Una charla seria

El padre de Morwyn convocó una reunión secreta en la vieja entrada de la mina de plata del pueblo. Hacía centenares de años que las vetas se habían agotado, de manera que nadie utilizaba ya ese lugar para nada, a excepción de los ocasionales chiquillos juguetones.

El padre de Lancelot también estaba ahí y sus hermanos mayores. Todos tenían cara de velorio y parecían muy preocupados por un asunto de gran gravedad. En la entrada de la cueva, un par de caballeros del Priorato de Sion, disfrazados como commoners, protegían la entrada de oídos curiosos mientras que ellos conversaban dentro de la mina, a unos cuantos metros hacia el interior.

"Lamento haber roto nuestro pacto de indiferencia, Alfred." Dijo Mr Dreedas a Mr Reamour. "Pero esta situación requiere medidas extremas si queremos que nuestra sangre sobreviva hasta la siguiente generación." Opinó muy preocupado.

Mr. Reamour se pasó una mano ancha por el rostro como intentando tranquilizarse y apartar los pensamientos feos de la cabeza. "Por favor, Greg, ya déjate de rodeos y ve directo al grano que tengo presión alta y el médico me recomendó no ponerme nervioso." Le rogó Mr. Reamour.

"Sí, lo siento, Alfred." Se disculpó el hombre de los ojos grises tan claros que casi eran transparentes. "Mr. Russell vino a verme de nuevo la semana pasada. Aún quiere la mano de Morwyn para su hijo Simon." Explicó como si no hicieran falta más aclaraciones.

Eso debió de ser explicativo para Mr. Reamour, porque asintió con la misma preocupación que Mr. Dreedas había exhibido hasta ese momento. "Ya veo... bueno, pues tiene sentido. Se la pasan juntos todo el día practicando hechizos y qué no!" Opinó de manera vehemente, casi acusatoria. "Tal vez tendrías que haberle dicho a tu hija la verdad desde el principio y asegurarte de que no se juntara con esa gente." Opinó poniéndose tal vez demasiado a la defensiva.

"Probablemente tengas razón." Admitió Mr.Dreedas con tono cansado. "Pero este no es el momento para andar repartiendo culpas." Le recordó con seriedad Mr. Dreedas. "Los dos nos equivocamos. Digamos que estamos a mano y pongamos el asunto en el pasado para ocuparnos del problema más inmediato." Sugirió Mr.Dreedas, intentando ser diplomático a pesar de que sus ojos brillaban de resentimiento al recordar cómo los Reamour les habían dado la espalda cuando se habían estado muriendo de hambre y no podían entrar en contacto con el Priorato, alrededor del momento en que Lance le había regalado ese libro robado a Morwyn.

Mr. Reamour entendió la indirecta de inmediato y asintió contrito. "¿Qué propones, entonces?" Preguntó mortificado por la gravedad de la situación. "¿Que nos mudemos a otro pueblo? ¿A otro país? ¿Empezar de cero?" Preguntó con cierto pánico en la voz.

"No. Creo que Russell es el tipo de persona que nos perseguiría por todos los continentes y no descansaría hasta vernos muertos." Dijo seriamente, convencido. "La buena noticia es que nos perdonará la vida a todos..." anunció como si realmente fuera una buena noticia. Lo cierto es que era una mejora sobre la situación anterior, la que le había anunciado por carta diciendo en código que los mataría a todos.

"¿Ah sí? ¿Y cómo es eso?" Preguntó el hombre no fiándose de la palabra de su amigo. "El hombre es un romántico. Estuvo enamorado de Wendy toda su vida y no sabe decir que no a una joven pareja enamorada." Explicó Mr. Dreedas como si fuera algo obvio. Mr. Reamour lo miró como si le estuviera hablando en otro idioma. "¿De qué me estás hablando, Greg?" Preguntó como si se hubiera vuelto completamente loco.

