A la vuelta de lo de Rose

((Qué bueno porque si empezabas con tecnicismos me iba a la goma))

—Estoy un poco cansada... —comentó con tono perezoso. Hacía ya un rato que le costaba seguir el juego y las explicaciones de Jax, y Revan se había dormido profundamente en sus brazos.  

Lo miró con cierta incomodidad. No sabía qué hacer. Por un lado, se moría por ir a su cama, pero, por otro, no quería dejarlo a él solo con el chico, sobre todo cuando sabía que Jax era un zapallo que no tenía idea de qué hacer con un bebé y a su hermana la había criado la tía de milagro.

No quería tampoco tomarse libertades que en otro momento hubieran sido naturales como tirarse en su cama. No después de la conversación que habían tenido. 

—Si quieres puedo llevar a Revan a mi habitación, para que puedas descansar —ofreció tentativamente—. Tu también pareces agotado —observó. 

—Podemos ir al médico mañana por la mañana —agregó en voz baja, mirando el tablero de ajedrez para evitar la mirada de Jackson. Se sentía tan avergonzada de sí misma.

((No, no. Nada de tecnicismos.))

Suspiró pesadamente. La miró a los ojos de manera elocuente. Él también se sentía exhausto. Había sido uno de los cinco peores días de su vida y su cuerpo gritaba por una cama, aunque su cerebro estaba tan a doscientos, que no se hubiera podido dormir ni aunque hubiera deseado. 

Notó la incomodidad de ella, que se le contagió, por más que sintiera que tenía la situación bajo control. Temía quedarse a solas con sus pensamientos si ella se marchaba. 

—No hace falta, Tess. Ve a acostarte. Yo me encargo —le aseguró en tono cansado—. Matt vendrá a buscarlo aquí cuando regrese de todas formas —añadió en caso de que se le diera por protestar. 

Asintió con la mirada en ella y luego la apartó él también, a pesar de que Tessa estuviera viendo las piezas del tablero. —Cuando quieras —dijo desinflado, sabiendo que ella de seguro no habría visto su gesto.

—No. No voy a dejarte solo con Revan. No seas tonto —le dijo con la confianza de siempre, como si llevaran años de ser pareja y tomar decisiones como tal. La amistad de ellos siempre había sido muy gris en ese sentido. A veces parecían interactuar como pareja, a veces como amigos. 

—Pongo la pava para hacer un té y me quedo —declaró esperando que eso la despabilara un poco y rogando que Matthew no tardara demasiado con su amiga. 

—Mañana está bien —murmuró aún con la mirada baja—. No quiero dilatarlo —confesó. Quería aclarar las cosas lo antes posible para poder volver a estar bien con él.

—No hace falta, Tess —la atajó él antes de que quisiera sacar la varita o algo así—. Revan está dormido, ¿por qué no se tiran en mi cama? Cuando venga Matt te despierto y listo —sugirió. 

—Bueno, dale —accedió algo más hosco que de costumbre. No era un tema que le agradara tocar y sabía que no encontraría descanso hasta que no se hubieran quitado la duda. En cualquier caso, sus inseguridades le decían que nada impedía que ella se hubiera comenzado a ver con Will a escondidas mucho antes y ese todavía fuera su hijo a pesar de todo lo que habían hablado y de la data que Matt le había dado acerca de cuándo se habían comenzado a acercar esos dos. Tal vez su amigo se había equivocado, tal vez ellos lo habían ocultado en un comienzo... después de todo, él no era nadie, no valía nada y todas las veces anteriores ella había terminado abortando por la incompatibilidad de sangre de ellos como para creer que esta vez la cosa fuera diferente.

La mano libre de Tessa, que estaba a mitad de camino hacia su varita, volvió a descansar donde estaba antes, asegurando el agarre que su otro brazo tenía de Revan.

Sus ojos se clavaron en los de Jax, temerosa de lo que pudiera encontrar en ellos, pero quería asegurarse de que la oferta era sincera y no una mera cortesía dadas las circunstancias. Tenían muchos años de confianza y hubiera detestado que él le hiciera un ofrecimiento como ese por puro caballero. 

