Bella se había caído. Venía caminando por el pasillo y de repente, sin saber qué había sucedido, estaba en el suelo. No había adoquines fuera de lugar en ese lugar del castillo ni tenía los zapatos desabrochados. Simplemente la información de mover los pies para continuar andando no había llegado al cerebro adecuadamente. Era algo que le sucedía a veces a causa de su maldición. Perdía el equilibrio y se caía de manera random.
Esta vez, sin embargo, algo raro había sucedido. No había podido reaccionar a poner las manos de por medio, como es reflejo en los seres humanos, y se había dado con el mentón de lleno en el piso. Se lo había abierto y le sangraba profusamente cuando la llevaron a la enfermería unos prefectos de último año que la habían encontrado en ese estado. Siempre la estaban ayudando así que le caían bien.
Ahora, ya curada y con una venda en su lugar después de que la poción pertinente fuera aplicada, estaba acostada en su cama mirando el techo demasiado blanco de la enfermería sin saber qué hacer para entretenerse y no pensar en las cosas sombrías que le venían a la cabeza.