Chloe se había encerrado en el baño (como hacía últimamete) y esperado a que no quedara nadie para poder llorar a gusto sin que le preguntaran qué le sucedía. Se había metido en uno de los baños que nadie usaba, porque había otros más cómodos y, dentro de ese, en uno de los cubículos del fondo, casi el último.
Estaba parada con la espalda contra la puerta de madera que no trababa bien, pero que ella cerraba con su peso, y dejó que la mochila se le deslizara por el hombro hasta el suelo.
Las primeras lágrimas cayeron apenas recordar a John y el saber que la relación de ellos, que tenía tanto futuro, había terminado con el regreso de la zorra esa...
Se abrazó para detener los sollozos que salían de muy dentro, pero eso no logró contenerlos.