Buscando a las musas

Era el primer fin de semana luego de arrancar las clases y algunos de sus paseos por los terrenos del colegio le habían dado la idea de plasmar los bellos paisajes en bosquejos en su cuaderno de dibujo.

El que tenía en este momento era uno nuevo que había comprado poco antes de iniciar el nuevo término. Se parecía mucho en forma al que tenía antes, forrado en un cuero sencillo y liviano, con una tonalidad verduzca. El anterior era más tirado a bordó, pero estaba casi seguro que lo había dejado olvidado en la casa de Lex. Si ese era el caso esperaba que ella no lo hubiera encontrado o no hubiera hurgado entre sus pertenencias. Se moriría de vergüenza si llegaba a ver el sin número de retratos en que aparecía ella, leyendo, discutiendo con alguien, practicando, escribiendo lo que fuera que ella estuviera haciendo mientras el la acompañaba tranquilamente. Algunos de esos dibujos habían sido inspirados solamente por recuerdos juntos, con lo cual tenían menos detalles, pero aquellos en los que había tenido el tiempo de observarla habían quedado realmente bien. Solamente faltaba animarlos mágicamente para que pestañaran o miraran al espectador.

Tratando de olvidarse de todo el asunto, el jóven nórdico paseaba por los lindes del bosque tratando de encontrar alguna situación digna de ser dibujada, ya fuera por las formas o los colores (que posteriormente trataría de amenizar con acuarelas) o solamente por divertirse.

De momento, solamente tenía unas briznas de hierba entre tres rocas pequeñas, curiosamente organizadas en una línea que parecía casi recta. Las musas no tenían muchas ganas de aparecerse, y todos los troncos que tenía cerca parecían más o menos iguales.

((Permiso, vengo a incomodarte.))

El clima aún era agradable como a veces sucedía a finales del verano y Christoff no era el único que quería aprovechar el lugar y el tiempo. Otros alumnos también andaban por los terrenos, pero los alrededores del bosque, por encontrarse prohibido a los estudiantes, se encontraban en su mayoría vacíos, a excepción del grandulón y de una prefecta de séptimo, que, aparentemente, había tenido la misma idea creativa.

Con un poco más de producción, Gipsy se había colocado varios metros más adelante, al punto en que ella y su caballete y mesita plegable eran apenas una figura vaga desde donde él se encontraba. Tenía un caballete de madera clara parado en dirección a una sección del paisaje que incluía el bosque de un lado y el lago con el castillo de fondo, del otro. En el caballete había un bastidor de tamaño considerable con muchas líneas tiradas en carbonilla.

Ella estaba arrodillada sobre el pasto, preparando los colores que usaría en la mesita que ahora le llegaba a la altura del pecho. Parecía muy concentrada en lo que hacía y tenía el cabello recogido en una coleta con una cinta rosa, de la cual escapaban varios mechones delanteros que tapaban su visión periférica, a la que de todas maneras no prestaba atención. Estaba humming a tune por lo bajo, muy absorta en lo que hacía.

En su búsqueda por algo que pudiera plasmar en el papel Christoff trató de afinar la vista y encontrar algo interesante. El límite del bosque no presentaba nada decente, hasta que captó una persona que aparentemente tenía la misma afinidad por el arte que él. Bueno, en realidad era una variante, ya que quien estaba viendo tenía mucha más preparación: el caballete, las pinturas, faltaba que tuviera la boina en la cabeza y podía llegar a ser un artista en serio.

Ahora que lo pensaba, por qué no podría ser un artista. Tal vez había algún tipo de ex-alumno que regresaba para inmortalizar alguna parte del castillo. Aún así, le resultó como una imagen llamativa para dibujar. Sería algo divertido dibujar al dibujante/pintor mientras realizaba su obra.

Para tener una mejor óptica se acercó por un costado, cuestión de tomar al pintor un poco de perfil. Si bien de espaldas podría mostrar un poco más la obra o el paisaje que el pintor trabajaba, el medio perfil le daba la posibilidad de retratar la concentración o cualquier sensación que transmitiera su contraparte.