—Está bien... —accedió con tono de disculpas y una cara acorde. —Gracias —le dijo sinceramente, todavía en plan de perro mojado. 

Se levantó de la silla con dificultad y se dirigió hacia la cama de Jackson, donde acomodó al niño antes de quitarse los zapatos y recostarse junto a Revan. No tardó ni dos minutos en caer profundamente dormida.

Le sostuvo la mirada con seguridad. No le molestaba que ella durmiera en su cama. Estaba molesto, irritado, furioso y todos los demás matices en el medio con ella, pero también la amaba por sobre todas las cosas y quería cuidarla a pesar de todo. No podía verla cansada y no ofrecerle un lugar para descansar cuando él obviamente ni estaba necesitando ni iba a usar la cama. 

Un atisbo ínfimo de sonrisa apareció en las comisuras de Jax cuando asintió. Gesticuló hacia la cama con la mano y se levantó para ayudarla a salir de la silla, pero ella lo consiguió antes de que él rodeara la mesa donde se encontraba el tablero de ajedrez.

—Que descances —le dijo casi con el tono de siempre, aunque sonaba mucho más cansado, tanto que no podía ni expresar enojo, tristeza ni ninguna otra emoción ya. No le besó la frente como hubiera hecho si hubieran sido amigos o solo estado saliendo como hasta la pelea de más temprano.

Tomó el primer libro que encontró dando vueltas por ahí y regresó a la silla donde había estado jugando con ella. Intentó leer, pero simplemente pasaba letras delante de los ojos mientras su mente repasaba una por una los peores escenarios posibles para torturarlo. 

Después de unos veinte minutos, se hartó, se levantó y dejó el libro sobre la silla. Se acercó a la cama con un cobertor que había sacado del placard y tapó a Tessa lo más delicadamente que pudo, a pesar de que sabía que dormía como un tronco, como todo cangrejo. 

Se quedó un rato de pie junto a la cama, mirándola dormir. Entonces hizo algo extraño en él: siguió un impulso. Se quitó los zapatos y se deslizó junto a ella, por detrás, pero dejando algo de distancia entre ellos, como si la traición de ella fuera contagiosa. Suspiró sin hacer mucho ruido. Estaba tan agotado de pensar, de sufrir, de la vida estúpida que le había tocado y de la manera patética en que había elegido vivirla... acabó por quedarse dormido poco después. 

Lo despertó un golpe en la puerta un par de horas después. En ese punto, se levantó lo más sigilosamente que pudo, levantó a Revan de la cama y se lo entregó a su amigo junto con el bolso y las demás chucherías. 

Cuando se marcharon, giró sobre sí con intención de regresar a la cama, pero estaba completamente desvelado. Lo pensó un momento y sintió frío, por lo que la idea de acostarse aunque más no fuera para estar abrigado, pasó a ser una opción en su top three.

((Me morí de amor <3))

El rostro de ella reflejó el gesto pero con un matiz de agradecimiento. 

—Gracias —murmuró medio adormilada y desapareció del mundo de los vivos. Como ya se dijo, era un cangrejo y cuando dormía le podían pasar por encima con una banda sinfónica, pero las probabilidades de despertarla eran nulas. Tenía que hacer un circo cada mañana en su cuarto para llegar a tiempo a clases y muchas veces se salteaba el desayuno por despertarse muy tarde. 

Ni se inmutó cuando Jax se metió en la cama, o cuando tocaron a la puerta. Apenas si se acomodó cuando Jackson la cerró, enroscándose más sobre sí misma y moviéndose un poco más hacia el centro de la cama. 

Dormida, sus problemas se habían esfumado por completo y ahora parecía tan en paz con el universo como mortificada había estado el resto de la noche. Incluso sonreía.

((Yo no. Es una perra. Lastimó a mi nene T_T))

La vio moverse y por un momento pensó que se despertaría, por raro que fuera. Luego que se aseguró que pasaban varios segundos sin que ella se moviera, volvió a la cama y se metió bajo la frazada con que la había tapado. 

