Anticipando el momento

El Martes por la noche, Ike se dirigió a The Leaky Cauldron después de terminar su turno. Se había pasado el día con bastante expectativa respecto a lo que esa noche podía llegar a depararle. De hecho, desde que Rose le hiciera esa proposición indecente dos días antes, no había podido pensar en otra cosa. Era algo nuevo y excitante, a lo que no estaba acostumbrado. Incluso si ella no era de su tipo, sabía la suerte que tenía y lo raro que era el arreglo al que habían llegado. Los muchachos se habían mostrado envidiosos el Sábado por la tarde en el pub y lo habían felicitado y brindado a su salud.

Antes de dejar las instalaciones del hospital se había duchado y cambiado en los vestuarios para estar presentable. No sabía qué se esperaba de él en ese nuevo arreglo, pero lo hacía por una cuestión de respeto más que otra cosa.

Se había aparecido en Diagon Alley y de ahí entrado en la taberna. Se moría de hambre, todo el día trabajando y prácticamente sin comer, pero no estaba seguro de que el arreglo incluyera la cena. Sinceramente, aunque detestaba tener que hacer charla casual con alguien que no le interesaba, esperaba que fueran a comer antes de subir a la habitación más bien que después o arriba. Incluso estaba famélico al extremo de pensar que si no era el caso, pensaba plantearlo para el futuro. No podía pasarse el día trabajando y saltarse la cena además del almuerzo como generalmente le sucedía.

Al entrar en la taberna, escrutinó el lugar con la mirada en busca de Rose. Si no la veía ahí, pensaba preguntar a Tom si lo estaba esperando en alguna de las habitaciones del piso superior.

Ella había dejado el hospital en su Harley, como siempre. Disfrutaba conducir por Londres, o volar cuando el tráfico se ponía complicado. Había estacionado fuera de la posada mágica y pedido una habitación a la que había subido de inmediato a darse una ducha y cambiarse a algo más cómodo.

En su caso, se había quitado la túnica de médico y la ropa neutra que llevaba en el trabajo. En lugar de eso, se había puesto un conjunto de lencería que sabía le sentaba bien a pesar de ser relativamente discreto para su gusto, por las dudas. Encima, había elegido un vestido rojo oscuro que la favorecía bastante. Era de estilo más bien moderno, con influencias muggle. Nunca había sido fanática de la ropa clásica e imposiblemente incómoda de los magos y, cuando no intentaba impresionar, solía vestir indumentaria deportiva.

El vestido era bastante escotado, ajustado en la cintura y decididamente provocador a pesar de ser bastante largo. Tenía mangas largas y algunos adornos, a pesar de que no parecía ropa de noche. Simplemente la hacía verse interesante de una manera que no invitaba a la gente a preguntarle cuánto cobraba.

Se había soltado el cabello de la cola de caballo en que generalmente lo llevaba en el trabajo, y lo había peinado para que recuperara el brillo que tenía naturalmente, cuando estaba ordenado.

Se observó al espejo un par de veces para asegurarse de que no se le viera el sostén en lugares inconvenientes ni nada por el estilo y, cuando decidió que estaba lo suficientemente presentable, cerró con llave y bajó las escaleras a la planta baja, donde tomó una mesa, advirtiéndole al posadero que esperaría a su acompañante antes de hacer un pedido.

Esperó a Ike perdida en sus pensamientos, con un codo en la mesa y el mentón en la mano. Estaba preocupada. Las cosas con él habían salido según lo esperado, pero eso no quería decir que el resto fuera a funcionar también acorde con sus deseos. Él podía no resultar tan buen amante como lo poco que podía recordar de su hermano una década antes, podía tener gustos y preferencias extrañas o demasiado pervertidas para ella, o podía terminar siendo un pesado que no pudiera sacarse de encima (aunque realmente dudaba esta última).

Cuando él entró, se puso inmediatamente nerviosa ante la perspectiva de un encuentro con alguien nuevo. La idea de empezar de cero después de dos años la estresaba un poco, sobre todo pensando que finalmente se estaría dando el gusto de volver a incarle el diente a Matt... por así decirlo.

Le sonrió de manera amistosa cuando pudo hacer contacto visual. Por alguna razón, seguramente por los nervios, no le había salido la misma actitud segura de come hombres con la que lo había abordado unos días antes.

Él también estaba algo nervioso, aunque por otros motivos. Temía que ella no fuera a asistir, que se tratara de alguna clase de broma de mal gusto urdida por sus amigos. También cabía la posibilidad de que se hubiera arrepentido o que fuera menos atractiva desnuda de lo que la ropa de trabajo dejaba entrever.