Mientras se acercaba, pensó en tener un poco de cuidado de no hacer ruido e interrumpir, pero luego le golpeó la idea de que si fuera él quien estaba pintando se asustaría o al menos alarmaría si descubría que alguien se acercaba furtivamente o lo estaba espiando. Por eso, caminó un poco en línea recta hacia el artista con la intención de saludarlo, entablar un poco de conversación y pedirle permiso para dibujarlo. En caso que se negara seguiría buscando alguna otra inspiración.

Gipsy tenía un vestido verde de mangas tres cuarto que era ceñido en el torso y algo más acampanado abajo, como si de una pollera se tratase. Le llegaba por debajo de las rodillas y tenía medias cancán blancas y un par de zapatos negros debajo de eso. Encima de todo, un delantal bastante manchado cubría la ropa para protegerla de posibles accidentes.

Estaba totalmente absorta en su trabajo, asumiendo que como todos la venían ignorando de manera consistente, tendría toda la paz que pintar requería. Había visto a John y a Lex marcharse en dirección al campo de Quidditch por lo que no había nadie que fuera a interrupirla. 

Había terminado de armar las pinturas que creía serían las primeras que necesitaría y se había puesto de pie. Observaba el bosquejo de carbonilla con ojo crítico y, aunque tenía el pincel cargado en la mano, no comenzaba a pintar. Tal vez algo del dibujo no le resultaba del todo correcto o tal vez pensaba que la pintura arruinaría su primer esbozo.

Andaba en eso cuando su visión periférica captó que alguien andaba por ahí, pero asumió que, como ella, estaría buscando un lugar tranquilo y podrían ignorarse mutuamente, por lo que sus ojos verdes regresaron al bastidor. ¿Y si hacía una copia con el hechizo "gemino" primero por las dudas?

Al estar un poco más cerca del artista, Toff se dio cuenta que se trataba de una chica e inmediatamente sus ganas de entablar conversación o siquiera pedir permiso para dibujarla se desvanecieron como escarcha en un día soleado.

La chica parecía estar preparada para comenzar con su trabajo, pero por algún motivo no lo hacía. Tal vez lo había visto por el rabillo del ojo o lo había escuchado acercarse y estaba preparándose para atacarlo o algo por el estilo. El pequeño altercado que había tenido con el guardabosques al principio de la semana lo había dejado un poco alterado, por lo que ahora tenía algo de aprensión de aquellos a quien no podía ver las manos.

Tratando de mantenerse al costado del campo de visión de la chica intentó retroceder y marcharse por donde había venido sin interrumpirla. Lamentablemente, con todo el embrollo mental que se había hecho, olvidó que acababa de bordear una rama caída relativamente grande y molesta. Sus pies se engancharon con el cuerpo principal y los cordones se le enredaron entre las ramitas más pequeñas. Se fue hacia atrás, pudiendo ver cómo su cuaderno de dibujos volaba hacia arriba, poco antes de ver que sus botines también entraban en su campo de visión.

Se golpeó contra el suelo cerca de una superficie de césped muy verde y casi inmediatamente levantó la cabeza para ver si la chica lo había notado. Él creyó no haber hecho mucho ruido, pero no estaba muy seguro de ello.

((¿Te acordás de la mega roleada en el ciber cerca del cole donde me besaste como en spiderman 1? Tiro a ver si lo ve.))

El miembro 'Gipsy Appleton' ha efectuado la acción siguiente: Lanzada de dados

'SÍ/NO' :

A pesar de los intentos del muchacho por pasar inadvertido, Gipsy notó el movimiento extraño por el rabillo del ojo, entre unos mechones que se le escaparon de la coleta y giró la cabeza más por curiosidad que otra cosa. 

Vio que alguien acababa de caerse y, como prefecta y como persona chusma que era, dejó el pincel en la mesita y se acercó trotando. Varios metros antes de alcanzarlo, reconoció a Christoff, el primo de su novia. Eso hizo que se apresurara. Puede que las cosas con Lex no estuvieran color de rosa como antes, pero eso no quería decir que no intentara duro sumar puntos con ella. Tampoco iba a descuidar sus tareas de prefecto cuando alguien podía haberse lastimado... aunque dudaba que algo pudiera lastimar a alguien de semejantes proporciones. 