Como la vez anterior, mantuvo cierta distancia porque todavía estaba demasiado dolido por todo lo que habían hablado esa noche, pero al menos tenía más lugar para acomodarse ahora.

Estaba desvelado y, a falta de algo mejor con qué entretenerse para no pensar en la tortura que sería el enterarse de malas noticias al día siguiente, la observó a la luz de la luna, que entraba por el vidrio repartido del ventanuco ubicado junto a la cama. Sonreía. Jax no entendía cómo podía ella estar durmiendo tan tranquila después de todo lo que había sucedido ese día, pero se lo atribuyó a su estado. 

Aún así, le molestaba que ella sonriera. Él sentía que se habían acabado los motivos para sonreír en el mundo. Suspiró irritado con él mismo por no tener sueño. Le irritaba que ella estuviera más hermosa que nunca, durmiendo plácidamente y soñando cosas lindas. Sintió el impulso de usar legilimens para meterse en su sueño y asegurarse de que no estuviera soñando con "el otro", pero le dio demasiada fiaca sacar su varita... o tal vez tenía demasiado miedo de lo que pudiera encontrar dentro de la cabeza de ella. 

¡Eso es! Pensó. Si ella podía meter en un pensadero los recuerdos que creía pertinentes para que él le creyera, de seguro su mente dejaría de decirle cosas tan horribles. Si las cosas salían bien en el hospital al día siguiente, se lo exigiría como condición para seguir adelante con esa relación, pensó.

((Era por el bien de la trama))

Más dormida que despierta, Tess sintió el aroma conocido de Jax, el cual asociaba con paz, tranquilidad y esa sensación de "estar en casa" que es tan difícil de describir. Eso la acercó lo suficiente a la consciencia como para que se reacomodara en la cama, girando sobre ella misma para acurrucarse contra él de manera instintiva, como tantas veces habían hecho en el pasado, cuando salían juntos. 

Suspiró dormida, pero era un suspiro de bienestar. Luego siguió durmiendo como si tal cosa.

((¿Sabés cuántas veces escuché eso?))

Jax se quedó quieto cuando ella se movió. Su cuerpo se tensó debajo de ella al sentirla acurrucarse contra él, cuando lo único que quería era tenerla lejos. Se sentía tan incómodo... pero no quiso moverla con lo molida que había parecido al acostarse. Ella no podía saber que lo estaba invadiendo, dormida como estaba. 

Con cara de fastidio, se quedó ahí, quieto y muy despierto, sin saber qué hacer para alejar los pensamientos burlones que le decían a voz de cuello sus peores temores para torturarlo.

Al rato, el aroma de ella y su tibia cercanía comenzaron a bajarle las defensas lo suficiente como para relajar el cuerpo. Le dolían brazos, piernas, el cuello y la mandíbula por haber pasado tanto tiempo tenso.  Se sintió un tonto por hacerse tanto problema cuando ella estaba ajena al mundo, en dreamland. 

Otra media hora de tenerla a su lado acabó de pulverizar lo que quedaba de su orgullo y se atrevió a acomodarse mejor. Deslizó un brazo debajo de la cabeza de ella con cuidado, para poder abrazarla. Una enorme tristeza que no podía ser explicada en palabras o atribuida a una sola causa se adueñó de él por completo y lo hizo sentirse más solo que en toda su vida, como si ésta ya no tuviera sentido y él estuviera condenado a seguir vivo durante años y años por puro cobarde que no se atreve a matarse.

Ella no se enteró de nada de eso, completamente desgastada por el cansancio y el estrés de todo ese día... y de los días anteriores por supuesto.

Se había acomodado contra él, con la cabeza en el hueco del hombro de Jackson y una de sus piernas sobre las de su ex... o novio, o viejo amigo, o lo que fuera después de la tremenda pelea que habían tenido más temprano, si es que aún eran algo. 

