Saliendo de la biblioteca

Se sintió bastante aliviada. Pensó que uno mide sus pesares en torno a lo vivido, y su vida recién empezaba... seguramente algún día pensaría que angustiarse por no adaptarse bien al colegio le parecería ridículo. Por su parte, Tarja no era el vivo ejemplo de la alegría y la adaptación, y eso no parecía ser para ella un obstáculo a seguir viviendo, sino que parecía apreciar más las pequeñas cosas. Como estar en ese momento tomando un chocolate caliente con su sobrina.

Sonrió. Ella también se sentía a gusto con las pequeñas cosas, como una charla amena con su tía, o tocar su canción preferida en violín.

_Parecía que estabas cargando una bomba a punto de explotar -se burló amigablemente.

Le correspondió con otra sonrisa, cálida y cariñosa. Se alegraba de que pareciera más animada.

El comentario le robó una pequeña risa. "Es más o menos como se sentía." Admitió tomando el segundo volumen del album y pasando un par de páginas con pereza.

"¿Qué tienes ganas de hacer en Kuopio?" Preguntó con entusiasmo pero sin levantar la vista del album.

Sarah negó con la cabeza con profunda tristeza.

_Nada en especial -respondió-. Respirar ese aire, ver ese cielo. Recuerdo mis visitas a tu casa, y... -"son de mis recuerdos favoritos" terminó en su mente. Tanto fue así, que olvido decirlo en voz alta.

Dejó que su mirada se perdiera en algún punto cercano a las páginas del álbum que Tarja pasaba.

_Supongo que de alguna manera, ansío sentirme "en casa". Y debe estar en mí la creencia de que allí lo conseguiré.

Sonrió con calidez, de manera comprensiva. Ella también ansiaba las vacaciones para poder volver a su país. Incluso si no se hablaba con su padre, extrañaba la manera de pensar de la gente de allí, aunque claro, cuando estaba ahí le parecían demasiado fríos comparados con los Ingleses. En su caso en particular, se trataba de un caso agudo de no saber qué quería de su vida.

"Ya encontraremos con qué ocupar nuestro tiempo." Comentó en un tono levemente misterioso, como si tuviera algo planeado.

Por un momento abandonó el album y se dedicó a su taza de chocolate. "He estado pensando en comprarme una mascota." Dijo cuando dejó de nuevo la taza sobre la mesa.

La miró con extrañeza, preguntándose qué estaba pensando su tía... de alguna manera, sin importar de qué se tratase, le gustó sentir que estaba incluida en eso. Cuando escuchó la palabra "mascota" olvido lo que estaba pensando.

_¡Un gato! -exclamó Sarah dando un respingo, repentinamente animada- Oh, bueno... lo que quieras. Lo que pasa es que desde que estoy aquí que quiero tener un gato. ¿En qué estabas pensando tú? ¿Y por qué no has adoptado una?

La miró divertida y rió un poquito al ver la reacción que había causado. Tenía una sonrisa enorme y cariñosa en el rostro. Estaba contenta de haber logrado revivirla un poco de alguna forma. Ahora se la veía más como una adolescente feliz.

"Por favor no te rías..." Le pidió algo avergonzada, en una actitud bastante infantil que revelaba la adolescente insegura que había sido de chica y no había dejado de ser, sólo aprendido a disimular mejor.

"Yo también quiero un gato, pero... bueno, tú tienes toda la vida por delante, pero tu tía ya es una solterona..." dijo mirándose las manos, una de las cuales jugueteaba nerviosamente con un anillo con una enorme piedra negra que siempre usaba desde que estaba ahí de profesora. "Lo último que necesita es un gato para rematar el cliché ¿No lo crees?" Preguntó con cierta timidez.

Sarah meditó un momento.

_Nunca podemos manejar las interpretaciones que los demás hacen de nosotros. Si te consideran o no una solterona, eso no va a cambiar porque tengas o no un gato. Y el hecho de que quieras tener una compañía, no va a cambiar ese hecho... ¿Qué más da si es gato, perro o tortuga? Si te da vergüenza pasar por eso, y vas a hacerlo de todos modos, convendría que sea por un animal que de verdad te haga sentir cómoda. Y yo podría imaginarte con un gato. Sí, creo que sería ideal para ti.