"Bueno, pues de los niños. Le dije que no podía darle a Morwyn en matrimonio porque estaba terriblemente enamorada de Lancelot y que nadie sabía de ésto porque tu mujer estaba totalmente en contra de la relación." Explicó Mr.Dreedas con cierto orgullo, como si fuera un plan brillante. Mr. Reamour, por otra parte, tenía una mueca que estaba entre la confusión y el desagrado, como si no comprendiera qué era esa cosa deforme y podrida que olía tan mal. "El viejo no pudo resistirse a una buena historia trágica y accedió a perdonarnos la vida a todos con una condición." Explicó Dreedas, todavía hablando con orgullo.

Mr.Reamour asintió secamente, con el ceño fruncido en una expresión amarga. "Entiendo." Dijo ahora pensativo. "Ellos de todas formas se tienen que casar, así que tiene sentido." Admitió pensando en voz alta. "Bien jugado, Greg. Al menos se puede decir de ti que aunque hagas enchastres, por lo menos tienes la decencia de saber limpiarlos." Admitió medio en broma, medio en serio.

Mr.Dreedas asintió con una pequeña sonrisa, a modo de agradecimiento. "Tuve que decirle que tu mujer está muy enferma, que no durará otros dos años porque tiene una enfermedad incurable que actúa de manera progresiva. Accedió a esperar a que salieran de la secundaria y que tu mujer deje de estar en el medio para casarse." Explicó ahora él pareciendo como si hubiera tragado un limón especialmente ácido.

Mr. Reamour se puso lívido de repente. "Entonces tendremos que matarla." Dijo disgustado. "No, no. Nada de eso." Lo contrarió su amigo. "Es cuestión de decir que encontramos una cura milagrosa y que ella está tan feliz de estar viva que de repente aprueba el casamiento." Sugirió Dreedas. "No. Russell jamás se creería eso." Discrepó aún preocupado por su mujer. "Entonces hacemos que se escapen y se casen a escondidas. Todavía más romántico. Fin del problema." Resolvió Dreedas.

"Sí, me imagino que al Priorato eso le va a parecer fantástico." Ironizó Mr.Reamour. "Bueno... es lo mejor que tengo... es mucho mejor que nada." Saltó Mr. Dreedas en defensa propia. "Sí, tienes razón... ya veremos..." Comentó el otro pensativo. "Pero la condición para que sigamos con vida es que parezcan realmente enamorados. Si se acaba el romance nos morimos todos... al horno." Explicó con cierta preocupación. Mr.Reamour asintió seriamente, como si comprendiera a dónde iba.

"Tendrán que adelantar el cortejo... que empiecen a actuar si hace falta. Pero tenemos que proteger la profecía." Insistió Mr.Reamour seriamente, mirando por primera vez a los dos chicos que estaban sentados a un lado, en el suelo de la mina, sobre unos cajones viejos. "Es de primordial importancia que sea creíble, porque Simon tiene una buena relación con su padre y le escribe frecuentemente, así que tendrán que ponerle especial esfuerzo en hacerlo creíble." Dijo Mr. Dreedas, quien ahora también se dirigía a los chicos.

"Así que ya saben. A partir de ahora están saliendo. Están perdidamente enamorados y no les importa que mi mujer se oponga: no piensan dejar que nada se interponga entre ustedes. ¿Entendido?" Les dijo Mr. Reamour a ambos, con un gesto amenazante en el rostro. "Es la única manera de que todos salgamos con vida de este aprieto." Añadió por si no les había quedado claro.

"Cuanta más gente los vea, mejor." Intervino Mr. Dreedas. "Tiene que parecerle obvio a todo el mundo... salvo a Mrs Reamour, claro está." Continuó diciendo. "¿Creen que pueden hacerlo?" Preguntó con cierto temor. "De todas formas iban a casarse tarde o temprano, Greg." Opinó Mr.Reamour irritado por alguna razón. "Mejor que empiecen a practicar desde ahora." Dijo con un encogimiento de hombros.

Lance había llegado temprano, con su padre y sus hermanos. Se había sentado donde se le había ordenado y había escuchado en silencio las conversaciones entre los adultos de su familia. Más tarde, cuando llegaron los Dreedas, Lance sintió que el corazón se le aceleraba, pero se obligó a calmarse y a mantener un aspecto relajado, casi impasible, incluso después de que Morwyn se sentó a su lado.