Eso la dejaba con su estómago contra el costado de Jax, el pequeño bulto que comenzaba a tomar forma en ella apretado contra el cuerpo del hombre tendido a su lado. En un momento, el bebé se puso a patear con fuerza contra Jackson, pero ella, para variar, continuó durmiendo de lo más pacíficamente.

Jax estaba comenzando a relajarse lo suficiente como para que dormir pudiera ser una opción viable cuando algo lo trajo de regreso desde la vigilia. Se había resignado a ser infeliz toda su vida, a no verla nunca más después de que confirmaran lo que fuera, porque ya no se sentía en condiciones de confiar en ella, incluso si el niño era suyo. Era como que algo se había roto en el momento en que había cruzado por su cabeza la idea de que ella pudiera tener el hijo de alguien más como para soñar siquiera en hacerse cargo si llegaba a ser suyo. Por otra parte, sabía que las posibilidaides de que las cosas llegaran a eso eran casi nulas. A lo más que podían llegar era a un stillbirth. Con todos esos pensamientos oscuros en la mente, su único consuelo era el prometerse no pensar en nada por unas horas y dormir abrazado a ella una última vez como si no sucediera nada... antes de cortarle el rostro después de pasar por el hospital. No le importaba si tenía que hacer como Tarja y mudarse a otro país, cambiarse a dar clase en otro colegio. Simplemente no quería más problemas con ella, que tanto dolor le había traído así más no fuera por su propia cobardía o el padre que le había tocado.

En todo caso, se despertó del todo al sentir algo en el costado de su cuerpo, a la altura del abdomen que ella tenía presionado contra él. Le tomó un par de segundos comprender lo que estaba sucediendo pero, cuando lo comprendió, se encontró sintiéndose tan inexplicablemente conmovido, que no pudo menos que abrazarla más fuerte. Los ojos le quemaban. De todas las veces que ella había logrado llegar relativamente lejos en sus embarazos, Jax nunca antes había podido sentir moverse al feto y ahora lo sentía tan fuerte que hasta lo había despertado. Eso quería decir que estaba mucho más avanzada de lo que él creía, ¿no? Una voz le susuró que entonces de seguro debía ser de Will, que ella debía haberse involucrado con su amigo mucho antes de lo que había admitido y que por eso había logrado llegar tan lejos. Se sintió apaleado. Mucho más solo y deprimido que antes, cuando pensaba que iba a vivir infeliz muchos años por ser cobarde y no poderse suicidar. Era irónico porque un momento antes se había sentido feliz, ilógicamente feliz de pensar con alivio que era suyo. Y ahora esas voces le decían que de seguro lo venía engañando de antes... 

Pero hizo memoria: No podía ser. Durante ese tiempo antes de que ellos decidieran tomar las cosas más lentamente, él y ella habían pasado prácticamente todo el tiempo juntos, ya fuera como amigos al principio y como regresando a retomar la relación de novios que tenían, después, de modo que no había lugar en el cronograma para que ella hubiera podido acostarse con Will. 

A demás, también estaba la historia que Matt le había contado sobre cómo los tres habían estado en ese bar y ella había sido indiferente hacia su amigo al principio y luego de varios tragos y una conversación bastante pesimista recién se había puesto en mood autodestructivo para acabar en la cama de Will... y en ese caso no le cerraban las cuentas. Hasta esa cantidad de días ella había llegado antes y él nunca había sentido nada. 

Con cierto temor, estiró una mano para sentir el estómago de ella, acariciándolo con suavidad para poder tantear su forma sin despertarla. Estaba ciertamente mucho más duro y distendido de lo que alguna vez lo hubiera visto o sentido. Eso le dio cierta seguridad a pesar de que las voces aún le decían cosas horribles sobre sus peores miedos: Estaba bastante seguro de que ese hijo era suyo. 