Se sintió más tranquilo cuando la vio sentada a la mesa. Por un lado, le daba la esperanza de poder comer algo, que en ese momento le resultaba casi hasta más interesante que ponerla. Por otra parte, aunque estaba en contra de las conversaciones banales, prefería poder hacerle un poco de conversación antes de subir a la habitación. Aunque pareciera algo agradable como pensamiento, casi conveniente para ganar tiempo, la idea de acostarse con alguien de su trabajo sin ninguna clase de preámbulo más que el acuerdo que habían hecho unos días antes, se le antojaba de lo más incómodo. Le parecía que no sabría ni por dónde empezar. No. Definitivamente no estaba acostumbrado a mujeres que tomaran la iniciativa de esa manera tan avasalladora.

Le devolvió la sonrisa con bastante más confianza de la que realmente sentía, animado por el hecho de que ella pareciera demasiado nerviosa o tal vez incómoda como para estar en la postura super segura que había mostrado la vez anterior.

"Hi." La saludó al llegar a la mesa, estirándose para besarla en la mejilla a pesar de que no fueran las costumbres británicas. Le parecía que lo mínimo que podía hacer si estaba por dormir con ella dos veces por semana, era saludarla de alguna manera que no fuera a poner las cosas más incómodas en lo que hubiera de conversación. Detestaba esas ambigüedades en que uno iba a darle la mano a alguien y la otra persona intentaba otra cosa, o visceversa.

Al mismo tiempo, su gesto le sirvió para demostrar confianza en sí mismo (o al menos fingirla) y dejarle en claro que ella no lo intimidaba. No quería parecer un chico torpe o alguna estupidez semejante.

La sonrisa confiada de él la tranquilizó bastante. Para empezar, no la había plantado, si bien dudaba que un hombre soltero fuera a negarse a lo que ella proponía. En segundo lugar, si él venía con tan buena actitud, era probable que fueran a pasarla bien. Ella había temido que la cosa se pusiera incómoda, pero ahora ya no le parecía tan inevitable.

"Hi." Respondió ella, aún sonriendo sinceramente contenta de verlo. Se había levantado levemente de la silla para estirarse a saludarlo a él también con un beso en la mejilla. Le había parecido la mejor opción mientras esperaba ahí sentada, pero había decidido esperar a ver el ánimo que traía él antes de decidir. Después de eso, volvió a sentarse en la silla.

Para entonces, Tom ya estaba de pie junto a la mesa, esperando para tomarles el pedido, aunque no había demasiada variedad entre la qué elegir en ese tipo de tabernas, por mucho que uno pagase.

Tom le dirigió a Rose una mirada inquisitiva y algo insinuante, seguramente a causa de que después de una desaparición de un mes, reapareciera en su horario habitual acompañada de un hombre distinto. Sin embargo, hasta el viejo tabernero sabía lo suficiente como para mantener la boca cerrada cuando cabía la posibilidad de espantar a una buena clienta regular.

"I'll have the usual, please." Le dijo a Tom con soltura, ignorando las insinuaciones implicadas. No tenía por qué darle explicaciones al tabernero y tampoco se sentía inclinada a hacerlo. Entonces miró a Ike de manera inquisitiva, algo que Tom también hizo al preguntarle qué tomaría él. El estar en terreno conocido y familiar la había hecho recuperar un poco el sentido de control sobre ella misma y su vida.

Ike también se sentó al otro lado de la mesa después del saludo. Se sorprendió internamente de ver al posadero junto a ellos, porque no lo había visto llegar y pensó que realmente debía haber sido cierta la historia de que ella tenía un arreglo previo similar con alguien más. Su sospecha se confirmó aún más cuando notó la mirada que Tom le dirigía a su acompañante y la respuesta que ella le daba tan campante.

A él eso lo había dejado un poco descolgado, porque no solía frecuentar esa posada en particular y desconcía cuáles eran las especialidades y platos más típicos, así que, para no tener que arrepentirse después, le dijo al tipo con tono levemente inseguro: "I'll have the same." Rogó internamente que no fuera uno de esos platos estúpidos que generalmente piden las mujeres y que no alimentan ni un poco al alma, por más buenos que sean para el cuerpo.

