Otro día en la oficina

Lunes a la mañana. El peor día de la semana y recién acababa de comenzar. Dave adoraba su trabajo, pero madrugar no era algo que apreciara particularmente. Prefería la vida bohemia y el acostarse tarde y levantarse aún más tarde. Por otra parte, hacía rato que no tenían demasiado trabajo y, cuando lo tenían, solía resultar sólo un montón de pistas confusas que no llevaban a ningún lado. Aparentemente, los magos tenebrosos andaban demasiado ocupados escondiéndose y aparentando ser normales como para volver a la vida delictiva a tiempo completo y eso hacía que el trabajo estuviera especialmente aburrido desde hacía meses.

Con un enorme bostezo, Dave se sentó en su cubículo y comenzó a mirar los papeles en su escritorio, intentando organizarse en su cabeza. ¿Cuál sería la primera tarea del día? -Café- pensó con una sonrisa enorme en sus labios, pero no se levantó de su asiento, en su lugar, se limitó a tomar un montón de formularios y abrir el primero que encontró.

Chase entró en la oficina con su típico aire de cansado y sus ojeras enormes. Estaba llegando un poquito tarde, pero la gente del Ministerio solía perdonárselo porque sabía que hacía demasiadas cosas. Por otra parte, era el único 'doc' entre los Aurores y eso le daba un cierto estatus que hacía que le toleraran más cosas que al resto.

De camino a su oficina, pasó por el cubículo de Williams y se detuvo un momento a saludar. "Shakespeare!" Lo saludó con una sonrisa enorme. "Todavía no empezamos con el café?" Le preguntó con aire conversacional. Parecía de muy buen humor a pesar de la apariencia de que se había pasado toda la noche en una fiesta y dormido dos horas. "No me digas que finalmente decidiste empezar a cuidarte un poco?" Quiso saber por curiosidad. No apostaba a que fuera cierto pero la esperanza era lo último que iba a perder.

"Ah, ¡Chase!" Lo saludó con cierto entusiasmo. "¿Cómo estás?" El hombre siempre le había caído bien. Era uno de los pocos tipos honestos que aún quedaban en el mundo si uno dejaba de lado su escandalosa vida sexual, en la cual Dave no tenía la menor intención de inmiscuirse. Soltó una risotada cuando escuchó decir aquello. "Precisamente estaba pensando en eso." Admitió. "Ah... si tan sólo pudiera resistirme a los vicios..." bromeó de buena gana.

"¿Y tú? ¿Para cuándo unas vacaciones, hombre? ¡Si sigues trabajando así un día te arrestarán al entrar tomándote por un zombie!" le dijo en alusión a las enormes ojeras que tenía. "Ya va siendo hora de que te decidas por una profesión y te dediques a ella en lugar de ser el hombre orquesta." Lo molestó en broma.

"Bien, bien. Por suerte todo en orden." Admitió despreocupado. Sonrió divertido y negó con la cabeza al oír la declaración de Shakespeare sobre el café. "Siempre estás pensando en eso. Tú y Liz siempre han tenido una fijación con el oro negro." Observó. "Bueno, por los menos es uno de los vicios sanos... podía ser mucho peor." Opinó con un encogimiento de hombros. "Podrían ser adictos al trabajo." Añadió luego como broma y rió de su propio chiste.

"Ah... no me digas eso. I have started to fear that myself for a while now." Admitió ahora algo más seriamente, pero aún hablando con aire jovial. "Pero piénsalo bien. Si no estuviera ocupado, ¿qué haría de mi tiempo? ¿Salir a caminar? ¿Leer un libro? Hay una ciertas cosas que sólo se pueden hacer una cierta cantidad de veces..." al llegar a ese punto, Nash se dio cuenta de que había sido redundante. "Valga la redundancia" Añadió entonces para deshacerse de la sensación de vergüenza.

Dave asintió. "Tal vez si te tomaras el tiempo de comer de vez en cuando en lugar de sólo alimentarte, comprenderías de qué la va eso de disfrutar del café." Observó él de buena gana, como una broma de buena onda entre amigos.

Cuando Nash mencionó el tema de las adicciones, una sombra pasó por el rostro de Dave, ya que a él el tema le tocaba de cerca siendo que Liz tenía o había tenido (él no estaba seguro) un problema grave con la cocaína desde la muerte de Gabe. Sin embargo, como Chasen no sabía al respecto, intentó componerse pronto y dejar pasar el asunto, fingiendo una risa al final de la broma sobre el trabajo. "Tienes razon." Se limitó a decir lacónicamente.

Aquella serie de preguntas sí que lo hizo reír de manera sincera aunque breve. "Buen punto." Él no tendía a aburrirse fácilmente de las cosas que le gustaban, pero conocía a gente a la que sí le sucedía y comprendía cómo funcionaba.