Pasó gran parte de la noche desvelado, pensando en él, en ella, en el bebé, en el futuro, en todos los futuros alternativos, sin perder de vista el más probable, aquél al que estaban habituados... pero en su peor exponente. Nunca habían tenido un stillbirth, pero parecía que ese sería el caso... y ahora que la idea de tener un hijo con ella se sentía casi tentadora siendo que era la única manera de asegurarse de que se quedara con él... ahora que tenía baby fever, si él podía darle lo que ella quería, no tendría que ir a buscarlo a ningún otro lado. Tal vez finalmente podrían ser felices... aunque la idea de ser padre lo espantaba por completo. Detestaba a los suyos y sabía que había hecho un trabajo espantoso con su hermana, de manera que se sentía inseguro, pero confiaba en Tessa y su dulzura natural para compensar su inutilidad. 

Cuando finalmente se durmió cerca del amanecer, lo hizo muy abrazado a ella, con una mano debajo de su cuello y la otra en el estómago de Tessa, sus dedos entrelazados con los de ella. Una de las ventajas de que durmiera como un tronco era poder hacerle lo que quisiera... si bien él no se abusaba.

Cuando se despertó por la mañana, le costó comprender qué hacía en la cama de Jax y otro tanto el recordar las discusiones y conversaciones desagradables de la noche anterior. Había estado demasiado sorprendida de sentir la mano de él en la suya y ambas debajo de su ropa, sobre su estómago como para que su mente medio dormida fuera capaz de analizar una cosa mientras recordaba la otra.

Finalmente terminó por hacer ambas, si bien estaba azorada de que él estuviera abrazándola. No sabía en qué momento se había acostado con ella o qué podía haberlo hecho aparentemente cambiar de opinión, pero se sintió menos miserable. A pesar de eso, tenía mucho miedo y no pudo aguantarse y dejarlo dormir cuando se moría por hablar con él y enterarse de lo que claramente se había perdido.

—Jax... —murmuró con su rostro a centímetros del de él, en un tono cariñoso pero temeroso a la vez. Había tenido que girar la cabeza en un ángulo incómodo para poder hablarle así abrazados como estaban con él detrás suyo (porque ella se volvió a girar dormida en algún momento de la noche), pero lo hizo de todas formas, al punto de que sus narices se rozaban. —Jax, despierta. Ya es de mañana. Podemos ir al hospital... —Dijo porque no se le ocurría otra manera de sacar el tema.

Gruñó en sueños y se movió apenas, enterrando la nariz en el cuello de ella como si quisiera volver a dormirse, pero como Tessa continuó hablándole, acabó por despabilarse. Los ojos le ardían por haber dormido muy pocas horas. Pestañeó un par de veces, desconcertado pero recordó todo enseguida y con claridad. El dolor, el miedo y esa pequeña llamita de esperanza regresaron con la fuerza de la noche anterior. El tiempo que se había concedido para estar en paz y no pensar se había acabado. Ahora tenía que dejarle en claro que iba a dejarla sin importar lo que dijeran en el hospital... pero ya no sentía la determinación de la madrugada. Ahora nada más quería quedarse ahí, cómodo y calentito con ella por siempre.

Enseguida le soltó la mano con la excusa de refregarse un ojo y dejó de abrazarla para estirarse como un gato. 

—Mhh... ¿qué hora es? —Preguntó con pereza, como quejándose por ser despertado tan temprano. Ante la idea de seguir durmiendo, no le importaba tanto ir al hospital. Como el cobarde que era no quería enterarse de la verdad todavía. 

Giró sobre sí para mirar el reloj en su mesa de noche. 

—Todavía es temprano —dijo con voz de dormido.

—Ni idea —respondió sin esforzarse por ver el reloj que desde donde ella se encontraba resultaba algo imposible de hacer.

Se sintió algo rechazada por la manera eficaz aunque sutil en que él le soltó la mano y se alejó de ella. Ahora estaba totalmente despierta y quería saber qué era lo que le había pasado a él por la cabeza. La noche anterior estaba furioso, había confesado querer golpearla sabiendo su condición y ahora lo encontraba durmiendo con ella todo abrazado.

—¿Me perdí de algo anoche? —Le preguntó de la manera más directa que encontró.

Se mostró sorprendida. —Pensé que no podías esperar un segundo más para ir al hospital.

