Buscando a la profesora de pociones

Amanecía y Christoff caminaba algo preocupado por los pasillos que llevaban a las oficinas de profesores. Todavía era temprano para que algún alumno estuviera transitando libremente, ni siquiera habían servido el desayuno, por lo que esperaba encontrar a la profesora Campbell y hacerle su pedido de la poción matalobos sin que nadie preguntara o sospechara nada.

Obviamente si algún estudiante despierto se hubiera tomado el trabajo de observarlo detenidamente, se habría dado cuenta que cada 27 o 28 días se lo notaba mucho más cansado, pálido y ojeroso. El año pasado no había tenido ningún tipo de problema o indicio de que alguien supiera de su enfermedad, pero no quería dejar de ser precavido aunque estuviera a punto de egresar del colegio.

Realmente no sabía cuál era la oficina que estaba buscando, y según le habían comentado los profesores habían cambiado en casi todas las materias, por lo cual buscaba entre los carteles esperando encontrar el nombre indicado. No tenía en realidad premura por los días que restaban, la luna llena había pasado hacía una semana, por lo cual tenía cuando menos tres para que la poción estuviera lista. Aún así, quería hablar con la profesora para que estuviera al tanto y para saber cómo prefería ella mantener este tipo de encuentros.

Jace caminaba rápidamente por los pasillos. Sus pasos retumbaban en las paredes vacías a causa de las enormes botas de cuero que tenía puestas. Su ropa también estaba compuesta por cuero en su gran mayoría, aunque una túnica de viaje cbierta de rocío delataba que había estado afuera recientamente.

Venía solo y el horario era extraño, pero había estado ocupado haciendo de niñera de la profesora de historia hasta unos minutos antes, cuando la dejara encerrada en su aula en las mazmorras. Ahora, buscaba al igual que Romuald, la oficina de la profesora de pociones para hacerle saber más o menos lo mismo que el alumno pretendía conversar con ella. No que la mujer no estuviera sobre aviso, pero considerando todas las cosas que tenía en la cabeza en ese momento con su estado y su pronto casamiento, no quería que se le olvidara.

En eso se encontró con alguien enorme andando por el pasillo y le apuntó con la varita de manera instintiva. A esas horas, alguien que no era ninguno de los profesores ni podía por su tamaño ser un alumno, lo puso en alerta. —¿Quien vive? —preguntó con lo que él esperaba fuera voz de mando.

((poder lobuno poder lobuno!!))

La búsqueda de momento era infructosa y comenzaba a pensar que mejor sería volver a la sala común o directamente al hall principal para buscar algo de comer. Parecía que los profesores seguían en su mayor parte en sus habitaciones, o tal vez en alguna otra parte del castillo.

Aún así, intentó encontrar a la profesora de pociones cuando un sonido rítmico y veloz captó su atención. Por la velocidad de los golpes y el eco que producían se imaginó que sería una persona enérgica sin temor a ser reconocida o encontrada en esos pasillos, por lo cual imaginó que sería un profesor, aunque no podía imaginar cuál.

Fue enorme su sorpresa cuando un joven mago vestido con ropas de cuero le apuntó velozmente con su varita y le gritó una orden. Así como había sido de instintivo el movimiento veloz de Jason, los reflejos de Christoff lo obligaron a tirarse al suelo en un ángulo rasante para tratar de ponerse a cubierto con un pedestal que tenía encima algún tipo de adorno que no pudo retener.

No lo había pensado, ni siquiera por un segundo le pasó por la mente que no estaba en peligro en el colegio, pero el no querer encontrarse con nadie y la misión que tenía en mente lo habían hecho reaccionar de aquella manera y ahora no le quedaba otra que actuar en consecuencia.

—Soy un alumno de Hufflepuff! Romuald!— gritó a penas pudo apoyar la espalda contra el pedestal esperando que el mago del otro lado no hubiera tomado su salto como una maniobra ofensiva o algo por el estilo.

((¡Sehh! ¡Lobitus al poder! Grrrr))

Apretó la varita con más fuerza al ver que la figura caía al suelo y temió por un momento el tener que hacer honor a sus funciones de guardabosques, enfrentándose con algún intruso del castillo. La idea le dio escalofríos. Él quería estudiar cuidado de criaturas mágicas y los magos oscuros le importaban bien poco... cuanto menos tuviera que ver con ellos, mejor.

Sintió alivio al escuchar esa frase, pero no se contentó con creerlo. Venía de una familia de desconfiados a pesar de ser el más confiado de todos. 

