Primera Prueba de Bouvier

El día de la primera prueba había llegado. Unas tribunas construidas alrededor de una porción enorme del prado en los terrenos del castillo estaba a reventar con alumnos, padres y maestros que gritaban de entusiasmo y expectativa. Los más sensatos, temían por sus campeones, en especial las familias y allegados.

El prado no tenía límites en el sentido riguroso de la palabra, pero estaba limitado por un lado por el bosque prohibido, que se erguía como una pared entre medio de tanta llanura; por otro, por el lago negro, que con sus profundidades insondables marcaba otra diferencia de terreno y, al fondo, las murallas externas del castillo y las puertas que lo separaban del camino que llevaba a Hogsmeade. El cuarto límite era la tribuna misma, donde los colores de cada casa se mezclaban con los carteles de aliento a cada colegio en particular.

El terreno donde se conduciría la prueba, no tenía nada en particular si uno no contaba la snitch dorada suspendida en el aire cerca del centro (visible sólo con binoculares desde las tribunas), y un palenque solitario a unos pocos metros de la pelota. El Campeón, debía situarse en una pequeña cruz marcada con sal en el suelo, equidistante de ambos, de manera que los tres puntos formaran un triángulo equilátero.

Dentro de la carpa de los Campeones, a Monet se le había instruido sobre la prueba junto con los otros dos competidores.

"La primera prueba consiste en una tarea simple: deberán atrapar una snitch dorada. La dificultad estriba en que sus escobas están guardadas bajo llave en la oficina del director, así como todas las demás escobas del castillo. Quien conjure o convoque una, será descalificado del torneo. Se entregarán puntos por rapidez así como por desempeño y creatividad. Su prueba comenzará al sonar el cañón."

Poco después, Monetse encontró de pie en medio del prado esperando el cañón, que no tardó en sonar. Durante una fracción de segundo, pudo ver la snitch dorada, que había estado paralizada a unos metros de ella hasta ese momento, suspendida en el aire, recobrar el movimiento y salir disparada con su vuelo errático característico.

La prueba había comenzado.

En los segundos anteriores al cañonazo, Monet miró ambos objetos con intensidad, pasando la vista de uno a otro. No veía la conexión entre una snitch y un palenque. El hijo mimado de unos embajadores en su vida había visto un caballo de carne y hueso, y no tenía la más mínima idea de qué era un palenque. Tres palos flacos atados entre sí como si fueran una de las paredes de un corral invisible sólo le dieron a pensar en alguna clase de criatura, pero qué criatura podía ser atrapada sin las otras tres paredes? Decidió concentrarse en la snitch. Al menos eso era algo que conocía. Volvió su cuerpo en dirección a ésta, esperando el cañonazo para poder... no sabía hacer qué, pero intentar lo que primero se le ocurriera.

No llegó a terminar de preguntarse qué podía llegar a hacer con ese palo para atrapar la snitch, cuando estalló el cañón y la vio desaparecer ante su vista. No jugaba de buscador, así que se sentía en clara desventaja, sobre todo con una estrella del Quidditch internacional en la competencia, pero no era el momento de quejarse.

Se sintió furioso por no saber qué hacer con Sacó la varita y apuntó en la dirección general por donde se había ido la snitch. "Accio!" Gritó. A falta de un mejor plan, pensaba ir de lo más simple a lo más complejo. "Accio Snitch!" Probó por las dudas.

Obviamente, la snitch estaba encantada para repeler ese tipo de hechizos y no dio signos de responder ante éstos.

Al levantarse el hechizo que congelaba a la snitch en su lugar, también lo hizo el velo de invisibilidad que ocultaba un thestral, por redundante que ésto fuera.

Puso una expresión de decpción durante una fracción de segundo, pero en el fondo sabía que algo tan simple no podría funcionar. Se sentía tan en bolas para esa prueba. Como que se arrepintió de no haber practicado aunque no sabía qué practicar, de no haber leído libros de hechizos o haber hecho algo que pudiera prepararlo para lo que tenía que enfrentar ahora.

Habían dicho que las pruebas eran peligrosa, que podían quitarle a uno la vida, pero de momento, nada más encontraba estúpida la situación de tener que atrapar una pelotita y no tener con qué. Tal vez los organizadores estaban perdiendo su toque, pensó.

Se hizo visera con la mano en la frente pero no pudo ver más la snitch. Irritado, se volvió hacia el palenque y para su sorpresa, vio que había un caballote enorme y negro con una pinta espantosa atado allí. Él no tomaba la optativa de cuidado de criaturas mágicas, pero había visto morir al hermano de su amiga en Beauxbatons, así que tampoco le servía para nada la información. Ni había visto ni leído sobre aquella criatura que parecía un caballo medio muerto con alas de murciélago. Se lo quedó mirando fascinado por lo horrible que era y se preguntó si tendría que montarlo.

Seguramente era así, pero debía haber algún truco, como que el caballo comía carne humana o que iba a negarse a ser montado. Se preguntó cómo mejor manejar el asunto. De momento, se le acercó lentamente, con las manos estiradas frente a él pero con las palmas hacia arriba, como hubiera hecho con un perro desconocido.

El Thestral relinchó por lo bajo, mirándolo con desconfianza en sus lechosos ojos blancos. Intentó tomar un paso hacia atrás, luego otro, pero las bridas lo retuvieron en su lugar, atadas fuertmente al palenque.