A long shot...

Ro llevaba unos meses ya sin poder sacarse a Matt de la cabeza. Desde que Tessa mencionara que el rubio había adoptado un niño ella no había podido dejar de pensar en eso. Para hacer las cosas peores, el embarazo de su amiga se había complotado con su propio reloj biológico para hacerle sentir urges de los que nunca antes se había creído capaz.

Entre ellos, un interés completamente ilógico por el hombre con el que apenas había salido un par de semanas en la secundaria encabezaba la lista, a pesar de que nunca le había prestado demasiada atención en los últimos años. Por eso había reparado especialmente en los comentarios anecdóticos de Tessa refiriéndose al parecido que el hermano gemelo de Matt, que acababa de aparecer. Ella le había dicho que Michael, tal se llamaba el otro muchacho, había resultado ser un doctor en San Mungo y que lo habían podido ubicar de pura casualidad cuando se lo habían cruzado en la guardia y reconocido el innegable parecido.

Desde ese momento, Rose había dedicado una parte de su escaso tiempo libre a investigar los demás médicos de las distintas áreas del hospital en busca del susodicho gemelo. Como tenía poco tiempo libre, le tomó un par de meses ubicarlo y otro más había pasado estudiándolo como para ver si era posible y lógico un acercamiento.

Acabó por llegar a la conclusión de que el doctor probablemente estaba soltero, pero que tampoco era de las personas más sociables ni approachables. Sin embargo, estaba tan obsesionada con Matt últimamente, que se arriesgó a tirarse un lance. Después de todo, no conocía demasiados hombres, sociables o no, que fueran capaces de negarse a una revolcada gratis y sin compromisos, del estilo que a ella le gustaban.

Haciendo gala del coraje típico de los Gryffindor, Rose entró en la sala de descanso de los médicos cuando sabía que era probable encontrarlo a solas, y miró el resto del cuarto como para asegurarse de que realmente era el caso.

Él había estado teniendo unos últimos meses bastante agitados para lo que era su vida. Siempre había vivido solo desde que su padre adoptivo falleciera, y ocupaba la mayor parte de su tiempo trabajando como un poseso en el hospital, entrenándose en el gimnasio donde hacía boxeo, trabajando en su Harley y asistiendo a partidos de Quidditch y de fútbol y peleándose con las otras barras bravas a la salida de los mismos. Era una existencia bastante simple y demasiado solitaria para la mayoría de las personas, pero a él le satisfacía.

No sentía la necesidad de contacto humano más allá de sus agrupaciones temporales con los otros muchachos de la firma para golpearse con los contrarios y después tomarse la vida en el pub, o sus esporádicos viajes a alguna discoteca a buscar alguna chica con qué calmar sus otros instintos básicos, menos violentos.

Últimamente, sin embargo, su vida había cambiado. Su familia biológica había descubierto su paradero y había venido a complicarle la existencia, exactamente como él sabía que sucedería si llegaba a encontrarse con ellos y es por eso mismo que siempre había intentado evitarlos. Su madre era la peor de todas, siempre diciéndole qué hacer e intentándo manipularlo para que viviera su vida como a ella le parecía correcto.

Matthew venía en segundo lugar, mandado a hacer el trabajo sucio de Laurel cada dos por tres y mariconeando incesantemente sobre cómo podría hacer su existencia menos vacía. Lo decepcionaba verlo convertido en un nene de mamá y un tipo de familia. Ike no tenía expectativas respecto a su gemelo. Había sabido de su existencia toda la vida y jamas le había significado nada, pero aún así, le irritaba que fuera tan blandengue porque el verse asociado por la fuerza con ese tipo de gente le molestaba, no por otros motivos. Había descubierto que tenían varias cosas en común, como el practicar deportes de manera regular, el ajedrez, y el amor por las motos, pero eso no bastaba para compensar por una escala de valores morales completamente opuesta.

