En un crucero

Gavrila se había escapado de su sesión de entrenamiento de ese Sábado y se había desaparecido de su casa después de que su mamá la fuera a buscar. En lugar de lo que hacía todos los fines de semana con el permiso especial conseguido por los directores de ambos colegios, se subió a su escoba y voló hacia el puerto.

Había estado investigando a Adara por todos los medios que había podido sin andar preguntándole a la gente cercana de ella como para que no le fueran con el cuento. Después de lo que había pasado con la prefecto de Hufflepuff quería ahorrarse los problemas. Había llegado a dar con la información de que ella también tenía permisos especiales, conseguidos seguramente por sus padres para salir del colegio los fines de semana en que tuviera algún concierto. Aparentemente la chica tenía cierta fama como música o al menos sus padres estaban intentando construírsela fomentando su aparición en público.

De cualquier forma, Gavvie se desapparó y voló hasta el puerto de donde saldría el condenado crucero y abordó. Con la fama que tenía, no le costó que la dejaran pasar a pesar de tratarse de una CASI menor de edad. Nadie había siquiera preguntado su edad o pedido ver una identificación. Era el lado bueno de su carrera. Una vez en el barco, se marchó a su camarote asignado para mirar el programa de la noche.

Ciertamente, la madre y abuela de Addie estaban intentando construírle una carrera como violinista profesional, arreglándole conciertos en cruceros, ayuntamientos y muestras de arte, por más que aún no tuviera el nivel de otras chicas. Su abuela sostenía que el éxito en la música se debía siempre en gran medida a tener el tipo de publicidad adecuada y por eso se estaba encargando de publicitarla desde ahora, de asergurarse de que tocara un repertorio que la favoreciera y la hiciera parecer más habilidosa de lo que era. También la había instruído en etiqueta, postura y otro millón de cosas para convertirla en una señorita correcta y lo único en lo que no había tenido que aconsejarla era la vestimenta y maquillaje, cosas que naturalmente sabía elegir con buen gusto y delicadeza femenina.

Ese fin de semana, le tocaba dar un concierto en ese crucero y se sintió un poco mal de que su profesora, que tocaba mucho mejor que ella, no tuviera las oportunidades que ella tenía en la vida. Le parecía totalmente injusto, pero en vista de que ésta quería dedicarse a la costura y no le importaba no exponer su música al mundo, tampoco la deprimía de más.

En su camarote, Addie se había puesto un vestido completamente blanco que le llegaba hasta las rodillas. Tenía una rosa de tela en el medio de la línea del escote, como adorno en la tela y un collar de perlas. Llevaba el cabello suelto y un maquillaje delicado que resaltaba los lugares correctos sin ser demasiado, como el que usaban casi todas las damas en el barco.

Cuando estuvo lista, bajó al salón comedor y apareció detrás del telón en el escenario después de que la anunciaran, con el violín en una mano y el arco en la otra. Saludó al público con una reverencia leve y bastante comedida y empezó a tocar de memoria, sin partituras. Cerró los ojos enseguida para concentrarse en la música y olvidarse de todo a su alrededor, como si estuviera sola en su casa. Interpretó varios temas durante toda la cena de la concurrencia, sin detenerse a hablar ni a presentar las melodías y limitándose a hacer una leve reverencia al público que la aplaudía de manera cálida, prestándole atención a medias a ella y a su cena.

Gavvie se sentó en la cama y por un momento se puso a pensar en lo que estaba haciendo. Sabía que su madre estaría furiosa cuando se enterara de que se había escapado del entrenamiento y otro tanto podía decirse de su entrenador y del resto del equipo, pero realmente no le importaba. Lo que ella quería era ser corredora profesional de carreras de escoba, no jugadora de Quidditch. Ahí la cosa eran puras piruetas, pero lo que Gavvie realmente quería era poder volar a toda velocidad y sentir el viento en su cara, casi como si fueran una sola cosa. Su madre no lo entendía y era muy estricta con ella. Se merecía enojarse.

El panfleto decía que Adara estaría tocando durante la cena. Eso le resultó conveniente. Podría comer y regresar al entrenamiento. Con algo de suerte llegaría para la segunda mitad y podría convencer o sobornar a su entrenador para que no la delatara. Dudaba que el resto del equipo fuera a hacerle problema a la jugadora estrella. Más cuando todos eran adultos y entendían la necesidad de los adolescentes de poder vivir la vida de un chico de vez en cuando en lugar de pasársela entrenando. A menudo eran ellos quienes intercedían por ella ante el entrenador para pedirle que no fuera tan duro con ella. Sí, seguramente entenderían.

