos arremetidas. Casi sorprendido de su propia velocidad se puso de cuclillas cuando vio venir el tercer hechizo, cuando ella la estaba en el suelo. No sabía que hacer ni cómo enfrentarlos y ningún hechizo útil venía a su mente. Reconocer que no tenía nada inteligente para realizar en un ataque directo no le llevó más de medio segundo por lo que rápidamente llevó sus manos a donde había reconocido que quedaban hacía un instante las de ella.

Cómo lo había hecho casi instantáneamente pudo encontrarla. Se levantó y tiró de ambas manos de ella para alzarla con velocidad. Dedujo donde podrían estar su cadera y piernas por lo cual la alzó rápidamente poniendo las manos detrás de las rodillas de ella. Esperaba que ella pudiera atacar por sobre su hombro. Tres asesinos decididos eran mejores que un atacante y medio. Sabía que era rápido y fuerte por lo cual aprovechó su invisibilidad para entrar entre los árboles y perderlos lo más rápidamente posible.

La sonrisa de él la hubiera tranquilizado de haber sentido que su compañero estaba en condiciones de defenderse o defenderla, pero sentía que ambos estaban perdidos, como dos niños en la neblina... como Hansel y Gretel, pero sin pan para dejar migajas, porque no había un atrás para mirar. Pero no tuvo tiempo de reaccionar a la sonrisa de él ni analizarlo porque justo entonces vio a los tres atacantes. Se habían estado escondiendo a la manera tradicional, por eso no habían aparecido con los hechizos de ellos!! Tenía mucho sentido. 

Todo aquello sucedió demasiado rápido para el entendimiento de Keren, agudo como era, por lo que tanto los hechizos invisibilizadores como su frenético buscar la mano de él en el suelo fueron mero instinto y pura adrenalina. Un miedo primordial y el instinto de supervivencia se adueñaron de ella. Esos tipos eran inteligentes como para esconderse sin magia y atacar con magia. Sentía que era cuestión de tiempo antes de que mueriera y el corazón le latía desbocado dentro del pecho mientras buscaba frenéticamente a Dan.

Finalmente él la encontró a ella y, para su asombro, la levantó del suelo. Recuperando parte de su sarcasmo, Keren pensó que no era momento para hacerse el caballero hasta que notó la posición en que él la había levantado y finalmente entendió o medio adivinó el propósito de aquello y se puso a buscar a las figuras negras que la lluvia confundía con los árboles del bosque de tan fuerte que caía sobre ellos.

Cada vez que creía ver una, lanzaba un hechizo. Por lo poco que podía ver, logró incapacitar a uno y no tenía ni idea de dónde estaban los otros dos, pero sus hechizos acababan de delatar la posición de ambos, poniendo en evidencia por dónde escapaban aunque estuvieran invisibles, por lo que ella dejó de atacar y se dejó llevar por Daniel, cerrando los ojos y sujetando su varita con ambas manos mientras murmuraba para sí todos los hechizos de protección que conocía, para crear una especie de capullo de protección alrededor de ambos, que se moviera con ellos. Tal vez si seguían estando invisibles y se alejaban lo suficiente podrían llegar a destino... y rogaba que no hubieran ya matado a quienes debían recibirlos. La idea la hizo estremecerse nuevamente. Ya no sentía el frío, solamente el miedo, pero estaba calada hasta los huesos con la lluvia que caía.

Cuando pensó que los tipos los habían dejado de perseguir, la primera bomba de pintura cayó cerca de ellos y fue a estrellarse contra una piedra, salpicando en muchas direcciones pero por suerte sin mancharlos. Mierda, esos tipos eran brillantes. "Por favor, dime que sabes a dónde vamos" Le rogó en voz baja y temblorosa, olvidando su orgullo, los modales y toda la tradición.

