Casi hermanas

Lex y Maw estaban tiradas en su sofa favorito de la sala común. Cada una estaba sentada con la espalda en uno de los apoyabrazos y las piernas estiradas hacia el torso de la otra. Estaban jugando a pasarse una snitch de crochet rellena de semillas de lino y a la que se le caía, perdía.

Mientras tanto, conversaban.

Hacía MILENIOS que no tenían oportunidad de estar así de tranquilas y había sido su amiga la que había iniciado la situación, por lo que Lex estaba ansiosa de que los últimos estudiantes se fueran al patio a aprovechar el sábado y les dejaran la sala común para hablar tranquilas.

—Estos pendejos de mierda que no se van más... —pensó en voz alta y le lanzó la pelotita.

Ciertamente, tenía buenas noticias y quería compartirlas con su amiga. Había pasado un mes tan pero tan oscuro que finalmente ver la luz al final del túnel era algo que merecía celebración.

Hasta soltó una risita por el comentario de su amiga. Ya casi sonaba como la Maurie de siempre, la despreocupada, la que no vivía pendiente de que no se le muriera el bebé.

—¿No tienes nada para contarme mientras tanto? —inquirió curiosa, pero con un dejo de culpa. —Hace tanto que no tenemos tiempo de hablar que debes tener mil cosas en qué ponerme al día —dio voz a sus pensamientos y bajó la cabeza antes de tirarle de vuelta la pelotita a ella. —Y sé que es mi culpa, pero...

—Si, ayer me compré una pollera nueva y me hice las uñas... —ironizó— No. La verdad que es todo top-secret. Lo siento —dijo en tono irritado. No parecía sentirlo para nada. Tomar la decisión de contarle eso a su amiga le había costado porque primero, ellas ya no se contaban todo aparentemente o eso es lo que Lex creía desde que Maw pasara unas semanas en lo de Gipsy sin decirle nada a ella y para Lex eso había sentado precedente. Segundo, ahora que había decidido hablar del tema le quemaba todos los meses en que se lo había guardado y quería hablar YA del tema.

Se sintió tentada a agarrar la pelotita y tirársela por la cabeza a alguno de los chicos de tercero que estaban hablando ahí. Hizo un gesto de asomarse por el sofá y amagar a hacerlo, más que nada para entretener a Maurie. En eso se dio cuenta de que realmente todo ese escándalo era causado por un solo grupito, así que les tiró nomás con la pelotita, que cayó en la cabeza de uno de ellos y varios se voltearon a verla. Un par se asustó al reconocerla. —¿Qué están mirando? ¡Ya dejen de hacer tanto ruido y váyan a jugar afuera que no está nevando! ¡Necesitamos privacidad! —Les espetó y poco a poco, los temerosos tercer-añeros (?) se fueron marchando.

Se volvió a acomodar y miró a Maw con una sonrisa lobuna. —All taken care of —anunció triunfal. —¿Qué era lo que me querías decir?

Primero la miró desconcertada y después le puso mala cara al darse cuenta de que le estaba tomando el pelo. —¡Te hablo en serio! —Protestó lanzándole un almohadonazo. Luego se quedó haciendo puchero porque era curiosa e impaciente y tenía tantas ganas de contarle a su amiga su notición como de escuchar eso que era tan top-secret. —¿Gipsy ya lo sabe? —Preguntó como para hacerse una idea de qué podía ser y de si tal vez se le hubiera escapado algo a la otra chica que no era la mejor del mundo guardando secretos. No sonaba celosa, todavía.

Rió por lo bajo... y lo no tan bajo cuando Lex se puso violenta con los de tercero y le dedicó una mirada cómplice cuando se volvió hacia ella, como de las que hacía mucho que no tenía.

—¡Ay! ¡No sé cómo empezar! —Dijo toda emoción. No se la veía tan entusiasmada desde el año anterior. Hasta ella se sintió rara de volver a sentirse ella misma, si es que eso tenía algún sentido.

—Verás, es que anoche le tocaba la revisión a tu-sabes-quién y el profesor que ya sabes nos acompañó a San Mungo... —dijo como si estuviera por relatarle todos los jugosos detalles de su último encuentro con su nuevo novio o algo por el estilo —¡y el médico dijo que está fuera de peligro! —Exclamó como si se acabara de enterar que la habían nombrado capitana del equipo de quidditch. —Parece que los pulmones se le terminaron de desarrollar en este último tiempo gracias al tratamiento que estábamos haciendo y... bueno... nada... —daba saltitos en el sofá donde se había cruzado de piernas al cambiar de posición para tirarle el almohadón a Lex. Le brillaban los ojos y parecía a punto de llorar pero al mismo tiempo quería saltar y cantar y gritar.

—No parece —bromeó con una media sonrisa. Obviamente, estaba mintiendo. —¡hey!—levantó los brazos para protegerse del almohadonazo, el cual por supuesto le devolvió cón más energía y furia y se le quedó mirando ceñuda.

—Sí. En realidad lo adivinó de toque —adelantó con una sonrisa pícara, como de quien tiene un secreto. —Es que es muy obvio... hay que ser enano y medio lento para no darse cuenta... En fin. ¡Dime de qué se trata! —Ordenó impaciente y algo hiperactiva para lo que era ella. 

—¿Qué tal por el principio? —Sugirió toda ironía, pero estaba muerta de intriga y emoción. Debía ser realmente bueno para que Maw estuviera sonando casi como su amiga hasta el año pasado.

Prestó atención y se enserieció cuando entendió de quién se trataba. No que no lo hubiera adivinado, pero igual: ameritaba. Era un tema serio. Una sonrisa enorme se dibujó en su rostro. —BUENISIMOOO!! —Extendió ambos brazos con las palmas abiertas para chocarlas con las de Maurie. —¡Es genial, Maw! ¡Felicidades! Después de todo lo que pelearon se lo merecen —admitió ella que había visto todo el proceso. —Esto hay que festejarlo —Declaró con seriedad, pero con un brillito en los ojos que compartía con su amiga del alma.

Ella tenía reflejos de Keeper, por lo que también pudo atrapar el almohadonazo de su amiga, pero notó la violencia detrás del tiro y la miró mal. —No hace falta la violencia —protestó.

Levantó las cejas y luego rió por lo bajo ante la descripción de Lex. Se imaginaba el tipo de persona que no se daba cuenta de esas cosas y se preguntó si andaría bien con su pareja, pero no se atrevió a preguntar.

—¡SIIII! ¿NO SON EXCELENTES NOTICIAS? —Preguntó igualmente entusiasmada... o mejor dicho aún más entusiasmada, puesto que eran sus buenas noticias. —Gracias —dijo cuando la felicitaron, con una sonrisa enorme en el rostro, no exenta de orgullo.

—Definitivamente —concordó y después pareció recordar algo— pero que sea algo tranquilo. Conozco tu idea de festejo y la verdad es que ninguno está como para andar tirando la casa por la ventana tampoco —le advirtió.