Oyó con atención la conversación que su padre y el de ella tenían y sus cejas se levantaron en más de una oportunidad, al tiempo que sus ojos se abrían grandes al oír las cosas que decían. Era como si estuviera soñando uno de esos sueños totalmente incoherentes donde la gente es conocida pero los diálogos no tienen ningún sentido en absoluto. No comprendía la mitad de lo que estaba pasando, pero no era tonto y lo que no sabía lo adivinaba a medias.

Puede que no entendiera los detalles de lo que estaba pasando, pero le quedaba en claro desde hacía años que no tendría libertad de elección en cuanto a una esposa se refería. Había escuchado suficientes pedacitos de conversaciones de sus padres como para pensar lo contrario. Ahora, al enterarse de quien era la elegida, no podía sino sorprenderse de la mejor de las maneras. Hacía años que le gustaba Morwyn y la miraba desde lejos. Ahora tendría una excusa para poder pasar tiempo con ella de manera oficial. Claro está que no le gustaba la idea de que la forzaran a estar con él, que hubiera preferido que fuera por voluntad propia, pero ahora que tenía una oportunidad de conocerla, estaba más o menos seguro de que con suficiente tiempo podría llegar a enamorarla... si tenía suerte. Por lo antisocial que la había visto ser durante años, sabía que era trabajo duro, pero estaba dispuesto a hacerlo.

"Sí señor." La pregunta de su padre lo tomó totalmente desprevenido y respondió a las apuradas, guardando la compostura lo mejor que pudo. "Si señor." Repitió ante la segunda pregunta de su padre. "O convencemos a todo el mundo de que estamos enamorados o estamos todos muertos." Repitió con seriedad pero también con un aire maquinal. Era lo suficientemente fácil como para que no necesitara que le dieran más indicaciones, aunque ambos hombres parecían no estar de acuerdo. No se atrevió a mirar a Morwyn a su lado, por miedo a encontrar asco o desprecio en su expresión, que era lo que esperaba de una Slyherin. Como no había hablado nunca con ella, no tenía idea de cómo podría llegar a tratarlo, pero la manera en que ignoraba a los estudiantes de otras casas le daba una pauta.

Ella y su padre llegaron más tarde. Su hermano estaba en casa de unos vecinos jugando. Era la excusa perfecta para no traerlo. Aún era demasiado joven para lo que tenían que discutir ahí. Mo inspeccionó la vieja mina con cierta curiosidad y ubicó a Lancelot sentado ahí enseguida. Lo tenía visto de varias clases, puesto que compartían unas cuantas, pero ella nunca se había atrevido a hablarle para agradecerle el libro que muy probablemente les había salvado la vida años atrás. Él siempre había sido carismático y siempre estaba rodeado de un montón de amigos y de otra gente, así que ella, que era más bien tímida y poco sociable, se había mantenido al margen. Después de algún tiempo, había empezado a pensar en que ya era demasiado tarde para agradecerle algo sucedido hacía tanto tiempo y que él seguramente ya no recordaba, así que habían vivido cada uno en su propio mundo.

Sin embargo, en ese momento fue directamente a sentarse junto a él, puesto que le pareció lo correcto siendo que sus padres estaban hablando entre ellos y los hijos mayores del posadero esperaban a un costado de brazos cruzados y sin decir palabra. El ambiente estaba demasiado tenso hasta para saludos y el ver a su padre en esa actitud tan seria y preocupada, casi como era antes, cuando su madre estaba viva, le había advertido que se trataba de algo realmente importante.

Ella nunca había oído la profecía en sí, ni sabía de qué se trataba, pero siempre la mencionaban en relación con que debían mantener viva la línea de sangre así que asumía que debía hablar de alguno de sus descendientes, lo cual le parecía ridículo porque no quería tener hijos.