—Está bien. Soy el guardabosques. Ya puedes salir —le dijo con un tono de voz menos agresivo. 

Esperó a que el muchacho se pusiera en pie para poder interrogarlo, o, al menos mirarlo más de cerca para confirmar que realmente aquella cosa enorme fuera un alumno. Como él no les daba clase, no les conocía las caras y no sabía de qué tamaño venían. 

—¿Qué hacías fuera de tu casa a estas horas? —Le preguntó el joven de largos cabellos castaño claro y una contextura mucho menos fornida que la del estudiante, a pesar de que tampoco era el chico escuálido que había sido hasta tres años atrás, cuando tuviera ese encuentro inesperado bajo la luz de la luna...

En ningún momento se le cruzó por la cabeza que quien estaba del otro lado pudiera ser un mortífago, un estudiante de slytherin o cualquier otro tipo de teoría conspiracionista. Tan despegado estaba de las noticias recientes y había vivido tan inmerso en su mundo que una de sus grandes debilidades era confiar en la gente y creer casi todo lo que le decían.

Salió casi de inmediato de detrás del pedestal, pero siendo que estaba algo encorvado y se había tirado al piso, le costó un poco ponerse de pie y levantarse hasta su altura normal. Todo el movimiento se vio algo tosco y desarticulado, haciendo muy llamativo que segundos atrás hubiera desaparecido tan rápido para ponerse a cubierto.

—Soy Christoff Romuald— le dijo presentándose formalmente con una leve inclinación de cabeza. — Estaba buscando a la profesora de pociones... pero creo que todavía no está por aquí. — Había comenzado a decir la verdad pero a medio camino algo en la apariencia del otro joven le llamó la atención y lo distrajo de sus pensamientos.

No sabía si era el porte o algo que pudiera sentirse en el aire, pero definitivamente Jason tenía algo que lo hacía parecer "familiar" de alguna forma.

—Si lo molesto, me retiro.— ofreció finalmente, esperando que el otro le diera permiso de irse sin ningún tipo de altercado o complicación.

Con un hermano abogado que no lo dejaba en paz ni a sol ni a sombra, Jace sí se había puesto un poco paranoico, pero también se debía a la presión de estar cursando una carrera muy demandante con toda su familia en contra.

—Jacen Morris —se presentó a su vez, aunque ya lo habían hecho en la ceremonia de principios de curso. Dudaba que todos los alumnos lo ubicaran por nombre cuando pasaba tanto tiempo afuera.

Levantó las cejas al oir el motivo por el que ese chico estaba ahí a esas horas y algo en su postura lo hizo ponerse a la defensiva, aunque fue algo tan sutil como lo que el alumno había captado en él un momento antes.

A él también le llamó la atención la apariencia del alumno... básicamente, el hecho de que fuera demasiado alto y ancho de espaldas para ser un alumno. Hell, él con su maldición a cuestas apenas tenía tres cuartos del porte del otro... si no es que menos. Desde su transformación, se había sentido distinto, nuevo, poderoso. Ahora, sin emabrgo, se sentía en posisción de desevntaja y casi hasta vulnerable por comparación. La idea le resultó ridícula y la descartó enseguida, pero en alguna parte de su competitivo ser le molestó un poco. El haber podido dejar de ser el flaco del curso le había levantado la autoestima y ahora venía un alumno y lo opacaba.

—Es la oficina que tienes enfrente —comentó con una sonrisa con asomo de diversión. —Pero si no se encuentra siempre puedes acudir a Rogers. Daba Pociones hasta el año pasado y, aunque ahora esté dando Defensa, estoy seguro de que no se debe haber olvidado lo importante —teorizó, todavía medio en broma.

—¿Tienes permiso para andar por el castillo a esta hora? —En realidad, él no tenía idea de los horarios de los alumnos por la mañana. Gracias que tenía idea de todos los cambios de hora de la profesora de historia.

Durante la ceremonia de inicio de curso había estado muy distraído conversando con John o comiendo como un muerto de hambre (como siempre que comía) por lo que era altamente probable que se le hubiera pasado por alto el nombre del cuidador. Es más, estaba casi seguro de no poder recordar los nombres de ninguno de los profesores nuevos o los que habían cambiado de materias o quién daba qué cosa.

Solamente la profesora Varanen y el profesor Rogers permanecían en su memoria, la primera por ser la jefa de casa y el otro por, justamente, haber sido quien le preparaba la poción el año anterior.

