Preocupaciones

Matt se había quedado preocupado todo el día, tanto por su hija mayor como por su ex, que también había parecido bastante agitada esa mañana. La buena noticia es que no había malas noticias. Ésas, corrían como reguero de pólvora por todo el castillo y se hubiera enterado si algo hubiera sucedido con Steph o las niñas.

A la primera, la había visto durante la cena, enfrascada en una conversación seria con Tarja, en la que Tessa participaba ocasionalmente, por lo que asumió que estaría bien. El director no había parecido más preocupado que de costumbre y, sin embargo, él enloquecía por saber qué había sido de ambas mujeres durante el día.

Tenía planeado acercarse a Steph después de la cena, pero ella y Tarja se retiraron enseguida y a él lo demoró Will con una charla sobre Jax que lo irritó bastante. Había golpeado a la torre de Steph sin conseguir respuesta, pero no quiso ir a la enfermería. Si estaba Cora no podría hablar de nada con su mujer, así que regresó a su oficina y esperó, con suerte, intentar más tarde.

Trató de distraerse trabajando, pero lo hacía solo a medias y mal, releyendo cada párrafo demasiadas veces sin entender nada.

Steph había estado bien después de la clase, durante la cual le había costado bastante trabajo concentrarse. Sin embargo, cuando logró abstraerse y distraerse, todo fluyó normalmente. Fue cuestión de que se imaginara de vuelta en el hospital, atendiendo a los niños enfermos. 

Mientras hacía eso, les habló de lo que había sucedido pero contándolo y sintiéndolo como si le hubiera sucedido a alguien más. Su mente se encerraba en sí misma, en otro mundo, mientras ella explicaba por qué era importante mantener la calma y no dejarse ganar por las emociones.

Luego fue a ver a Jade a la enfermería. Cora la tranquilizó y ella regresó a sus cosas, aún preocupada, pero ya no enferma de angustia. Siguió con su día como mejor pudo y pidió a Tarja que cuidara a Ruby un rato más, para poder visitar a Jade, que continuaba durmiendo en la enfermería. Eso la preocupó y, aunque Cora le dijo que era normal y que era lo mejor en ese momento, que aprovechara a descansar, ella no podía quitar el asunto de su mente. 

Preocupada, dejó su orgullo de lado y golpeó a la puerta de la oficina de Matt, luego de haber probado con su dormitorio sin resultados. 

—¿Matt? —Preguntó desde afuera.

Levantó la cabeza de inmediato, como picado por una serpiente, en el momento en que oyó la voz de Steph afuera y temió estar alucinando. Abrió un cajón y miró dentro: había tomado la medicación ese día.

Se sintió tan aliviado que no tuvo ni tiempo de sonreír que ya estaba abriendo la puerta. No quería simplemente decirle que pasara como si se tratara de una entrevista cualquiera con un alumno u otro colega.

—Steph. ¿Estás bien? ¿Cómo está Jade? —Las preguntas se le atragantaban pelenado por salir antes que las demás, pero no parecía exhaltado.

Comenzaba a pensar que él no se encontraba ahí cuando oyó ruido dentro de la habitación pero nadie le contestaba. ¿Estaría con alguna mujer, intentando ocultarla? 

Entonces abrió la puerta y la mirada de ella fue de su rostro, que no parecía culpable ni intentar esconder nada (a ojos de Steph al menos), al cuarto que se veía por encima de su hombro: vacío.

La lluvia de preguntas la enterneció un poco, pero intentó no demostrarlo más que en una pequeña sonrisa tímida y apretada, y manteniendo la mirada baja para no delatarse. 

—Las dos estamos bien, por suerte —respondió con calma. —¿Puedo pasar? —Preguntó tras una breve pausa, donde intentó decidir si valía la pena o sería una conversación de tres palabras. Prefirió no tenerla en el pasillo de todas maneras.

