Después de la peleita

Jade se había desmayado después de la pelea con su hermana. Sus poderes descontrolados de squibb la habían desgastado por completo y ahora yacía en la cama dormida profundamente. Nadie la estaba velando porque su padre estaba ocupándose de su hermanita y su madre de intentar calmar sus propios nervios, de manera que ella simplemente dormía. 

Nacida la princecita mimada de mamá y papá, lo bueno se le terminó pronto cuando su familia se rompió para siempre y ella aprendió enseguida que, con una madre discapacitada, si quería algo se las tenía que arreglar sola, así que cuando entre sueños se despertó un par de veces, no sintió más tristeza de la habitual de encontrarse sola.

Caleb se aburría mucho. Su madre nunca le había prestado demasiada atención por estar siempre ocupada con sus negocios y sus clases y simposios, pero aún así, se negaba a encargarse de él mismo. Demandaba su derecho a ser cuidado y a veces se portaba mal para llamar la atención. 

Lo que le gustaba mucho era desaparecer de donde se suponía que debía estar y esconderse en la enfermería a hablar con la simpática señorita que trabajaba ahí. 

En eso estaba cuando vio, aburrido de esperar a que Cora regresara, que entre los pacientes en las camas había alguien más o menos de su tamaño. Se acercó con curiosidad, porque no solía ver alumnos tan pequeños. Todo el mundo le parecía enorme.

En medio de sus ensoñaciones, Jade abrió los ojos al sentir una presencia a su lado en la forma de sombra sobre su rostro. Pensó que podía ser la enfermera pero ahí había un chico mirándola. Y uno más o menos de su edad. Como los que se encontraba en el daycare donde la mandaban a veces sus papás. 

Primero pensó que estaba soñando pero después abrió los ojos y él seguía ahí. Lo miró con curiosidad.

"No sabía que la escuela aceptaba enanos." Pensó él en voz alta. "Todos los demás estudiantes son tan grandes." Se acercó un paso más a verla de cerca.

Jade frunció el ceño, ofendida. "No soy un enano. Soy una nena!" Lo corrigió con la nariz bien levantada. "Tu eres maleducado." Observó.

Caleb se mostró sorprendido mas luego desconfió. "No se permiten niños en el colegio." La contrarió. "Tienes que tener al menos once años para recibir la carta."

"Entonces tu eres un enano!"

"Claro que no. Soy un brujo. Mi mamá enseña aquí. Por eso me permiten quedarme cuando no tiene tiempo..." Miró el acolchado interesantísimo que había en la cama de ella. "O sea siempre. La señora que trabaja aquí es buena. Te da caramelos."

"Oh, si. Se llama Cora. Es amiga de mi papá. Él también enseña aquí. Y mi mamá también." Dijo con orgullo.

"Mi mamá enseña tans... twansfigeishon." Sonrió enormemente. Parecía un buen chico.

Jade rió. "No se dice así!! Es twansfigushon!" Lo corrigió con tono de sabelotodo.

Caleb frunció el ceño. "Bueno! Lo que sea!" Se defendió. "Ella transforma cosas en otras cosas."

Jade rió de nuevo. "Eso no tiene mucho sentido."

"Si que lo tiene!" Insistió él, levemente irritado. "Puedes convertir un gato en un reloj para que te maulle la hora o un zapato en una iguana." Enumeró con orgullo.

Jade continuó riendo. "Qué chistoso eres!" Le dijo felizmente despreocupada. "Por qué alguien querría convertir un zapato en una iguana? Estaría saltando en una pata por los pasillos!"

"Porque es divertido." Explicó él haciendo acopio de paciencia. "Mi mamá a veces convierte a mi gato en tetera. La cola es el asa." Rió un poco. "Es gracioso. Cuando maulla saca humo por la boca."

"Yo quiero tener un gato pero mi mamá no me deja. Dice que es peligroso." Comentó con tristeza, mirando para abajo.

"Los gatitos no son peligrosos... bueno a veces se comen los cordones de los zapatos o se cuelgan de las cortinas, pero no son peligrosos."

"Peligroso para el gato." Aclaró Jade. "Soy una squibb. Cuando me enojo se me rompe la magia y le pasan cosas malas a la gente."

"No es cierto! Los squibb no pueden hacer magia! Por eso son squibb. Todo el mundo sabe eso."

"No. También se le dice squibb a la gente que tiene la magia rota." Insistió ella.

"Cómo se te puede romper la magia?"

"Por ejemplo si haces un berrinche muy grande, el gato puede explotar... por accidente!" Añadió lo último muy tristemente, levantando la mirada para verlo con ojos enooooormes.

"No te creo nada."

"Es verdad. A mi mamá le pasó..."

"Si tu mamá enseña aquí entonces es una bruja. Y si es una bruja no puede ser squibb." Dedujo él.

"Eres tu quien no entiende nada! Mi mamá es la cabeza-casa de los squibb. Es un nuevo programa del Mintry (mentoso??) para que los que tienen la magia rota puedan trabajar cuando sean grandes."

"Estás loca!" Definió.

"No, no estoy loca!" Dijo cruzándose de brazos. "Solo tengo la magia rota y no hay nada de malo en ello. Mucha gente la tiene. Dicen que la hermana del famoso mago Dumbledore también la tenía así. Por eso estaba encerrada."

"Por eso te tienen en la enfermería?"

"No sé. Estaba peleando con mi Ruby y de repente desperté aquí."

"Quien es Ruby?"

"Mi hermana. Es mala. No me gusta. Quisiera que mamá se la llevara lejos de nuevo."

"Mi amigo Gabe dice que los hermanos mayores son siempre así."

"Pero Ruby tiene tres años nada más! Y yo tengo cinco. No es mayor."