Mike había sido víctima de una broma de mal gusto apenas llegar al castillo y eso siempre le había quedado atravesado. No le gustaba ese país, esa gente, esas costumbres oxidadas y el acento espantoso. Pero sobre todo, no le gustaba que le faltaran el respeto de esa manera.
Le había tomado una semana de escribirse con su madre el juntar coraje para esa charla, pero ahora se sentía listo y fue directo hacia Goodbark a hablar con él de hombre a hombre... tenía una mano en el bolsillo donde sujetaba con fuerza su varita, por si las cosas se ponían feas.
—Goodbark —le dijo con el ceño fruncido y ese tono hosco que se había adueñado de él desde la muerte de sus padres.