Mirando cartel de anuncios

Tras dudarlo mucho a causa de su eterna timidez e inseguridades múltiples, Sean se había dejado convencer por su mejor amiga Gypsy para animarse a poner un anuncio en la cartelera del colegio. El club que con mucho miedo -e insistencia por parte de su ya mencionada amiga- se había atrevido a fundar, el de tallado de madera, tenía muy pocos socios en sus ya tres años de existencia. Él se había quejado todo el verano al respecto y, seguramente para no escucharlo más, Gypsy le había prácticamente obligado a poner un anuncio en el tablero para intentar reclutar más miembros. Al encontrar el tablero totalmente vacío -algo más que esperable tan temprano en el año lectivo-, se había puesto super nervioso y casi se había dado media vuelta para salir corriendo a su sala, logrando luego calmarse lo suficiente como para pinchar una chinche en cada esquina del pergamino.  Después de haberlo colgado, la ansiedad se apoderó de Sean decidió quedarse en el hall de entrada, de pie contra la pared del fondo, para ver si alguien se decidía a inscribirse. Sabía que era un pensamiento tonto, ya que seguramente le llevaría a la gente varios días prestarle atención al tablero, aún despoblado, puesto que nadie querría molestarse en verlo por un solo anuncio, para peor escrito con su fea letra, pero como buen ansioso que era, no pudo resistirse y se quedó mirando igual, en parte para poder regodearse en que nadie le prestara atención y así poder confirmar su teoría de que él era un idiota y su club era muy tonto.

Grande fue su sorpresa cuando vio que uno de los chicos de Gryffindor de cuarto año se acercó al tablero de anuncio. Era Fallow o Shadow o algo así. Su corazón se aceleró de entusiasmo. ¡Alguien estaba viendo su anuncio! Se imaginó el club de tallado repentinamente haciéndose popular y llenándose el aula de chicos y chicas que compartieran su interés... lo que obviamente disparó su ansiedad social y lo hizo estremecerse desagadablemente. ¡Por supuesto que no se uniría nadie a su estùpido club! ¡Qué adolescente en su sano juicio querría pasar su tiempo libre tallando madera cuando había incontables bandas en las que tocar y grupos más glamorosos como el de dibujo o teatro? Seguramente el chico miraría su anuncio, se reiría de la idiotez que había escrito y se largaría de allí riéndose de quien sea que hubiera tenido semejante idea.

Aún así, al ver que el muchacho no se iba instantáneamente decepcionado sino que se quedaba observando el tablero, Sean decidió acercarse, aunque sea para poder ver qué expresión había en su rostro. Con la excusa de mirar el mismo anuncio, se paró junto a él, tomando un momento para fruncirle el seño a su pésima elección de palabras y mala caligrafía. Pensó en tal vez decirle algo pero no se le ocurrió qué, de modo que solo se quedó ahí, de pie, mirando el anuncio y sintiéndose como un idiota.

Sean notó el sobresalto del muchacho y se removió culposo, entendiendo perfectamente bien la incomodidad de tener a alguien demasiado cerca o de sentirse forzado a interactuar cuando no estaba listo para hacerlo, ya que él también era muy tímido, si bien el ser prefecto lo había forzado a interactuar seguido con todo tipo de personas y se había ido acostumbrando un poco, por lo que podía disimularlo un poco mejor que antes, aunque más no fuera para no sentirse como un tonto por ser un prefecto introvertido.

"Disculpa," murmuró incómodo, dando un paso atrás para dejarle espacio.

Por un momento se sintió inclinado a marcharse para dejarle espacio al chico, que ahora recordaba, se llamaba Sallow y, por lo visto era tan poco sociable como él. Pero la curiosidad de ver si se anotaba o no en su club fue más fuerte que Sean y decidió quedarse, alegrándose de haberlo hecho cuando, unos momentos después, Sallow efectivamente se anotó en el espacio que el anuncio tenía para ese propósito. El papelillo con el nombre del chico se despegó del pergamino del que había formado parte hasta un momento antes y admitiendo para si mismo que este era otro de los motivos por los que quería quedarse, observó atentamente para poder admirar su hechizo en acción. Se sintió un poco decepcionado al ver que no había conseguido el efecto deseado, intentando imitar aquellos memorandums que abundaban en el ministerio de la magia, según había oído decir a sus hermanos mayores que trabajaban allí, pero aliviado de que al menos no se había prendido fuego ni nada por el estilo.

Deberé practicar más transfiguraciones y encantamientos. Se dijo a sí mismo. Seguramente el último movimiento de muñeca estuvo de más como me temía...

Se sintió bastante inútil y un intento fallido de ser humano, ni que hablar de mago, a pesar de que a cualquier otro alumno del colegio le hubiera dado dos horas de charlas alenadoras para que no se hicieran problema por algo así... ¡hablando de ser hipócrita! Pero el saludo de Sallow lo sacó de su ensimismamiento y lo trajo de nuevo a la realidad, recordándole que ahora que tenía un nuevo miembro, debía darle la bienvenida y esas cosas que hacía la gente normal.

"Hola. Gracias por unirte al club de tallado," dijo quedamente, haciendo un esfuerzo bastante bueno por no mostrarse nervioso. Haber nacido Russell le había enseñado a mentir, actuar y disimular para sobrevivir y, aunque detestaba hacerlo y le ponía los pelos de punta, se le daba bien. "No quise sobresaltarte... la verdad quería ver si me había salido bien el hechizo... no fuera cosa que alguien se anotara y la inscripción se perdiera por el camino. No se me dan bien las transfiguraciones," confesó.