Traiciones y perdones (Liz)

Fanny estaba ordenando los bancos del aula en su forma normal después de haber terminado con sus clases del día. Como la mayoría de las clases que daba eran debates que hubieran sido dignos del anfiteatro de no ser porque su grupo era muy reducido para aquella enorme aula, solía acomodarlos en semi círculo a la mañana para reacomodarlos a la tarde. 

Tenía muchas cosas en la cabeza después de la última conversación que había tenido con su ex mientras caminaban por los terrenos el sábado anterior, e iba pensando en ellas mientras reorganizaba. Suspiró pesadamente. Tenía tal confusión en la cabeza que ya no sabía distinguir bien de mal, izquierda de derecha, amigo de enemigo. Ni siquiera en sus momentos de lucidez. 

En ese momento, sus hijas estaban con el padre, así que podía ordenar con más tranquilidad sin las niñas correteando entre los pupitres.

Lizzy se había cansado de la situación. Al principio le había dejado a su prima espacio para que se le pasara lo que sea que tuviera, considerando que desde un día a la mitad del juicio había dejado de hablarle de repente y de responderle las cartas sin siquiera explicarle qué era lo que la hacía estar claramente enojada con ella.

Sin embargo, varios meses habían pasado y ella todavía no recibía ningún tipo de contacto de su prima y única amiga, por lo que se decidió a poner su orgullo a un lado e ir en su busca. La habían dejado pasar en el castillo los Aurors que estaban de turno cuidando las puertas, porque terminaba tan agotada después de sus propios turnos ahí, que la sola idea de una conversación seria con su prima cuando lo único que quería era morir en su cama, le resultaba extenuante.

Llevaba puesto un vestido negro de lana muy al cuerpo que le llegaba hasta el suelo para esconder el hecho de que abajo tenía zapatillas muggle. Encima, una túnica negra simple completaba el atuendo. El negro era la manera más fácil de que no se notara TANTO su exageradísima panza que parecía más de siete meses que de cinco.

Le habían indicado el aula donde su prima daba clases y se dirigió a ella sin dudarlo. Conocía el camino después de dos años de haber estado trabajando día y noche en el castillo y la encontró sin dificultad.

Entró sin golpear a la puerta y encontró a su prima allí acomodando los bancos al estilo muggle. —¿Necesitas una mano? —Le preguntó amistosamente, dispuesta a terminar con magia lo que Fanny había empezado a mano.

Fanny se sobresaltó de oír la voz conocida de su prima allí dentro y se puso nerviosa de inmediato. Sin embargo, aquello distaba mucho de la vez en que había sido sorprendida en el pueblo, puesto que el estar en el castillo la tenía acostumbrada a estar todo el tiempo cuidándose, sobresaltada a la vuelta de cada esquina y, un poco, se había curado de espanto. 

Ella llevaba puesto un conjunto de camisa blanca de seda, chaqueta de lana blanca y una pollera chanel del mismo color, que hacía juego con unos zapatos de taco medio. Todo eso, sumado con su porte digno y real, la hacían parecer toda una dama distinguida aunque humilde en su forma de pensar y obrar, a pesar del collar y aros de perlas auténticas que llevaba puestos.

—Está bien. Yo me ocupo —le aseguró. Era bastante orgullosa como para pedir ayuda. Cuando sólo era una especialita mimadísima y sobreprotegida en la casa de su papito hubiera aceptado con gusto, pero ahora que había aprendido sobre responsabilidades, quería encargarse de ellas por sí misma. 

Continuó acomodando los últimos pocos bancos que faltaban mientras hablaba. Más que nada, porque no le daba para mirar a Lizzy a la cara. —Qué sorpresa —dijo en un tono que anunciaba que no era de las buenas. —¿Qué te trae por acá? —Preguntó lo más casualmente que pudo, pero esconder el resentimiento en su voz fue imposible.

Ella notó el poco entusiasmo que su aparición le había generado a la misma mujer que siempre corría a su encuentro como una niña al ver a su madre y sintió tristeza, angustia y culpa. Lo único que se le ocurría podía llegar a alterar a su amiga de esa manera era el affair que había tenido con Matt, auque al mismo tiempo dudaba que ella hubiera podido enterarse de que aquello había tenido lugar. ¿Cómo podría haberse enterado? Tenía que ser algo más, pero el solo recordar que había estado con el esposo de Fanny le generaba culpa igual y se sintió mortificada.