Una vez el hombre se hubo retirado, volvió a concentrarse en ella, con su confianza parcialmente recuperada. "I have to admit for a moment there, I feared your previous arrangement didn't include dinner." Comentó en tono de confidencia, aunque lo dijo del modo más carismático, con una sonrisa compradora y todo. No podían decir que no estuviera haciendo un esfuerzo. Es que él realmente podía ser agradable cuando quería. Simplemente sucedía que por lo general no se le antojaba molestarse. Claro que desde que había comenzado a tomar esa medicación para darle el gusto a su madre biológica se sentía cada vez más inclinado a estar de buen humor y a realacionarse con la gente de manera más normal.

"I skip lunch when I'm busy... which is pretty much every day, so that would have been an inconvenient." Explicó decidiéndose a comentarle ese tipo de detalles personales de la manera más natural y casi simpática, porque venía demasiado al caso. Si iban a verse seguido, era el tipo de dato que le resultaría útil que ella supiera, sobre todo si eso de la cena había sido un cambio eventual dedicado a romper el hielo.

Se sorprendió de encontrarlo siendo tan agradable con ella y pensó que se parecía bastante más a Matt fuera del trabajo de lo que lo había visto en todo el mes de espiarlo. Asumió que la mala onda y el aislamiento sería una postura que él adoptaba en el trabajo para poder tener paz, así como ella se hacía la superada feminista por el mismo motivo que él llevaba el pelo corto.

Su sorpresa se tradujo en una sonrisa complacida, porque había sido una buena sorpresa después de todo y lo que él dijo en sí le había resultado bastante simpático. La otra razón era que entendía perfectamente por qué él podría temer que ella no quisiera cenar. Era algo que sólo otro médico comprendería, pensó. Precisamente por eso le gustaba salir con gente de su rubro. A pesar de las complicaciones, entendían los pequeños detalles y complicaciones de la profesión, cuando otra gente sólo se quejaba de los horarios rebuscados y cambiantes y las emergencias que nunca faltaban.

"It's good to see we're on the same page." Opinó con una sonrisa. "I tend to skip lunch as well, so missing dinner isn't an option for me either." Comentó también de manera simpática, aunque no tan carismática como él. "Most healers would rather avoid this kind of situation, but don't you agree that's most convenient?" Le preguntó medio al pasar, porque no se le ocurría nada mejor de qué hablar hasta que llegara la comida y estaba algo nerviosa.

Asintió devolviéndole la sonrisa. Se había imaginado algo más o menos así. Eran pocos los médicos que decidían darse el lujo de almorzar y en general, éstos eran los menos prestigiosos y más vagos del hospital. Al menos estaba por tener una aventura con uno de los profesionales que valía la pena, se dijo. Siempre había juzgado mal a aquellos que no se saltaban el almuerzo cuando estaban de lo más ocupados.

A pesar de que el tema lo había tomado algo por sorpresa, le gustó la manera casual en que ella había dicho eso. La manera en que Rose había evitado hablar abiertamente de lo que pertendían hacer y que no hubiera dicho 'date' o 'go out' le había agradado bastante. Era buena con las palabras. Al menos no se aburriría en el caso de que se le diera por hablar.

"It is." Admitió con un brillito en los ojos a causa de lo que diría a continuación: "Looks like you've got it all figured out." Dijo para molestarla un poco, medio tomándole el pelo, aunque tenía que admitir que para ser una mujer lo tenía todo muy organizado, al punto que más de un hombre sentiría envidia de ella y su capacidad para desentenderse emocionalmente de las cosas.

"So, you play football as well as quidditch? How do you find the time to do that with our crazy schedule?" Cambió de tema con gracia, aún hablándole con todo el carisma del que él y su hermano eran capaces, aunque en este caso lo hacía de manera inconsciente. Sólo había querido desviar la conversación hacia ella para no tener que hablar de sí mismo. La mujer promedio necesitaba apenas un pequeño aliciente en la dirección correcta para mantenerse hablando de estupicedes propias de su vida durante un largo rato sin requerir demasiada intervención. Para mejor, según su experiencia solían apreciar a alguien que supiera escuchar. El que le hubiera salido decirlo de manera agradable había sido pura casualidad... o tal vez se debía a que ella le caía mejor que el promedio de las mujeres que había conocido. Al menos sabía de deportes y su interés en éstos parecía ser genuino si llegaba al punto de practicarlos desde que podía andar.

En el peor de los casos, podía incluso aprender algo. Él también practicaba ambos deportes y tenía que volverse loco con los horarios para poder meter todo eso en su ocupada agenda. Ya el haber accedido a verse con ella dos veces por semana le complicaba un poco la existencia, pero no había sabido decirle que no a algo tan tentador.