Se alegraba de que al menos, tanto él como su madre estuvieran lo suficientemente ocupados con sus propias vidas estúpidamente organizadas como para tener demasiado tiempo para él. Había descubierto con agrado que, mientras les hiciera caso en cosas básicas como tomar la medicación para su esqiuzofrenia (problema que acababa de enterarse que siquiera tenía), y se dejara ver en las reuniones familiares de vez en cuando, lo dejaban bastante tranquilo. Dentro del conjunto, sus favoritos eran su padre y hermana, porque le prestaban bastante poca atención y no le imponían ninguna exigencia de ningún tipo. Ni siquiera en cuanto a las visitas. Simplemente parecían contentos de saber que estaba vivo y lo dejaban vivir su vida.

A pesar de haber encontrado un lugar para esos nuevos elementos en su estilo de vida, la familia biológica y sus imposiciones lo irritaban lo suficiente como para que anduviera de bastante mal humor últimamente. Incluso con sus dos amigos más o menos cercanos no se andaba juntando más que para jugar al fútbol o al quidditch... o para ir a alún partido. Ese era otro punto de choque con los Rogers. Ellos pretendían que tuviera amistades profundas, llenas de confidencias y mariconeadas similares, cuando él prefería tener relaciones igualmente duraderas, pero superficiales y basadas en intereses comunes y actividades que no dieran lugar al diálogo personal. Pero a él lo hacía feliz su vida y detestaba que ellos no lo entendieran.

Ese día en particular, estaba en la sala de descanso de los médicos, secándose el cabello con una toalla. Tenía puesto un equipo de ropa deportiva estilo muggle, pero las inscripciones en la parte posterior del buzo que llevaba puesto eran de un equipo de quidditch. Acababa de darse una ducha después de utilizar las instalaciones de gimnasio que el hospital ponía a disposición de los médicos y se estaba relajando un poco después de su turno y antes de regresar a su casa. Vio entrar a Rose, pero como a tantas otras doctoras que no conocía, la ignoró por completo. Podía ser de lo más encantador cuando quería, sobre todo desde que había empezado a tomar esa estúpida medicación, pero así y todo, prefería mantenerse aislado de la gente siempre que podía.

Ella tenía puesta una remera de mangas largas color bordó con escote en V, el cual dejaba ver de manera parcial sus senos, aunque no exhibía lo suficiente de éstos como para que resultara desubicado en una doctora. Podía decirse que estaba en el límite justo entre lo llamativo y lo decoroso. Debajo, unos pantalones de jean elastizado de color negro y unas zapatillas muggle completaban el atuendo, el cual estaba parcialmente oculto por la enorme túnica blanca de sanadora que llevaba encima de todo, por política del hospital.

Se lo quedó mirando un momento. Incluso con el cabello rapado, podía ver el enorme parecido que obviamente guardaba con su gemelo y sintió que el pulso se le aceleraba por la adrenalina de lo que estaba a punto de hacer. Para ella, que generalmente se levantaba a sus citas casuales en boliches muggle, para evitar relaciones duraderas, el encarar a un compañero de trabajo hacia el que sentía una atracción física era equivalente a saltar de un puente con un elástico atado a la cintura. Tal vez incluso peor, siendo que las consecuencias de ésto podían perseguirla por el resto de su carrera. Intentó no pensar en ello, decidida como estaba a intentarlo, y se le acercó a su colega lo más casualmente que pudo.

Enseguida reconoció el atuendo que él llevaba puesto y una sonrisa enorme y sincera floreció en su rostro. Al menos ya había encontrado una manera de romper el hielo. "We really beat the shite out of those Cannons last Saturday, didn't we?" Comentó de manera casual, aún sonriendo como si hiciera ese tipo de levantes arriesgados todos los días. Era una buena actriz. La gente nunca podía adivinar sus verdaderos sentimientos, en especial cuando se trataba de nervios. Había tenido mucha práctica toda su vida.