Ignoró la primera pregunta de ella, pero le fue imposible escaparse de la segunda y se tensó de inmediato, incómodo. 

Dio algunas vueltas sin saber cómo comenzar a explicarle lo que había sucedido, hasta que finalmente se decidió por hacerla simple. 

—Sentí al bebé patear anoche... contra mis costillas —explicó evitando la mirada de ella a toda costa. No le dio más explicación. Podía querer decir que pensaba que ella lo había estado engañando con Will desde antes o que aceptaba que era de ellos por haber llegado tan lejos.

Se sorprendió de oírlo decir eso. Ella podía sentirlo moverse, como a algunos otros, pero nunca antes alguien más había sido capaz de eso.
No comprendió qué quería decir él con su explicación tan escueta y necesitaba más información para calmarse.

—¿Por eso me estabas abrazando? —Le preguntó sin rodeos.

—En realidad tu te me tiraste encima anoche. Por eso pude sentirlo y no sé... fue tan... —no parecía encontrar las palabras adecuadas —Quiero decir, nunca antes había podido... tampoco había intentado, pero... no pensé que se pudiera sentir... 

Ni él mismo sabía qué quería decir con eso.

—¿Aún estás molesto conmigo? —Le preguntó temerosa, mirándolo con cara de ternero asustado.

Se tomó unos largos segundos para pensarlo. —No lo sé —dijo sinceramente al final, con tono de derrota.

—Quisiera ir al hospital... —fue lo único que consiguió decirle, todavía evitando mirarla directamente.

¡Se moría por hacerle tantas preguntas! Se sintió triste de oírlo decir eso pero asintió y se sentó en la cama de inmediato. Luego caminó en cuatro para llegar a la punta y ponerse los zapatos.

—Dame cinco minutos y salimos —anunció claramente triste, desinflada tras aquel breve momento de ilusión de que él sintiera algún tipo de interés por ese tipo de asuntos. En general, siempre que ella quedaba embarazada la ignoraba bastante, haciendo de cuenta que no pasaba nada fuera de lo normal hasta que ella miscarreaba, al menos después de ese primer susto que los había llevado a enterarse de la incompatibilidad entre ellos.

—¿Por qué no desayunamos primero? No es bueno que andes por ahí en ayunas —dijo con ese tono cansado que en él quería decir depresión. 

—No hay apuro.

—Para mí sí lo hay. Quiero que puedas escuchar la verdad de labios de un médico y convencerte de que las cosas no son como tu piensas, Jax — dijo con suavidad. Esta vez era ella quien evitaba mirarlo, atándose las botas con parsimonia.

—Sé que no te gustan los niños, así que no voy a pedirte que te hagas cargo... pero tienes que saber que lo estuve pensando y si hay posibilidad de llegar a término voy a intentarlo —le dijo con seriedad. Aún agachada después de haber terminado de atarse los zapatos. Se sentía muy consciente de su cuerpo y toda posición parecía inadecuada.

—Ni yo sé bien qué es lo que pienso a estas alturas, Tess. Precisamente por eso quiero ver a un profesional. Pero no tiene por qué ser ahora. No quiero que te desmayes... —sabía que ella tendía a desmayarse cuando se embarazaba. 

Le extrañó que le saliera con eso de que no necesitaba hacerse cargo, pero no que decidiera querer tenerlo. La había visto interactuar con Revan el suficiente tiempo como para adivinar que le había llegado esa edad. 

—Y yo voy a estar para apoyarte en lo que necesites —le aseguró con seriedad.

—No me voy a desmayar —dijo sin tener ningún argumento sólido para apoyar la teoría más allá de su deseo de apresurar las cosas—. A demás no tengo hambre. Estoy demasiado nerviosa para comer —explicó con una mueca de desagrado al pensar en comida.

Entonces se puso de pie, aún de espaldas a él y comenzó a mirar la habitación en busca de su cartera. Se quedó dura en el lugar cuando Jax dijo que iba a apoyarla en lo que necesitara.