En ese momento, Dalton llegó con una taza de café en la mano con la intención de ofrecérsela a Williams, pero al ver que Nash se encontraba hablando con él se detuvo un momento, indecisa. Si estaban hablando de trabajo no quería interrumpir. Escuchó un momento hasta que se cercioró de que aquello no la iba de ninguno de los casos que se estaban trabajando en el ministerio de momento y sonrió.

"Hola Doc. ¿Cómo te trata la vida?" Le preguntó casualmente, con una sonrisa amistosa. Dalton adoraba la manera en que Nash era capaz de alegrar cualquier conversación con su humor tonto. Entonces se dirigió a su otro colega. "Te traje el café como lo prometí." Informó entregándole a Williams una taza negra con el logo del ministerio, llena del humeante oro líquido del que ellos venían hablando.

Chase rió por la broma y asintió con la cabeza mientras lo hacía. "Lo sé, lo sé. Es sólo que no tengo tiempo." Era la excusa de siempre, pero todavía seguía funcionando. No quería cambiar su estilo de vida, a lo sumo añadirle más horas, pero la oficina de giratiempos se negaba a prestarle uno porque no lograba pasar el exámen psicológico. "Tomo café, pero más bien lo trago para conseguir la cafeína, que es como mi combustible... si no fuera por la bendita cafeína no sé cómo llegaría al final del día, la verdad..." comentó pensando en voz alta.

En ese momento llegó Dalton y Nash centró su atención en ella. "Oh, hola Redd. Todo bien, por suerte. Busy busy busy... como siempre." Le dijo con una enorme sonrisa amistosa. A pesar de ser tan aficionado a las mujeres como Ashdown, Chase tenía ciertos códigos que respetaba y jamás se hubiera metido con una colega de trabajo. Por otra parte, había trabajado muchos años en estrecha relación con Elizabeth y la adoraba como a una hermana, pero no podía verla como mujer.

Por un momento, él estuvo a punto de preguntar por la vida de ella, pero sabía que tanto Dalton como Shakespeare se habían tomado muy mal la muerte de su hijo y no quería meter la pata, por lo que pensó en algo inofensivo para devolverle la cortesía. "Justo le estaba diciendo a Shakespeare que el café hace mal y tú tienes que venir a corromperlo..." bromeó. Le pareció lo suficientemente inofensivo.

"Y lo mismo con la comida, lo sé." Respondió Dave, quien ya había escuchado la historia un millón de veces. "Yo no como: me alimento." Lo remedó impostando una voz chillona. Todo era una broma, por suuesto.

Cuando llegó Elizabeth, se volvió hacia ella y le vino a la mente la conversación que habían tenido más temprano ese día, pero lo apartó de su cabeza de inmediato, puesto que el trabajo no era el mejor momento para ponerse a pensar en eso. "Gracias." Le agradeció a la vez que aceptaba la taza con una sonrisa complacida. Podía oler el café sin siquiera acercarse a la taza y el calorcito que sentía a través de la cerámica también le resultaba reconfortante. "Y bueno..." Añadió ahora refiriéndose a Nash. "de algo hay que morir."

alton sonrió. "Me alegra que estés bien." Le dijo sinceramente, mirándolo de manera cálida. En ese momento no se hizo problema por los celos eternos de Dave porque estaba segura de que él comprendía el tipo de relación que Nash y ella tenían y que justamente no incluía sexo de ningún tipo. Él era como el hermano que ella nunca había tenido y hubiera querido tener.

Rió brevemente por lo de corromper. "Ah... las mujeres siempre corrompiendo a los inocentes, no?" Bromeó. "¿No es una idea un poco medieval del mundo? Preguntó también como parte de la misma broma. Volvió a reír. Esta vez por el comentario de David. "Ay sí! Totalmente de acuerdo. Sin café tampoco vale la pena vivir, así que..." añadió con un encogimiento de hombros, aún en tono jocoso.

"Pero bueno, chicos. Los dejo seguir charlando y vuelvo a lo mío, que si no entrego hoy este informe que era para ayer, el jefe me va a colgar..." Se despidió rápidamente y regresó a su cubículo, a tipear en una máquina de escribir bastante vieja.

Rió cuando Shakespeare lo remedó. "Eso mismo, eso mismo." Le dijo asintiendo, con una sonrisa enorme en los labios. Sonrió por el chiste de Elizabeth. "¿Cómo? ¿Nosotros los magos no vivíamos todavía como en el medio evo?" le devolvió la broma.

Cuando Dalton anunció su partida, también él se hizo consiente de que tenía cosas que hacer y se paró más derecho. "Yo también voy a seguir mi ruta, a ver si organizo mis bazofias y salgo a seguir con mis investigaciones." Se excusó con Williams.

"Que tengas buen día, Shakespeare. Disfruta tu café." Le dijo antes de marcharse él también a su despacho.