—Tú. Estoy cansada de que ya no me invites a tomar el té ni respondas a mis lechuzas. Lo que sea que te tenga molesta conmigo: aquí estoy. Ven y dímelo a la cara. Grita, patalea, golpéame si así lo quieres, pero no quiero seguir viviendo así, Fanny. Eres como mi hermana —le dijo la mujer con ojos vidriosos.

Se sobresaltó de escuchar la respuesta tan directa de su prima y no pudo menos que dejar de hacer lo que estaba haciendo y voltearse para verla. En especial cuando comenzó a explayarse en el discurso como si no supiera perfectamente bien lo que había hecho para enojarla y que no era el tipo de cosa que uno perdonaba fácilmente.

—Tal vez tendrías que haber pensado en eso antes de acostarte con mi marido si me sentías como una hermana, ¿no lo crees? —Le espetó furiosa, pero con furia fría, sin levantar la voz. —¿O es que eso también se comparte en esta familia sin pudor alguno? 

—No puedo creer que tengas la cara de venir a hablarme después de haberme traicionado así, Lizzy. ¡Pensé que éramos amigas!

Aquello confirmaba sus peores sospechas y Liz palideció muchísimo, al punto en que tuvo que apoyar su trasero y sus manos en el borde del escritorio de la profesora para mantenerse en pie. Su cara era de culpa y mortificación absoluta. Los ojos se le ponían más húmedos, ahí donde cualquier otra mujer ya estaría llorando. Ella era mucho menos maricona, pero las hormonas la estaban matando.

—Fanny... —intentó calmarla con voz suave y arrepentida. —Tienes que ponerlo en contexto —le rogó. —Te creíamos muerta y al principio nada más nos juntábamos para hablar de tí, de lo mucho que te extrañábamos —explicó sinceramente.

—Mira, no sé cómo te enteraste, pero quiero que conozcas la historia completa y de labios míos, no de terceros. Quiero que entiendas que fue un error que no significó nada para ninguno de los dos. Él estaba devastado... te extrañaba tanto que pensó que tal vez podía recuperar parte de eso en mí y, ¿honestamente? que me estuviera encima todo el tiempo me resultaba de lo más irritante, pero Dave y yo estábamos separados, en un momento muy complicado... no tienes ni idea de lo que pasamos —le dijo con voz de súplica al recordar con tristeza lo que había sido el pensar que su hijo estaba muerto.

—¿Qué contexto? ¿"¡Aprovechemos que Fanny está muerta para hacer cosas que le hubieran roto el corazón doblemente, así la recordamos porque total no se entera!"? —La increpó de mal modo, los ojos entrecerrados y fijos en los de su prima. 

—Matt me lo contó todo —le respondió en tono de desafío. ¿Qué podía decirle ella más de lo que le había dicho él? No necesitaba más que la palabra de Matt, que obviamente no se iba a inventar algo así para lastimarla y la cara de Lizzy le decía que claramente eso no tenía nada de invención. 

La parte de que él había estado buscandola a ella en su prima no se le había ocurrido, pero estaba demasiado furiosa y resentida con ella como para prestarle la atención que debería. Tal vez más tarde, después de haberle dedicado suficiente tiempo a pensarlo pudiera ver que eso tenía muchas implicancias buenas para ella. 

—Uh, sí. Me imagino que debe haber sido muy duro separarte por milésima vez de alguien con quien te juntaste y te separaste más veces que... —No continuó a falta de una buena metáfora con qué comparar. 

—Admítelo, Liz: te importó un cuerno si lo que hacías me hubiera lastimado porque pensaste que yo ya no iba a estar ahí para recriminártelo. Le tenías ganas y te las sacaste —le espetó temblando peligrosamente.

Lizzy se desinfló al escucharla decir eso y le dedicó una mirada suplicante de que la escuchara, que la dejara explicarse. —No Fanny. No fue así. En absoluto.

Entonces pasó a explicarle cómo fue la cosa.

Se sorprendió muchísimo de oír que Matt sobre todas las personas había sido quien le había dicho eso y no podía imaginar qué podría haber motivado al rubio a hacerle semejante confesión, aunque eso explicaba por qué había salido tan alterada del salón de juicios sin querer volver a hablarle dede ese momento en adelante. Tal vez había sido resentimiento por todas las tensiones y roces que genera un divorcio, se dijo. Ella y Dave se habían dicho bastantes cosas horriblesl a veces mientras discutían.

La burla de Stephanie la irritó y el rostro se le transformó en una máscara de furia y dolor.