Se lo quedó mirando un momento, sin saber si saludar o preguntar primero. —Eh... hola— se decidió por los modales primero. Lo inspeccionó con la mirada rogando que no hubiera sangre. No era impresionable, pero no quería tener que llevarlo a la enfermería. —Te caíste... —comenzó— no, estaba mirando crecer el pasto de cerca. Obvio que se cayó. Se gruñó a sí misma mentalmente. —¿Estás bien? —Intentó arreglarla, visiblemente incómoda. Ella era descarada con sus amigos de siempre, amable con los alumnos pequeños y respetuosamente distante por puro tímida con la gente de su edad que no era de su grupo de amigos. 

Deseaba que él hubiera tenido más cuidado para no estar ahora en la obligación de hacerle charla en lugar de pintar y temió hacer el cálculo de todos los posibles escenarios para buscar el que la devolviera rápidamente a su atril.

En ese breve instante que levantó la cabeza pudo ver cómo la chica dejaba de lado sus cosas y se acercaba a ver qué es lo que había pasado detrás suyo. A la distancia y todavía algo desorientado por el golpe no había podido ver que se trataba de Gypsy, la amiga de Lex, aunque todavía no habían tenido mucho trato, no la consideraba como alguien completamente desconocida.

Aún así, trató de mantenerse lo más bajo posible a nivel del suelo. Con suerte ella no lo vería si solo se había levantado para otear el horizonte, o algo por el estilo. Poco después la oyó acercarse y, ya previendo el inevitable momento, apretó fuerte los ojos deseando que no lo viera por la razón que fuera.

Las dulces palabras de su voz le llegaron como un baldazo de agua fría y lo trajeron de vuelta a la realidad. De ser un alumno un poco más despierto o algo mejor en hechizos tal vez hubiera podido desaparecerse o al menos lanzar alguna ilusión, pero como no era el caso, solamente permaneció allí tirado en una posición algo extraña, con uno de sus pies enganchados en la rama y el cuaderno de dibujos algo lejos del alcance de su mano.

—Hola Gipsy! Ehh... solamente estaba buscando mi lápiz que se había caído...  por aquí en algún lado... — la mentira para no quedar tan mal parado no había sido de lo más creativa, y la verdad es que la presencia de esta chica, si bien no lo nulificaba totalmente, lo incomodaba bastante. Era LESBIANA, por el amor de todo lo que es santo! No siempre se le notaba en la cara, pero seguramente más de una vez le había levantado una ceja o se había alejado un poco de ella por miedo a que al tocarlo lo hiciera arder en una hoguera o algo por el estilo.

Por un momento le llamó la atención encontrarlo ahí tirado, con las patas enganchadas en una rama y los ojos cerrados con fuerza. Tal vez estaba intentando algún tipo de hechizo especial sin varita y eso le ayudaba a la concentración, pensó. No se le cruzó por la cabeza que hubiera estado buscando la manera de desaparecer de la faz de la tierra. Ya estaba bastante distraída con el querer ella misma encontrar una excusa para poder regresar a su pintura y maldijo a la curiosidad que la había llevado a esa situación seguramente incómoda. 

Entró en modo prefecto, la única manera que conocía para manejar situaciones que de lo contrario la hubieran hecho salir literalmente corriendo del lugar de los hechos. Era eso o ser un tomate y no quería ser un tomate. Llevaba intentando ganarle a su timidez desde que había vuelto en sí y cada día era una batalla.

—¿Con los pies así? —Se oyó decir casi sin creerlo —Lo vas a encontrar pasado mañana —observó con el típico tacto virginiano, intentando imaginar que era con John con quien hablaba como para poder justamente hablar—. ¿Accio lápiz? —Sugirió sin conjurar el hechizo, con una pequeña sonrisa, pero mirando el paisaje, el suelo, en lugar de a él. 

Estaba haciendo su mejor esfuerzo por mostrarse civilizada y normal frente al primo de su novia y no una cosa incapaz de articular palabra. De haber sabido la opinión que le merecía, en lugar de eso le hubiera dado un discurso, seguido de una escenita y la cortada de rostro por puro feminista. En realidad, ella se creía que era feminista, pero era bastante retrógrada en su pensamiento.

Se incorporó rápidamente para estar sentado y dejar de parecer un payaso, tratando de llevar sus manos rápidamente hacia las ramitas que le impedían soltar fácilmente sus pies. Al no poder destrabarlos de una, los quebró en distintos lugares y así pudo finalmente correr los pies y ponerse en una posición un poco más cómoda.