—¿Eso quiere decir que aún somos novios? —Le preguntó sin vueltas, pero sin mirarlo tapmoco. —Porque no quiero que estés conmigo por lástima. Especialmente cuando las cosas pueden terminar tan mal...

—Está bien —cedió al ver que sería inútil intentar persuadirla—. Podemos comer algo por ahí si tienes hambre más tarde. 

La verdad era que él tampoco se sentía muy hambriento. 

La pregunta lo tomó desprevenido y lo hizo sentirse muy confundido. Tardó en responder.

—A decir verdad, no lo sé... es mucha información de golpe. No sé ni lo que siento anymore. Pero estoy seguro de que pase lo que pase voy a apoyarte, justamente porque sé lo mal que puede terminar esto y no quisiera verte lastimada... pero si tiene que pasar, no te voy a dejar sufrir sola.

Ahogó un sollozo como pudo pero empezó a lagrimear copiosamente.

—Me duele que no confíes en mí al punto de necesitar escucharlo de boca de un médico cuando es más que obvio que si pudiste sentirlo no puede ser más que tuyo... —le dijo en un hilo de voz.

—No quiero tu lástima, Jax. Después de todo, soy yo la que un día se despertó y descubrió que sí quería ser madre después de todo. No soy el tipo de mujer que necesita un marido para hacerlo.

—No es eso —dijo sin estar seguro de que aquello fuera cierto o mentira—. Las cosas que nos dijimos anoche... las cosas que sentí, que quise hacer... por más que solo se tratara de un momento de enojo, nadie me asegura que no pueda volverme violento más adelante si tenemos otra discusión grave. No quiero convertirme en un monstruo y aún no sé si puedo volver a ser el de antes junto a ti o estos sentimientos continuarán atacándome todo el tiempo si decidimos estar juntos —explicó lo mejor que pudo. —Si llegara a levantarte la mano no me lo perdonaría jamás —dijo angustiado. 

—Soy consciente de tu independencia, pero ¿acaso no se te ocurrió que tal vez yo me haya despertado esta mañana sintiéndome de la misma manera?

Tras decir eso, comenzó a vestirse.

Se sintió más tranquila al oírlo decir eso. Le parecían tonterías de Jax que no podía tomar en serio conociéndole la personalidad sosegada que tenía. Estaba segura de que eran inseguridades tontas que se le pasarían. En cambio, que no confiara en ella era algo que no podría soportar.

Generalmente, ante esos arranques sentía la necesidad de consolarlo, pero ese día se sentía tan overwhelmed, que ni se movió en dirección a él.

—Ya sabes que creo que eso es una ridiculez nacida de tus inseguridades, pero si necesitas tiempo para pensarlo... —suspiró pesadamente, aún haciendo un esfuerzo por no sollozar y llorando copiosamente.

Se quedó azorada y giró para mirarlo con los ojos muy abiertos mientras él se vestía. Recién ahí se le cruzó por la mente que el haber sentido al bebé moverse durante la noche podía haberlo hecho cambiar de opinión. Después de todo, para él era una experiencia nueva y eso hubiera explicado el por qué se había despertado abrazándola de esa manera tan íntima.

No dijo más nada hasta que ambos no estuvieron listos para salir del dormitorio de él. Luego lo tomó del brazo para andar por el pasillo y tampoco pronunció palabra hasta que hubieron andado por los terrenos, salido de los mismos y aparecido frente al hospital.

Suspiró pesadamente, nerviosa de que hubiera algún margen de error por algún juego macabro del destino que la separara de Jax para siempre.

—No voy a tener esa discusión de nuevo —avisó. Ya lo habían discutido demasiadas veces y no estaba de humor para otra ronda de conversación inútil. 

Él también terminó de vestirse en silencio y caminó junto a ella sin pronunciar palabra hasta que el suspiro de Tessa frente al hospital lo sacó de su ensimismamiento. 

La acompañó dentro, aún llevándola del brazo y se detuvieron frente a la mesa de entrada, donde anunció la mentira que ella le había sugerido la noche anterior. 