Se quedó sentada en silencio, escuchando la conversación entre su padre y el posadero hasta que se dirigieron a ellos. Le había costado digerir la noticia puesto que era la primera vez que había escuchado hablar de matrimonios arreglados en su casa y su padre nunca le contaba nada que fuera más o menos importante, así que se quedó tan helada que le costó responder cuando les hicieron esas preguntas. Se limitó a asentir a la primera lo más convencida que pudo y luego consiguió reponerse un poco más para el momento de la segunda. Al menos lo suficiente como para contestar. "Si señor." Junto con Lancelot, tomando el ejemplo de la primera contestación de él a falta de poder generar una respuesta propia.

Por alguna razón, recién cuando oyó a Lancelot recapitular a su lado terminó de comprender lo que había sucedido y se sintió tan horriblemente atrapada que deseó salir corriendo de ahí y mandarlos a todos al cuerno. Sin embargo, quería a su hermanito lo suficiente como para no condenarlo a muerte y, por él, estaba dispuesta a seguir toda esa farsa que proponían, incluso a condenar su vida a ser la esposa del hijo del posadero a quien ni siquiera conocía. Apretó los labios y se propuso no llorar. Había aprendido a ser fuerte, así que lo consiguió muy bien. Solo parecía molesta, pero a la vez determinada... determinada a no dejar morir a su familia, como siempre había sido.

"Bien." Dijo Mr.Dreedas. "Perfecto." Dijo Mr.Reamour al mismo tiempo, con una sonrisa satisfecha al ver que nadie tenía por qué morir. "En ese caso, será mejor que volvamos a nuestros asuntos." Dijo a nadie en particular, dándose la vuelta listo para regresar a la posada antes de que su mujer le gritara por haber desaparecido con toda la mano de obra. Con suerte, aquella habría sido una mañana tranquila y nadie los habría extrañado demasiado.

"Totalmente de acuerdo. Nos vemos por ahí entonces, Alfred." Se despidió Mr.Dreedas, quien también parecía a punto de marcharse.

"No. No tú." Le dijo Mr.Reamour a Lancelot cuando éste intentó seguirlo (porque es obvio que lo va a querer seguir). "Tú te quedas con tu prometida. Y más vale que hagas un buen trabajo convenciendo a todo el mundo o tendré toda la eternidad por delante para atormentarte en el infierno por haberme fallado." Le advirtió con ese tono tan amenazador que sabía poner el posadero para ahuyentar a los mendigos y a los pobres.

Mr.Dreedas miró a su hija a modo de advertencia. No necesitaba hablarle para que ella entendiera, puesto que siempre se había mostrado muy responsable y obediente, adelantándose a los deseos y ordenes de cualquier padre. "Esperaba poder regalarte más años de libertad. Lo siento." Fueron las palabras de despedida de él a Morwyn.

Con ellos dos, se marcharon los hijos mayores del posadero y los hombres del Priorato.

"So, you're a member of the whittling club, huh?" Le preguntó casualmente apenas los dejaron solos, como si no hubiera acabado de tener lugar una conversación extremadamente estresante para todos y la situación no fuera incómoda. "La exposición que hicieron el año pasado fue muy impresionante." Admitió mostrándose admirado.

Claramente sabía manejarse bien en casi cualquier situación social, por más incómoda que fuera, logrando poner cara de que estaba todo bien y pilotearla. No por nada estaba en el club de teatro.

La pregunta de él la tomó por sorpresa, haciéndola abrir los ojos un poquito de más por un segundo antes de que pudiera recomponerse. Luego asintió algo tensa, de manera brusca, sin quitar la vista del punto de la pared de la cueva frente a ella que había estado mirando durante un rato largo.

Pensó que sería adecuado hacer algún comentario por el estilo, pero no recordaba ni en qué club estaba él ni nada más sobre su persona en ese momento... estaba completamente en blanco porque se había puesto nerviosa.

Se admiró de la manera tan desenvuelta en que él se había puesto a hablarle a pesar de toda la situación. Admitía que era una habilidad muy útil de tener y al mismo tiempo que lo envidiaba un poco por ello, se alegró de tenerlo ahí con ella, de que, de todas las personas que podía haberle tocado en suerte, se trataba de alguien que al menos la sabía guiar cuando ella se sentía perdida y seguramente fuera lo suficientemente buen actor como para poder sacar adelante esa fachada sin que se notara lo que estaba pasando en realidad.