Sacó la varita, apareció su ropa de noche y se cambió su vestimenta deportiva por un traje negro con una camisa blanca con volados en el pecho, como los caballeros de antes. Nada que fuera a resultar demasiado llamativo para lo que eran los caprichos estéticos de la alta sociedad.

Cuando llegó al comedor el show acababa de empezar. Se sentó sola en una mesa enorme y comió con desgano las delicadezas de alta cocina que le habían traído. No tenía hambre, y, sinceramente, detestaba la comida inglesa de todas maneras. Se dedicó a observarla a ella con un codo en la mesa y el mentón en su mano. Parecía como si le importara tres cuernos tener público: ella estaba en su pequeño mundo. Claramente.

Le llamó mucho la atención el hecho de que no abriera los ojos en ningún momento. Aprovechó la ocasión de poder mirarla a gusto y en algún momento también captó un pedazo de conversación entre dos personas cerca de ella. Una decía que era una chica muy linda, refinada y talentosa, que debía tener muchos amigos en la escuela. La otra, después de decir que casi no parecía ser aún una estudiante por la manera de conducirse, había dicho que en realidad había escuchado que no era muy sociable, que casi no tenía amigos y que no le gustaba mucho hablar con la gente.

En ese punto, Gavvie se cansó de escuchar estupideces y se levantó de la mesa irritada, para marcharse del comedor sin demasiadas ceremonias. La comida estaba incluida en el precio del boleto de todas formas. No se hizo demasiado problema por marcharse porque la única persona de todo el salón que le interesaba, se obstinaba en tener los ojos cerrados de todas maneras.

Salió al pasillo y bajó unas escaleras alfombradas, hasta llegar a un descanso. Había otro par de escaleras espejadas que llevaban al otro ala del barco y, a su derecha, colgado sobre el descanso, un enorme cuadro de varios metros de ancho y al menos dos de alto que representaba de manera muy realista una ciudad siendo destrozada por un tsunami. Gavrila captó la pintura con el rabillo del ojo y se giró a verla, a falta de algo mejor para hacer que regresar a su camerino frustrada.

Se quedó helada al ver la pintura y se estremeció sacudida por un violento escalofrío al ver retratada frente suyo una de sus pesadillas más recurrentes desde que tenía memoria. Se quedó observándola un rato largo, totalmente perdida en sus pensamientos, paseando la vista por cada zona de la ciudad y observando el detalle con el que estaban pintados los edificios destrozados.

A pesar de lo que Gavrila pensaba, Addie la había visto cuando subía al barco. Había estado tomando aire en el balcón de su camarote de primera clase cuando la había reconocido abordando justo antes de que zarparan. Primero se había sorprendido, pero después la idea de tenerla entre el público de la noche la había puesto nerviosa. Tan nerviosa se sentía al momento de salir al escenario, que había elegido dar casi todo el recital con los ojos cerrados por miedo a que Gavrila apareiciera entre el público en algún momento y la hiciera desconcentrarse. Hacer un papelón frente a ella hubiera sido inexcusable y la hubiera matado de vergüenza.

Un par de veces había espiado entre sus largas pestañas y había ubicado a Gavrila entre el público, pero en ese momento estaba ya tan metida en la música que logró no equivocarse a pesar de la cara de tremendo embole que le parecía adivinar desde lejos tras el gesto de apoyar el mentón en la mano. Sin embargo, cuando abrió los ojos al final de su repertorio e hizo una venia de despedida, Gavrila ya no estaba allí y por un momento casi que hasta pensó que podía llegar a haberla imaginado desde el principio.

Después de eso, se retiró del comedor alegando que no tenía hambre porque había picado demasiados bombones en la habitación del barco y, después de escuchar el rezongo de su abuela, bajó por las escaleras del ala opuesta del que había bajado Gavrila. Se la encontró de pie observando su pintura y eso la sorprendió tanto como la halagó. Notó que estaba totalmente compenetrada observando el cuadro y decidió no decir nada para no interrumpir sus reflexiones internas, fueran las que fuesen. En lugar de eso, se sentó en los escalones frente a ella, con su vestido blanco de corte princesa extendido de manera grácil.

