Reunión de negocios

Viernes a la noche. Laurel había organizado una pequeña cena familiar que tenía como objetivo una conversación para nada familiar. Había invitado a sus hermanas y cuñados para conversar sobre el futuro de la sociedad mágica como lo habían hecho tantas veces en el pasado, especialmente durante el reinado de terror de Voldemort.

Tenía la mesa puesta con excelente gusto, como si realmente se tratara de una comida social. Laurel siempre había sido la hermana más preocupada por la política, la más propensa a tomar cartas en un asunto cuando algo no le conformaba. Sus hermanas, cual Susanitas, se habían conformado con poder casarse bien y tener hijos, algo que ella no terminaría de reprocharles jamás. Al menos, habían tenido la decencia de encontrarse esposos que valían diez veces más que ellas y en eso tenía que aplaudirlas.

Cuando sonó la puerta, giró sobre sí para mirar a su marido y continuó preparando las ensaladas. "¿Podrías abrir, querido?"

((Sugiero hacer la charla free for all en lugar de un orden específico para minimizar el caos.))

Hari no estaba de acuerdo con su mujer respecto de esa reunión. Le parecía anticiparse mucho a los hechos cuando todavía había una enorme posibilidad de que la junta de padres y maestros de la escuela se ocupara del asunto que la tenía tan preocupada a ella. Sin embargo, amaba a su mujer y estaba dispuesto a casi cualquier cosa por darle los gustos, así que accedió a que llamara a sus hermanas con sus respectivos maridos. Después de todo, siempre la pasaba bien hablando con sus cuñados y era muy probable que ellos hicieran el trabajo sucio por él, explicándole a Laurel por qué no les convenía hacer nada al respecto de la situación que la tenía tan molesta.

Estaba sentado en el sofá del living cuando sonó la puerta y ella lo mandó a abrir. Hari suspiró irritado, se levantó y fue hacia la puerta para recibir a los invitados. "Buenas noches." Saludó poniéndose una sonrisa en los labios.

Fred había recibido la lechuza de su cuñada. Al verla dirigida a su persona, supo que no se trataba de simples asuntos de familia, de lo contrario, se hubiera referido a Emily directamente. Le había avisado a su esposa y se habían preparado para una reunión que tuviera más que ver con el club y el pasado compartido de Mortífagos que todos tenían, que con el hecho de mantener a la familia junta.

Después de tantos, años, conocía lo suficiente a Laurel como para saber a qué debía el honor de la invitación pero, como Seldon había sospechado, él consideraba que era momento de esperar y ver si las cosas se resolvían solas, por medio de la junta de padres y maestros y no momento de meter cartas en el asunto y volver a ponerse las máscaras para atentar contra el colegio.

"Hari!" Saludó a su cuñado con una sonrisa enorme. Estaba contento de verlo por la excusa que fuera. "¿Cómo te va, pibe?" Preguntó con efusividad y entró a la casa sin esperar invitación.

Em llegó junto con su marido, caminando detrás de él. De las otras dos hermanas, era la más involucrada y su interés en la política había nacido en la última década, desde que muriera uno de sus hijos y dejara de hablarse con el otro. Por eso había insistido en acompañar a Fred a la reunión por más que no se la hubiera invitado formalmente. Sabía que su hermana no lo habría hecho a propósito... o al menos esperaba que Laurel fuera lo suficientemente inteligente como para saber que le tocaría ser embrujada si evitaba invitarla a una cena formal a ella que adoraba tener cualquier excusa para ponerse linda y salir de la casa.

"Buenas noches, Hari, querido. ¿Cómo va ese brazo?" Le preguntó recordando el accidente que había tenido su cuñado en el partido de Quidditch familiar la semana anterior. Hacía rato que estaban todos demasiado viejos para jugar, pero se negaban a dejar el vicio y así terminaban todos rotos. Pero con algo había que entretenerse a falta de una revolución anti muggle que organizar... justamente por eso quería estar ahí esa noche. A ver si con la influencia de la sangre calentona de su hermana menor, podían conseguir algo de entretenimiento y, de paso, hacer el mundo un poco mejor.

Entró directamente a la cocina después de saludar a su cuñado y se acercó a su hermana con una sonrisa engreída y los brazos extendidos para abrazarla. "¡Buenas noches, Laurie, Darling!" Le dijo plantándole un beso en cada mejilla. "Estás más flaca... ¿Otra vez cocinando como un muggle? ¿Cuándo vas a dejar vueltas y mudarte a tu casa?" Preguntó como la vieja metiche que era. "Puedo conseguirte una pareja de elfos domésticos de lo mejor..."

((FFA??))

"¡Freddie!" Saludó con entusiasmo desde la cocina, donde estaba ultimando los detalles de la cena. Su hijo le había comprado de vuelta la mansión que otrora perteneciera a la familia de su marido, pero ella se negaba a regresar ahí y a comprar elfos domésticos. Todo le recordaba demasiado a Mike y ahora que sabía que estaba vivo, su dolor no menguaba al saber que él la tomaba por una completa extraña y una criminal, ni mas ni menos. "Pasen, pasen." Elevó la voz por sobre los saludos y el sonido de la comida que se hacía frente a ella. 

Se volteó hacia su hermana y abrió los brazos para abrazarla ella también, sonriéndole de manera sincera. Algo que Laurel tenía reservado sólo para su familia. "¡Emmy, querida! Es bueno verte." Le siguió la rutina del doble besuqueo mafioso.

Frunció el ceño cuando oyó eso. Era un típico comentario de Emily, pensó arrugando la nariz, pero no dejaría que eso le arruinara la noche. "Cuando tenga tiempo de organizar una mudanza. Los asuntos del club son más importantes de momento y creo que la reunión de esta noche será decisiva." Dijo con cierto placer orgulloso, mirando a su cuñado saludar a su marido, por encima del hombro de su hermana.