—Sí conozco al profesor Rogers, pero tampoco he podido encontrarlo— le dijo luego de ver el nombre "Campbell" tallado en madera. Sintiéndose un poco tonto por cómo lo habían puesto en evidencia el grandote llevó su mano hasta el morral y sacó un pequeño fragmento de pergamino junto con un lápiz.

—Supongo que le dejaré una nota a la profesora para cuando llegue. Tal vez pueda verla más tarde. — acto seguido garabateó unas letras que decían algo como "Profesora Campbell, no sé si conoce mi situación pero desearía hablar con usted, Atte. Christoff Romuald. Hufflepuff, 7mo año".

En medio de estola pregunta del guardabosques lo agarró un poco desprevenido —No sabía que necesitara un permiso para circular a esta hora— inmediatamente después de decir esto notó que sus palabras podían llegar a sonar desafiantes y no quería tener ningún altercado, así que luego de unos segundos agregó —soy muy nuevo en la escuela, sabe?—

—Oh... —la desilusión en el rostro del joven cuidador fue demasiado evidente y él no se molestó en ocultarla tampoco. Había mil millones de razones por las que un mimbro del staff podía estar buscando a otro, se dijo.  —Es una lástima, yo también lo estaba buscando —comentó más que nada a modo de conversación. Tantas horas encerrado con la amarga de la profesora de historia lo hacían sentirse solo o le agriaban el buen humor. Habitualmente: ambas. 

—Tal vez podrías regresar después de clases —sugirió. Era lo que él planeaba hacer de todas maneras. 

—Yo también —confesó— y no suelo dejar los terrenos sin vigilar a estas horas, así que no estoy al tanto de la duración del toque de queda de los alumnos... así que por esta vez lo dejaremos pasar, ¿qué te parece? —Sugirió con un guiño de complicidad. 

De todas maneras él no tenía autoridad de quitar puntos, pero sí podía avisarle a los profesores, y si había algo que destestaba era un soplón.

No sabía bien cómo manejarse con el guardabosques puesto que parecía que tenía ganas de hablar. A Christoff le costaba armar conversaciones con gente nueva, incluso si eran de su misma edad.

— Eehh... sí. Podría hacer eso. Aunque supongo que si recibe mi mensaje tal vez me busque ella luego de nuestra clase o... no sé...

El guiño que le dio después le dio un poco de pie para no estar tan nervioso ante una "autoridad". Cambió un poco el peso de su cuerpo para estar más cómodo y le sonrió en respuesta.

—Bienvenido entonces. No es que yo pueda bienvenir mucho, llegué el año pasado y la gran mayoría de los estudiantes tienden a ignorar a cualquiera que no sea británico. Además de que el idioma me costó bastante todo el primer semestre — se rio un poco por lo bajo recordando algunos problemas que le había causado su lengua rígida por los fonemas nórdicos.

La expresión en el rostro del guardabosques dio a pensar que dudaba que aquella teoría fuera algo factible. —Yo no contaría con ello. Anda con muchos problemas personales y si no es algo urgente, es probable que se le olvide —dijo sinceramente. Más que nada porque tal vez se tratara de un asunto importante o urgente. Después de todo, uno no buscaba al profesor de pociones casi de madrugada cuando no pasaba nada grave.

—Si es algo urgente tal vez deberías poner al director sobre aviso. No sea cosa que acabes en la enfermería —sugirió. Había salido del colegio hacía apenas tres años y sabía que a veces las bromas pesadas podían salirse de control y volverse peligrosas.

—Gracias —dijo con una sonrisa franca y amplia. —Lo mismo para tí, entonces —respondió cuando el chico le dijo que había llegado el año anterior. Se preguntó si habría saltado algunos años en el proceso. Realmente era enorme y eso que él no era pequeño.

Rió por lo bajo como para quedar bien sin parecer un desconsiderado, pero realmente era divertido cómo hablaba, por lo poco que había oído. —Ahora pareces haberlo dominado bastante —opinó. —¿Te transferiste de Durmstrangs? —aventuró.

Lo miró un tanto extrañado de que fuera a contarle a un alumno que un profesor tenía problemas personales que lo mantenían un poco aislado de sus responsabilidades. Dentro de su mentalidad, había ciertas prioridades que estaban un poco alteradas respecto de la sociedad normal. Como por ejemplo las responsabilidades, o lo que él llama los deberes.
La profesora de pociones se debía ante todas las cosas a su cargo, solo podía llegar a anteponerse a eso si era jefa de alguna de las casas. No entraba mucho en su pensamiento el hecho de que los profesores también eran personas y que seguramente tenían problemas de diversas índoles. 