Asintió para enfatizar lo que decía.

Suspiró levemente, con una sonrisa en los labios. No sabía cómo expresar lo que sentía sin que sonara a algo que definitiavmente no quería decirle a alguien con la personalidad de su sobrina. Se tomó un momento para pensar en la respuesta que podía darle.

"Tienes razón." Comenzó con suavidad. ¿Cómo decirle que a su edad todavía no quería dar el brazo a torcer y admitir que sus padres tenían razón cuando decían que se quedaría sola toda la vida? ¿Cómo decirle que le gustaría que lo que los demás pensaran su imagen no afectara cómo se relacionaban con ella? ¿Y si era su culpa que la gente la evitara? No, claramente no le haría nada de bien.

"Tal vez si prometiera hacer un esfuerzo por hablar más con la gente podría comprar un gato como premio." Pensó en voz alta. Entonces volvió a levantar la mirada hacia ella. "¿Piensas ir a la siguiente salida a Hogsmeade?" Preguntó algo más animada. "Tienen una tienda de mascotas maravillosa."

_¡Oh! ¿Hogsmeade? -preguntó regresando a su habitual desánimo-. Pero hay... personas ahí -explicó como si bastara.

Meditó unos instantes y luego asintió.

_Pero sí, supongo que puedo ir. Y sólo para que no creas que hay mala predisposición de mi parte, hablé con dos personas. De hecho, dos personas de tu casa: Jones y Appleton. Podríamos decir que estas galletas son mi premio -le sonrió.

A pesar suyo, sonrió divertida por la descripción. "Ciertamente. Pero la mayoría generalmente está tan metida en sus propios asuntos que no se preocupa demasiado por uno." Le aseguró todavía con un dejo de sonrisa en los labios.

Arqueó las cejas al escuchar la noticia. El que fueran de su casa tenía sentido. Los Hufflepuff tenían fama de aceptar a todo el mundo como era, sin tener demasiados prejuicios en contra de nadie, como su fundadora, dispuesta a educar a quien quisiera aprender, independientemente de sus atributos mentales o de sangre. Sonrió con cierto orgullo y cariño a la vez. "Son buenos chicos." Lo decía por todos los de su casa en general.

Le llamó la atención que precisamente los dos alumnos que más problemas de adaptación social habían tenido ese año fueran los que se hubieran acercado a ella y se sintió más orgullosa todavía de que fueran comprensivos con otros que se sentían igual. "Jones es un fanático del Quidditch y Appleton comparte tu amor por los violines. Tal vez se interese en tus partituras." Sugirió por lo poco que sabía de ellos. Había sido su jefa de casa durante sólo cinco años, al principio enseñando Historia y ahora Adivinación. De Appleton sabía algo más porque había tenido que hacer todo el papeleo el año que entró en coma después del accidente, pero tampoco le tenía tan averiguada la vida como a los alumnos problemáticos.

Sin embargo, había tenido varias charlas con ellos ese año por motivos personales.

Giselle se ensombreció un poco. Las cosas con Gipsy habían tenido un pequeño altercado que no sabía en qué terminaría. No quería decírselo a su tía, pero ya que había presumido el tema, debía hacer justicia.

_Con Appleton... bueno, ella dijo algo que... okay, estropeé todo -confesó y se tapó la cara con las manos.

Enarcó una ceja con curiosidad, pero la dejó hablar. Se preocupó un poco de escuchar eso, porque sabía que su sobrina era una chica tranquila y Appleton nunca le había dado grandes problemas... si uno descontaba el baile de fin de año anterior, que tampoco le había parecido algo grave. Cosas de chicos. No se imaginaba que ninguna de las dos pudiera tener una discusión con alguien.

"¿Te dijo algo subido de tono?" Preguntó preocupada, con el ceño levemente fruncido. Después de lo que le había dicho la supuesta mejor amiga de Appleton durante la entrevista de orientación vocacional que habían tenido, ya nada la sorprendía o le parecía imposible y si tanto tiempo habían pasado juntas, tal vez a Appleton también se le diera por andarse haciendo la graciosa por ahí. "¿Qué sucedió?" Preguntó en tono comprensivo.