Claro que podía haber sido más inteligente o apuesto o lo que fuera, pero también podía haber sido mucho peor. "Thanks." Le dijo con una pequeña sonrisa que era más bien una mueca tensa. En ese momento recordó haberlo visto copiando un paisaje desde el puente con el club de dibujo y agradeció a su mente por el flash de lucidez. "La de ustedes también estuvo buena." Contestó ahora sí girando el rostro para verlo, algo más relajada ahora que su cerebro estaba respondiendo nuevamente. "¿Qué parte del cuadro te tocó pintar?" Preguntó más por cortesía que por interés.

Realmente parecía relajado de estar ahí, sentado hablando con ella como si fueran dos amigos matando el rato en una tarde de finales del verano. La miró con cierta curiosidad. No esperaba que se acordara de nada de lo que él hacía porque estaba bastante seguro de que, hasta ese momento, Morwyn nunca lo había fichado demasiado. "El atardecer... los chicos vieron algunas de mis pinturas y les gustó mi estilo, así que me sugirieron para el trabajo." Admitió con una sonrisa levemente orgullosa que no se le solía ver nunca dentro del colegio y que era algo limitado a cuando hablaba de sus hobbies, porque el resto del tiempo era muy humilde en cuanto a sus cualidades y no se mostraba orgulloso.

En ese momento le señaló la entrada de la cueva con un movimiento de cabeza. "Wanna go for a walk?"

Fijó la vista en él un momento, sorprendida de que le hubieran confiado una parte tan extensa e importante a alguien de su edad. "Impressive." Admitió sinceramente. "You must be really good for them to entrust you such an important job." Dijo con cierta seriedad. A ella no se le quitaba esa formalidad, incomodidad de fondo por más que sabía que debía relajarse. Había demasiado en juego como para estar tranquila y no entendía cómo él podía estar tan pancho.

Asintió y se puso de pie para luego comenzar a caminar en dirección a la salida de la cueva.

Lance sonrió complacido, aunque sin mostrarse orgulloso ni engreído. Era un tipo tranquilo. "Either that or they were too bad." Bromeó al pasar y no le dio más vueltas al asunto.

Se levantó cuando ella lo hizo y caminó junto a Morwyn hacia la salida de la cueva. Al llegar a ésta, se detuvo un momento con los ojos entrecerrados por la claridad de afuera, que lo encandilaba. Luego le tomó la mano más o menos de la nada, sin quitar la vista del frente, y siguió caminando por las afueras del pueblo.

"Es tan lindo día que sería una pena pasarlo dentro de una vieja mina. ¿No lo crees?" Opinó al pasar, como si la situación no fuera de lo más incómoda.

Mo no pudo evitar sonreír por el comentario de él. A pesar de toda la situación, le había parecido bastante ingenioso. Le resultó fácil comprender por qué él tenía tantos amigos y era querido por todo el mundo. Parecía un buen chico y a demás era divertido. Tenía todo lo necesario para ser popular y sin embargo, no parecía engreído. Demasiado buena persona para juntarse con ella, pensó. Mo solía ser tan fría y calculadora que no dejaba demasiado lugar para la amistad y la recreación en su vida. Incluso su relación con Simon era más o menos laboral, porque cuando se juntaban a tallar ella siempre terminaba vendiendo los resultados para ayudar a poner comida en la mesa familiar... y Si era lo más cercano que tenía a un amigo.

La mano de Lancelot en la suya la tomó por sorpresa y se sobresaltó levemente antes de entrelazar sus dedos con los de él al momento siguiente, determinada a no condenar a ninguno de los involucrados a muerte. La idea de cargar con eso en la conciencia le desagradaba y quería a su hermanito.

Asintió cuando él dijo eso y continuó caminando a su lado, demasiado preocupada por todo lo que tenía en la cabeza hasta como para actuar. A demás, por más que fuera buena escondiendo sus sentimientos, no era tan buena actriz como para fingir los que no tenía. Sólo rogaba que de lejos la gente se conformara con verlos caminar de la mano y no hicieran demasiadas preguntas.