Ella no era la mujer promedio en ningún sentido y detestaba pasársela hablando de sí misma. Muy por el contrario, prefería escuchar historias entretenidas sobre los demás, puesto que se interesaba bastante por la gente en general, sin preferencias. Le resultaba tan interesante lo que pudiera tener para decir su amante de turno como el portero del edificio de la esquina. Claro que tampoco llegaba al punto de ser entrometida, menos con aquellas relaciones que se esforzaba por mantener superficiales de manera consciente.

Sonrió complacida por la broma de él, aunque sus ojos mostraron que apreciaba la parte jocosa al mismo tiempo que el halago. Se encogió de hombros, para que supiera que no lo había dicho de jactanciosa.

"Uh-huh." Le dio la razón con un sonido que nació en su garganta. La pregunta le robó una risa breve y nasal. "I don't know. I plan ahead, I guess." Respondió simplemente. "Try to make the most of my weekends." Añadió cuando se le ocurrió eso. En realidad le salía solo el ser organizada, no era algo que hiciera de manera consciente. "Why? Are you having trouble adjusting to this new schedule?" Preguntó con curiosidad genuina, aunque lo había dicho al pasar.

La respuesta lo decepcionó bastante. No era ningún truco secreto que él pudiera aplicar a su vida si sólo se trataba de ser organizado. Él se consideraba bastante metódico y así y todo no le cerraban nunca los tiempos. Claro que había factores que él no podía controlar, como cuánto tiempo de su vida consumiría el ir a romper unas cuantas narices después de un partido. "That's all? Where's the magic in that?" Preguntó aún con tono de broma, intentando sacarle información. ¿Se habría conseguido un giratiempos? No. En ese caso podría adaptarse fácilmente al horario que tuviera ahora su amante anterior, dedujo. Entonces sería organizada de verdad.

Sus fines de semana los pasaba matando el rato con los muchachos de la firma o simplemente en el bar. Tal vez ahí radicaba la diferencia, pero él no pensaba dejar ninguna de las dos actividades.

El que ella le devolviera la pelota, lo sorprendió. Aparentemente, ella sí podía seguirle el tren en una conversación sin dejarse manipular. Eso podía ser un problema, pero al mismo tiempo era refrescante, de cierta manera.

¿Y para qué mentirle? Ni era algo tan personal ni tenía tanto ego como para negarse a aprender cómo organizar mejor su tiempo. Se sabía capaz de decir la verdad de manera encantadora, para que no sonara a algo malo. "Only making Quidditch fit in. My mates have very different schedules." Se excusó rápidamente. Hablar de él lo ponía incómodo de todas maneras. En realidad, el problema era su madre biológica, que ahora había aparecido de la nada después de décadas y esperaba que él estuviera dispuesto a pasar cada domingo con ella y su familia de mortífagos asquerosos. Y ella tenía suficiente material sobre él como para tenerlo agarrado de las bolas, de manera que tenía que asistir sí o sí. Pero no pensaba contarle eso a ella.

En ese momento, Tom llegó con la cena: dos guisados de ternera con verduras variadas que olía como a la cocina de la abuela, si es que uno tenía una de chico que supiera cocinar de manera más o menos decente.

Ella inspiró profundamente, disfrutando ya con sólo olerlo, le sonrió de manera brillante al posadero. "Gracias, Tom." Le dijo amistosamente, como si lo conociera de toda la vida. Caro. Iba ahí al menos dos veces por semana desde hacía una década. El hombre le devolvió una sonrisa afectuosa acompañada de un brillo en los ojos que sabía no sería nunca correspondido, y se fue rengueando como había venido.

"He's a good man, Old Tom. People don't give him enough credit, but he's always been nice to me." Comentó al pasar. Le tenía aprecio porque a ella siempre la había tratado con respeto a pesar de que no solía hablar demasiado con la clientela. Tal vez se debiera a que era médica y que él tenía una deformidad incurable, o tal vez había sido peor y lo habían arreglado y ahora tenía cariño por los doctores. En todo caso, le caía bien el posadero.

Rió nasalmente. "There's no magic, I'm afraid. Not at all. It's just a muggle trait, as useful as any." Se acomodó la servilleta en el regazo como si fuera un restaurante de mayor categoría y tomó la cuchara, pero tuvo cuidado antes de comer el primer bocado para no quemarse. No quería arruinarse el resto de la cena.

"Hmmm..." Hizo con la garganta mientras asentía. Tenía la boca llena como para darle a entender que comprendía de cualquier otra forma. "What do you play?" Le preguntó cuando hubo terminado de masticar y tragar. No parecía mirarlo ni con ojitos ni particularmente interesada en él, simplemente era una mujer algo curiosa y el tema era tan superficial como la relación. Ya que se trataba de una pasión en común, sería interesante hablar de eso en lugar de tener silencios incómodos o darle vuelta a la profesión que les consumía la cabeza el resto del día.

