Alergia

Lyra llegó a la enfermería lo más rápido que pudo, la espalda la estaba matando con la picazón. No pudo divisar a la enfermera a simple vista. No creía que fuera algo grave, pero si le molestaba demasiado la picazón como para aguantarla.

Giselle, en su afán de matar tiempos libres, a veces ayudaba a la enfermera. Tenía algunos estudios al respecto y sus conocimientos de pociones la ayudaban mucho.

Cuando escuchó pasos acelerados, se levantó del rincón y fue a ver si era algo de lo que podía encargarse ella, o si sería necesario llamar a la enfermera.

Cuando vio a Lyra, enarcó las cejas sorprendida. En su cabeza se mezclaron dos sentimientos contradictorios. El deseo de que fuera cualquier otra persona la que tuviera problemas de salud para no sentirse así de incómoda, y el pensamiento subjetivo de que nadie en el colegio lo merecía más que Lyra.

_¿En qué puedo ayudarte? -dijo casi en un gruñido.

No esperaba que Giselle estuviera allí, fue una gran sorpresa. Sin embargo, a como estaban las cosas no tenía ni tiempo ni ganas de discutir de nuevo.

_Parece que soy alérgica a un musgo verde -explicó- me pica mucho la espalda.

Además de que su prima le había cerrado la boca la última vez que se habían visto, ahora, encima, era la que la curaría. Nada podía enojarla más ese día.

((Seeh, phineas y ferb JAJAJA))

_Lava mejor tu ropa la próxima vez. Que tengas musgo en la espalda realmente no es buena señal -sentenció antes de dirigirse a un armario enorme y abrir sus puertas.

Recorrió los estantes con la vista. Estaban abarrotados de botellas de diferentes tamaños y con las etiquetas desteñidas, algunas de ellas, incluso estaban ilegibles.

_En realidad estaba en un árbol y empezó por el cuello -dijo un poco más molesta.

Tal vez Lyra no era tan inteligente como Giselle, pero eso no la volvía estúpida como para temer musgo en la ropa, era ridículo. Supuso que su prima solo le estaba jugando otra de sus bromas, solo que a veces era difícil distinguirlas por su forma de hablar.

_Por favor limítate a curarme y no me ridiculices más de lo que ya estoy -suplicó, ya no sabía como evitar rascarse la espalda.

Cuando Giselle escuchó "limítate a curarme", sintió una punzada de ira. No era su obligación. No recibiía ningún tipo de remuneración por su labor. Ni siquiera se le sumaban puntos a Ravenclaw por eso. Era un favor. La falta de gratitud de su prima le enervó la sangre.

El dedo con el que recorría el estante en busca del antídoto se detuvo en otra botella...

Sabía que no era lo correcto, pero la actitud de Lyra le estaba molestando. Por otro lado, sabía que sería muy difícil hacer de cuenta que no era intencional después de todo lo que había sucedido. Evaluó levemente la situación antes de tomar una decisión.

Se aproximó a ella con una botella en mano y unas gasas, cerró los biombos y le señaló la camilla.

_Necesitaré que te quites toda la ropa del torso, puedes dejarte el sostén puesto.

Suspiró de alivio sabiendo que Giselle ya tenía la cura en la mano y se disponía a ayudarla. Se sacó la ropa y dejó en manos de su prima el resto del trabajo.

Giselle estaba demasiado sujeta al deber-ser. Por más que le molestara hacer algo bueno justamente por Lyra, no podía hacer las cosas de otro modo. Mientras le pasaba la loción por la espalda trataba de pensar en que eso la hacía un poco mejor persona, y que por otro lado, estaba sembrando en Lyra el bichito de la deuda. A Lyra seguramente le molestaría saber que estaba mejor gracias a Giselle.

Era muy extraño. Tras años y años de no poder tener una buena relación con su prima, de pelearse, enojarse, insultarse, que ahora ella la estuviera ayudando le provocaba una extraña sensación. Lyra no supo definir si era culpa o bienestar. "Tal vez ambos" pensó.

_Gracias -dijo simplemente, pero por dentro pensó mil cosas más...

Giselle sabía que la respuesta correspondiente era "de nada". Pero no hubiera sido sincera, razón por la cual se limitó al silencio, mientras buscaba otra loción más para aplicarle. La que había usado detenía la picazón, pero no evitaba el sarpullido y el resultado no sería duradero. Tenía que buscar algo que realmente matara la alergia, pero no estaba del todo segura.