Sabía que Michael no era el tipo de persona que respondiera a las conversaciones casuales, puesto que desde que comenzara a espiarlo, no lo había visto hablar más de lo estrictamente neceasrio sino con dos personas, una de las cuales había resultado ser su amigo Nash. Eso la había sorprendido, pero no de sobremanera. Nash hablaba mucho pero era reservado en cuanto a su vida privada, y ella no preguntaba de más por ese mismo motivo, así que no tenía por qué saber que eran cercanos, tal es la impresión que le había casusado la conversación escuchada a hurtadillas.

Otra mujer, hubiera pedido al amigo en común que le diera una mano, pero ella era independiente y muy orgullosa como para depender de terceros, en especial en lo referente a su vida personal. Si no se valía de las influencias de su padre para ascender en el hospital, tampoco lo haría de su amigo para conseguir encamarse.

Por un momento, Ike dudó que le estuvieran hablando a él, y miró alrededor de manera discreta como para asegurarse de que se trataba de él. A pesar de ser un tipo de moral bastante extraña, era lo suficientemente profesional como para no mezclar su vida personal con la laboral. La principal razón para ésto era que no quería tener que ver a los ojos viejas metidas de pata todos los días en el hospital y era por eso que intentaba verse lo menos atractivo posible allí dentro. Por eso se había cortado el pelo de esa manera y desalentaba las conversaciones casuales con sus colegas, para mantener su vida privada fuera de ese lugar. A esas alturas, ya todo el personal lo tenía bastante asumido, por lo que se sorprendió al darse cuenta de que la mujer no podía estarle hablando a nadie más.

Habitualmente, la hubiera ignorado o mandado a mudar de manera más o menos educada (según su estado de ánimo en dicho momento), pero como su fanatismo por los deportes llegaba a un punto enfermizo y lo cruzaba ampliamente, el comentario de ella logró interesarlo lo suficiente como para ameritar una respuesta.

Sonrió con orgullo. Su mimetismo con los equipos que seguía era tal, que sentía como méritos propios las victorias de éstos y otro tanto sucedía con las derrotas, las que intentaba paliar moliendo a palos a la hinchada del equipo ganador que los hubiera aporreado en el campo de juego. "Those sods didn't pose a real challenge to begin with." Le respondió con una mueca ladeada bastante engreída. Le llamaba la atención y casi hasta lo divertía que una mujer se le acercara pretendiendo saber de quidditch. Una de las cosas que compartía con su gemelo era precisamente el machismo, aunque nunca lo habían discutido.

Se sintió internamente feliz de ver que su comentario había logrado el efecto deseado. Al menos no la había mandado a freír churros. Tal vez lo había agarrado de buen humor o, lo que creyó más probable, la elección del tema había sido perfecta considerando lo que sabía sobre hombres y deportes. Aunque en el caso de ella, no era una pose estudiada para llamarle la atención. Rose realmente era una fanática enferma del West Ham y de los BLAH (tengo que encontrar el equipo del que te hablaba).

Por afuera, sin embargo, se mostró tan calma y segura de sí misma como siempre, como si realmente no le importara el resultado de esa conversación y no estuviera sino matando el rato entre dos guardias de alguna manera que encontrara agradable.

Le devolvió la sonrisa ladeada con una propia, llena de ironía. "True. They've been the laughing stock of the league ever since Greenby quit two years ago." Opinó casualmente. Era algo que todo el mundo sabía y con lo que ella estaba personalmente de acuerdo. Entonces se encogió de hombros. "But I won't complain about anything that puts us three points above the Arrows." Eso, sin embargo, era bastante más controversial entre los puristas del honor y aquellos que sólo querían llegar a la punta de la tabla en esa campaña.