Las palabras de ella lo tranquilizaron y recién notó que había estado todo tenso al ver cómo bajaban sus hombros y cambiaba su postura después de escuchar aquello. Asintió lo más controladamente posible, para contrarrestar lo anterior.

—Me alegra.

También él dudó entre si hacerla pasar o no. Asintió y se hizo a un lado cuando ella le pidió entrar. 

—Seguro. Ponte cómoda —sugirió, aunque, en lo personal, no tenía tantas cosas para decirle.

Cerró la puerta detrás de ella y se giró para verla, con la intención de retornar a su sillón si ella ocupaba la de los invitados.

Fanny asintió apenas y entró a la oficina pero se quedó de pie a mitad de camino entre la puerta y la silla de invitados, dándole el perfil mientras meditaba sus palabras. 

—En realidad quería agradecerte por... bueno, por haberte preocupado por mí —dijo con dificultad, todavía sin mirarlo. —Sé que te desvives por las niñas, pero después de todo lo que nos dijimos... —pausa— no esperaba que te importara. 

Continuaba mirando las patas del mueble donde él guardaba los ingredientes de pociones, determinada a evitar los ojos de Matt.

En un principio, Matt pareció no comprender. Luego revisó mentalmente la conversación que acababan de tener y, efectivamente, él le había preguntado si estaba bien. Le resultaba tan natural que no lo había ni analizado.

Era una situación delicada. ¿Qué responder a eso? ¿Que le importaba? ¿Que se moría por ella? ¿Que estaba viendo cosas donde no las había y dejara de pensar tonterías?

—Por supuesto que quiero verte bien, Steph. Al margen de las diferencias que tengamos, compartimos mucho como para no querer verte bien. Sé que no eres feliz en este castillo, pero justamente porque no quiero verte muerta es que forcé este acuerdo.

Era algo que nunca había tenido oportunidad de blanquear. Siempre había quedado como que lo hacía para torturarla, porque era algo que ella no quería, para poder vigilarla, no compartir la tutela de las hijas o lo que fuere. Pero quería que ella supiera que las películas en su cabeza no eran más que eso y que ésta era la verdad.

Asintió con un gesto altivo. —Lo sé y eso también te lo agradezco. Puede que muchas veces me sienta incómoda o fuera de lugar pero, al menos ya no me siento sola como cuando trabajaba en el hospital —confesó. —Hogwarts realmente es una gran familia y me alegra poder ser parte de ella, aunque sea la prima poco popular y tímida con la que nadie habla. Por increíble que parezca —añadió con una sonrisa y un dejo de broma en la voz. 


Cierto era que la mortificaba y deprimía la soledad que sentía en el castillo, pero en algunos momentos se sentía bien, casi como si perteneciera al mundo que tanto asociaba con su querido padre. Por otra parte, cuando vivía sola con Ruby también se sentía sola y lloraba a menudo, por lo que en retrospectiva y ahora que estaba un poco más tranquila y tenía un par de "amigas" entre sus colegas, comenzaba a apreciar las ventajas de su posición. Quedarse a vivir sola en Dalton Manor con la vieja sirvienta del primo de Matt como única compañía tampoco le hubiera hecho feliz... a demás de que no era seguro que estuviera sola allí.


—Hay algo más de lo que quisiera hablarte. Un favor, en realidad —admitió levemente avergonzada. —¿Podrías hacerte cargo de Ruby esta noche? Temo perder la paciencia con ella cerca y me vendría bien un tiempo para calmarme y poner mi mente en orden... si ésta me lo permite... —añadió al final con un tono de frustración. Cuando estaba lúcida, le irritaba el recordar todas las estupideces que había cometido en su suerte de trance infantil.

Matt sonrió de compromiso por el agradecimiento. Por una vez en la vida, había hecho lo que creía correcto porque quería proteger a alguien, no porque esperara el dulce agradecimiento que le acariciara el ego. 

Su sonrisa se hizo más sincera al escuchar que Steph finalmente se estaba adaptando a la vida en el castillo. Sonaba mucho más en paz con la idea de lo que había sido durante la lucha inicial por convencerla.