Ahora se sentía mucho mejor, aunque no se animaba a ver su espalda con un espejo, prefería no ver nada. Dio media vuelta la cabeza para ver qué hacía Giselle, pero solo estaba mirando más botellas. "¿Tan mal está? Tal vez sí debería pensar un poco más y fijarme dónde me siento..." pensó, algo triste.

Giselle se acercó nuevamente a Lyra, sosteniendo una botella un poco más grande. Sabía que lo siguiente podía ser desagradable, así que decidió que lo mejor era avisar. Puso la botella grande delante de la cara de Lyra y le dijo en un tono un poco exigente:

_Esto es una poción que matara el sarpullido. Pero te advierto que vas a sentir dolor cuando la aplique. Será como si se te clavaran agujas en la espalda. La que usé recién sólo alivia la picazón, pero no la cura. Bueno, ya lo sabes. Si quieres te paso esta aunque duela... o no, tú decides.

"Oh claro, quiero quedarme con el sarpullido antes que sentir dolor temporalmente" pensó, y estuvo a punto de decirlo, pero algo en el fondo de su cabeza le dijo que era mejor callarse.

_Usa esa mejor -simplificó- por favor -agregó finalmente.

Esperó lo más tranquila que pudo...

Sintió cierto regocijo de tener la oportunidad de devolverle algo de dolor a Lyra. Volcó algo de pócima en la gasa y la acercó a la espalda de su prima. Sin embargo antes de pasársela por la espalda, se detuvo. No, no era agradable la sensación de causarle dolor a alguien. Sabía que Lyra seguramente se estaba preparando para ese momento, pero se sorprendió de ver que no le sería tan fácil.

Pero tenía que hacerlo.

Suspiró y apoyó la gasa en la espalda de Lyra.

Reprimió varios gritos, y se mordió un dedo para evitarlos, intentando no demostrar debilidad. El dolor que producía la cura a su alergia era más fuerte de lo que había pensado, y le estaba costando bastante soportarlo. Se preguntó qué estaría pensando Giselle en ese momento.

Deseó que no faltara mucho tiempo para que su prima terminara de aplicarle la cura.

Sabía que debía hacerle dos curaciones completas, pero le dio demasiada pena. Podía sentir el cuerpo de Lyra contrayéndose del dolor. Hizo una pasa completa y luego se detuvo.

_Recuéstate con la espalda para arriba, y cuando se seque ya te puedes vestir. Lo ideal es hacer dos pasadas, pero como viniste rápidamente tal vez no sea necesario. Veremos como pasas la noche, y si llegas a sentir picazón avisa de inmediato.

Tomó un chupetín de la mesa de luz, y sin ánimo le dijo:

_Fuiste muy valiente, toma tu premio.

No sabía si tomar ese gesto como algo bueno o como si la tratara de una niña. La espalda ya estaba mucho mejor y fue gracias a su prima, de modo que tomó el chupetín y, mirándola con sus ojos grises le agradeció. Se preguntó si volverían a pelear después de esto, si solo era una tregua temporal, o si se había acercado un poco más.

-Gracias -repitió.

Para Giselle no era ni una ni otra. La enfermera le había dicho que le diera un chupetín a cada paciente que soportara algo doloroso. Le había dicho también que utilizara esa frase. Giselle era natamente obediente, así que lo hacía indiscriminadamente.

Le indicó con el dedo que se acostara, pero antes, le apoyó la mano en la frente:

_No sabemos que reacción alérgica es, pero todavía no has levantado fiebre. Le dejaré dicho a la enfermera para que lo controle durante la noche.

Lyra así lo hizo, se recostó y clavó la mirada en el techo. Se sentía algo cansada, así que decidió dormirse un rato.

Giselle salió de la enfermería, estuvo haciendo otras tareas y leyó parte de un libro. Sabía que Lyra estaba en buenas manos, aunque ni se enteraría de ello por estar durmiendo. La poción tenía ese efecto, con la finalidad de aliviar. Cuatro horas después, y tras plantear y replantear y hacía lo esquemáticamente correcto, decidió ir nuevamente a la enfermería. Se aceró a Lyra, parecía que aún estaba durmiendo.