Era un martes por la tarde. Laura tenía horas sándwich y algo de tiempo libre antes de su siguiente clase, por lo que se había dirigido a la sala de profesores. De haber tenido más tiempo se hubiera ido a su casa, con su hijo, pero dadas las circunstancias, se sentó a leer el último número de corazón de bruja en un asiento cerca del fuego. Leía con desinterés, porque aunque la revista le gustaba, ella ya la había terminado el día anterior y la llevaba encima de pura casualidad.
Movió la varita para hacerse un té y esperó mientras la pava hervía en el fuego cerca suyo, pensando que eso de las horas sándwich era un desperdicio de tiempo.