Lo que sí, no había esperado que la chica lo regañara de esa manera, siendo que había sido un accidente. Lo del lapiz había sido la excusa para no parecer tan idiota por estar tirado en medio del bosque, ahora lamentaba su poca creatividad, puesto que lo había hecho quedar peor.

— Ehh, no. — Dijo rápidamente bajando los ojos y buscando alrededor velozmente, más por esquivar su mirada que otra cosa. — Es que se me había caído en ese instante y no pensé en sacar la varita cuando seguramente estaba a mis pies. — La explicación era lo suficientemente válida, aunque estos magos de hoy en día estaban demasiado acostumbrados a hacer cualquier cosa con hechizos sin mover un poco el cuerpo. No era de extrañar que la gran mayoría tuviera el abdomen flojo y algunos kilos de más.

((Toucheé))

En realidad, ella había intentado sonar más o menos amistosa, pero cuando se ponía incómoda era normal que dijera las cosas con una intención y sonaran con otra totalmente distinta a cómo las había imaginado en su mente. 

—Ahh... —dijo ahora ella sintiéndose una idiota total por haber dicho semejante cantidad de cosas ridículas cuando era algo tan simple como agacharse y levantar el lápiz. Tal vez imaginarse que estaba hablando con John no había sido la mejor de las estrategias, pensó. —Ya veo...—jugueteaba con los dedos nerviosamente. ¿Qué se decía en esos casos para terminar una conversación incómoda? —Entendí mal. Disculpa —farfarulló mirándose los pies e imaginando el atril en su mente. Hubiera sido tan simple como no dejarse llevar por la curiosidad, pero a ella, como a los gatos, siempre la había matado ser chusma.

Ella era precisamente uno de esos magos modernos que todo lo hacían con magia, porque se le daban bien los encantamientos y porque era muy vaga. Eso, sumado con su amor a los dulces, explicaba que en lugar de fibras, como Lex, ella fuera toda esponjosa al tacto y no se sintiera cómoda con pantalones muggle de tiro bajo, que le marcaban cosas que no le gustaban a los lados de la cintura.

Bueno, al menos eso parecía haberla suavizado un poco, o tal vez se había dado cuenta de quién era y no quería que le fuera a contar algo malo a Lex para que no se enojara con ella. Quién sabía... lo cierto es que prefería no pensar en ambas chicas al mismo tiempo, tanto por lo innatural de la relación que tenían, como por la innatural reacción que sentía dentro suyo al pensarlo.

—No, yo soy quien debe disculparse — la interrumpió de prisa al ver que Gipsy intentaba hacerlo. — Yo solamente estaba por aquí y por mi torpeza interrumpí tu concentración. De verdad no quería hacerlo.— lo dijo un tanto apresurado. No quería ser descortés con ella y era más que obvio que la había sacado de sus planes, no a propósito, pero lo había hecho.

Sabía muy bien que una vez que uno se preparaba para realizar algún tipo de pintura, por más que fuera un simple sombreado en carbonillas o tintas, las distracciones podían ser muy molestas. Trató de ponerse de pie, pero casi al instante se dio cuenta que su altura resultaría intimidante para la pequeña y redondita prefecta de su casa. A medio camino de esto se agachó de nuevo y buscó a tientas el lápiz que no podía encontrar, como para disimular que no quería ponerla incómoda con su estatura.

((Por un momento pensé que ibas a decir dos veces lo mismo para mayor efecto XD))

Chasqueó la lengua contra el paladar, restándole importancia al asunto. —Ya estaba desconcentrada desde antes— le aseguró con la amabilidad que usaba con todo el mundo. Recordó su dilema inicial de si convenía comenzar a pintar así como estaba o duplicar el boceto primero para tener un backup en caso de que algo saliera mal con la pintura, que era bastante probable.

Se sorprendió por una fracción de segundo hasta que recordó el tema del lápiz, que por un momento había olvidado o creído ficticio. Sonrió divertida para sí al ver cómo algunos magos se complicaban la vida cuando había formas más fáciles de resolver los problemas cotidianos que revolver ramas y espinas secas de pino en busca de la aguja en el pajar. 