Luego fueron derivados a otra área donde esperaron sentados hasta que un médico pudo verlos. Entonces entró en el consultorio después de ella, a quien le había sostenido la puerta de manera caballerosa y sintió un nudo en la garganta, el corazón acelerado y el pánico de quien piensa que toda su vida y todo su futuro dependen de lo que suceda a continuación.

Se dejó guiar por él como dentro de un sueño, no del todo consciente y muy preocupada.

Durante la espera tampoco dijo nada, pero buscó la mano de Jax con la suya y la apretó con fuerza.

Al médico, le repitió la mentira que habían inventado y el hombre le hizo un chequeo de rutina, que confirmó la salud del bebé y la fecha de gestación, la cual coincidía con los cálculos que ambos habían hecho al pensar en esa noche en que habían decidido tomarse las cosas con calma.

A pesar de eso, y sintiéndose totalmente humillada, Tessa preguntó al médico si no había algún tipo de test de paternidad que pudieran hacerle, principalmente, para calmar los nervios de su pareja. Se sintió enrojecer, más humillada de lo que había estado en toda su vida, pero era un sacrificio que estaba dispuesta a hacer para no perder a Jax,

El hombre asintió lo más estoicamente posible y pidió la mano al Jax mientras que apoyaba la otra en el vientre de ella. Hizo alguna clase de magia con los ojos cerrados por la concentración y luego confirmó la paternidad del feto para tranquilidad de los padres.

Tessa no cabía en sí de la felicidad. Sabía que Jax de seguro aún estaría confundido, porque le costaba procesar las cosas, pero confiaba en que con eso quitado del medio, su pequeño enriedo con Will no tardaría en ser olvidado ahora que tenían otras cosas en común de qué preocuparse.

Aceptó la mano de ella en la suya y le devolvió el apretón para tranquilizarla... o tal vez para tranquilizarse. Tampoco dijo nada. 

Jax se asombró de que Tessa hiciera ese pedido al médico pero no pudo evitar sentirse de lo más agradecido. Podía ver lo humillada que ella estaba, pero aunque una parte de él pensara que se lo merecía, otra estaba feliz de que ella fuera considerada y no tuviera que hacer él ese pedido que le valdría otra escenita de "no confias en mi palabra". Para él, significaba mucho ese sacrificio de parte de ella y apoyó una mano en el muslo de Tessa para hacérselo saber. 

Sintió que se le desbocaba el corazón y que aguantaba la respiración de manera inconsciente mientras el médico hacía su hechizo. La mano que le había dado estaba húmeda de transpiración y se lo notaba nervioso. 

Casi que no pudo creerlo cuando escuchó el veredicto del especialista y se sintió pendejo de nuevo, con ganas de saltar y correr y expresar físicamente su alivio. Así que ella no lo había estado engañanado después de todo. Solo había hecho lo pactado, que si bien no le terminaba de cerrar, al menos había sido algo acordado entre ambos, de frente. 

Le agradeció al médico el trabajo, pero mirando a Tessa como si en realidad el agradecimiento fuera para ella por su sacrificio. 

Luego se volvió hacia el profesional y le explicó el tema de su incompatibilidad. El tipo fue franco y abierto, comentándoles de las amplias posibilidades de un stillbirth a ese punto. Le recomendó a Tessa reposo absoluto si quería conservar al bebé y los derivó a otro especialista, uno que se ocupaba de los casos de riesgo. Después de eso los despidió. 

Apenas salir de la oficina del médico, Jax se volvió hacia Tessa con un alivio que se había transformado casi en felicidad y que le costaba esconder. Aún estaba enojado con ella cuando lo pensaba racional o semi irracionalmente, pero de momento estaba tan aliviado de que sus peores miedos no fueran ciertos, que se sentía inclinado a dejar pasar todo lo demás. 

Sobre el tema de seguir siendo novios o no, aún no estaba seguro, quería hablar con ella y para eso le dirigió una mirada que tenía algo de complicidad y bastante de felicidad. Tenía la mano de ella en la suya.