Negó vivamente con la cabeza, y luego habló apresuradamente. no era su estilo, generalmente habla con calma y lentitud, como si se le fuera la vida en el esfuerzo de emitir cada palabra.

_Ella no hizo nada malo, en realidad. Por eso te digo que yo lo estropeé todo. Estábamos hablando sobre d¡bujos, porque ambas dibujamos bien y pintamos bien en grises, pero pintar nos cuesta más. Y ella mencionó que está bien ser consciente de los puntos fuertes y débiles de cada uno, porque así no necesita ponerse a prueba. Entonces le dije que yo siempre me pongo a prueba con mis debilidades, es decir, estar hablando con ella en ese momento era un modo de ponerme a prueba. Y me miró de una manera extraña, y luego dijo "si te hacer feliz...". ¡Claro que no me hace feliz! ¿Acaso tu me ves feliz? Pero el problema es que sabiendo mis debilidades, necesito superarlas... no puedo perdonarme por tenerlas y ya, necesito constantemente ponerlas a prueba, y constantemente frustrarme cuando no sale bien ¿Y quién se perjudica? Yo. Después de que ella dijera eso, ya no pude seguir hablando y me fui, y la dejé sola. No volverá a hablarme, lo sé, no estuve bien. Pero no podía seguir hablando con ella, porque iba a llorar. Y yo no lloro delante de nadie -finalizó ensombrecida.

La negativa de su sobrina la dejó mucho, muchísimo más tranquila. Había ciertas cuestiones en las que prefería no tener que mediar. La ponían incómoda, por más que no fuera algo difícil de lograr.

Escuchó con atención la descripción que ella le hacía del problema, consciente de que debía estar muy turbada por éste para levantar semejante velocidad al hablar. Esperó hasta estar bien segura de que no diría nada más antes de atreverse a acotar algo. Suspiró algo preocupada, aunque era otro tipo de preocupación.

"Creo que el problema no es que pongas a prueba tus debilidades..." comenzó con cautela. "sino que te frustre no poder vencerlas enseguida." Opinó. "¿Cuántos años te tomó poder tocar el violín como lo haces ahora?" Le preguntó ahora con aire casual. Acto seguido, levantó la taza de la mesa y bebió lentamente lo que quedaba en su interior, como excusa para darle oportunidad a pensar en el significado más profundo detrás de su pregunta.

Dejó la taza sobre la mesa. "Me parece que también es una cuestión de elección. Todos elegimos nuestras batallas y es bueno saber hacerlo. Hay una gran variedad de instrumentos que no sabes tocar y eso no pareciera quitarte el sueño." La pregunta oculta seguía siendo por qué unos sí y otros no. ¿Qué los hacía a unos dignos de intentarlo y a los otros no?

Nunca hubiera acudido a su tía a contarle algo que tuviera que ver con alguna actitud de los demás. Sólo acudía para comentarle pensamientos y sentimientos elaborados por sí misma. No le había mencionado a las niñas que la molestaban y se burlaban de ella. Tampoco le había mostrado la caricatura que hicieron de ella en un pergamino, y pasó por todo el aula en una clase. No. Porque no eran cosas que otro pudiera arreglar o cambiar. No desde la esencia, o lo sincero. Giselle sólo acudía a su tía porque buscaba un consejo, una compañía, una mirada maternal de profundo cariño. Pero no necesariamente lo que se conoce como ayuda.

Meditó unos instantes, y luego dijo:

_Es diferente. El violín es apra mi la pieza faltante de un rompecabezas. Es una pieza única, que encaja a la perfección con el resto. Ninguna otra hubiera funcionado. Y cuando apoyo el violín en mi hombro, siento que conectara todo mi cuerpo, como un circuito que se cierra, y al hacerlo, la música sale... sola. Como si brotara de mis entrañas. No se sintió nunca como una debilidad que tuviera que vencer, sino un medio que necesitaba dominar para poder dejar salir cosas de mí.