En el momento en que ella realizó el hechizo supo que sabrían su ubicación por lo que giró lo más rápido que pudo en un ángulo de 90° hacia el interior del bosque. Tenía toda su concentración en el piso y los árboles, sabía que podía ser mortal que ambos cayesen en una situación semejante. El corazón le latía a toda velocidad como si fuera a salirle por la boca. Sabía que si algo pasaba a quién le tocaría el hechizo primero sería a él, eso le daría a ella una chance por lo que no quería dejarla en el piso.

Sabía que aunque quisiera con todas sus fuerzas no había manera de ser menos obvio, que no se le escuchara correr o jadear. Respiraba fuertemente sobre ella y la mantenía con firmeza y fuerza protectora en sus brazos pero no sabía cuanto tiempo más podría ser así. Estaba asustado pero no bloqueado mentalmente, no estaba pasmado. Aún así sentía el fuerte deseo de orinar, claro, estaba muriendo de los nervios.

Al ver la bomba de pintura entendió que no podían seguir así por siempre. "Eso no importa ahora" dijo analizando la situación. No podía ir a la casa segura porque no estaba 100% seguro ya de su ubicación exacta, necesitaba volver a reconocer la orilla de la cual no estaba seguro si se encontraba corriendo perpendicular o de manera oblicua. Necesitaba dos segundos para pensarlo y sabía que no lo tenía. Tampoco podía dirigirse allí. La casa segura se ocultaba de los mortífagos y sabía que con ellos en los talones no iba a poder encontrarlos. Sabía que había un refugio cerca que se les habilitaría. Reconoció la roca repentinamente, estaban a 300 mts aproximadamente del lugar. La roca tenía un lado más filoso, ese indicaba la ubicación. Por suerte, su memoria era buena. Corrió como condenado. Necesitaba encontrar el árbol que sería el refugio. Comenzó a correr en una picada que se llevaba todas sus fuerzas.No sabía si era el miedo pero casi los sentía correr tras él.

Durante un tiempo que le pareció una eternidad y media, Keren se concentró en sus hechizos de protección, repitiéndolos una y otra vez en voz baja, por miedo a que el temor y los nervios la hicieran perder la concentración o decir algo mal y no fuera efectivo o acabaran teniendo corta duración o lo que fuere. Ella también era consciente de que Dan le estaba haciendo de escudo humano y sentía su obligación repagarle la deuda haciéndole a él de escudo mágico cuando menos. Tal vez no fuera un caballero en armadura blanca ni un maestro de la estrategia, pero la había sacado de ese aprieto viva cuando ella casi se había paralizado del terror. 

A medida que se alejaban de la costa bosque adentro, ella comenzó a sentirse más segura pero era consciente en la parte trasera de su mente de que era una falsa sensación de seguridad, y lo más peligroso que podían sentir en este nuevo modo de vida. Era lo que había acabado con sus hermanos. Sabía que más que perder a sus atacantes de vista, debía deshacerse de ellos, pero ¿cómo? Intentó con todas sus fuerzas pensar en algún hechizo que pudiera ser lanzado sin ser visto. No estaba segura pero creía haber oído o leído sobre alguno de ellos alguna vez... ¿o acaso tan solo lo había soñado y no existía algo semejante? El que Dan no respondiera a su pregunta de manera directa sino que le contestara con una evasiva la hizo sentirse aún más atemorizada y volvió a estremecerse, pero con lo empapados y congelados que estaban era excusable. Ya no sentía los dedos de las manos ni de los pies. A demás, no entendía a qué se refería con que ahora no importaba si sabía o no a dónde ir. ¿Y qué si ya no podían ir a donde debían porque el lugar estaba comprometido? El saber que él sabía a dónde quedaba la hubiera calmado un poco, pensó toda ofendida.

Sentía que el corazón se le desbocaba y le retumbaba en los oídos como si hiciera un estrepitoso sonido que retumbara en todo el bosque. Logró localizar a la distancia el olmo montano que sería el refugio. No era enorme para no llamar la atención pero tenía un hechizo para extender la caberna bajo de él. 