Levantó las cejas ante la audacidad de sus declaraciones; las que no eran controversiales. "And since when does a woman know a thing about sports?" Le preguntó de modo desafiante, si bien la manera en que la miró era claramente insinuante. Había dejado de secarse el cero pelo que no tenía porque consideraba que con lo que ya lo había masajeado con la toalla, basataba, de modo que la dejó colgar sobre sus hombros y la miró a la espera de una respuesta que valiera la pena. Su machismo jamás se lo permitiría admitirlo, pero Mike amaba un buen desafío.

Rose también levantó las cejas, impresionada de encontrarse cara a cara con uno de esos estúpidos machistas que tanto detestaba, pero eso no hizo que retrocediera terreno ni que lo deseara menos. A diferencia de otras mujeres, su interés por una relación estable era nulo. Disfrutaba la libertad de poder elegir con quién dormir y, por ende, que nadie le dijera qué hacer de su vida.

Ella amaba los desafíos aún más que él. Se había mandado de cabeza en una carrera dominada por hombres machistas y disfrutaba con las motocicletas y otras actividades poco femeninas como el karate, el quidditch y el fútbol.

"Try me." Lo desafió ella a su vez, con convicción de que podía estar a la altura de lo que sea que él le tirara. Después de todo, había estado obsesionada con el deporte desde antes de poder hablar y, de chica, le dedicaba gran parte de su tiempo tanto a practicarlo como a leer todo lo que tuviera que ver con el tema, así fueran estadísticas.

Mike sonrió de lado de manera jacatanciosa y se tomó un momento para pensar en algo complicado para humillarla... o ver si realmente era fanática, en lo que no tenía nada de fé, pero hubiera adorado estar equivocado sólo para encontrar algo entretenido que estudiar durante un tiempo. Después de todo, necesitaba la distracción.

Finalmente, se decidió por algo más o menos simple para darle una falsa sensación de seguridad antes de ponerla realmente a prueba.

"Who won the 1990 world cup?" Disparó enseguida, todavía con esa sonrisa confiada que caracterizaba a los Rogers.

"Quidditch or football?" Respondió sosteniéndole la mirada con una sonrisa ladeada que tenía aún más confianza en ella de la que él estaba demostrando en sí mismo.

Volvió a levantar las cejas impresionado por la desfachatez de esa doctora. No entendía por qué no la había notado antes si era tan 'problemática' como para ir retando a la gente por la vida de esa manera tan acorde con un casino de Las Vegas.

"Both." Duplicó entonces la apuesta. Si tanta confianza se tenía, que lo demostrara. De todas maneras, le costaba creer que fuera capaz de darle una respuesta satisfactoria.

Sonrió complacida. "Spain won the quidditch cup 340 to 320 but France caught the snitch in the stupidest move I've seen in my life." Dijo con petulancia. "A seeker who can't keep up with the score to know when to let the snitch pass is completely useless and doesn't belong in a national team." Opinó disgustada con el mero concepto.

"As for football, the final was Argentina Vs Germany and Germany won 1 to 0 after three player swaps and five suspensions... four to the Argentinean players and one to the german player Völler."

La observó con cuidado, mostrándose apenas sorprendido cuando ella le respondió correctamente contra toda expectativa. Se imaginó que debía ser de esas mujeres que sólo le prestaban atención a los deportes durante los campeonatos mundiales, así que para no dar el brazo a torcer, se decidió a preguntarle otra cosa.

"What teams are a part of the Premiere League this year?" Le preguntó ahora con una expresión casi viciosa, porque quería tener el gusto de probar una vez más su teoría de que las mujeres no sabían nada de deporte por más que pretendieran que sí. No estaba dispuesto a mostrarse conforme con la respuesta anterior de ella.

No se sorprendió de la falta de convicción de él ante su respuesta. Desde el momento en que había descubierto que estaba tratando con un machista, supo que iba a tener que trabajar duro para ganarse el respeto que quería. No le importó demasiado. Lo había hecho toda su vida, dentro y fuera del ámbito profesional. Estaba acostumbrada y casi que hasta la divertía ver cómo se desconcertaban al ver que ella tenía con qué. Por eso no se mostró ni sorprendida ni desconforme ni nada al ver que él le respondía con otra pregunta. Se limitó a sonreír complacida al escuchar que le había preguntado una fácil.