—No tienes idea de lo que fue estar en mi lugar, así que te agradecería que no hables sin tener idea antes de que esto termine mal —le advirtió. No tenía miedo de enfrentarse a una squibb desarmada. Sabía que de todas maneras, en el estado en que se encontraba su prima, la que estaba en desventaja y hasta peligro, era ella.

—Dave y yo nos separamos porque raptaron a nuestro hijo menor, Gabriel. ¿Recuerdas? Mataron a la niñera y se lo llevaron cuando fuimos al cine y, dos semanas después, unos mortífagos que habíamos enviado a prisión hace muchos años nos envió su mano por correo, OK??? —grandes lagrimones caían por sus mejilas uno tras otro.

—No fue nada fácil para nosotros superar eso. ¿Crees que tú podrías haberlo manejado mejor? Discutíamos todo el tiempo, Dave comenzó a beber demasiado y yo... —bajó la mirada y suspiró— yo comencé a inyectarme y terminamos por separarnos. Entonces me vine a Inglaterra. Era el único lugar donde podía huír de esa casa llena de recuerdos...

—Fanny, no tienes idea de lo que es perder un hijo... —Le dijo en voz triste e implorante. Se acarició el vientre con una mano, observándolo para no ver a su prima. —Es algo que no le desearía a nadie.

—Este era el único lugar donde conocía a alguien y Matt la única persona que conocía. Y no tenía la más mínima intención de enredarme con él... simplemente pasó... tu sabes cómo cada vez que tengo una crisis tomo las peores decisiones posiblese y me acuesto con quien tenga más a mano... pero jamás, jamás sentí nada por él y estoy segura de que lo que sea que él sintiera por mí, estaba completamente relacionado contigo...

—Fanny, ¡tendrías que escuchar la manera en que habla de tí! El hombre venera el suelo que pisas. Incluso ahora que están separados cuida de tí, tomó los recaudos necesarios para que los arreglos te favorezcan y puedas estar en el lugar más seguro... La única razón por la que le di cabida es porque se veía tan destrozado y patético sin tí como yo me sentía sin Dave y Gabriel —le dijo esta vez mirándola a los ojos, suplicando, llorando. Esperando que le creyera.

—No pretendo que me creas, pero me gustaría que lo pensaras. Siempre fuimos como hermanas y no quiero perder a una de las personas más importantes de mi vida por algo que no significó nada para nadie.

La fulminó con la mirada y escuchó la explicación de Lizzy. Luego puso cara de determinación cuando vio la sorpresa de su prima al enterarse de quién le había contado de lo sucedido. Para Fanny, era una prueba de la confianza que había entre Matt y ella, que claramente Liz no compartía.

Su aura de magia contenida creció enormemente y parecía a punto de descargarla sobre Lizzy en cualquier momento, pero no pudo evitar continuar escuchando porque ella seguía hablando. 

Cuando escuchó sobre el niño, su aura, que parecía a punto de explotar en cualquier momento, volvió a reducirse a una furia aceptable pero no peligrosa o amenazadora, al menos en lo inmediato. 

—Oh, por Dios. No me vengas con eso, porque alguien realmente dolido por la muerte de un ser querido no se va a coger a lo primero que se encuentra, Liz —espetó molesta.

De ahí en más, escuchó el resto de la historia sin alterarse, aunque tampoco ablandada del todo. Sabía que el recordar eso le serviría para ablandarse lo suficiente como para no volarla en pedacitos, pero al mismo tiempo no lo suficiente como para perdonarla. Continuaba tan enojada con su prima como antes y no le parecía que nada de eso fuera una excusa válida para lo que había hecho, si bien era cierto que conocía los vicios de su prima y la manera en que se acostaba con cualquiera al primer problema que tenía.

Nuevamente, se quedó pasmada al escuchar que había empezado a drogarse. Esa parte de la historia no la conocía. Miró instintivamente hacia abajo, al estómago de su prima, temiendo por el niño en su vientre.

Cuando llegó a la parte en cómo Matt hablaba de ella se sintió algo más segura de sí y de la relación que intentaba de a paso de hormiga reconstruir con su ex, pero no por ello estaba menos enojada con su prima. 

—No quiero seguir escuchándote. Por favor ya vete —le pidió como quien intenta decir las cosas de la mejor manera cuando en realidad tiene ganas de gritarle a la otra persona.

Durante todo ese tiempo, Lizzy había tenido en la punta de la lengua un hechizo de protección en caso de que su prima perdiera del todo el control sobre sí misma, por eso no temía por su vida.