Completó la analogía mentalmente, y después siguió hablando. Pero regresó a su lentitud y calma oratoria. Con la espalda recta, y con modulación apropiada.

_Ser sociable es de algún modo una debilidad que me serviría corregir, pero no es una necesidad de mi alma. No tener aptitudes me hace infeliz, pero superarlo es mi deber, no mi necesidad.

La escuchó con una sonrisa, con el codo apoyado en la mesa y su mentón en la mano, aunque de una manera bastante estructurada. Le pareció que habiendo experimentado ese tipo de sensaciones tan sublimes, debería resultarle más fácil entender que no hacía falta frustrarse cuando algo en lo que quería mejorar no salía como esperaba, que era muy distinto de querer que dejara de intentarlo.

"¿Estás segura?" Le preguntó con una sonrisa misteriosa. "Yo creo que si no ansiaras verdaderamente mejorar tus aptitudes sociales no te haría infeliz cuando las cosas no salen como tu quieres." Dijo con suavidad, intentando que no sonara a bajada de línea. "¿Cómo te sentiste hablando con tus compañeros?" Le preguntó refiriéndose a los dos de los que le había hablado.

Meditó unos instantes.

_Con Gipsy muy incómoda. Como si cada vez que hablara, estuviera a punto de echar todo a perder. Pero hubo momentos en que sus palabras o su manera de sonreír me hacían sentir tranquila, como si me dijera "te está saliendo bien". Pero no dejó de ser extraño y forzado. Con Jones... fue distinto. Porque en ningún momento me pareció que fuera posible que yo lo ofendiera, o que se moleste conmigo. Más bien parecía que cada uno decía lo que quería sin pensar, y eso estaba bien. Fue... natural. Supongo que es porque tenemos intereses en común. Pero fue un poco más fácil.

Tarja se mostró sorprendida. Se preguntó de qué podrían haber estado hablando para que la conversación se hiciera tan incómoda. Lo poco que había visto de la prefecta en clase, apuntaba que parecía una chica muy fácil de tratar. Tampoco recordaba que tuviera enemigos o grandes problemas para relacionarse. Salvo tal vez por el chico Australiano.

El relato la hizo sonreír. Le alegraba que al menos una de las conversaciones hubiera funcionado como ella esperaba. "Eso es bueno. Suena como lo que una conversación debería ser." Miró su taza vacía con cierta decepción. Se había olvidado de que había terminado el chocolate y la había levantado con la esperanza de beber más. Conjuró el jarro donde aún quedaba algo de la preparación. El mismo apareció sobre la mesa y ella se sirvió. "¿Quieres más?"

"Me alegra que hayas encontrado al menos dos personas que te caigan bien." Dijo sinceramente contenta. "¡Ojalá pudiera decir lo mismo!" Añadió en broma, sonriéndole.

_Quiero más, pero ya debería irme -respondió con cierta amargura. Quería quedarse un rato más, pero tenía tareas pendientes que no quería descuidar. Ante el otro comentario en broma de su tía, añadió-. Es temprano para decir que son dos personas que me caen bien, apenas los estoy conociendo, y con Gipsy, ya... ¿Cómo dicen aquí? ¿"Metí la pata"? -y se levantó de la silla tomando una última galleta para el camino.

((Perdón. Semana complicada. Con suerte Diciembre venga mejor para el vicio hasta altas horas de la noche.))

Tarja conocía la diferencia semántica, pero había intentado ser más optimista para mantener a su sobrina animada y evitar que se desanimara por un pequeño contratiempo. Le parecía que a veces Sarah se rendía muy pronto, pero no era quien para criticar precisamente ese aspecto de su personalidad. "Es sólo una expresión." Le dijo para tranquilizarla.

Asintió por la pregunta lingüística. "Pero los prefectos suelen tener bastante paciencia." Le recordó intentando que no se hiciera tanto problema por todo.

"Gracias por la compañía." Le agradeció con cariño al verla levantarse.

_Gracias por los consejos, y la perspectiva -agradeció ella, mientras salía del despacho un poco más animada.

FIN.