"West Ham United, Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal, Liverpool, Everton, Bolton Wanderers, Tottenham, Porthsmouth, Reading... Aston Villa, Backburn Rovers, Middlesbrough, Newcastle United, Wigam Athletic, Fullham, Sheffield United, Wattford and Charlton Athletic." Dijo parando en el medio a tomar aire, si bien no parecía estarlo recitando de memoria, sino que su vista iba de acá para allá como quien recuerda y hace memoria. "Reading, Sheffield and Wattford have just been promoted into the League and Crewe Alexandra, Millwall and Brighton & Hove Albion have been relegated to League One this year."

"Want to talk formations as well?" Lo desfió con seguridad, los brazos cruzados sobre su pecho en una postura arrogante que resaltaba su busto.

Esta vez Ike no pudo esconder su enorme sorpresa al escuchar la respuesta de ella, que no solo era correcta, sino que también detallada y hasta quizás educada de haberse tratado de un muchacho quien le hablaba.

Sin embargo, logró controlar su expresión enseguida para no demostrar debilidad. Le dedicó una sonrisa leve, algo condescendiente, que daba a entender que con eso era suficiente. Si había tenido la osadía de proponer eso, temía que fuera también capaz de recitarle gran parte de las formaciones de unos cuantos equipos a juzgar por cómo había respondido a sus pregutnas anteriores.

La miró estudiándola como si recién ahora le estuviera prestando atención realmente. ¿Quién era esta mujer que sabía lo suficiente de deporte como para complacerlo incluso a él? ¿Por qué había decidido acercársele justo ahora? y ¿Qué quería de él? Se preguntó.

"You play." Asumió prolongando la conversación por motus propio, algo que no recordaba haber hecho nunca con un extraño, en especial considerando que se trataba de una pregunta personal, del tipo que él detestaba... si bien seguían dentro del tema deportes.

Asintió complacida de que no la hiciera entrar en detalles tontos. No es que no fuera capaz de recitar unas cuantas formaciones de cabo a rabo, pero se sentía bien el haber impresionado a un machista al punto de que decidiera no ponerse a sí mismo en ridículo. Cada vez que eso pasaba era como una pequeña caricia al alma para ella... y que no decir para su ego, que era casi tan grande como el de él, si no más.

"Since I can walk." Resondió con orgullo. "I play winger chaser and winger." Comentó al pasar, tan campante como al principio, aunque ahora se debía a que ya había probado su valía y claramente tenía la atención de él si le estaba haciendo preguntas. Por lo poco que lo había espiado, no parecía ser del tipo curioso o interesado por alguien más que él mismo. Al menos eso serviría para evitar que se le pegara como garrapata. Detestaba ese tipo de hombres pegajosos.

Sonrió de lado, de manera juguetona, comenzando a admitir que tal vez la chica supiera de lo que estaba hablando, aunque de ahí a que fuera una jugadora decente, por más años de práctica que tuviera, había un abismo. Y el enorme sentido del ego machista de Ike no le permitía nada que no fuera asumir que debía ser mala. Al menos, su sonrisa parecía darle crédito tardío por el conocimiento que había demostrado sobre deportes.

"What can I do for you, then...?" Preguntó aún con orgullo, pero con cierta curiosidad de fondo sobre lo que ella podía llegar a querer de alguien como él para salirle con todo eso tan de la nada. Tenía un par de teorías, pero ninguna sonaba demasiado creíble si tenía en cuenta lo poco que había visto de la personalidad de ella. No parecía a punto de invitarlo a llenar un espacio vacío en el partido que tal vez jugara con sus amigas el fin de semana ni a ver un super clásico by the looks of it.