Ya a pocos metros su mundo se reducía al árbol y a toda la velocidad que sus piernas podían tomar por lo cual no vio la raíz que asomaba en el piso a un metro de la entrada disimulada del refugio. Pisó con todo el peso de su cuerpo y su tobillo cedió a la forma del piso doblándose hacia afuera cayendo ambos en el suelo.

Logró poner el brazo derecho para no caer sobre ella aunque si a no mucha distancia mientras el otro brazo quedaba aprisionado bajo el cuerpo de Keren. Cerró ambos puños agarrando en el proceso la ropa de ella cerrando los ojos y los labios con fuerza para no gritar sólo largando un suave e imperceptible sonido agudo de queja. Ella podría oírlo por la corta distancia a la que estaban. "Entra" dijo esperando que ella se moviera de arriba de su brazo para gatear al interior de la cueva.

Ella llegó a la conclusión de que no había tal hechizo invisible y que, si lo había, ella no conocía de su existencia más que a la pasada, nada que pudiera repetir de manera alguna, así que dejó de intentarlo y regresó a concentrarse en la defensa. Su concentración se rompió cuando el transporte tropezó con una raíz y ambos cayeron al suelo. Le costó comprender lo que sucedía. Un segundo estaba siendo cargada por él y al siguiente tenía al chico encima suyo y la lluvia cayéndoles encima como diluvio. Una mueca de dolor tanto por la espalda de ella que había caído sobre una roca algo dura, como por él que debía haberse puesto un lindo golpe en el codo para no aplastarla, se marcó en su rostro y recién cuando él le habló salió de su ensimismamiento para intentar ubicarse. Había pensado que cualquier refugio se encontraría mucho más alejado, por lo que no esperaba que él la mandara a entrar... ¿a dónde? hasta que miró alrededor y pudo ver muy bien disimulada la entrada de una especie de caverna. 

Lo primero que pensó fue un ruego a cualquier tipo de Dios que hubiera allá arriba o donde fuera, de que el lugar no estuviera inundado y mientras elevaba esa plegaria, descendía cuerpo a tierra por el estrecho hueco hacia la cueva. ((te dejo la descripción a vos porque fue tu idea)).

A pesar del cielo oscuro y la tormenta, el interior de la caverna era mucho más oscuro por lo que ella no pudo ver más que negra nada aunque pestañeara. Solo la boca de la cueva sobresalía recortada contra la negrura que ella miraba ansiosamente, esperando con el corazón en la boca que él atravesara pronto. No sería lógico comenzar a ponerle hechizos protectores a la entrada hasta que su compañero no la hubiera cruzado.

La lluvia caía ahora a borbotones en su espalda pero no era realmente conciente de ello. Apenas sintió que ells se desplazaba comenzó a hacerlo él también, casi pegado a ella ya que no quería ni que la interceptaran ni perder demasiado tiempo. Sabía que sus formas se notarían en el barro que comenzaba a formarse donde ambos habían caído. Por un instante oyó cómo se acercaban los atacantes y tomó la rápida decisión de tirarse al interior del árbol luego de haber dudado quedarse duro como piedra. Se adentró a la negrura del refugio sin esperar nada más de la vida.

El tobillo le doía horrores y casi que no podía concentrarse en otra cosa. La entrada descendía metro y medio hacia abajo pero el suelo no estaba inundado. El interior tenía olor a humedad. El piso era liso como si estuviera laqueado. Con el tiempo, si agudizaban su visión podrían ver que el piso parecía ser puro barro pero solo era una ilusión óptica, como la entrada disimulada que se había cerrado tras ellos y como los colchones en el suelo que a simple vista eran rocas. En el fondo las raíces del olmo generaban una estantería donde había alimento enlatado, poco ya que había sido usado con anterioridad por los hermanos de ambos. 

