Desde las gradas

Después de la complicada conversación con su hija, Nigel decidió aprovechar a cruzar alguna que otra con su muchacho más joven. Él era su preferido. Siempre lo había visto ponerse de su parte y aún le escribía con frecuencia, incluso cuando había estado preso, por lo que sintió cierta expectativa ante el encuentro. Rose le dijo que Ed tenía siempre práctica a esa hora, por lo que se fue a buscarlo al campo de Quidditch, pero no quiso interrumpir. Nunca tenía excusa para escaparse a ver los partidos de su hijo, así que aprovechó para observar la práctica. Sentía curiosidad por saber si Edward era tan bueno con una escoba como él lo había sido de joven. 

Al igual que a Rose, lo emboscó a la salida de los vestuarios, esperándolo recostado contra la pared lateral a la puerta de los mismos. "¿Tienes un momento?" Preguntó para no avergonzarlo frente a sus amigos diciéndole de alguna manera cariñosa, como hacía cuando se refería a él en la casa o en sus misivas.

((Wow, hasta que se parecen estos dos. Me re creo que sean padre e hijo.))

Ed todavía tenia toda la adrenalina del entrenamiento encima a pesar de haberse ya bancado la charla posterior y haber tomado una ducha de por medio. 

Salía de los vestuarios con su bolso al hombro, perdido en la conversación que mantenía con sus amigotes del equipo. En particular, venía discutiendo una estrategia con el capitán y, a pesar suyo, con el tarado de Sanders, que mal que le pesara, era su colega bateador. 

En eso reconoció a su padre parado a la salida y rogó mentalmente que no lo avergonzaba. Una sonrisa confiada, enorme y ladeada, apareció en su rostro al oír que su viejo trataba el tema de la manera adecuada. Algo que su madre jamás conseguiría, siempre tratándolo como un bebé y sacándolo de quicio.

Asintió aún con una mueca de autosuficiencia en el rostro y se excusó con sus amigos sin dar ninguna explicación, diciéndoles que se adelantaran, que ya los alcanzaría en la sala común o en el comedor. 

"¿Te escapaste?" Le preguntó con el entusiasmo adolescente ante ese tipo de situaciones. Casi como esperando que le dijera que sí para entusiasmarse.

((Mucho más que los otros dos, ¿verdad? ¿Qué se siente tener dos medio hermanos, señorita hija única? jajajaja))

Nigel se sintió feliz de que su hijo al menos lo tratara como era debido. Nada de "me avergüenzas" o "que no nos vean juntos" como Rose. Eso le levantó el ánimo en gran medida. Y la manera en que había manejado el tema de sus amigos era impecable.

Su pecho se hinchó de orgullo al pensar que salía a él. 

Lo reprendió con la mirada cuando le hizo esa pregunta. —¡Por supuesto que no, muchacho! Cumplí con mi sentencia y me dejaron salir antes por buen comportamiento. ¿¡Qué esperabas de tu viejo!? —bromeó para esconder su indignación.

((Dos medios hermanos Y una hermana... y la verdad que no me hace ni gracia. Soy única e inigualable (?)  =P ))

Rió por la manera en que había logrado hacer enojar al estructurado de su padre. Siempre era divertido cuando eso sucedía con alguno de los dos... porque su mamá era igual de estricta y él se había hecho revoltoso para llamar la atención. Ahora se sentía feliz de que funcionaba.

—Algo un poco más divertido... —confesó todavía sonriéndose— pero debería haber sabido que no te gusta la adrenalina como a mí... en fin. ¿Qué te trae al castillo? ¿Viniste a ver a Ro? —Preguntó con curiosidad. No demostraba nada del rechazo que su hermana había destilado hablando con el viejo.

((Y muy humilde))

A él no le hizo nada de gracia el que lo sacara de sus casillas y apretó los labios con cara de irritación. —No todo es diversión en la vida ¿sabes? Y cuanto más mayor te haces, más cierta se vuelve la frase —le informó con ese tono de padre amargado que tuvo una vida de mierda.


Asintió. —Sí, pero ella no parece tener muchas ganas de hablar conmigo... tal vez tu podrías intentar hablar con ella —sugirió —Yo tengo un colega en el extranjero que podría curarla si ella se dejara ser examinada por él, pero no me dejó ni mirarle la herida...

((Por supuesto, como corresponde a una emperatriz.))

—Lo sé —le dijo con una sonrisa torcida y engreída —por eso la paso bien y hago lo que se me canta la regalada gana —explicó con tono burlón.

—Mira, viejo, está todo más que bien, pero si Ro no quiere hablar contigo no creo que haya persona que le vaya a quitar la idea de la cabeza. Ya sabes cómo es de terca. Cuanto más se le insista más resistencia pondrá.

((Uhh diox. Recordame que no me meta más con hijas únicas...)

Le devolvió la sonrisa torcida, pero de manera menos efusiva. Todavía dudaba que Ed fuera a entender cuál era la edad adecuada para empezar a ser una persona más seria y ubicada, pero sólo el tiempo le daría la razón a uno de los dos. De momento, sólo cabía esperar.

Se mostró abiertamente descontento. Esperaba más cooperación de parte de un hijo que no lo mandaba a mudar, como los otros dos.

—¿Al menos podrías intentarlo? Hazlo por ella. ¿Realmente deseas que sea una minusválida toda su vida?

((Pero si somos adorables! =))

A él no le importaba mucho tener la aprobación de nadie de su familia. Había crecido sin ella... por ende, necesitaba mucha, pero la del resto del mundo. Si su papá no estaba de acuerdo con él, tanto peor, pero no le cambiaba la vida y tampoco iba a agriarse la relación entre ellos por eso. En ese sentido, Ed no armaba mucho drama, no como su hermana que siempre andaba con alguno nuevo, si no era con la madre, era con el padre o alguna amiga, o algún novio...

—Sí, podría intentarlo, pero sería una pérdida de tiempo —le dijo sinceramente y se encogió de hombros— pero si insistes, hablaré con ella para que veas lo terca que se pone.

—No, obvio que no, pero es su vida y si ella lo prefiere así... a demás tu te especializas en ese área. ¿Por qué no podrías tratarla?

—Gracias —le dijo relajándose un poco al ver que al menos tenía a alguien de su parte todavía, por más que fuera el más pequeño de la familia. Él sabía mejor que nadie que uno nunca podía saber qué tipo de ventajas encerraban los pequeños, como el chico que se había raptado dos décadas atrás y había resultado ser un tremendo dotado de la legilimancia... incluso a la edad de seis o siete. —Es importante para mí —le aseguró. Aunque tal vez no por las razones que Ed fuera a pensar. Era una cuestión de orgullo, de ego, de mantener a la familia controlada, haciendo lo que él quería aunque fuera por medio de la convicción de terceros. Lo importante para Nigel eran los resultados, no los medios. Así es como había ido a parar a Azkaban.

—Porque ella no se deja. No quiere tenerme cerca y lo dejó claro a punta de varita —especificó con expresión entre sobria y reprobatoria.