"Rose." Rellenó el espacio que él había dejado vacío con tono neutro. Se preguntaba si el que él no la ubicara en absoluto y no hiciera ni un esfuerzo por ser cortés, no sería un mal presagio, una advertencia de retirarse ahora, cuando aún podía salir airosa. Todo lo que le hubiera costado llamarla de algún modo era leer el bordado en el bolsillo de su túnica y no se había moolestado ni en hacer eso. Estaba bastante segura de que, por más que él pareciera mostrar cierta curiosidad poco común en ella, si se alejaba en ese momento no la iría a buscar de ninguna manera a menos que ella misma volviera a entablarle conversación.

La pregunta la había tomado algo por sorpresa y sus cavilaciones le habían robado casi todo el tiempo lógico para contestar, de modo que se encontró sin saber qué decirle, aunque con una expresión de neutralidad controlada que no traicionaba la agitación interior en la que de repente se encontró.

Como no tenía pensada una manera de decirle abiertamente lo que quería, se tomó un par de segundos extra para contestarle, so pena de perder algunos de los puntos que parecía haber ganado con el ping pong de preguntas y respuestas.

"Rose." Repitió pensativo. Se había esperado un nombre más moderno y dinámico, uno que fuera acorde a la personalidad extremadamente modernosa y feminista que ella parecía tener. Tal vez por eso el encontrarse con un nombre clásico y antiguo lo dejó un poco desconcertado, aunque no lo suficiente como para pasar por alto el que ella no había respondido a su pregunta y se estaba demorando.

-Después de todo, es mujer- pensó con cierta complacencia y un tono de superioridad incluso aunque nadie más fuera a oírlo dentro de su mente.

"I have to warn you that I don't date, Rose." Le dijo con una sonrisa triunfal, contento de encontrar la manera de 'ganar' la upper hand con ella que había osado contestar bien a todas sus preguntas e incluso insinuarle que sería capaz de responder cosas mucho más técnicas si se requería.

La aclaración de él la tomó por sorpesa, la cual dejó entrever para dejarle en claro que no era eso lo que ella había querido decirle. De haber sido el caso, se hubiera desinflado de inmediato como una niñita, pero Rose no era ninguna niñita. Tenía experiencia.

"Great." Dijo de inmediato, sinceramente. Mostró una sonrisa bastante encantadora y segura de ella misma. "I don't date either." Declaró con seguridad y un leve brillito en los ojos de anticipación, porque eso acababa de darle pie a lo que ella quería decir y no encontraba cómo.

"Actually..." Comenzó con cierta picardía. "I was looking for a shag-buddy." Confesó abiertamente, con la desenvoltura con que lo hubiera dicho el macho más consagrado de américa si hubiera estado seguro de que la chica de turno no se hubiera horrorizado de escuchar semejante proposición dicha tan abiertamente. "Maybe twice a week. No attachments." Terminó de explicar el tipo de trato que tenía en mente con un leve encogimiento de hombros, como si le diera lo mismo. Parecía indicar que si él le dijer que no, se iría a buscar a otro más dispuesto y punto.

Si sus conocimientos sobre deportes lo habían sorprendido, la respuesta que acababa de obtener su declaración lo dejó sin habla durante un momento, aunque hizo lo posible por no dejarlo ver. En lugar de eso, dejó que una sonrisa enorme creciera en su rostro durante un par de segundos. No podía menos que complacerse de escuchar una proposición tan interesante de manera abierta. Le ahorraba el trabajo de tener que mentir y hablar de estupideces durante horas para ver si conseguía algo más que una simple conversación, algo que las mujeres lamentablemente no valoraban.

En caso de que ella realmente fuera capaz de mantenerse a la altura de las expectativas y no traspasar los límites que ella misma estaba poniendo, podía llegar a ser algo bastante cómodo. Conseguir sexo asegurado de manera regular sin tener que mover un dedo para obtenerlo. ¿Qué más se le podía pedir a la vida? Salvo que fuera bueno, por supuesto. Aunque incluso una amante mediocre pero dispuesta podía ser mejor que tener que tomarse la molestia de ir de cacería.