Él no pudo ver nada de esto ya que apenas entró se tumbó en el piso, cabeza arriba con los ojos cerrados, para apretarse la rodilla de la pierna derecha en un intento de no agarrarse el tobillo que lo estaba enloqueciendo. Apretó los dientes y se sentó rápidamente apoyando la mano izquierda en el piso, tras su espalda para sostenerse y blandió la mano derecha hacia la entrada preparándose para atacar si alguien llegaba a descubrirlos.

Lo lógico al entrar a un lugar mal iluminado hubiera sido "lumos" pero ella ni se atrevió a pensarlo por miedo a que pudiera delatar el escondite al que su compañero los había llevado aún relativamente enteros. Se movió instintivamente lejos de la puerta para no ser apretada cuando él entrara y, retrocediendo, chocó de espaldas contra la estantería, que se le clavó en el mismo lugar donde la piedra la había lastimado al caer, pero ella apretó los labios para ahogar el grito en un gemido también, como él había hecho antes. 

Apenas sintió que alguien entraba tambaleándose en una manera que claramente no podía ser de un enemigo, Keren asumió que era su turno de actuar y se concentró para bloquear y proteger la entrada de la cueva que acababa de cerrarse con los mismos hechizos que había usado antes en ellos y otros tres que sabía servían para lugares enclaustrados y protección general. La idea era que el árbol se camuflaría aún mejor de lo que estaba con los hechizos de ella y lo mismo para la puerta de manera que estarían relativamente seguros ahí dentro. Nadie podría entrar pero ellos tampoco podrían salir tranquilos porque había posiblidad de que los estuvieran esperando indefinidamente afuera, en los alrededores, pero ya pensarían en eso cuando fuera el momento. 

Apenas la entrada estuvo sellada por completo, ella se atrevió a encender su varita y notó a Daniel en el suelo agarrándose la pierna. Su ceño se frunció en incomprensión y preocupación. No porque se preocupara particularmente por él pero ambos debían estar en perfecta forma para salir vivos de esa, o no? Se acercó a el muchacho y se arrodillo junto a su pierna. "¿Dónde te duele?" Preguntó tratando de conjurar a su memoria alguno de los pocos hechizos de curación que había leído en su vida. No había practicado más que lo mínimo en las lastimaduras de su hermanito menor así que temía no saber cómo enfrentarse a lo que sea que lo estuviera aquejando a él y que el chico tampoco pudiera curarse. ¿Y qué si quedaban intuilizados ahí adentro? Al menos podía ver que había algo de comer y dormir. Ella también tenía comida en su bolso pero prefería pensar en guardarla para cuando las cosas se pusieran aún peores... aunque esperaba que no sucediera. Apuntó a la pierna de él con la varita en un intento por ver mejor el panorama.

Para cuando ella se acercó él ya se encontraba desplomado contra el suelo con la espalda apoyada contra el piso mirando el techo. Por poco... fue lo único que su mente pudo visualizar en ese momento. Esperaba que no fueran todos los días así ya que no sabía cómo sobrevivir a semejante ritmo.

Respiraba agitado sintiendo como las gotas de sudor le corrían por la frente y el pecho, con la ropa pegada al cuerpo debajo de la túnica. No sólo transpiraba por el humedad y el ejercicio sino que también por los nervios y el miedo. Sabia que se había asustado como nunca pero podía mantenerse sereno.

La voz de ella lo volvió a la realidad. La verdad es que sentía molesto el tobillo, pero ahora ya no parecía tan grave cuando estaba tirado ahí dentro, en el refugio del árbol, lejos de que cualquier enemigo los volara en pedazos.

Quizo levantar mínimamente el pie del piso para acomodar la pierna y un punzante dolor le hizo retorcerse en silencio. Arrugó el rostro y apretó los dientes haciendo un puño en la tierra que parecía ser en realidad madera y estar encantada para parecer barro, una ilusión óptica que en ese momento le importaba en lo más mínimo. "El tobillo" dijo entre dientes.