Ike sonrió complacido y sorprendido a la vez. Había esperado alguna mariconada para cenar. En cambio, ese guisado tenía el mejor de los aspectos, y aún sin haber tenido contacto con su abuela, él era parcial hacia las comidas caseras de ese tipo, al igual que su hermano. "Gracias. Tiene buena pinta." Le dijo al posadero. Él también lo trataba con cierta confianza.

Levantó las cejas por una fracción de segundo a causa del comentario que ella hizo después de que el hombre se marchara. Después asintió con seriedad. "He likes doctors. My father replaced his heart and lungs when he was young." Explicó de manera casual. No quería a su padre adoptivo, así que no le pareció personal hablar de eso, sino más bien algo relacionado al trabajo. Tampoco es que le estaba contando a ella sus pofundos secretos ni nada. Sólo una vieja anécdota. "I guess he's thankful." Teorizó con un leve encogimiento de hombros pero parecía tenerle cierto aprecio al viejo. Por más que resintiera el trabajo que Nutter lo había obligado a realizar, Ike no lo quería ver en la calle y se alegró de que Tom le tuviera suficiente agradecimiento aún al día de la fecha para emplearlo, de lástima, para que no quedara en la calle.

Hizo una mueca de desagrado. "Pity. I was hoping to pick up a few tips." Bromeó.

Él acomodó la servilleta imitándola a ella, pero no tocó la cuchara. Era muy sensible al calor y comía la comida casi fría. "Striker chaser and striker." Respondió con la misma indiferencia con la que ella había preguntado. Estaba orgulloso de sus cualidades como jugador, pero le parecía de pelotudo irse haciendo el canchero por la vida por un juego o el trabajo. En cambio, dentro de la firma no paraba de vanagloriarse de lo fuerte que era, de cuántas cabezas había roto y demás. Su egolatría se canalizaba de esa manera.

Ella también sonrió. Al menos no se había clavado pidiendo algo que no le gustaba sólo por no quedar mal. Nunca entendería eso de los hombres, menos en este caso. Ella ya le había planteado la relación. El arreglo le acomodaba bien, no necesitaba levantársela ni caerle bien. Nada más necesitaba no decir demasiadas estupideces durante la cena y ser bueno en la cama.

Rose se mostró sorprendida y escuchó con curiosidad la historia de Ike. Estaba convencida de que había aprendido más de él y su vida privada en esos quince minutos que todo el resto del personal del hospital en la cantidad de años que él llevara trabajando allí. Se preguntó si habría alguna razón en particular por la que guardaría tanto la distancia en su ámbito labora. Ella sabía cuales eran las suyas, pero las de alguien como Michael se le escapaban a sus capacidades lógicas. "Didn't know." Admitió algo admirada. Le sorprendía que el pobre Tom hubiera sufrido tanto por dentro como por fuera. Por eso no creía en Dios.

"No te hacía como descendiente de una familia de médicos." Admitó sinceramente, entre bocados. "No serás el paradigma de la humildad, pero tampoco vas por ahí pavoneándote como si te hubieras comprado el hospital como la mayoría de los niños mimados de los médicos." Explicó con una sonrisa. Una persona con tacto al menos hubiera agregado "sin ofender". Ella no. Ella hablaba sin rodeos y decía lo que pensaba. La verdad no podía tener nunca nada de malo. Después de todo, no era eso un halago?

Rió nasalmente. "No suck luck. Sorry." Bromeó.

Levantó las cejas, impresionada. "Ohh... ¡todo un MVP!" Bromeó con cierta admiración genuina de fondo. "¿Y eres bueno?" Preguntó antes de meterse otra cucharada de guisado a la boca. Nuevamente, dejaba ver su falta de tacto. La mayoría de las enfermeras y médicas del hospital estaban tan omnubiladas con él, que de haberse enterado que jugaba en las dos posiciones más codiciadas e importantes del equipo, ni se les hubiera ocurrido preguntar si era bueno, hubieran asumido que lo era o simplemente lo hubieran halagado para caer bien por estar intenatndo levantárselo. Ella no. Ella tenía interés en él porque le había gustado el hermano y no se lo podía sacar de la cabeza, pero no era ninguna arrastrada. Si no le gustaba el arreglo que ella había propuesto, algo que le convenía totalmente, entonces él no le servía, tanto como Matt no le servía. Ella no andaba regalando elogios no merecidos.