Después de un par de minutos no pudo soportarlo más y le dijo lo que tenía en la mente, confiando en que nadie los fuera a oír cuando eran los únicos dos paseándose por el campo cercano al pueblo. "Do you know what's going on?" Preguntó seria, yendo directo al grano con algo de preocupación en el rostro, a pesar de que no lo estaba mirando a él sino al paisaje. Incluso había algo de preocupación en su voz.

Se alegró internamente de haberle robado una sonrisa, pensando que se veía mucho mejor cuando no tenía cara de traste, pero se cuidó de que se le notara en el rostro y continuó mostrándose despreocupado. Claramente era un buen actor.

Notó cómo ella se sobresaltaba, pero como enseguida se recompuso, no dijo nada. Se limitó a espiarla de reojo un momento, preguntándose qué le estaría pasando por la cabeza. Usualmente era bueno leyendo a la gente y por eso también era bueno en situaciones sociales, pero ella era todo un misterio para él. De todas formas, tampoco le importaba. En ese momento, se sentía lo suficientemente realizado por poder tomarla de la mano y caminar con ella por el campo. Era algo con lo que a veces había soñado pero que nunca se había atrevido a pensar como posible.

La pregunta de Morwyn lo sacó de su ensimismamiento e hizo que su expresión se hiciera más seria. Asintió. "More or less..." dijo honestamente. También él sonando un poco preocupado. "We're not pure blood wizards..." comenzó hablando con lentitud, como si le costara encontrar las palabras justas u ordenar sus pensamientos, dos cosas poco comunes en él. "but apparently, my family descends from a very old lineage that has to be preserved because of some prophecy..." En ese punto se detuvo y frunció el ceño, porque es donde las cosas dejaban de estar tan claras para él. No entendía mucho más que eso.

Asintió cuando Lancelot confirmó sus sospechas de que él tampoco estaba del todo al tanto de lo que sucedía. Eso la hizo sentirse algo mejor. La idea de ser la única que no supiera qué cornos estaba pasando no le hacía gracia y, cuando sus padres hablaban, ella había estado demasiado preocupada sorprendiéndose como para notar las reacciones similares en él.

Oyó con interés lo que él le decía y el que más o menos encajara con lo poco que ella sabía la dejó más tranquila, aunque no solucionara nada. "I've heard my father talk about a prophecy with two men that come to our house often, but I don't know what it says." Admitió en un tono que sonaba bastante desanimado para lo que era ella. Más que nada porque era mucho para digerir todo junto y hubiera preferido hacerlo a solas y no de la mano de un desconocido con el que aparentemente se tenía que casar.

Después de una larga pausa introspectiva, Mo levantó la cabeza y dejó de mirar el suelo para ver el horizonte sin detener su lenta caminata sin rumbo fijo. "Did you know that we were engaged?" Le preguntó con seriedad, aunque su curiosidad era genuina. Quería saber cuánto más que ella sabía Lancelot.

Lance levantó las cejas sorprendido. Era la primera vez que escuchaba hablar de una profecía, aunque sí sabía que estaba arreglado que se casara con alguien y que el Priorato de alguna manera se relacionaba con ese hecho y con la línea de sangre antigua a la que su familia pertenecía. Lo de la profecía era una pieza más del rompecabezas que acababa de recibir y que encajaba bastante bien con todo lo demás; le daba sentido.

"I don't know either." Confesó él también entre serio y preocupado. "But those men are from the Priory... they come to our house as well and talk to my Father, but he never lets us listen." Explicó lamentándose que ella no supiera más como para iluminarlo. Aparentemente, estaba tan a oscuras como él.

La espió de reojo un momento cuando ella le hizo esa pregunta que lo sacó de su propia introspección. "No." Admitió de inmediato. "I knew that my parents had arranged for me to marry someone; another descendant from the same lineage, but I didn't know it was you." Admitió sinceramente. Claro que a él la idea le parecía una bendición, pero estaba seguro de que ella no tenía el menor interés en él porque hasta hacía unas horas casi ni sabía que él existía. No pretendía que ella se enamorara y vivieran felices para siempre, pero se alegraba con sólo saber que podría pasar tiempo con ella a solas y llegar a conocerla. "You?" Le devolvió la pregunta tras una larga pausa, porque no podía aguantarse la necesidad de saber eso.