—Me alegra que finalmente te estés acostumbrando al castillo. Dale un poco más de tiempo y verás que realmente es un lugar maravilloso y la gente tampoco está nada mal.



Temió con qué le saldría ella, pero se dispuso a oírla para quitarse la duda. —Dime. Intentaré ayudarte —prometió. Sonrió conmprensivamente y asintió. —Seguro. No hay problema. Entiendo que debe haber sido un día duro para tí. Definitivamente fue estresante para mí.

—¿Qué hay de Jade? —Preguntó con algo de preocupación. —¿Se encuentra mejor?

Un leve eco de la segunda sonrisa de Matt apareció en los labios de ella por unos momentos. —Eso espero. De momento es mucho mejor de lo que esperaba, si bien es un cambio de estilo de vida enorme.

Se sintió aliviada de que él no se tomara a mal que le pidiera un favor y se mostrara tan abierto a colaborar. Le sorprendió que él también se hubiera estresado pero, tras pensarlo, tenía sentido considerando lo que casi había sucedido esa mañana. —Lo siento —dijo bajando la cabeza. Sentía que era todo culpa suya por no haber sabido controlar a las niñas. 

—Sí. Está perfectamente, pero Cora considera mejor dejarla descansar hasta mañana directamente. Me da cosa dejarla en la enfermería, pero hoy no creo que pueda ni siquiera con ella, y es mejor que las niñas estén separadas un par de días ¿no lo crees? 

Parecía muy preocupara por el tema.

—Me imagino, pero es por tu seguridad, babe —dijo haciendo un esfuerzo para reprimirse y no decir que ya la había perdido una vez, así que no pensaba perderla de nuevo.

—No es tu culpa, Steph —le dijo acercándose a ella y apoyando sus manos en los brazos de ella, a la altura de sus pequeños deltoides. —Creo que manejaste la situación de la mejor manera posible y a demás fuiste capaz de dar una clase después del incidente —intentó levantarle el humor. —¿Recuerdas cuando ese tipo de cosas te mantenían en cama unos cuantos días? —Le preguntó para animarla, porque estaba seguro de que no se habría olvidado. Solo estaba desestimando su progreso.

—Totalmente —dijo con seriedad. —No te preocupes, ¿si? Ve a tu habitación y aprovecha a relajarte. Yo me encargaré de todo hasta que te sientas más tranqulia —se estidó sobre ella para besarle la frente— luego te lo compensaré si es que quieres pasar más tiempo con ellas para que estemos 'a mano' —se refería al arreglo de que los dos pasaran igual tiempo con las niñas.

En realidad, hubiera queido mucho más que solo besarle la frente, pero no iba a apurarla cuando ella estaba vulnerable tras un largo día. Si hubiera sido una cualquiera, todavía. Para mejor, le había prometido esperarla, así que eso tampoco ayudaba.

Levantó la vista para buscar en sus ojos algún indicio de que lo que Matt pensaba y no estaba diciendo realmente estuviera en su mente y no fuera parte de la imaginación de ella. Le pareció ver algo allí pero no estaba del todo segura y apretó los labios, frustrada de no saber. No iba a preguntar después de pedirle tiempo. Eso estaba claro. No era una de esas mujeres.  —Lo sé. Y por eso lo acepto. A demás, como te dije, no es tan malo como pensaba al principio. Puedo ver a las niñas todos los días, no tengo que ocuparme de los quehaceres de la casa y los chicos realmente me necesitan. Me hacen sentir verdaderamente útil... como que hago una diferencia, algo que nadie más puede hacer por ellos. En el hospital no era lo mismo. Seguramente ahora hay otra enfermera haciendo mi trabajo y no cambia en lo mas mínimo las rutinas del lugar ni las vidas de los pacientes, pero tu tenías razón:¿cuántas personas hay que puedan explicarle a esos chicos cómo controlar y manejar sus poderes desde la práctica y no solo la teoría?

