Dee estaba dormidísima, con la cabeza apoyada en un codo y los ojos hinchados. Había estado llorando por sus problemas personales gran parte de la noche y no había dormido bien.
Miró a Lily con cierto interés, pero con mucha fiaca de sumarse a lo que sea que tuviera en mente. —¿Tan mala cara tengo? —Preguntó medio en broma. Sabía que tenía mala cara, se la había visto en el espejo al lavarla antes de bajar a comer, pero de ahí a que le ofrecieran maquillaje, la cosa debía ser grave.
—No lo sé... tal vez otro día... —comenzó con las evasivas de siempre. Ella todavía dormía con pijamas de ositos y abrazada a sus peluches. El maquillaje lo asociaba con conocer chicos y no tenía interés de conocer a ninguno.