Cass había estado preparándose mucho para el baile. Se había puesto tacones altos, su mejor vestido y se había peinado y maquillado todo lo bien que sabía. También, había ayunado por tres días para verse, según ella, hermosa, por lo que estaba escuálida en su vestido dorado y sintiendo que se desmayaría en cualquier momento, pero se sentía una diosa.
Entró en el gran salón sin pareja y sin problema sobre el hecho de no tener una. Sus amigos estarían ahí y con eso le bastaba para pasarla bien. Incluso si no hubieran estado ahí, tenía suficiente con las decoraciones del lugar como para entretenerse horas considerando la cantidad de láudano que había tomado antes de la fiesta. Sí, estaba bastante drogada, pero parecía de un excelente humor y tan simpática como la mejor de las señoritas.