"Did you find it to your liking?" Le preguntó finalmente varios minutos después, cuando ya no pudo soportar más el suspenso. "Thank you for coming here tonight. Miss Gavrila Rozalia, the prodigious Quidditch player." La saludó cortesmente, con expresión tranquila a pesar de que estaba totalmente nerviosa.

A pesar de la sorpresa que le causó escuchar la voz de ella a su lado repentinamente, aprovechó que estaba mirando la pintura de costado hacia ella para hacerse la tonta y no parecer tan shockeada cuando le dirigiera la palabra. Recién cuando le agradeció por estar ahí esa noche se giró hacia ella con la cara compuesta en su típica expresión indiferente.

Sin embargo, mentalmente se volvió a shockear al ver la manera tan femenina en que había esparcido el vestido y acomodado las piernas al sentarse en la escalera, algo que dudaba que cualquier otra persona fuera capaz de lograr con tanta gracia. "You seem to know quite a bit about me." Dijo volviendo a mirar al cuadro porque no estaba segura de cuánto tiempo sería capaz de mantener la expresión indiferente si la estaba viendo vestida así y en esa postura que en ella se veía tan natural como de forzada se podía haber visto en cualquier chica ordinaria. "This piece... Did you paint it?" Le preguntó intentando que su admiración no se dejara entrever en su tono de voz, aunque lo logró sólo a medias.

"You are rather famous." Le dijo con una sonrisa leve y algo misteriosa, como si hubiera una broma interna entre ella y ella misma que no pensaba compartir. "There are a lot of your freakish fans at my school as well..." Siguió diciendo con la misma desenvoltura y se acomodó el cabello en la nuca, sacándolo de entre el vestido donde estaba levemente atrapado con un movimiento natural de su brazo. Claro que ese era un movimiento totalmente deliberado y no había cabello atrapado en su vestido. Nada más estaba siendo un poco coqueta.

"One of them is a girl," Comenzó a decir en un tono levemente insinuante, inmediatamente después de acomodarse el pelo. "...but she still says she wants to go cruising along the beach in your broom..."

No respondió. Continuó mirando hacia el frente, enfocando la vista en el cuadro pero con su concentración puesta en ella, sin perderse ni un solo movimiento de lo que era tan sólo una pequeña cosa blanca y borrosa al costado de la pintura. Obviamente, es imposible para las personar enfocar y ver con nitidez lo que se encuentra en su visión periférica, por más que sean capaces de distinguir las formas y los colores. Sin embargo, seguía sin atreverse a mirarla a la cara después de cómo la había tratado la última vez. Ahora parecía tan tranquila y compuesta como la vez anterior, pero su amiga había dicho que estaba totalmente destrozada. Le admiró la fortaleza.

Cuando Adara comenzó a flirtear con ella de manera evidente, se esforzó aún más en mirar al frente y mantener la cara de poker, pero finalmente se entrecerró los ojos y se le escapó un je nasal por la desfachatez y desenvoltura que estaba mostrando. Sin embargo, en lugar de contestarle, dijo: "The end of the world, huh?" Como si sus expresiones y gestos se debieran a algo que le había cruzado por la cabeza y estuviera ignorando el comentario de ella deliberadamente, aunque sabía que pensaría en eso toda la noche cuando no pudiera dormir más tarde.

"I'm surprised that a well-to-do girl who can't even kill a bug can draw such a tragic fantasy." Dijo de manera algo sobradora.

Por un momento pensó que se había reído de ella, mas luego casi que se alegró de escuchar la referencia a su pintura. Se sintió bastante insultada por la manera en que se refirió a ella y a su trabajo.

"It's not a fantasy!" Le dijo molesta, levantando un poco la voz, sacando una voz de mando que se contradecía con su porte tan delicado pero que había heredado de su abuela. "I can see that scene clearly!" Le hizo saber aún levantando un poco la voz a causa de la emoción por la que se había dejado llevar. "Just like you can..." añadió ya en voz más baja, pero con un tono acusatorio. Aún tenía las manos descansando en su regazo con tranquilidad y con clase, como una princesa.