"Why me?" Le hizo entonces la única pregunta lógica que se le ocurría, aún mostrándose bastante abierto a la propuesta. No era tan tonto como para desalentarla, nada más sentía curiosidad. Él se esforzaba por mostarse poco accesible y de verse poco atractivo para ahorrarse problemas como los que su gemelo tenía... medio país atrás suyo. Estaba seguro de que una muchacha que se veía tan bien como ella podía conseguir la atención de cualquier otro más aparentemente agraciado o al menos más simpático.

Rose respondió a la enorme sonrisa de él con una propia mientras, menos amplia y más auto-complacida con el resultado obtenido. Estaba bastante segura de que ninguna de sus compañeras de trabajo, ni siquiera las enfermeras, habían llegado tan lejos con él en sus vidas y ni siquiera soñaban con ello. -Es cuestión de tener el enfoque adecuado- se dijo a sí misma, conforme.

"You have Dr. Fitzwilliam's schedule now." Explicó con naturalidad, ya sin insinuación en su rostro. La charla se había vuelto netamente de negocios. "I can't keep seeing him with your old schedule, but you and I now coincide on Tuesdays and Thursdays." La razón por la que él ahora tenía el cronograma de su antiguo amante era algo de lo que Ike no tenía por qué enterarse, pensó.

"I kinda like that arrangement. Works great for me and I thought it was worth trying to keep it." Explicó con un leve encogimiento de hombros. Era una historia lo bastante cercana a la realidad como para que ella se la creyera lo suficiente como para sonar creíble. Después de todo, era más o menos lo que había sucedido la vez anterior, cuando Dr. Fitzwilliam había conseguido el horario de Dr. Crowne, su amante original.

"You interested?" Le preguntó con una sonrisa insinuante que lo retaba a rechazar una proposición tan conveniente. Después de todo, le estaba poniendo todo en bandeja sólo para satisfacer su propio capricho de alguna manera realizable.

La miró impresionado. Nunca le había tocado tratar a largo plazo con una mujer que tuviera la moral de un hombre. Es decir, había tenido algunas aventuras similares, pero nada que se asemejara al tipo de arreglo que ella proponía. Nadie que él hubiera conocido se hubiera atrevido a hablar tan abiertamente de algo y con tanta tranquilidad, al punto de que casi había logrado ponerlo incómodo a él, a quien sin embargo la idea le parecía bastante genial, por no utilizar la palabra elegida por ella: conveniente.

Luego asintió con una sonrisa, dando a entender que comprendía a lo que se refería, si bien le resultaba bastante inverosímil. No iba a quejarse de sexo fácil asegurado.

"Sure. Why not." Respondió enseguida, aunque mostrándose tan despreocupado y natural como ella. No pensaba quedar como un tonto si la parte supuestamente débil lo estaba tratando como un almuerzo de negocios. Después de todo, con probar no perdía nada. Lo peor que le podía pasar es que no fuera buena e incluso en ese caso, hasta podía aprender. Si Ike no la ponía más seguido era justamente por la falta de ganas de ir a hacerse el simpático un rato a ver si enganchaba algo.

"As long as I can still see whoever else I want." Le advirtió con seriedad, como para comprobar que ella realmente no tuviera el potencial de convertirse en un dolor de bolas más tarde.

"Brilliant." Dijo sin demasiado entusiasmo, de manera maquinal, aunque sonrió de manera amplia ante la respuesta de él, que era exactamente lo que había esperado, aunque se cuidó de no mostrarse más entusiasmada de lo que lo estaría alguien que acaba de conseguirse un arreglo cómodo para satisfacer su cuerpo periódicamente de modo que la necesidad física no se entrometa con el resto de su vida. Internamente, estaba thrilled.