Se mostró abiertamente decepcionada de escuchar que él tampoco tenía idea sobre qué exactamente decía la profecía, pero no se quedó dándole vueltas al asunto porque sabía que no tenía sentido y no le gustaba perder el tiempo.

La mención del priorato le llamó la atención, porque era la segunda vez que se lo mencionaba ese día, así que decidió preguntar. "What Priory are we talking about?" Levantó la vista hacia él con una mirada inquisitiva no exenta de cierta preocupación.

Asintió lentamente varias veces después de que él dijo que sabía que tenía un matrimonio arreglado, aunque no se esperó que le devolviera la pregunta. Le parecía bastante evidente que no sabía nada del tema. Sin embargo sacudió la cabeza a los lados un par de veces cerrando los ojos un momento. "No. I knew nothing of an arranged marriage." Comentó bajando la cabeza en un gesto desanimado que, junto con el tono de voz que había utilizado dejaba en claro que para ella era una pésima noticia, que se sentía encadenada y condenada y que no quería tener nada que ver con él. No era nada personal, pero los Puffies le parecían bastante blandengues y buenos para nada y tampoco lo conocía como para tenerle aprecio por otros motivos cualesfuera.

"I just want to make sure my little brother is safe." Añadió intentando sonar seria, a pesar de lo cual su preocupación se hizo evidente. "My father has always been too busy playing lineage with those monks to care and I'm all he has." Comentó en voz más baja, porque era una confesión bastante privada para ella.

Apretó levemente los labios en una mueca imperceptible al ver la decepción en el rostro de ella, pero se recompuso de inmediato.

"I don't know." Comentó cabizbajo y con tono decepcionado por no poder serle de más utilidad, porque no quería ser la causa de su further disappointment. "My Father always calls it just that." Explicó. "I'm sorry I can't be of much help." Se disculpó después de una pausa.

Le dolió un poco que ella no supiera nada del matrimonio arreglado, pero al mismo tiempo lo hizo sentirse aliviado. Entonces no es que lo había estado evitando a propósito, sino que realmente no sabía que él existía. En cierto modo eso era bueno, porque quería decir que ella no tenía prejuicios para con él por lo del casamiento sino que nada más lo había estado ignorando por desconocimiento o mero desinterés. Eso podía ser más fácilmente cambiable con tiempo que el resentimiento fermentado durante años contra la persona culpable de no poder ser libre.

Asintió seriamente cuando ella habló de su hermanito y se sintió feliz de que ella eligiera contarle eso que sonaba bastante privado para lo cerrada que ella se mostraba en el colegio. La miraba seguido de lejos porque le gustaba hacía siglos, pero nunca la había visto ser demasiado sociable con nadie, mucho menos hablar de cosas personales, así que el que le estuviera confesando eso le pareció un buen signo. "He's around my sister's age..." dijo pensativo, medio perdido en sus cavilaciones, con la mirada en el horizonte. "I wonder if they have plans for them as well or it's just us..." dijo con seriedad y también algo de preocupación en su tono.

A él no le molestaba todo el asunto porque estaba enamorado de Morwyn, pero no quería que su hermanita se viera involucrada y obligada a casarse con alguien a quien no quisiera, porque le parecía cruel. En el caso de Morwyn no le parecía tan grave, porque estaba seguro de que podía hacerla feliz si le daba una oportunidad.

Notó el gesto de Lancelot, pero no comentó. Internamente, le irritaba que hiciera escenitas de nena chiquita. ¿Qué esperaba? ¿Que ella estuviera feliz? ¿Saltando en una pata por estar atada a jugar a la casita con un bueno para nada como él? Obviamente estaba irritada cuando menos y Lancelot estaría de la misma forma si tuviera un poco de cerebro dentro de esa cabeza.

Esta vez fue el turno de ella de apretar los labios en decepción que no se molestó en encubrir. Ni siquiera para darle información servía. Era de lo más irritante. Pensaba no responder pero después se dio cuenta de que ella tampoco tenía mucho más para aportar a la situación en la que se encontraban.