Se giró hacia ella y la miró con intensidad, con el ceño fruncido en desaprobación. Parecía algo enojada o molesta, o tal vez frustrada. Sabía perfectamente bien de qué le estaba hablando Adara, pero había tomado una decisión y había elegido ignorar esos sueños y premoniciones por un fin más egoísta. Si se venía el fin del mundo quería aprovechar a perseguir su sueño de convertirse en una corredora de carreras profesional o al menos seguir jugando Quidditch que le gustaba lo suficiente. No quería ensuciarse las manos para cambiar al mundo. No había nacido para eso. No le interesaba y le molestaba que ella insistiera en aparecer en su vida para intentar convencerla, que se entrometiera y le recordara aquello que todo el tiempo intentaba olvidar y dejar en el pasado pero que seguía persiguiéndola por las noches.

Le sostuvo la mirada de manera desafiante. Su ceño también estaba fruncido y parecía tan molesta como Gavrila, indignada más bien, de que sabiendo lo que sabía y teniendo las visiones que tenía insistiera en hacerse la tonta e ignorar la llamada del destino. Le irritaba que fuera tan irresponsable y egoísta como para dejar que millones de personas murieran por alguna razón egoísta que seguramente no valía la pena.

Se puso de pie, adoptando una postura muy femenina con los brazos estirados y las manos sujetas una con la otra todavía a la altura del regazo. Tal vez era la necesidad de mostrarse algo más imponente o de estar más a la altura de ella al momento de hacerle frente, pero de todas maneras no dijo nada, siguió mirándola fijamente.

"That's stupid." Declaró apartando la mirada con el ceño fruncido de irritación. "I'm Gavrila Rozsa, the number one Chaser in Hungry. Memories of my previous life or the end of the world have nothing to do with me." Le dejó saber con firmeza, volviendo a sostenerle la mirada de manera desafiante.

"If someone has to do it, then you can do it." Siguió diciendo irritada, hablando tan rápidamente como lo había hecho un momento antes, como si quisiera sacarse todo eso de adentro y seguir con su vida. "I would like you to stop investigating me like that, though." Le ordenó disgustada.

Estaba furiosa. Quería golpearla hasta que entrara en razón, pero al mismo tiempo no se atrevía a hacer nada que pudiera marcar un rostro tan hermoso. Para variar, contuvo sus sentimientos embotellados dentro suyo sin dejarlos escapar. De lo contrario, se hubiera puesto a gritar y a perder la compostura totalmente y no quería eso en absoluto. Menos frente a ella. No era la manera de convencerla. De eso estaba segura... pero es que la indignaba tanto su indiferencia. ¿Cómo podía tener los mismos sueños que ella e ignorarlos completamente? No lograba comprenderlo.

Había tantas cosas que deseaba decirle, protestar, exigirle. En lugar de eso se tragó todo y apretó las manos que se sujetaban la una a la otra, haciendo que temblaran ligeramente a causa de la fuerza con que se estaba agarrando a sí misma de los nervios y la impotencia. Sobre todo eso último.

"Don't say such selfish things like that..." Le pidió como una orden super educada, aunque la voz se le rompió y le tembló todo el tiempo por el esfuerzo de mantenerse calma y no ponerse a gritar o a llorar de la impotencia y de la furia contenida. "I don't want to do it either..." Le dijo apartando la mirada, aún con la voz temblorosa. "I also have a dream... to become a violinist." Explicó con languidez antes de volver a mirarla, esta vez con convicción, aunque todavía parecía indignada por su actitud. "I can't do something stupid like saving the world from destruction." Exclamó nuevamente de modo imperativo, con esa voz de mando que había mostrado antes, sosteniéndole la mirada de manera feroz.

Continuó sosteniéndole la mirada mientras ella le rogaba y daba órdenes alternadamente, inmutable ante sus expresiones que internamente le rompían el corazón como el fervor de las jóvenes vírgenes mártires a punto de ser asesinados por sus creencias religiosas.

"Then don't." Respondió sobradoramente. Como si fuera obvio, la respuesta que todas las personas lógicas podían ver menos ella. "But I won't do it either." Le informó antes de marcharse.

Subió las escaleras por donde había venido y se paseó por la cubierta un rato para calmarse. Se apoyó en la barandilla y miró el horizonte pensativamente. Estaba enojada. Furiosa. Quería agarrar su escoba y volar hasta dejar todo atrás y convertirse en el viento.

Sacó su varita, conjuró su escoba y el resto de sus pertenencias y se alejó volando de allí a toda velocidad.