—No hay drama, volveré a recordárselo en otro momento. — dijo tratando de dejar el asunto de lado. — Y creo que el director ya tiene aviso sobre el tema que quería hablar con la profesora. De otro modo no hubiera recibido la lista de materiales necesarios para comenzar con las clases este año.—

Dicho esto recordó que le había resultado un poco extraño que lo llamaran de nuevo sin concretar ningún tipo de cita con el director. El anterior lo había recibido de buen grado, pero no sin antes asegurarse que estaría bien restringido y contenido en las lunas llenas. No tenía nada en contra de los licántropos según él, pero nunca estaba de más ser precavido.

Asintió con la cabeza al comentario de su lenguaje, no quería perder mucho más tiempo en los pasillos antes de que pudiera llegar alguien más y comenzara con un interrogatorio como estaba haciendo ahora el guardabosques. —Ehh, no. Vivía con mis padres hasta que arranqué el año anterior aquí. — la situación le resultaba un poco incómoda así que decidió retirarse sin sonar descortés.

— Si me disculpa, voy a acomodar mis materiales para las clases, ojalá tenga un buen día.— acto seguido hizo una leve reverencia con la cabeza y se marchó por donde había llegado. El nuevo guardabosques no parecía una mala persona ni alguien de quien desconfiar. La verdad no le había dado ningún motivo para cortar la conversación en ese momento, pero tampoco tenía ganas de estar charlando con alguien que no tenía ningún interés para él, salvo tal vez vagar libremente por el bosque con su permiso o algo por el estilo. Ahora que lo pensaba... tal vez tendría que haberlo indagado un poco más...

Si el chico no hubiera sido tan distraído, seguramente se hubiera dado cuenta de las tensiones e idas y vueltas que había habido en la mesa de los profesores desde el mismo banquete de inicio de curso. La profesora de pociones parecía tener más de un problema evidente incluso para los alumnos, pero a demás de esos, había muchos otros menos visibles que él se había enterado por radiopasillo. No creía estar violando ninguna norma de privacidad al hacer un comentario que bien podía aludir a lo que muchas de las muchachas cuchicheaban por los pasillos acerca de la profesora que no estaba casada y subía de peso y estaba demasiado amistosa con el profesor equivocado... no el que había perseguido de manera obvia los últimos seis años, que ahora parecía una piltrafa humana, sino uno de los nuevos. 

—Seguro. Será lo mejor —dijo pensando que la frase aplicaba a ambos, si bien él prefería hablar con Rogers antes que con una mujer desequilibrada. Si alguien le iba a preparar la poción, que fuera alguien mentalmente más estable, se decía. —Aunque te sugiero que acudas a Rogers si es algo importante. Tiene mejor mano para las pociones y se las toma muy en serio —explicó. Claro, el pobre no sabía que el otro profesor también tenía una sarta tremenda de problemas... pero realmente nada parecía afectarlo si uno se guiaba por la cara que tenía, cómo se conducía por los pasillos y las cosas que le decía a la prensa por esos días. 

Le pareció una  respuesta algo evasiva, pero habiendo tantos chicos con problemas familiares, asumió que era mejor no preguntar. El director ya se lo había advertido. 

—Por supuesto —Se sintió algo incómodo de haber estado reteniendo a un alumno en su necesidad de socializar con alguien que no fuera la perra de mármol, pero la verdad era que no parecía un alumno alguien que le sacaba, fácil, media cabeza. —Tu también. Estudia mucho —se despidió.

Poco antes de irse completamente de su rango de audición, escuchó como el guardabosques lo despedía y le comendaba el estudiar mucho. Se preguntó qué tipo de persona sería para decir algo así y por qué tendría tantas ganas de charlar tan temprano en la mañana, sobre todo con alquien que acababa de conocer.

Aún así, le había dejado un par de nociones que no tenía antes y que le vendrían muy útiles: Dark seguía por el castillo y era mejor mago a la hora de las pociones. La profesora titular no estaba en su mejor momento a nivel personal y eso podía llevar a que su atención fallara. No estaba seguro si quería dejar la poción matalobos a alguien en ese estado.

Por lo pronto, iría a desayunar algo en cantidad y trataría de encontrar al profesor Dark más adelante en el día o en la semana. Tal vez esa nota que había dejado estaba de más, pero ya lidiaría con eso en otro momento..

((doy por concluido el post, ya veremos dónde nos encontramos de nuevo! gracias por el thread!))