Mike no era el muchacho más sociable. Lo había sido, pero la vida le había mostrado crueldad y dolor a una edad muy temprana y ahora pasaba muchas horas en aislamiento, en silencio.
Ese día, había salido a caminar para evitar el tumulto de la sala común al que aún no se acostumbraba y tiraba piedritas al lago mientras pensaba que extrañaba su casa. Ambas casas. Primero, la casa donde había vivido toda su vida con sus padres adoptivos, en USA. Segundo, la casa en Hogsmeade donde Dave y Lizzy, sus padres biológicos, se habían desvivido por hacerlo sentirse bienvenido todo el verano.
Ahora estaba encerrado en ese lugar donde no conocía a nadie y tendría que quedarse ahí hasta navidad. Sabía que el director era su bisabuelo, pero no había cruzado muchas palabras con él desde que llegara al castillo y como era un hombre ocupado, tampoco quería molestarlo.