Siestita discreta

Era un jueves por la tarde. Elroy había estado durmiendo muy mal durante el verano y lo mismo desde que comenzaran las clases. Su última obsesión amorosa, Agatha Horton, había egresado el año anterior dejándolo sin una musa a quien dedicar sus poesías, las cuales absorbían la mayor parte de su tiempo. Ahora, sin musa ni poesía, se encontraba con más tiempo libre entre sus manos del que hubiera querido tener y eso le molestaba. En particular porque no podía dormir de noche y tampoco escribir nada decente y durante el día se deslizaba por los corredores del castillo como un zombie, muerto de sueño y frustrado.

Intentando distraerse, Elroy se dirigió a la biblioteca y se sentó no en la sala de lectura, sino en una de las sillas ubicadas entre las estanterías, para aquellos que no tenían tiempo que perder en su investigación. Había elegido un espacio muy al fondo, en una sección poco visitada salvo por aquellos estudiantes que necesitaban un lugar donde poder besuquearse sin ser descubiertos. Allí, se sentía conectado con ella, a quien le gustaba leer y por ese motivo, sacó de su bolso el libro que habían estado leyendo juntos en el baile de comienzo del año anterior, cuando se habían conocido. Lo había releído incontables veces ese verano, por lo que no tardó en quedarse dormido, con la cabeza colgándole sobre el hombro y el libro en la mano, abierto en una página cualquiera.

John tenía esa hora libre. Era hora de estudios muggle, una de las materias que había elegido no seguir cursando al llegar a séptimo. No se había tomado la molestia de dar el examen final el año anterior, puesto que sabía que quería estudiar para ser medimago y que estudios muggle no le serviría de mucho en esa carrera. En cambio, el tener algo de tiempo libre para repasar era algo que sí iba a necesitar en su último año de colegio.

Con eso en mente, John se dirigió a la biblioteca, con la idea de comenzar a leer los libros que usaría ese año en las distintas clases. Él ya estaba al día con las lecturas obligatorias, pero le parecía que aprovechar el tiempo libre para ir adelantando clases y lecturas era una buena idea. Sabía que la carrera de medimagia era muy exigente y que necesitaría toda la ayuda que pudiera conseguir.

Sin embargo, al encontrar a Elroy dormido en la biblioteca, John cambió de parecer. Como prefecto, vivía pendiente de los demás alumnos, incluso de aquellos que no eran de su casa, actitud que le había hecho ganarse el Premio Anual. Sabía que el muchacho andaba deprimido últimamente, puesto que era amigo de Gipsy y ella le había comentado que el francés andaba lloriqueando por los rincones. Por este motivo, se acercó a su compañero y le apoyó la mano en el hombro. "Roy?"

La voz de John y la mano en su hombro sacaron a Roy de sus pensamientos. El muchacho se despertó sobresaltado y miró alrededor algo alarmado. Se encontró con la cara de John y recordó entonces que estaba en la biblioteca. Por un momento, había estado convencido de que se había quedado dormido en clase, pero asumió que debió haberse tratado de un sueño únicamente.

Un momento más tarde, recordó que en realidad había estado soñando con algo totalmente distinto: Una quimera. Él era un mago oscuro de la edad media y Ágatha estaba encerrada en una jaula dentro de su laboratorio, convertida en una quimera mitad perro, mitad mujer. El recuerdo le causó un leve escalofrío y él se pasó la mano por el rostro para intentar despejarse la mente.

"¡Johnny! ¿Qué puedo hacer por tí, mon ami?" Le preguntó al muchacho cuando logró despertarse un poco más. Miró su libro con pereza y lo cerró de manera definitiva.

John sonrió al oír que el muchacho lo reconocía. Por un momento pensó que tal vez le había sucedido algo para estar tan colgado y no responder de inmediato. Él se preocupaba por todo, de manera que era normal en él empezar a pensar lo peor antes de tener siquiera pruebas para fundamentar tal comportamiento.

"¿Por mí?" Preguntó confundido. "Nada. En realidad estaba algo preocupado. Te vi aquí durmiendo en la biblioteca y pensé que tal vez tendrías alguna clase pendiente a la que podrías llegar tarde si te quedabas dormido de más." Explicó. "¿Todo bien?" Intentó aunque sabía que probablemente fuera inútil.

Roy sonrió una de sus sonrisas adorables y negó con la cabeza, incrédulo. "Siempre corriendo atrás de las clases, ¿eh Johnny?" Le dijo divertido. "A ver cuándo te relajas un poco y haces algo divertido para variar, que la vida no es todo trabajo, ¿eh?" Le comentó de buena gana, esperando que algún día le hiciera caso por su propio bien. Imaginaba a Russell como el tipo de persona que acaba cayendo desmayada por la calle por trabajar de más.

Él, en cambio, era muy inteligente y le gustaban las actividades intelectuales, pero también era extremadamente vago y eso hacía que muchas veces no rindiera tanto como podría haberlo hecho. Sin embargo, la muerte de su hermana le había probado que la vida era demasiado corta para no disfrutarla y él pensaba hacerle caso, así terminara siendo un poeta muerto de hambre que no tiene un cobre para llegar a fin de mes.

Johnny sonrió sinceramente cuando Roy le dijo eso. Mucha gente llevaba años diciéndole que se relajara y disfrutara, pero parecía que John no podía estar tranquilo ni disfrutar hasta que no hubiera terminado con todos sus quehaceres y tareas. A diferencia de Roy, él no era muy inteligente, así que tenía que suplir esa desventaja con trabajo duro, como la mayoría de los de su casa. Lo que le jugaba a favor es que John sabía que muchas veces no era la gente talentosa sino aquellos que persisten quienes consiguen llegar lejos y por eso más se esforzaba. No es que fuera a aflojarle ahora que ya había conseguido el premio anual.

"Sí, sí. En algún momento me tocará descansar... cuando esté muerto por ejemplo." Dijo medio en broma. "O más tarde esta noche." Añadió después también como parte de la misma broma. "Algunos no tenemos la suerte de poder aprobar sin estudiar. Qué se le va a hacer." Dijo resignado. No le guardaba rencor por no ser tan estudioso como él, John no solía envidiar a la gente y se concentraba en hacer lo suyo sin molestar a nadie.

"Bueno, te dejo tranquilo. Tengo que ir a prepararme para herbología." Se despidió consciente de que no hacía más que darle la razón con eso de que estudiaba demasiado, pero no le importó. Se marchó de la biblioteca al ver que allí no conseguiría nada de paz.

Roy rió por la broma, intentando mantener la voz baja para que la bibliotecaria no los viniera a echar. "No, seguro, pero hay tantas cosas que son tan o más importantes como estudiar..." Le dijo como cuando los viejos hablan a los jóvenes con conocimiento de causa. "Ya lo verás algún día." Le dijo despreocupadamente, dispuesto a volver a su lectura y a sus recuerdos mientras tuviera tiempo libre.

"Dale. Nos vemos más tarde." Lo saludó antes de volver a leer su libro.

Rió brevemente y un poco de compromiso por lo que Roy le decía. No es que no estuviera de acuerdo con que había cosas más importantes que estudiar, sino que sabía que era una inversión a futuro. "Créeme que lo tengo en cuenta." Le aseguró ya más serio. Lo que le sucedía es que le daba sentido de tranquilidad el poder estudiar y sacar buenas notas. Lo demás de su vida no lo podía arreglar de una manera tan simple.

Lo saludó con la mano antes de marcharse.