Se sentó para correrse el pantalón. Quizo insultar pero estaba altamente educado para no hacerlo. El tobillo comenzaba a hincharse lentamente en una clara pelota en la parte interna del tobillo derecho. Tenía un color rosado que pronto se convertiría en violáceo.

Keren no se sentía a salvo ni mucho menos. Temía que sus enemigos fueran a asediar el lugar hasta que ellos se dignaran a salir, en cuyo caso solo habrían prolongado lo inevitable escondiéndose allí, pero aún había esperanza de idear un plan que les permitiera escapar con vida hasta otra locación segura que no se encontrara comprometida. 

En las paredes había algunas antorchas encastradas en sus soportes de metal, tres en total, pero no se atrevió a encenderlas para no consumir oxígeno. Al menos, no sin antes averiguar si el lugar tenía ventilación suficiente por algún otro orificio. Sin embargo, la tentación de encenderlas era grande ya que ella también estaba toda cubiarta de sudor frío que ahora se le secaría en el cuerpo, aumentando las posibilidades de enfermarse, si bien era de organismo resistente y eso no solía sucederle.

Nuevamente frunció el ceño cuando él se retorció, esta vez estaba bastante más preocupada. ¿Cómo se las arreglarían para curarlo con lo poco que tenían ahí? Una herida hacía menos probable que pudieran escapar con vida, así que intentó concentrarse. Tomó un respiro profundo e hizo memoria, tratando de recordar lo que sabía sobre hechizos de curación que no era mucho. Esas cosas la impresionaban un poco. 

"Déjame ver." Pidió en voz baja. Su tono había sonado algo demandante, pero era a causa de los nervios. Sus enormes ojos delataban el terror que aún sentía. Keren se inclinó sobre la pierna de Daniel y se obligó a si misma a levantar la botamanga de pantalón de él para poner al descubierto la herida que la hizo cerrar los ojos un momento debido a la impresión. "Parece que está torcido..." Rogó que no estuviera roto por dentro, aunque agradecía que no fuera una fractura expuesta. 

Tragó saliva y juntó coraje. Luego estiró una mano y tocó con suavidad buscando sentir que el hueso no estuviera roto.

Estiró la mano con brusquedad pero sin apretarle la muñeca. Hacía todo su esfuerzo por no descargar su dolor sobre ella. Realmente necesitaba que lo dejara reposar en paz y habían cosas más urgentes en ese momento.

-No creo que sea un buen momento- dijo sonriendo con una leve expresión de dolor mientras el sudor frío pasaba por su rostro. No sabía que se había hecho y no quería dar un alarido en caso de que ella le tocara algo que estuviera roto. -Don't worry. We will be alright- dijo con un tono sencillo y tranquilizador. Parecía tener todo bajo control. -Pongámonos en una esquina.- dijo señalando la pared izquierda donde la parte superior  de la misma tenía un ángulo de inclinación hacia el centro de la habitación generando un triángulo.

Se sentó y se arrastró levantando el pie y mordiéndose el labio sutil mente intentando no quejarse por el dolor que el simple movimiento le causaba.

Sintió la mano de Daniel en su muñeca. Contra años de educación, lo miró fijamente a los ojos durante un largo segundo en el que no quedó claro si iba a rebelarse y reprocharle por llevarle la contra o hacer caso. Finalmente, y haciendo uso de todo su autocontrol, optó por la última. Alejó la mano de él y apartó la mirada para que su cabello cubriera la expresión de resentimiento que la había sobrecogido. 

Lo siguió a la esquina, todavía evitando la mirada de él más por enojo que buenos modales y se quedó sentada en silencio, mordiéndose la lengua de todos los argumentos que tenía ganas de soltarle. La voz de su padre diciéndole que era una desgracia para la familia o algo similar le resonaba en los oídos aún como para dejarse ser ella misma, tal como había hecho en Hogwarts durante años. 

—¿Cuál es el plan? —Preguntó cuando logró calmarse lo suficiente como para sonar tranquila y razonable.