Su sonrisa se volvió ladeada al escuchar el desafío de él, casi engreída. Le hacía gracia que él estuviera tan dispuesto a no creerle nada de lo que le dijera. Era gracioso y casi hasta simpático o pintoresco si se quería. "Of course. I know I will." Respondió con orgullo.

"When I get Fridays or Saturdays off I usually go out and get some." Creyó justo advertirle, si bien de momento no tenía ningún interés por ver a otra gente. Sabía que era lo suficientemente volátil como para asegurar que no tardaría más de un par de meses en aburrirse de la novedad o más bien del capricho, si bien ya era hora de cambiar a Fitzwilliam por una versión más joven, pensó. No había sido una mala movida después de todo. "So, naturally, you're free to do the same."

Le devolvió la sonrisa también de manera maquinal, con un asentimiento, más en respuesta a la palabra de ella que a la mueca.

En su fuero interno, le molestó que ella le dijera eso. Le hería un poco el orgullo de macho y contrastaba bastante con su idea de cómo debía ser una mujer, pero había pocas cosas que él no estuviera dispuesto a dejar pasar en ese momento ante la perspectiva de sexo periódico y fácil que para mejor le dejaba los fines de semana libres para hacer lo que quisiera. "Fair enough." Dijo simplemente, consiguiendo esconder gran parte de la irritación que el comentario le había generado, si bien se le notaba un poco el disgusto en los ojos. Ella no era para nada su tipo, pero no se sentía exquisito en ese momento, realmente.

Notó el disgusto de él, había estado prestando mucha atención a su reacción para poder hacerse una mejor idea de con qué tendría que tratar en lo sucesivo. Siempre le hacía cierta gracia cómo los mismos hombres que se apresuraban a hablar de una relación abierta eran generalmente los que primero y más se escandalizaban cuando se daban cuenta de que era abierta en ambos sentidos y que ella pensaba hacer uso y abuso de dicha cláusula.

Tampoco le quitaba el sueño. Había conseguido lo que quería. De hecho, había conseguido mucho más que lo que quería, así que se sentía satisfecha.

Prefirió no alargar la entrevista ahora que él parecía cercano a perder su buen humor si seguían hablando del tema. Prefirió dejarlo masticar la situación y digerirla, llegar a la conclusión lógica de que era un buen pacto de cualquier punto de vista, incluso a pesar de sus desventajas.

Asintió de manera leve y su lenguaje corporal indicó que estaba a punto de marcharse, que se praparaba para despedirse. "Well, then..." Comenzó lo más despreocupadamente que pudo. No iba a enroscarse en el machismo estúpido de él. Ese era problema de él, no suyo. Que se ocupara de ver cómo se las arreglaba con el hecho de que ella también tenía libertad de hacer lo que quisiera el resto de la semana.

"I guess I'll see you Tuesday at the Leaky Cauldron after work." Declaró a modo de despedida, dando también a entender que no pensaba discutir esos temas en el trabajo en lo sucesivo y que prefería mantener la relación en un lugar neutral que no diera lugar a confusiones como podía ser una casa.

El que eligiera una taberna le dio cierta esperanza. Por un lado, quería decir que tenía experiencia. Por otro, que de seguro no mezclaría las cosas. Eso le dio cierta sensación de tranquilidad, de que estaba haciendo lo correcto.

Notó que ella estaba a punto de marcharse, y lo consideró lo mejor. No tenía mucho más para decirle y tampoco quería verse arrastrado a una conversación tensa o forzada sólo por conseguir sexo. Para eso estaban los bares y todas las incomodidades que conllevaban.

Al menos la manera en que habló le dio la pauta de que no lo vendría a molestar con cosas de ese estilo en horarios de trabajo. Eso también era bueno y se sintió agradecido por primera vez de que le hubieran cambiado el horario con el del doctor ese.

Asintió con seriedad, aunque se lo notaba conforme. "See you Tuesday." Repitió él también, ahora esbozando una sonrisa bastante amistosa para lo que era él. La idea lo ponía de buen humor.