La idea de él la puso inmediatamente a la defensiva. Era la persona más sobreprotectora del universo con lo que se refería a su hermanito y no quería que él fuera destinado a algo tan horrible. "Over my dead body." Dijo con una convicción que daba miedo y una cara que andaba por ahí nomás. "Nobody is forcing my little brother to do something he doesn't want to." Decretó totlamente decidida. "No matter what it takes." Añadió for good measure.

En ese punto, se acordó que iban de la mano de él, porque con la furia que la idea de obligar a su hermano a un matrimonio arreglado le generaba, la había estado apretando de manera bestial durante un rato mientras caminaban por la campiña. "I'm sorry." Dijo avergonzada. Bajó la mirada de inmediato y aflojó la presión en la mano de él.

Hizo una mueca de triste resignación. —Lamentablemente, en este asunto sombrío, ese parece ser el caso —su rostro se ensombreció al decir eso. —No sé si recuerdas a mi hermano mayor... el de pelo por la cintura... —Había desaparecido un día para recorrer el mundo, dejando a la familia con menos manos para trabajar. Luego había aparecido muerto, todo por negarse a casarse con la chica a la que lo habían destinado. 


Lance cada vez tenía más cara de perro chiquito. Las caras y los tonos de ella lo hacían sentir más y más desanimado respecto a... todo en realidad. Le gustaba la chica hacía años y siempre lo había ignorado. Ahora, había dejado de hacerlo por la fuerza para pasar a maltratarlo. No sabía qué era peor, pero no pensaba rendirse. Tampoco tenía otra opción y, quizás, si la ayudaba a mantener a su hermanito fuera del asunto ella se mostrara mejor predispuesta...

—No es nada —mintió con su gracia natural— aunque se nota que tallar madera da fortaleza a los dedos —bromeó para hacerla salir del paso. Después de todo estaban andando por ahí para dar la idea de que eran novios ¿no?

—Y ya que estamos jugando a la casita... dime, ¿qué haces para entretenerte a demás de tallar madera? —preguntó de manera casual.

Asintió con la misma cara de traste de siempre. She had resting bitch face. —El que apareció en el río... —Dijo con la mirada baja. No era buena dando condolencias ni siendo simpática. —¿Crees que no fue un accidente de pesca como decía el profeta? —Preguntó levantando la mirada tras sopesar las implicancias de las palabras del muchacho.

Cuanto más vulnerable e intimidado se mostraba él, más irritada y enfurecida parecía ella. No le gustaban esas actitudes. Ni siquiera le prestó demasiada atención a la salida que él le había facilitado, si bien se obligó a sonreír.

—Yo no tengo tiempo para entretenerme —dijo secamente—. Tengo un hermanito y un padre endeble de los que hacerme cargo. Cuando no estoy tallando madera para vender las piezas, junto semillas y gajos de plantas curativas y las cultivo en el jardín de casa.

Ese comentario la remontó en el tiempo a un recuerdo que creía casi olvidado. No es que realmente lo estuviera, sino que se avergonzaba tanto de haber necesitado ayuda en ese momento de desesperación, que solía ocultar el recuerdo en lo más profundo de su mente, a menos que necesitara sacar fuerzas para seguir adelante después de un día especialmente duro. Eso la ablandó al menos internamente, al recordar que había sido él despues de todo quien le había proporcionado el libro con el cual ella había aprendido lo suficiente como para salvar a la familia. Tenía la intención de agradecerle por el gesto. Siempre la hbaía tenido, pero el tiempo fue pasando y la oportunidad nunca se presentó. Ahora, sonaría demasiado extraño si le salía con eso de repente cuando el muchacho de seguro ya no recordaba aquello. Pero sí la hizo sentirse en deuda con Lancelot y se mostró menos agresiva. Sus facciones se suavizaron un poco y aflojó la presión violenta en su mano.

—Estoy aprendiendo a lanzar el cuchillo para procurar algo de caza durante el verano, pero no soy muy buena. Simon me enseña cuando puede —explicó.