Apoyó su frente en el pecho de él un momento, antes de retirarla y mirarlo. Después Matt le besó la frente y Fanny se quedó sorprendida, pero acabó asintiendo. —Lo sé. Tienes razón. Los progresos son increíbles y quisiera que mi padre estuviera aquí para verlo... pero aún así, estoy lejos de ser una persona normal como el resto del staff —y era claro que eso le molestaba.

—Gracias, Matt. Eres un angel —se masajeó las sienes como si le doliera la cabeza. —Me daré un largo baño y después derecho a la cama —prometió alejándose un par de pasos de él, con la intención de abandonar la oficina y regresar a su dormitorio.

Notó que ella estaba hablando mucho en un momento en que ambos sabían que había cosas fuertes no dichas, lo que le dio la pauta de que Steph debía estar nerviosa.

Asintió a lo que ella decía, con una sonrisa leve en sus labios mientras que su cabeza repasaba a mil por hora varias teorías sobre lo que ella pudiera o no sentir por él, justificándolas con recuerdos de conversaciones pasadas hacía pocos días atrás. —Entiendo a qué te refieres y me alegra que puedas verlo de esa manera. Pensé que tal vez tu incomodidad por tener que vivir aquí te cegaría a la importancia del trabajo que estás haciendo.

Sintió el impulso de abrazarla pero se contuvo. Le sostuvo la mirada un momento antes de ese beso en la frente.

—Ya llegará el momento en que tengas control total sobre tu poder —le aseguró mirándola a los ojos, usando un tono casual e íntimo. —Antes no lo hubiera creído posible, pero después de los progresos que has hecho, sé que es sólo una cuestión de tiempo.

Aún tenía sus manos en los brazos de ella, lo que ayudaba a no abrazarla con fuerza. La soltó cuando ella le agradeció y farfarulló que no era nada.

—Espero que descances y mañana te encuentres en mejor forma —se despidió con una sonrisa que tenía un leve tinte de tristeza.

Negó con la cabeza. —No. Creo que el estar sola todo este tiempo me dio mucho lugar a pensar... a analizar las cosas y puedo ver todo con más claridad que antes. Es mucho más fácil ponerse a pensar en la vida cuando tienes que valerte por ti mismo y otros dependen de ti que cuando hay alguien atendiendo a todos tus caprichos. En retrospectiva, creo que mi padre tal vez hizo mal en protegerme demasiado —admitió. 

Sonrió con una mezcla de tristeza y vergüenza y bajó la mirada, pero se sintió halagada de todas maneras. 

—Gracias Matt. Significa mucho viniendo de ti... aunque no lo creas —le aseguró. 

—Oh, lo intentaré. ¿Por casualidad no tendrás una de esas pócimas relajantes para el baño? Creo que podría usar una —preguntó antes de marcharse.

Él, en cambio, asentía. Entendía a qué se refería ella porque él mismo había tenido mucho tiempo para reflexionar, si bien a ojos de la mayoría, seguía comportándose como si no hubiera apredido nada nuevo sobre la vida para guardar las apariencias. —Estoy de acuerdo, pero cuando se quiere a alguien es imposible no querer protegerlo. Seguramente entenderás a lo que me refiero... debe sucederte con las niñas.

De ese modo excusaba, no solo al padre de ella sino a sí mismo por haberla tenido siempre entre algodones. Pedir perdón abiertamente hubiera sido demasiado para un hombre como Matt.

Intentó esconder su nostalgia lo mejor que pudo y asintió. —Pues, es lo que pienso —le restó importancia.

—Eh... —la pregunta lo tomó por sorpresa y tardó un momento en reaccionar— sí, por supuesto.

Le alcanzó un par de frasquitos y la acompañó hasta la puerta de la oficina para despedirla, pero no cerró la puerta enseguida. Como no había nadie en el pasillo que pudiera verlo, se quedó observando cómo se marchaba, sintiéndose solo pero determinado a recuperarla de alguna manera, así tomara años.