Apoyó la mano en el mango de su varita, la que llevaba en una especie de liga en la pierna, como muchas brujas y Aurors del momento. —Accio lápiz— murmuró. El pequeño tubito de madera voló hacia su mano que se movió un cuarto de metro para atajarlo. Bueno, eso soluciona el misterio, pensó.

Sostuvo el lápiz con tres dedos desde la parte trasera, con la punta en el aire, como si estuviera promocionando un producto o algo similar. Tenía una sonrisa bastante lúdica con un leve tinte de petulancia. En su cabeza, había ganado una pequeña competencia lógica. No se detuvo a pensar que era contra alguien que jugaba con desventaja. Recién cuando la borró de su rostro, sostuvo el lápiz de manera normal y se dignó a llamarle la atención para que dejara de buscarlo. —Eh... Christoff... —estiró el brazo para alcanzarle el lápiz. Se veía tan inocente como siempre. No le iba a decir cómo lo había obtenido para no avergonzarlo.

((jajaj hubiera sido divertido, no se me ocurrió))

Ocupado como estaba revolviendo entre las hojas del piso y las ramitas, ni siquiera se percató de que ella hubiera sacado la varita. Sí la oyó murmurar algo, pero para no hacer la situación más incómoda no se volvió a mirarla. Sencillamente continuó con su afán de encontar el lápiz caído hasta que sintió un pequeño piquete en la palma de su mano. Una espinita se le había clavado, o al menos eso parecía por el tipo de mínimo dolor.

Justo antes de poder examinar lo que era, Gipsy le llamó la atención y se dio vuelta ver qué era lo que quería. Al ver su lápiz se sonrojó un poco y le agradeció con un asentimiento de cabeza. No pudo articular mucha palabra por la vergüenza, por lo que de su garganta solamente salió una especie de gruñido incómodo. No sonaba del todo agresivo, pero tampoco tenía un tono que uno esperaría como amable.

Estiró la mano que tenía la astilla para tomar el lápiz sin darse cuenta que había sido aquella en la que se le había clavado, pensando en salir corriendo en cuanto pudiera y olvidar todo el asunto de la caída, de la novia de su prima y de todo lo que fuera posible.

((Qué raro. Es tan vos =))

La amistosa simpatía con la que le había ofrecido finalmente el lápiz se le derritió en el rostro cuando lo oyó gruñirle. Lo había oído hacerlo varias veces, pero no lo conocía lo suficiente como para poder interpretar sus grunts de alguna manera en particular. En general, solo la confundían bastante. 

"No hacía falta la mala onda..." pensó haciendo un esfuerzo por no ponerle cara de traste y mantener la educada civilidad. Había acabado por interpretar el combo de sonrojo + gruñido como irritación.

Estiró la mano con el lápiz como para pasárselo cuando notó la pequeña espina haciéndole contraste contra la piel. ((Gracias por aclarar. No respondí antes porque no sabía qué tipo de espina era y si ella la vería o no))

Entonces sus cejas se levantaron brevemente antes de regresar a su lugar y entreabrió inconscientemente la boca en sorpresa, olvidando el 'de nada' que pensaba decirle aunque él no le hubiera agradecido el gesto, como para marcárselo.

—Eh... tu dedo —indicó más repuesta. No le daban impresión esas cosas. Hubiera hecho una excelente enfermera, pero se sorprendió porque si ella se hubiera clavado una astilla hubiera chillado y lloriqueado y se hubiera estado chupeteando el dedo un rato largo como una nenita. —Tienes una astilla.

Por estar mirando el lápiz que le ofrecía pasó completamente por alto la levantadita de cejas y la mirada preocupada de la chica. Estaba completamente absorto en sus pensamientos y en todos los posibles caminos hacia los que podía correr o con los que podía excusarse para salir del apuro.

Concentrado en esto volvió a escucharla cuando ella le hizo notar lo que claramente ya había olvidado. Miró hacia su propio dedo, ahora que ya había tomado el lápiz de las manos de Gipsy, notó la pequeña espina y emitió otro gruñido que diera cuenta de lo que le habían advertido.

—No es nada— creyó decir con los labios entrecerrados, lo que probablemente se habría escuchado algo como "nuhfssnada". Inmediatamente después se llevó el dedo a la boca, mordió la astilla y la quitó con un solo movimiento, dejándose luego el dedo entre los labios para sorber las pocas gotas de sangre que seguramente saldrían de la mínima herida.