—¿Ves? Si él te dijo lo que pasó es porque no tiene significado. No tiene nada que ocultar. Estoy segura de que para él tampoco significó más que otra de sus conquistas pasajeras. Ni siquiera protestó cuando le puse fin al asunto para regresar con Dave —informó como si eso fuera la evidencia definitiva.

—¡Pues cada uno maneja el dolor como puede, no como quiere! ¿O me vas a decir que matar a dos personas y desaparecer fingiendo tu muerte y dejando atrás a un marido destrozado y a un bebé, con otro en tu vientre es muy moral para las familias de los difuntos, por más malos que éstos hayan sido... o para tu propia familia?

Notó el desvío de la mirada de Stephanie y se ruborizó de inmediato pero de furia. —Llevo limpia más de un año. No hacía falta que me miraras de esa manera —le reprochó enojada. —¿Por qué todo el mundo sigue pensando que sería tan hija de puta como para hacerle es a un niño? —le preguntó a nadie en particular. Algo en su mente le dijo que tal vez Fanny sólo estaba intentando vengarse porque lo necesitaba para sentirse bien y en eso se amparó para no enfurecerse con ella.

Iba a continuar hablando pero ella no era del tipo que lloraba y pedía y rogaba. Así y todo, hizo un último intento antes de marcharse.

—Fanny... por favor... te ruego que lo pienses. Te amo como a una hermana. En ningún momento quise lastimarte y con gusto lo desharía si pudiera. Sólo quiero lo mejor para tí, quiero verte feliz...

Con cualquier otra persona, Lizzy no hubiera abierto así su alma ni hablado de su vida, mucho menos rogado, pero se trataba de su mejor amiga, de su prima, de su casi hermana... de hecho, era su medio hermana pero no lo sabía.

Las palabras de Lizzy la hicieron dudar, así que se puso su mejor cara de odio y no respondió para no dejarse enredar en esas palabras, pero ya podría meditar al respecto más adelante. 

Escuchó la historia y sintió cierto alivio al oír que el niño se había salvado, pero al mismo tiempo se sintió irritada de que usara eso de perder un hijo como excusa si después lo había recuperado, aunque en el fondo sabía que el tiempo en que lo había creído perdido debía haber sido una tremenda tortura de dos años y no quería ni empezar a preguntar sobre el estado mental en que había quedado el pobre chico. 

—Lamento que hayas tenido que pasar por todo ese infierno, pero eso no quiere decir ni por asomo que te haya perdonado, ¿me oíste? —Le dijo de mal modo. —Lo que hiciste es imperdonable. 

—No sé. Tal vez porque andas durmiendo con cualquiera y eso ya da a pensar que tu sentido de la moral debe estar cuando menos roto —le dijo molesta.

—Pues ¿adivina qué? No me sorprende que tengas tanto gusto por el adulterio. ¡Es de familia! ¿Sabes? Tu padre se acostó con mi madre. Somos medio hermanas. Hay papeles que lo confirman en la caja fuerte de Dalton Manor si no me crees —informó con furia fría. —¿Y sabes qué? ¡No me importa! Nunca me importó que te acostaras con medio país aunque no estuviera de acuerdo, pero hay líneas que no se cruzan, Elizabeth. Yo jamás te hubiera hecho lo mismo aunque David y yo fueramos los últimos dos seres vivos del planeta.

—¡Si tanto quieres verme feliz, márchate de aquí! No tengo nada que decirte y ninguna gana de escuchar tus mentiras. No tenemos nada más que hablar. ¡Vete antes de que haya un accidente del que todos nos arrepintamos! —La amenazó a pesar de que tenía su ira a flor de piel pero su magia bastante bajo control porque eran cosas que llevaba meses masticando.

Asintió con tristeza, pero ya no lloraba. Había recuperado la compostura de siempre, de cuando no tenía hormonas extras en su cuerpo.

La fulminó con la mirada pero no acotó nada porque sabía que su sentido de la moral era indefendible.

Frunció el ceño confundida de que le saliera con eso de la nada, hasta que llegó a la parte en que todo tuvo sentido y se la quedó mirando con ojos como platos. Por alguna razón no pensó ni por un momento en ir a confirmar sus palabras: le creía. Explicaba sus parecidos físicos y de carácter. ¡Y así y todo, sabiendo eso, el padre de ella la había querido y cuidado tanto o más que si hubiera sido su propia hija! Pensó a favor de su difunto tío.

—Está bien. Me marcho. Pero con mucha más razón espero que lo pienses bien antes de darle la espalda por completo a tu misma sangre —dijo molesta. —Te quiero —añadió en tono más suave, antes de marcharse.